Abû Muhammad ‘Alî ibn al-Sîd al-Batalyawsî. Poeta y filósofo. Nació, como su nombre indica, en Badajoz en el año 1052. Murió en 1127
Vino al mundo durante el reinado del tercer rey de la breve dinastía de los Banû al-aftas al-Muzalfar, que tanto hicieron florecer las letras en aquella corte, hasta el punto que el propio príncipe las cultivó con singular destreza.
Con motivo de la atmósfera de violencia que se respiraba en la corte, debido a la lucha con el vecino reino de Sevilla y a las continuas presiones del rey castellano Fernando I, se trasladaría a la corte granadina de ‘Abd al-Mâlik ibn Razîn. Saldría de las brasas para meterse en el fuego.
Pronto se acercaría la plaga de la guerra al reino de Granada: primero en conflicto con los cristianos del Cid, después contra los almorávides de Yûsuf, que finalmente se apoderarían de la ciudad en 1103. Previniendo la hecatombe, nuestro autor huyó a Toledo, capital de la marca de Al-Mussât, poniéndose a las órdenes de su rey Al-Ma’mûn. Más tarde, se trasladaría a Zaragoza, una de las capitales más importantes de Al-Ksark, y donde sostuvo agrias polémicas gramaticales y dialécticas con Ibn Bâyya (Avempace) que expondría en su obra El Libro de las cuestiones (Kitâb al-Masâiil). Por aquel mismo año se dio la batalla de Valtierra, que ganaría Alfonso VI, el batallador, perdiendo en ella la vida Al-Musta’in, rey de Zaragoza, cayendo la marca ocho años más tarde en poder de los cristianos.
Buscando refugio, Al-Batalyawsî se trasladó a Valencia, que estaba en manos de los almorávides al igual que Al-Andalus, dedicándose a redactar sus obras y a impartir lecciones a sus numerosos discípulos.
Quizás su trabajo más importante sea el Libro de los cercos (Kitâb al-Hadâ’ik), que es un manual para que el profano pueda iniciarse en la doctrina de los filósofos. Se trata del primer intento de armonizar el conocimiento islámico con el pensamiento griego: Aristóteles y Platón. Se compone de siete capítulos, dedicando los seis primeros a las tesis de los filósofos islámicos, mientras que el último trata de la inmortalidad del alma. Entre otros temas, aborda el problema del origen del mundo, de los atributos de Allah (s.w.t), etc. De lo difundida que sería la obra nos habla el hecho de que fuera traducida al hebreo por Mosé b. Tibbón (1240-1283). Existe una edición y traducción castellana, realizada por Asín Palacios en la revista Al-Andalus, V (1940).
Su producción poética y filosófica fue extensísima, sobresaliendo, al margen de la obra ya citada, el Libro de la Improvisación (comentario a los poemas de Al-Mutanabbî), y el Libro de los Nombres.
Abu Abd Allah Muhammad al-Idrisi(1100-1166)
Al-Idrisi nació en Ceuta , entonces perteneciente al imperio almorávide, de una familia noble de origen andalusí, relacionada con los Idrisíes de Málaga (era bisnieto de Idrís II, rey de la taifa de Málaga). La ciudad de Ceuta "Un lugar donde las ciencias han encontrado su sede". Así calificó a esta ciudad Al-Bakri, haciéndose eco de su prestigio cultural. Según Al-Ansari, existían sesenta bibliotecas, alguna con más de tres mil volúmenes, y dos madrasa. Ceuta en esa época tenia un intenso y activo comercio librero, un floreciente desarrollo de la artesanía del papel y de una activa escuela de copistas que alcanzaría general reconocimiento. Al-Idrisi comenzó sus formación en su ciudad natal, continuando después en Córdoba, uno de los grandes focos culturales del Islam occidental. Sabemos de su estancia en Córdoba por su detallada y entusiasta descripción de esa ciudad en su geografía. Por este trabajo sabemos que conocía bien su país, Al-Andalus.
Al-Idrisi fue el principal geógrafo medieval de su época, y recopiló una cantidad de información geográfica incomparable. Además sostuvo la teoría de la esfericidad de la Tierra, y aunque sus mapas tenían forma de disco, explicó que el disco meramente simbolizaba la forma del mundo: "La tierra es redonda como una esfera, y las aguas se adhieren a ella y se mantienen en ella a través de equilibrio natural que no sufre variación".
Su relato de la travesía de la Maghrurin u "Hombres engañados" de Lisboa en el Atlántico influyó probablemente en las travesías posteriores de españoles y portugueses hacia América y alrededor de África , respectivamente.
En 1139. entró al servicio de Roger II, rey de Sicilia , su primer encargo para el rey normando fueron una esfera celeste y un disco que representa el mundo conocido de su tiempo, ambas en plata. Roger II quería una descripción del mundo. Al-Idrisi no se limito a consultar lo recogido por otros como fueron dos geógrafos de la era preislamica: Paulo Orosio, de origen peninsular (ispano) cuya historia popular, escrita en el siglo V, incluía un volumen de geografía descriptiva, y Ptolomeo , el mayor de los geógrafos clásicos, cuya Geografía, escrita en el segundo siglo, había sido perdido totalmente para Europa, pero se había conservado en el mundo musulmán en una traducción árabe.
Su método de trabajo, aparte de la visita directa a los lugares descritos, fue, tras el examen en detalle de la distribución geográfica de las obras reunidas por el rey de Sicilia. Sicilia, como isla del Mediterráneo central y lugar comercial por excelencia, constituía un lugar ideal para la investigación por sus puertos y población cosmopolita. Durante años cada vez que un buque atracaba en Palermo, Mesina, Catania o Siracusa interrogaba a su tripulación y pasajeros acerca de los lugares que habían visitado: ¿Cuál es el clima del país, sus ríos y lagos, las montañas, las configuraciones de las zonas costeras y el suelo? ¿Cuál de sus carreteras, edificios, monumentos, los cultivos, la artesanía, las importaciones, las exportaciones y las maravillas? ¿Cuáles son, finalmente, su cultura, la religión, las costumbres y el idioma? Además de ello se enviaron expediciones científicas a las zonas en que se carecía de información, dibujando lo más memorable de las tierras visitadas.
En 1154 confeccionó un gran mapa del mundo, orientado en sentido inverso al utilizado actualmente (el norte abajo y el sur arriba), conocido como la Tabula Rogeriana, acompañado por un libro, denominado Geografía . El rey siciliano dio a estas obras el nombre conjunto de Nuzhat al-Mushtak, aunque Al-Idrisi las bautizó como Kitab Ruyar ("El Libro de Roger").
El Libro de Roger, muestra el mundo dividido en siete regiones climáticas, facilita las distancias entre las ciudades principales y describe las costumbres, las personas, productos y clima del mundo conocido. Aunque la obra contenía múltiples defectos y errores de bulto, vista en su conjunto es un auténtico monumento geográfico que sirvió de guía imprescindible para los trabajos de los posteriores geógrafos. La obra tuvo tal éxito que se hicieron múltiples traducciones, copias parciales y síntesis de la obra, todo ello en fechas tan dispares como 1592, 1619, 1796 y 1901.
En 1161, Al Idrisi realizó una segunda edición ampliada, con el notable título de Los jardines de la humanidad y el entretenimiento del alma, pero todas sus copias se perdieron. Una versión abreviada de esta edición, llamada Jardín de los Gozos, aunque más conocida como Pequeño Idrisi, se publicó en 1112 .
No existe constancia acerca del lugar ni la fecha de su muerte, polifacético hombre de ciencias. musulmán convencido al servicio de un rey cristiano. autor de una investigación de increíble modernidad en métodos y objetivos, Al-Idrisí resumen en su biografía los conflictos y contradicciones del mundo mediterráneo del siglo XII.
domingo, 30 de marzo de 2014
domingo, 16 de marzo de 2014
Primeros reinos de taifas - VI -
La Taifa de Saraqusta (Taifa de Zaragoza o Reino de Zaragoza) fue una taifa independiente entre 1018 y 1110 —esto es, desde la desintegración del califato de Córdoba a principios del siglo XI hasta que fue conquistada por los almorávides en 1110—, que experimentó un extraordinario auge político y cultural con los reinados de Al-Muqtadir, Al-Mutamán y Al-Mustaín II en la segunda mitad de dicho siglo.
El legado intelectual y artístico más sobresaliente se podría resumir en la construcción del Palacio de la Aljafería y en la creación de la primera escuela estrictamente filosófica andalusí, cuya figura descollante es Avempace, que nació en Zaragoza entre 1070 y 1080 y tuvo que emigrar de la ciudad hacia 1118 tras la conquista cristiana.
Historia de Saraqusta
La Marca Superior en época de los emiratos
Periodo del Emirato Dependiente
En el año 714 la ciudad es ocupada por el ejército musulmán al mando de Tariq y su lugarteniente, Muza, pasando a formar parte del Califato omeya de Damasco y del Emirato Dependiente con capital en Córdoba. Desde ese año Saraqusta fue un puesto avanzado en la lucha contra los cristianos del norte, que se refugiaron en los valles pirenaicos de Ansó, Hecho, Sobrarbe y Ribagorza. Hacia el 720 todo el valle del Ebro y las ciudades más importantes de la ulterior región de Aragón estaban dominadas por el islam.
Con la derrota ante los francos en Poitiers en 732, la frontera norte se estabilizó, y Saraqusta se constituyó en provincia fronteriza bajo la denominación de Marca Superior. Zaragoza administraba un territorio que comprendía ciudades tales como Huesca, Tudela, Calatayud o Barbastro, al frente del cual estaba el sahib de Saraqusta, que ejercía el gobierno en nombre del emir andalusí dependiente del califa de Damasco. Su lejanía a la capital emiral y su función de baluarte defensivo confirió a Saraqusta cierta autonomía política, a menudo reconocida por el poder central cordobés, pues en lo militar favorecía tomar decisiones rápidas y ejecutar eficazmente iniciativas bélicas.
Periodo del Emirato Independiente
Con la proclamación de Abderramán I en 756 como emir, se produce una ruptura con el Califato abbasí de Bagdad. Empieza la época del Emirato Independiente y Abderramán I rigió un territorio autónomo, conocido a partir de ahora como al-Ándalus y que en el Valle del Ebro provocó rebeliones contra el poder central. A la vez comienza la presión de los cristianos de los marquesados y condados de la Marca Hispánica que dependían del poder carolingio. En la segunda mitad del siglo VIII lograron tomar Urgel, La Cerdaña y Gerona, y en el año 801, Barcelona.
El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión de Sulaymán al-Arabi, el gobernador de Zaragoza, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos a cambio de entregar al franco la plaza de Saraqusta. Carlomagno llegó en el año 778 a las puertas de la ciudad del Ebro. Sin embargo, una vez allí, el valí de Zaragoza, Husayn se negó a franquearle la entrada al ejército carolingio. Debido a la complejidad que supondría un largo asedio a una plaza tan fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, los francos comenzaron la marcha de regreso camino de Pamplona, posiblemente destruyendo a su paso las fortificaciones de esta ciudad. Posteriormente tomó el paso de Roncesvalles hacia su territorio. Mientras la columna carolingia cruzaba por este estrecho puerto fueron atacados en su retaguardia por contingentes vascones emboscados en las zonas escarpadas, que saquearon su impedimenta y causaron numerosas bajas entre los retenes encargados de defender los bagajes. Este hecho histórico, sucedido el 15 de agosto de 778 es conocido como la batalla de Roncesvalles, y fue el origen de la leyenda que dio lugar al Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el cantar de gesta medieval más importante de la literatura francesa.
Desde mediados del siglo IX hasta mediados del X la Marca Superior fue la provincia más hostil a la dinastía Omeya, con continuas insurrecciones frente al poder emiral encabezadas por rebeldes árabes yemeníes. Para sofocarlas, los emires omeyas se apoyaron en los principales señores muladíes, sobre todo en los Banu Qasi, cuyo origen estaba en el oeste de la región, en la zona de la actual Tudela. Estos se aliaron a principios del S. IX con los Íñigo de Pamplona, cristianos vascones con quienes mantenían lazos familiares, con el objeto de resistir a las dos potencias del momento en esta zona: la omeya y la carolingia.
El carácter fronterizo hacía que la Marca Superior fuera el escenario de la lucha entre francos y andalusíes por delimitar sus dominios en esta región limítrofe, resultando de ello continuos cambios de alianzas de las que salieron reforzados los Banu Qasi, hasta el punto de que estos eran ya dinastía hegemónica a mediados del S. IX. Todo lo cual se vio confirmado con el nombramiento en el año 852 por parte del recientemente proclamado emir Mohamed I, de Musa ben Qasi como gobernador de la importante Tudela y, poco después, de la capital, Zaragoza.
Esta es la época gloriosa de Musa II, el famoso "moro Muza" de la tradición cristiana, pues ejerció su dominio sobre toda la Marca y fortaleció su autoridad creando un auténtico principado y autodenominándose "tercer rey de España", siendo los otros el emir Mohamed I y el rey de Asturias, Ramiro I de Asturias hasta 850 y Ordoño I posteriormente. Esta situación duró hasta 860, en que Musa ben Qasi fue derrotado por Ordoño I en Monte Laturce, con lo que el emir le destituyó del gobierno de la Marca. Paralelamente, se produce el auge del reino de Pamplona, que consigue liberarse de la presión del Islam. En el año 872 los hijos de Musa II se sublevan contra él: Lope Musa se levantó en Arnedo y tomó Zaragoza con ayuda de sus hermanos.
La autonomía de la Zaragoza de los Banu Qasi se mantuvo hasta que, tras numerosas discordias familiares, Mohamed I decidió ponerle fin comprándoles Zaragoza en 884 por 15.000 dinares de oro. La decadencia de su poder se hacía efectiva y en 890, los Tuyibíes, yemeníes que desde la invasión musulmana habían medrado en su solar de la zona de Calatayud y Daroca, obtuvieron el gobierno de Zaragoza en la persona de Muhammad Alanqar.
La Marca Superior bajo el califato omeya
En el año 924, Abderramán III impuso su autoridad sobre los señores locales desalojando a los Banu Qasi de su último reducto de Tudela e imponendo en él al tuyibí de Zaragoza Muhammad Alanqar, cuya dinastía mantuvo el gobierno de Saraqusta durante más de un siglo. Pero los nuevos señores de Zaragoza continuaron con la tendencia independentista frente al poder central.
En 929 Abderramán III se proclama califa e intenta asegurarse el control de las provincias más alejadas de Córdoba, pero los tuyibíes se rebelaron en diversas ocasiones, siendo reprimidos por expediciones califales en los años 935 y 937. El conflicto se resolvió con un compromiso de Muhammad ibn Hashim al-Tuyibi de mantenerse fiel a Córdoba a cambio de un régimen de protectorado, que aseguraba a la Marca cierta autonomía respecto del poder central. Este régimen especial se mantuvo durante el s. X y, de alguna manera, enlazó con la disgregación del califato en reinos de taifas de principios del s. XI.
La segunda mitad del siglo X estuvo caracterizada por un periodo de paz y lealtad al Califa y el predominio de árabes sobre muladíes y cristianos en la Marca Superior. A finales de siglo X los tuyibíes incorporan a su territorio Huesca y Barbastro, distrito que había sido gobernado por la dinastía muladí de los Banu Sabrit desde los inicios del dominio Banu Qasi en Zaragoza a principios del siglo IX.
En el último cuarto del siglo X, el periodo regido por Almanzor, se estableció un férreo régimen militarista que impuso la hegemonía del estado centralista cordobés en toda la península, sofocando cualquier resistencia a la autoridad califal con energía. Zaragoza se constituyó en este periodo en base principal de operaciones contra los cristianos del norte, pero con la unificación del nuevo rey pamplonés Sancho III el Mayor, (1004-1035), que regía tierras navarras y aragonesas bajo su cetro, y la crisis del califato, los reinos surgidos de la descomposición de las marcas califales llevarían a un periodo de plena independencia de la taifa de Zaragoza, hecho que sucedió en 1018, siendo el primer reino taifa en hacerlo.
La Taifa Tuyibí
La guerra civil en Córdoba, a principios del siglo XI, no dejó de afectar a la región y, como en el resto de la España musulmana, el derrumbamiento de la dinastía Omeya condujo a la constitución de un estado independiente o taifa, cuya capital era Zaragoza. Esta Taifa limitaba al sur con la pequeña Taifa de Albarracín, gobernada por los Banu Razin, y que ocupaba una zona de la actual provincia de Teruel, que incluía Albarracín, la propia Teruel y llegaba hasta la actual Montalbán. Zaragoza comprendía por el oeste las ciudades de Medinaceli, Soria, Calahorra, Arnedo, Alfaro y Tudela y llegaba por el este hasta el curso del Cinca, con ciudades como Barbastro, Monzón, Fraga y Lérida, la más importante, que no siempre acató la autoridad del rey de Zaragoza.
El inicio de la dinastía tuyibí: Mundir I[editar · editar código]
Mundir I fue el primer rey taifa de Zaragoza y comenzó a ejercer su poder en 1018 titulándose hayib, o "mayordomo de palacio", que era el rango que ostentaron Almanzor y sus descendientes, y que adoptaron los primeros reyes de taifas para significarse en su poder independiente. Quiso Mundir dar a Zaragoza categoría de gran corte, y, para ello, comenzó a remozar edificios como la mezquita aljama de Zaragoza (emplazada donde hoy está la Catedral), que fue ampliada, y a construir unas nuevas termas. Además se rodeó de secretarios-poetas entre los que destacan Ibn Darray y Said al-Bagdadi. El gobernador de la taifa de Lérida, Sulaymán ben Hud al-Musta'in (que veinte años después sería proclamado rey de Zaragoza, iniciando la dinastía hudí) en general acató su poder, aunque hubo entre ellos algunos enfrentamientos incitados por Sancho el Mayor, su mayor enemigo exterior, que incluso le arrebató algunas plazas. Para contrarrestarles, Mundir I se alió con Barcelona y Castilla, logrando mantener en paz su reino. Murió entre 1021 y 1023.
Yahya al-Muzaffar.
Hacia 1022 a Mundir le sucedió Yahya al-Muzaffar, su hijo, que continuó las hostilidades contra Sancho el Mayor. Emprendió una campaña contra Nájera, logrando cautivos y botín. Se casó con la hermana de Ismaíl, rey de Toledo a partir de 1028. Fruto de este matrimonio nacería Mundir II (Mu'izz al-Dawla) que le sucedería a su muerte en 1036.
La caída de los tuyibíes: Mundir II y Abd Allah ibn Hakam[editar · editar código]
Mundir II fue el último rey taifa de la dinastía tuyibí, al morir asesinado en 1038 por su primo Abd Allah ibn Hakam, que aspiraba a ocupar el trono.
Abd Allah solo mantuvo el poder durante veintiocho días, aunque llegó a acuñar moneda a su nombre, puesto que los notables de la ciudad comenzaron pronto a conspirar contra él apoyándose en Sulaymán ben Hud, hasta entonces gobernador de Lérida, que, comprendiendo la posibilidad de obtener el reino, acudió a Zaragoza. Abd Allah fue finalmente puesto en fuga y, tras violentas agitaciones, Sulaymán ibn Hud fue proclamado rey iniciando una nueva dinastía: la de los Banu Hud.
La Taifa Hudí[editar · editar código]
La dinastía hudí, iniciada con Sulaymán ibn Hud al-Mustain I de Zaragoza, se mantuvo al frente de la taifa zaragozana durante tres cuartos de siglo, desde 1038 hasta 1110. Con los hudíes, dinastía de origen árabe arraigada en la región desde la conquista del siglo VIII, el reino de Zaragoza llegó a su máximo esplendor político y cultural.
Sulaymán ben Hud al-Musta'in. Comienzo de la dinastía hudí
Sulaymán ben Hud al-Musta'in destacó en el ejército de Almanzor y durante el periodo tuyibí estaba al frente de los gobiernos de Tudela y Lérida, solo relativamente sometido al rey de Zaragoza. En una época de disturbios y vacío de poder, el prestigio de Sulaymán en la zona hizo que fuera bien acogido en la Zuda, el alcázar del gobernador de Zaragoza, aprovechando la circunstancia para ganarse el afecto de los zaragozanos. Asumió el poder en toda la zona y se lo aseguró instalando a sus hijos como gobernadores de los distritos de Huesca, Tudela y Lérida.
Se alió con Fernando I de León para intentar extender sus territorios a zonas de la actual provincia de Guadalajara, ante la oposición de la taifa de Toledo, que buscó como aliado a García de Pamplona, siendo estos respectivos aliados cristianos hijos de Sancho el Mayor. Estas alianzas eran conseguidas a cambio de pagos anuales, por lo que tanto Toledo como Zaragoza comenzaban a pagar parias a los reinos cristianos, circunstancia esta que iría debilitando progresivamente su poderío económico, militar y político en beneficio de los reinos del norte.
El primer rey hudí de Zaragoza murió en 1047, pero ya antes comenzaron a advertirse las tendencias separatistas de sus cinco hijos, que acabaron por independizarse y acuñar moneda propia: en Lérida Yusuf al-Muzaffar, en Huesca Lubb (Lope), en Tudela Mundir, en Calatayud Muhammad y en Zaragoza Áhmad al-Muqtadir, que finalmente impondría su poder en estas guerras fratricidas.
Al-Muqtadir Billá: el esplendor político[editar · editar código]
Al-Muqtadir consiguió reunir bajo su mandato las tierras disgregadas tras el reparto de los dominios de Zaragoza entre sus hermanos hecha por su padre Sulaymán ben Hud al-Musta'in. Solo Yusuf, gobernador de Lérida, resistió durante más de treinta años los intentos de reintegración de su hermano hasta que fue hecho prisionero en 1078.
Con de la anexión de la taifa de Tortosa (que ya había sido distrito de la Marca Superior) a Zaragoza en 1060, se inicia el apogeo militar político y cultural de esta, que, en la segunda mitad del siglo XI, solo tuvo igual en la Sevilla de Al-Mutamid. Sus fronteras llegaron hasta el sur de levante cuando, a partir de 1076, sumó a su dominio la taifa de Denia y obtuvo el vasallaje de Valencia, gobernada por el reyezuelo-títere impuesto por Toledo, Abu Bakr.
A pesar de ello Zaragoza siempre estuvo en una posición delicada, involucrada en interminables luchas por las tierras limítrofes de la extremadura navarra y castellana, en las zonas de influencia de Tudela y Guadalajara, y amenazada gravemente en el norte por el reino de Aragón de Ramiro I hasta 1063 y Sancho Ramírez después.
Ramiro I de Aragón intentó repetidas veces apoderarse de Barbastro y Graus, lugares estratégicos que formaban una cuña entre sus territorios. En 1063 sitió Graus, pero Al-Muqtadir en persona, al frente de un ejército que incluía un contingente de tropas castellanas al mando de Sancho el Fuerte que contaba entre sus huestes con un joven castellano llamado Rodrigo Díaz de Vivar, consiguió rechazar a los aragoneses, que perdieron en esta batalla a su rey Ramiro I. Poco duraría el éxito, pues el sucesor en el trono de Aragón, Sancho Ramírez, con la ayuda de tropas de condados francos ultrapirenaicos, tomó Barbastro en 1064 en lo que se considera una de las primeras llamadas a la cruzada.
Al año siguiente, Áhmad al-Muqtadir, reaccionó solicitando la ayuda de todo al-Ándalus, llamando a su vez a la yihad y volviendo a recuperar Barbastro en 1065. Este triunfo le permitió tomar al rey de Zaragoza el sobrenombre "Al-Muqtadir Billah" ("el poderoso gracias a Alá").
De todos modos, el reino de Aragón era una fuerza emergente y, ese mismo año de 1065, toma el castillo de Alquézar. Para oponérsele Al-Muqtadir firmó tratados en 1069 y 1073 con Sancho el de Peñalén, rey de Pamplona, por los que obtenía la ayuda navarra a cambio de parias. Sin embargo esta fructífera alianza duraría poco, pues Sancho IV de Pamplona fue asesinado en Peñalén en 1076 víctima de una conjura política urdida por sus hermanos. A su muerte Sancho Ramírez de Aragón fue proclamado también rey de Navarra y la unión de estos reinos se prolongará durante casi 60 años.
Tales conflictos obligaron tanto a Al-Muqtadir como a Yusuf de Lérida a pagar nuevas parias a sus vecinos cristianos, en especial al poderoso Alfonso VI de León y Castilla. No bastó esta política de alianzas, pues su sucesor, Al-Mutamán se hubo de servir de un mercenario castellano que había sido desterrado por su señor natural: Rodrigo Díaz de Vivar, conocido más tarde como "El Cid", que deriva del árabe andalusí "síd" (señor). Este tratamiento de respeto, que con el tiempo se convertiría en apelativo, pudo tener su origen en sus cinco años de servicio (desde 1081 hasta 1086) al frente de las tropas de la taifa de Zaragoza.2
En cuanto al levante, Valencia estaba gobernada por Abú Bakr de Valencia. Era un reino débil, subordinado hasta 1075 a Al-Mamún de Toledo y luego a Alfonso VI, quien ambicionaba la conquista de Toledo y Valencia. El rey de Zaragoza consideraba a Valencia un territorio estratégico importantísimo y tras obtener Tortosa (1060) y Denia (1076) decidió apoderarse de Valencia, pues era vital para conectar sus territorios. Tras la exitosa expedición a Denia, Al-Muqtadir se presentó con sus huestes para dominar Valencia. Abú Bakr salió a recibirlo y, ante el alarde zaragozano, se declaró su vasallo, con lo que Zaragoza consiguió conectar sus posesiones.
Sin embargo, para conseguir la neutralidad de Alfonso VI, Al-Muqtadir hubo de pagar parias al leonés, que ya había pensado ocupar Toledo. El plan incluía compensar a su expulso rey con la taifa de Valencia. Todo ello gravaba aún más la balanza de la política exterior de la taifa zaragozana. Por todo ello, Zaragoza no pudo ejercer su poder de hecho, y tuvo que mantener al rey-títere Abú Bakr en Valencia, estableciendo su dominio por medio de un pacto de vasallaje.3 Hay que tener en cuenta además que una conquista militar y una ocupación directa del poder valenciano podría originar la reacción de todos los reinos, tanto cristianos como musulmanes, que aspiraban a conseguir Valencia en este difícil juego de diplomacia, recelosos del excesivo poder que acumularía Al-Muqtadir.
Más allá de la grandeza política y militar, Al-Muqtadir consiguió hacer de Zaragoza una corte sabia debido a sus amplias inquietudes artísticas y culturales. Como muestra del esplendor de su reinado mandó erigir un palacio-fortaleza, La Aljafería, en la explanada de la saría zaragozana, en la Almozara, donde se celebraban las paradas militares. "Al-yafariya" deriva de su prenombre, Al-Yafar.
Este palacio se convirtió en sede de su corte, y en sus salones se gestó un importante centro de cultura al que acudieron intelectuales y artistas de todos los puntos de al-Ándalus. Más tarde, en época de dominio almorávide, constituyó un refugio de tolerancia y mecenazgo para quienes huían del fanatismo de imames y alfaquíes, debido a su situación más septentrional y a su relativa independencia política del poder central.
Allí se dieron cita poetas, músicos, historiadores, místicos y, sobre todo, nació la más importante escuela de filosofía del islam andalusí; la primera que introdujo plenamente la filosofía de Aristóteles y la concilió con la fitna o sabiduría islámica, labor que, iniciada en Oriente por Ibn Sina (Avicena) y Al-Farabi, fue desarrollada con un criterio independiente por Ibn Bayya, el Avempace de los cristianos. La labor de Avempace fue el punto de partida de la filosofía hispano-árabe. Su pensamiento fue seguido por Ibn Rushd (Averroes) y, en la cultura hebrea, por Maimónides.
Al-Mutamán. El rey sabio
Su sucesor, Almutamán heredó de Al-Muqtadir en 1081 la parte occidental de la Taifa, que comprendía las demarcaciones de Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud, quedando su hermano Mundir con la zona costera del reino (Lérida, Tortosa y Denia). Es esta la época en que está bien documentado el servicio del Cid en la corte hudí. Este había sido desterrado en 1081 de Castilla por llevar a cabo razias en territorios de la taifa de Toledo en contra de los intereses de Alfonso VI, del que Toledo era entonces tributario.
En el año 1081 el empuje del rey aragonés Sancho Ramírez era considerable, amenazando las fronteras de la taifa de Zaragoza desde el norte. Para resistirlo, Almutamán contó con los servicios de las tropas mercenarias de El Cid, que ya estuvo al servicio de Al-Muqtadir en sus últimos años de vida.
El de Vivar recibió además el encargo de reincorporar a Zaragoza los territorios orientales de su pariente Mundir de Lérida, aliado con Aragón. Los enfrentamientos en la franja fronteriza fueron constantes, pero ninguno de los dos hermanos logró reunificar el territorio paterno.
El Cid seguiría al servicio de Al-Mutamán (o Al-Mutamín) hasta 1086, momento en el que Zaragoza fue asediada por Alfonso VI. Si el Cid rompió los lazos con Al-Mutamán debido a un conflicto de intereses personal entre la defensa de Zaragoza y el servicio a su señor natural, o si fue condonado su destierro, al apreciar Alfonso la utilidad de tal caballero en su ejército, es algo que todavía no se ha dilucidado en su totalidad.
Rodrigo contuvo a los aragoneses hasta 1083, año en el que Sancho Ramírez tomó posiciones importantes de la línea de fortificaciones que protegían las ciudades de la taifa de Saraqusta, como Graus (que amenazaba Barbastro) en la zona oriental; Ayerbe, Bolea y Arascués (que ponían en peligro a Huesca), y Arguedas, que apuntaba a la conquista de Tudela.
Las relaciones de Zaragoza con su protectorado, Valencia, vasallo de Zaragoza desde 1076, se estrecharon mediante alianzas matrimoniales, casando Al-Mutamán con la hija de Abú Bakr de Valencia. Celebrados los esponsales en enero de 1085, las alianzas matrimoniales duraron poco, pues Abú Bakr moría en junio y Al-Mutamán en otoño. Esto, sumado a que Alfonso VI tomaba ese mismo año Toledo, inutilizaba el pacto de vasallaje que se había establecido con Zaragoza. Así, el reino de Zaragoza quedaba roto, sin conexión con su posesión de Denia y se interrumpía, por otro lado, el eje de comunicación natural (Zaragoza-Calatayud-Guadalajara-Toledo) con el resto de al-Ándalus.
Al-Mutamán fue asimismo un rey erudito, protector de las ciencias, de la filosofía y de las artes. Continuó la labor de su padre, Al-Muqtadir, de crear una corte de sabios que tenía como marco el bello palacio de la Aljafería, llamado, en esta época, el «palacio de la alegría» (Qasr al-Surur). Él mismo es un ejemplo de rey sabio. Dominaba la astronomía y la filosofía. Profundo conocedor de las matemáticas, se conserva un tratado suyo, el Libro de la perfección y de las apariciones ópticas (Kitab al-Istikmal), en el que propone demostraciones más elegantes de las que hasta entonces se conocían a complejos problemas matemáticos, además de formular por vez primera el Teorema de Giovanni Ceva.
Al-Mustaín II: la taifa acosada
A su muerte le sucede su hijo Áhmad Al-Mustaín II. Son años en los que el avance de los aragoneses Cinca abajo y en las comarcas de Huesca es ya muy importante, y a esto se suma el hecho de que el resto de las taifas, enzarzadas en guerras intestinas, y debilitadas tras la conquista de Toledo por el poderoso Alfonso VI, no podían prestarle apoyo. Ante esta situación, Al-Mutamid de Sevilla pidió a los reyes de Badajoz y Granada que se unieran a él para solicitar la intervención de Yusuf ibn Tasufin, emir de los almorávides, que acudieron en ayuda de las taifas hispanas y consiguieron vencer a la coalición de reinos cristianos, encabezados por Alfonso VI en 1086 en la batalla de Sagrajas. Esta derrota libró a Zaragoza de la presión de los cristianos por un tiempo, pues en 1086 la ciudad estaba sitiada por Alfonso VI, que tuvo que levantar el cerco para enfrentarse a los almorávides.
En 1090 el imperio almorávide reunificó las taifas como protectorados sometidos al poder central de Marrakech y destituyeron a todos los reyes de taifas excepto a Al-Mustaín, que conservó buenas relaciones con los almorávides. Gracias a ello y a que Zaragoza suponía una avanzadilla de al-Ándalus frente a los cristianos, Al-Mustain II se pudo mantener como rey independiente.
Por el norte Aragón continuaba su avance. En 1089 cayó Monzón, en 1091, Balaguer y en 1096, Huesca. Para intentar oponerse al reino de Aragón, Al-Mustaín debía pagar fuertes parias a su protector, Alfonso VI.
Al-Mustain II consiguió mantener un difícil equilibrio político entre dos fuegos, pero en 1110 fue derrotado y muerto en la batalla de Valtierra, cerca de Tudela, frente a Alfonso I el Batallador, que ya había tomado Ejea y Tauste.
Abdelmalik o el último pilar de la dinastía
Abdelmalik, el nuevo heredero, adoptó el título honorífico de "Imad al-Dawla" (Pilar de la dinastía), pero ya no pudo mantener la presión ante cristianos y almorávides. Para defenderse llegó a ser prácticamente un vasallo de Castilla. El partido almorávide, más integrista que los hispanomusulmanes, no vio bien tal situación. Así, el mismo año de 1110, los partidarios de los almorávides les entregaron la ciudad. Abdelmalik huyó a refugiarse en la inexpugnable fortaleza de Rueda, donde permanecerá acosando al gobierno almorávide. Acababa con ello la dinastía hudí en la taifa independiente de Zaragoza.
El gobierno almorávide y la conquista cristiana
Muhammad ibn Alhay, gobernador almorávide
El bando almorávide de Zaragoza recurrió a Muhammad ibn al-Hayy, gobernador de Valencia, para asumir el gobierno de la ciudad, lo que hizo tomando posesión de la Aljafería en 1110. Con ello se llegó a la máxima expansión del imperio almorávide, cuya frontera norte seguía aproximadamente los cursos de los ríos Tajo y Ebro. Muhammad ibn al-Hayy gobernó de 1110 a 1115, intentando contrarrestar el avance de Alfonso I el Batallador.
Ibn Tifilwit: el canto del cisne de la cultura andalusí
Le sucedió dos años el emir Ibn Tifilwit, que se rodeó de un ambiente de poetas y filósofos que huían del integrismo del sur para dedicarse a la vida cortesana. El último de los gobernadores sabios nombró a Avempace gran visir, lo que equivaldría al actual jefe de gobierno. A la muerte de Ibn Tifilwit en 1117, la regencia de Zaragoza fue gestionada durante unos meses por el gobernador de Murcia. En marzo de 1118, Alfonso I el Batallador, con la ayuda de cruzados franceses y órdenes militares, puso sitio a Zaragoza desde algunas posiciones avanzadas, como el castillo de Miranda, el castillo de Juslibol y El Castellar, fortificadas anteriormente por Pedro I. El asedio culminó a finales de año. Aragón conquistaba así la añorada Zaragoza.
El legado intelectual y artístico más sobresaliente se podría resumir en la construcción del Palacio de la Aljafería y en la creación de la primera escuela estrictamente filosófica andalusí, cuya figura descollante es Avempace, que nació en Zaragoza entre 1070 y 1080 y tuvo que emigrar de la ciudad hacia 1118 tras la conquista cristiana.
Historia de Saraqusta
La Marca Superior en época de los emiratos
Periodo del Emirato Dependiente
En el año 714 la ciudad es ocupada por el ejército musulmán al mando de Tariq y su lugarteniente, Muza, pasando a formar parte del Califato omeya de Damasco y del Emirato Dependiente con capital en Córdoba. Desde ese año Saraqusta fue un puesto avanzado en la lucha contra los cristianos del norte, que se refugiaron en los valles pirenaicos de Ansó, Hecho, Sobrarbe y Ribagorza. Hacia el 720 todo el valle del Ebro y las ciudades más importantes de la ulterior región de Aragón estaban dominadas por el islam.
Con la derrota ante los francos en Poitiers en 732, la frontera norte se estabilizó, y Saraqusta se constituyó en provincia fronteriza bajo la denominación de Marca Superior. Zaragoza administraba un territorio que comprendía ciudades tales como Huesca, Tudela, Calatayud o Barbastro, al frente del cual estaba el sahib de Saraqusta, que ejercía el gobierno en nombre del emir andalusí dependiente del califa de Damasco. Su lejanía a la capital emiral y su función de baluarte defensivo confirió a Saraqusta cierta autonomía política, a menudo reconocida por el poder central cordobés, pues en lo militar favorecía tomar decisiones rápidas y ejecutar eficazmente iniciativas bélicas.
Periodo del Emirato Independiente
Con la proclamación de Abderramán I en 756 como emir, se produce una ruptura con el Califato abbasí de Bagdad. Empieza la época del Emirato Independiente y Abderramán I rigió un territorio autónomo, conocido a partir de ahora como al-Ándalus y que en el Valle del Ebro provocó rebeliones contra el poder central. A la vez comienza la presión de los cristianos de los marquesados y condados de la Marca Hispánica que dependían del poder carolingio. En la segunda mitad del siglo VIII lograron tomar Urgel, La Cerdaña y Gerona, y en el año 801, Barcelona.
El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión de Sulaymán al-Arabi, el gobernador de Zaragoza, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos a cambio de entregar al franco la plaza de Saraqusta. Carlomagno llegó en el año 778 a las puertas de la ciudad del Ebro. Sin embargo, una vez allí, el valí de Zaragoza, Husayn se negó a franquearle la entrada al ejército carolingio. Debido a la complejidad que supondría un largo asedio a una plaza tan fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, los francos comenzaron la marcha de regreso camino de Pamplona, posiblemente destruyendo a su paso las fortificaciones de esta ciudad. Posteriormente tomó el paso de Roncesvalles hacia su territorio. Mientras la columna carolingia cruzaba por este estrecho puerto fueron atacados en su retaguardia por contingentes vascones emboscados en las zonas escarpadas, que saquearon su impedimenta y causaron numerosas bajas entre los retenes encargados de defender los bagajes. Este hecho histórico, sucedido el 15 de agosto de 778 es conocido como la batalla de Roncesvalles, y fue el origen de la leyenda que dio lugar al Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el cantar de gesta medieval más importante de la literatura francesa.
Desde mediados del siglo IX hasta mediados del X la Marca Superior fue la provincia más hostil a la dinastía Omeya, con continuas insurrecciones frente al poder emiral encabezadas por rebeldes árabes yemeníes. Para sofocarlas, los emires omeyas se apoyaron en los principales señores muladíes, sobre todo en los Banu Qasi, cuyo origen estaba en el oeste de la región, en la zona de la actual Tudela. Estos se aliaron a principios del S. IX con los Íñigo de Pamplona, cristianos vascones con quienes mantenían lazos familiares, con el objeto de resistir a las dos potencias del momento en esta zona: la omeya y la carolingia.
El carácter fronterizo hacía que la Marca Superior fuera el escenario de la lucha entre francos y andalusíes por delimitar sus dominios en esta región limítrofe, resultando de ello continuos cambios de alianzas de las que salieron reforzados los Banu Qasi, hasta el punto de que estos eran ya dinastía hegemónica a mediados del S. IX. Todo lo cual se vio confirmado con el nombramiento en el año 852 por parte del recientemente proclamado emir Mohamed I, de Musa ben Qasi como gobernador de la importante Tudela y, poco después, de la capital, Zaragoza.
Esta es la época gloriosa de Musa II, el famoso "moro Muza" de la tradición cristiana, pues ejerció su dominio sobre toda la Marca y fortaleció su autoridad creando un auténtico principado y autodenominándose "tercer rey de España", siendo los otros el emir Mohamed I y el rey de Asturias, Ramiro I de Asturias hasta 850 y Ordoño I posteriormente. Esta situación duró hasta 860, en que Musa ben Qasi fue derrotado por Ordoño I en Monte Laturce, con lo que el emir le destituyó del gobierno de la Marca. Paralelamente, se produce el auge del reino de Pamplona, que consigue liberarse de la presión del Islam. En el año 872 los hijos de Musa II se sublevan contra él: Lope Musa se levantó en Arnedo y tomó Zaragoza con ayuda de sus hermanos.
La autonomía de la Zaragoza de los Banu Qasi se mantuvo hasta que, tras numerosas discordias familiares, Mohamed I decidió ponerle fin comprándoles Zaragoza en 884 por 15.000 dinares de oro. La decadencia de su poder se hacía efectiva y en 890, los Tuyibíes, yemeníes que desde la invasión musulmana habían medrado en su solar de la zona de Calatayud y Daroca, obtuvieron el gobierno de Zaragoza en la persona de Muhammad Alanqar.
La Marca Superior bajo el califato omeya
En el año 924, Abderramán III impuso su autoridad sobre los señores locales desalojando a los Banu Qasi de su último reducto de Tudela e imponendo en él al tuyibí de Zaragoza Muhammad Alanqar, cuya dinastía mantuvo el gobierno de Saraqusta durante más de un siglo. Pero los nuevos señores de Zaragoza continuaron con la tendencia independentista frente al poder central.
En 929 Abderramán III se proclama califa e intenta asegurarse el control de las provincias más alejadas de Córdoba, pero los tuyibíes se rebelaron en diversas ocasiones, siendo reprimidos por expediciones califales en los años 935 y 937. El conflicto se resolvió con un compromiso de Muhammad ibn Hashim al-Tuyibi de mantenerse fiel a Córdoba a cambio de un régimen de protectorado, que aseguraba a la Marca cierta autonomía respecto del poder central. Este régimen especial se mantuvo durante el s. X y, de alguna manera, enlazó con la disgregación del califato en reinos de taifas de principios del s. XI.
La segunda mitad del siglo X estuvo caracterizada por un periodo de paz y lealtad al Califa y el predominio de árabes sobre muladíes y cristianos en la Marca Superior. A finales de siglo X los tuyibíes incorporan a su territorio Huesca y Barbastro, distrito que había sido gobernado por la dinastía muladí de los Banu Sabrit desde los inicios del dominio Banu Qasi en Zaragoza a principios del siglo IX.
En el último cuarto del siglo X, el periodo regido por Almanzor, se estableció un férreo régimen militarista que impuso la hegemonía del estado centralista cordobés en toda la península, sofocando cualquier resistencia a la autoridad califal con energía. Zaragoza se constituyó en este periodo en base principal de operaciones contra los cristianos del norte, pero con la unificación del nuevo rey pamplonés Sancho III el Mayor, (1004-1035), que regía tierras navarras y aragonesas bajo su cetro, y la crisis del califato, los reinos surgidos de la descomposición de las marcas califales llevarían a un periodo de plena independencia de la taifa de Zaragoza, hecho que sucedió en 1018, siendo el primer reino taifa en hacerlo.
La Taifa Tuyibí
La guerra civil en Córdoba, a principios del siglo XI, no dejó de afectar a la región y, como en el resto de la España musulmana, el derrumbamiento de la dinastía Omeya condujo a la constitución de un estado independiente o taifa, cuya capital era Zaragoza. Esta Taifa limitaba al sur con la pequeña Taifa de Albarracín, gobernada por los Banu Razin, y que ocupaba una zona de la actual provincia de Teruel, que incluía Albarracín, la propia Teruel y llegaba hasta la actual Montalbán. Zaragoza comprendía por el oeste las ciudades de Medinaceli, Soria, Calahorra, Arnedo, Alfaro y Tudela y llegaba por el este hasta el curso del Cinca, con ciudades como Barbastro, Monzón, Fraga y Lérida, la más importante, que no siempre acató la autoridad del rey de Zaragoza.
El inicio de la dinastía tuyibí: Mundir I[editar · editar código]
Mundir I fue el primer rey taifa de Zaragoza y comenzó a ejercer su poder en 1018 titulándose hayib, o "mayordomo de palacio", que era el rango que ostentaron Almanzor y sus descendientes, y que adoptaron los primeros reyes de taifas para significarse en su poder independiente. Quiso Mundir dar a Zaragoza categoría de gran corte, y, para ello, comenzó a remozar edificios como la mezquita aljama de Zaragoza (emplazada donde hoy está la Catedral), que fue ampliada, y a construir unas nuevas termas. Además se rodeó de secretarios-poetas entre los que destacan Ibn Darray y Said al-Bagdadi. El gobernador de la taifa de Lérida, Sulaymán ben Hud al-Musta'in (que veinte años después sería proclamado rey de Zaragoza, iniciando la dinastía hudí) en general acató su poder, aunque hubo entre ellos algunos enfrentamientos incitados por Sancho el Mayor, su mayor enemigo exterior, que incluso le arrebató algunas plazas. Para contrarrestarles, Mundir I se alió con Barcelona y Castilla, logrando mantener en paz su reino. Murió entre 1021 y 1023.
Yahya al-Muzaffar.
Hacia 1022 a Mundir le sucedió Yahya al-Muzaffar, su hijo, que continuó las hostilidades contra Sancho el Mayor. Emprendió una campaña contra Nájera, logrando cautivos y botín. Se casó con la hermana de Ismaíl, rey de Toledo a partir de 1028. Fruto de este matrimonio nacería Mundir II (Mu'izz al-Dawla) que le sucedería a su muerte en 1036.
La caída de los tuyibíes: Mundir II y Abd Allah ibn Hakam[editar · editar código]
Mundir II fue el último rey taifa de la dinastía tuyibí, al morir asesinado en 1038 por su primo Abd Allah ibn Hakam, que aspiraba a ocupar el trono.
Abd Allah solo mantuvo el poder durante veintiocho días, aunque llegó a acuñar moneda a su nombre, puesto que los notables de la ciudad comenzaron pronto a conspirar contra él apoyándose en Sulaymán ben Hud, hasta entonces gobernador de Lérida, que, comprendiendo la posibilidad de obtener el reino, acudió a Zaragoza. Abd Allah fue finalmente puesto en fuga y, tras violentas agitaciones, Sulaymán ibn Hud fue proclamado rey iniciando una nueva dinastía: la de los Banu Hud.
La Taifa Hudí[editar · editar código]
La dinastía hudí, iniciada con Sulaymán ibn Hud al-Mustain I de Zaragoza, se mantuvo al frente de la taifa zaragozana durante tres cuartos de siglo, desde 1038 hasta 1110. Con los hudíes, dinastía de origen árabe arraigada en la región desde la conquista del siglo VIII, el reino de Zaragoza llegó a su máximo esplendor político y cultural.
Sulaymán ben Hud al-Musta'in. Comienzo de la dinastía hudí
Sulaymán ben Hud al-Musta'in destacó en el ejército de Almanzor y durante el periodo tuyibí estaba al frente de los gobiernos de Tudela y Lérida, solo relativamente sometido al rey de Zaragoza. En una época de disturbios y vacío de poder, el prestigio de Sulaymán en la zona hizo que fuera bien acogido en la Zuda, el alcázar del gobernador de Zaragoza, aprovechando la circunstancia para ganarse el afecto de los zaragozanos. Asumió el poder en toda la zona y se lo aseguró instalando a sus hijos como gobernadores de los distritos de Huesca, Tudela y Lérida.
Se alió con Fernando I de León para intentar extender sus territorios a zonas de la actual provincia de Guadalajara, ante la oposición de la taifa de Toledo, que buscó como aliado a García de Pamplona, siendo estos respectivos aliados cristianos hijos de Sancho el Mayor. Estas alianzas eran conseguidas a cambio de pagos anuales, por lo que tanto Toledo como Zaragoza comenzaban a pagar parias a los reinos cristianos, circunstancia esta que iría debilitando progresivamente su poderío económico, militar y político en beneficio de los reinos del norte.
El primer rey hudí de Zaragoza murió en 1047, pero ya antes comenzaron a advertirse las tendencias separatistas de sus cinco hijos, que acabaron por independizarse y acuñar moneda propia: en Lérida Yusuf al-Muzaffar, en Huesca Lubb (Lope), en Tudela Mundir, en Calatayud Muhammad y en Zaragoza Áhmad al-Muqtadir, que finalmente impondría su poder en estas guerras fratricidas.
Al-Muqtadir Billá: el esplendor político[editar · editar código]
Al-Muqtadir consiguió reunir bajo su mandato las tierras disgregadas tras el reparto de los dominios de Zaragoza entre sus hermanos hecha por su padre Sulaymán ben Hud al-Musta'in. Solo Yusuf, gobernador de Lérida, resistió durante más de treinta años los intentos de reintegración de su hermano hasta que fue hecho prisionero en 1078.
Con de la anexión de la taifa de Tortosa (que ya había sido distrito de la Marca Superior) a Zaragoza en 1060, se inicia el apogeo militar político y cultural de esta, que, en la segunda mitad del siglo XI, solo tuvo igual en la Sevilla de Al-Mutamid. Sus fronteras llegaron hasta el sur de levante cuando, a partir de 1076, sumó a su dominio la taifa de Denia y obtuvo el vasallaje de Valencia, gobernada por el reyezuelo-títere impuesto por Toledo, Abu Bakr.
A pesar de ello Zaragoza siempre estuvo en una posición delicada, involucrada en interminables luchas por las tierras limítrofes de la extremadura navarra y castellana, en las zonas de influencia de Tudela y Guadalajara, y amenazada gravemente en el norte por el reino de Aragón de Ramiro I hasta 1063 y Sancho Ramírez después.
Ramiro I de Aragón intentó repetidas veces apoderarse de Barbastro y Graus, lugares estratégicos que formaban una cuña entre sus territorios. En 1063 sitió Graus, pero Al-Muqtadir en persona, al frente de un ejército que incluía un contingente de tropas castellanas al mando de Sancho el Fuerte que contaba entre sus huestes con un joven castellano llamado Rodrigo Díaz de Vivar, consiguió rechazar a los aragoneses, que perdieron en esta batalla a su rey Ramiro I. Poco duraría el éxito, pues el sucesor en el trono de Aragón, Sancho Ramírez, con la ayuda de tropas de condados francos ultrapirenaicos, tomó Barbastro en 1064 en lo que se considera una de las primeras llamadas a la cruzada.
Al año siguiente, Áhmad al-Muqtadir, reaccionó solicitando la ayuda de todo al-Ándalus, llamando a su vez a la yihad y volviendo a recuperar Barbastro en 1065. Este triunfo le permitió tomar al rey de Zaragoza el sobrenombre "Al-Muqtadir Billah" ("el poderoso gracias a Alá").
De todos modos, el reino de Aragón era una fuerza emergente y, ese mismo año de 1065, toma el castillo de Alquézar. Para oponérsele Al-Muqtadir firmó tratados en 1069 y 1073 con Sancho el de Peñalén, rey de Pamplona, por los que obtenía la ayuda navarra a cambio de parias. Sin embargo esta fructífera alianza duraría poco, pues Sancho IV de Pamplona fue asesinado en Peñalén en 1076 víctima de una conjura política urdida por sus hermanos. A su muerte Sancho Ramírez de Aragón fue proclamado también rey de Navarra y la unión de estos reinos se prolongará durante casi 60 años.
Tales conflictos obligaron tanto a Al-Muqtadir como a Yusuf de Lérida a pagar nuevas parias a sus vecinos cristianos, en especial al poderoso Alfonso VI de León y Castilla. No bastó esta política de alianzas, pues su sucesor, Al-Mutamán se hubo de servir de un mercenario castellano que había sido desterrado por su señor natural: Rodrigo Díaz de Vivar, conocido más tarde como "El Cid", que deriva del árabe andalusí "síd" (señor). Este tratamiento de respeto, que con el tiempo se convertiría en apelativo, pudo tener su origen en sus cinco años de servicio (desde 1081 hasta 1086) al frente de las tropas de la taifa de Zaragoza.2
En cuanto al levante, Valencia estaba gobernada por Abú Bakr de Valencia. Era un reino débil, subordinado hasta 1075 a Al-Mamún de Toledo y luego a Alfonso VI, quien ambicionaba la conquista de Toledo y Valencia. El rey de Zaragoza consideraba a Valencia un territorio estratégico importantísimo y tras obtener Tortosa (1060) y Denia (1076) decidió apoderarse de Valencia, pues era vital para conectar sus territorios. Tras la exitosa expedición a Denia, Al-Muqtadir se presentó con sus huestes para dominar Valencia. Abú Bakr salió a recibirlo y, ante el alarde zaragozano, se declaró su vasallo, con lo que Zaragoza consiguió conectar sus posesiones.
Sin embargo, para conseguir la neutralidad de Alfonso VI, Al-Muqtadir hubo de pagar parias al leonés, que ya había pensado ocupar Toledo. El plan incluía compensar a su expulso rey con la taifa de Valencia. Todo ello gravaba aún más la balanza de la política exterior de la taifa zaragozana. Por todo ello, Zaragoza no pudo ejercer su poder de hecho, y tuvo que mantener al rey-títere Abú Bakr en Valencia, estableciendo su dominio por medio de un pacto de vasallaje.3 Hay que tener en cuenta además que una conquista militar y una ocupación directa del poder valenciano podría originar la reacción de todos los reinos, tanto cristianos como musulmanes, que aspiraban a conseguir Valencia en este difícil juego de diplomacia, recelosos del excesivo poder que acumularía Al-Muqtadir.
Más allá de la grandeza política y militar, Al-Muqtadir consiguió hacer de Zaragoza una corte sabia debido a sus amplias inquietudes artísticas y culturales. Como muestra del esplendor de su reinado mandó erigir un palacio-fortaleza, La Aljafería, en la explanada de la saría zaragozana, en la Almozara, donde se celebraban las paradas militares. "Al-yafariya" deriva de su prenombre, Al-Yafar.
Este palacio se convirtió en sede de su corte, y en sus salones se gestó un importante centro de cultura al que acudieron intelectuales y artistas de todos los puntos de al-Ándalus. Más tarde, en época de dominio almorávide, constituyó un refugio de tolerancia y mecenazgo para quienes huían del fanatismo de imames y alfaquíes, debido a su situación más septentrional y a su relativa independencia política del poder central.
Allí se dieron cita poetas, músicos, historiadores, místicos y, sobre todo, nació la más importante escuela de filosofía del islam andalusí; la primera que introdujo plenamente la filosofía de Aristóteles y la concilió con la fitna o sabiduría islámica, labor que, iniciada en Oriente por Ibn Sina (Avicena) y Al-Farabi, fue desarrollada con un criterio independiente por Ibn Bayya, el Avempace de los cristianos. La labor de Avempace fue el punto de partida de la filosofía hispano-árabe. Su pensamiento fue seguido por Ibn Rushd (Averroes) y, en la cultura hebrea, por Maimónides.
Al-Mutamán. El rey sabio
Su sucesor, Almutamán heredó de Al-Muqtadir en 1081 la parte occidental de la Taifa, que comprendía las demarcaciones de Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud, quedando su hermano Mundir con la zona costera del reino (Lérida, Tortosa y Denia). Es esta la época en que está bien documentado el servicio del Cid en la corte hudí. Este había sido desterrado en 1081 de Castilla por llevar a cabo razias en territorios de la taifa de Toledo en contra de los intereses de Alfonso VI, del que Toledo era entonces tributario.
En el año 1081 el empuje del rey aragonés Sancho Ramírez era considerable, amenazando las fronteras de la taifa de Zaragoza desde el norte. Para resistirlo, Almutamán contó con los servicios de las tropas mercenarias de El Cid, que ya estuvo al servicio de Al-Muqtadir en sus últimos años de vida.
El de Vivar recibió además el encargo de reincorporar a Zaragoza los territorios orientales de su pariente Mundir de Lérida, aliado con Aragón. Los enfrentamientos en la franja fronteriza fueron constantes, pero ninguno de los dos hermanos logró reunificar el territorio paterno.
El Cid seguiría al servicio de Al-Mutamán (o Al-Mutamín) hasta 1086, momento en el que Zaragoza fue asediada por Alfonso VI. Si el Cid rompió los lazos con Al-Mutamán debido a un conflicto de intereses personal entre la defensa de Zaragoza y el servicio a su señor natural, o si fue condonado su destierro, al apreciar Alfonso la utilidad de tal caballero en su ejército, es algo que todavía no se ha dilucidado en su totalidad.
Rodrigo contuvo a los aragoneses hasta 1083, año en el que Sancho Ramírez tomó posiciones importantes de la línea de fortificaciones que protegían las ciudades de la taifa de Saraqusta, como Graus (que amenazaba Barbastro) en la zona oriental; Ayerbe, Bolea y Arascués (que ponían en peligro a Huesca), y Arguedas, que apuntaba a la conquista de Tudela.
Las relaciones de Zaragoza con su protectorado, Valencia, vasallo de Zaragoza desde 1076, se estrecharon mediante alianzas matrimoniales, casando Al-Mutamán con la hija de Abú Bakr de Valencia. Celebrados los esponsales en enero de 1085, las alianzas matrimoniales duraron poco, pues Abú Bakr moría en junio y Al-Mutamán en otoño. Esto, sumado a que Alfonso VI tomaba ese mismo año Toledo, inutilizaba el pacto de vasallaje que se había establecido con Zaragoza. Así, el reino de Zaragoza quedaba roto, sin conexión con su posesión de Denia y se interrumpía, por otro lado, el eje de comunicación natural (Zaragoza-Calatayud-Guadalajara-Toledo) con el resto de al-Ándalus.
Al-Mutamán fue asimismo un rey erudito, protector de las ciencias, de la filosofía y de las artes. Continuó la labor de su padre, Al-Muqtadir, de crear una corte de sabios que tenía como marco el bello palacio de la Aljafería, llamado, en esta época, el «palacio de la alegría» (Qasr al-Surur). Él mismo es un ejemplo de rey sabio. Dominaba la astronomía y la filosofía. Profundo conocedor de las matemáticas, se conserva un tratado suyo, el Libro de la perfección y de las apariciones ópticas (Kitab al-Istikmal), en el que propone demostraciones más elegantes de las que hasta entonces se conocían a complejos problemas matemáticos, además de formular por vez primera el Teorema de Giovanni Ceva.
Al-Mustaín II: la taifa acosada
A su muerte le sucede su hijo Áhmad Al-Mustaín II. Son años en los que el avance de los aragoneses Cinca abajo y en las comarcas de Huesca es ya muy importante, y a esto se suma el hecho de que el resto de las taifas, enzarzadas en guerras intestinas, y debilitadas tras la conquista de Toledo por el poderoso Alfonso VI, no podían prestarle apoyo. Ante esta situación, Al-Mutamid de Sevilla pidió a los reyes de Badajoz y Granada que se unieran a él para solicitar la intervención de Yusuf ibn Tasufin, emir de los almorávides, que acudieron en ayuda de las taifas hispanas y consiguieron vencer a la coalición de reinos cristianos, encabezados por Alfonso VI en 1086 en la batalla de Sagrajas. Esta derrota libró a Zaragoza de la presión de los cristianos por un tiempo, pues en 1086 la ciudad estaba sitiada por Alfonso VI, que tuvo que levantar el cerco para enfrentarse a los almorávides.
En 1090 el imperio almorávide reunificó las taifas como protectorados sometidos al poder central de Marrakech y destituyeron a todos los reyes de taifas excepto a Al-Mustaín, que conservó buenas relaciones con los almorávides. Gracias a ello y a que Zaragoza suponía una avanzadilla de al-Ándalus frente a los cristianos, Al-Mustain II se pudo mantener como rey independiente.
Por el norte Aragón continuaba su avance. En 1089 cayó Monzón, en 1091, Balaguer y en 1096, Huesca. Para intentar oponerse al reino de Aragón, Al-Mustaín debía pagar fuertes parias a su protector, Alfonso VI.
Al-Mustain II consiguió mantener un difícil equilibrio político entre dos fuegos, pero en 1110 fue derrotado y muerto en la batalla de Valtierra, cerca de Tudela, frente a Alfonso I el Batallador, que ya había tomado Ejea y Tauste.
Abdelmalik o el último pilar de la dinastía
Abdelmalik, el nuevo heredero, adoptó el título honorífico de "Imad al-Dawla" (Pilar de la dinastía), pero ya no pudo mantener la presión ante cristianos y almorávides. Para defenderse llegó a ser prácticamente un vasallo de Castilla. El partido almorávide, más integrista que los hispanomusulmanes, no vio bien tal situación. Así, el mismo año de 1110, los partidarios de los almorávides les entregaron la ciudad. Abdelmalik huyó a refugiarse en la inexpugnable fortaleza de Rueda, donde permanecerá acosando al gobierno almorávide. Acababa con ello la dinastía hudí en la taifa independiente de Zaragoza.
El gobierno almorávide y la conquista cristiana
Muhammad ibn Alhay, gobernador almorávide
El bando almorávide de Zaragoza recurrió a Muhammad ibn al-Hayy, gobernador de Valencia, para asumir el gobierno de la ciudad, lo que hizo tomando posesión de la Aljafería en 1110. Con ello se llegó a la máxima expansión del imperio almorávide, cuya frontera norte seguía aproximadamente los cursos de los ríos Tajo y Ebro. Muhammad ibn al-Hayy gobernó de 1110 a 1115, intentando contrarrestar el avance de Alfonso I el Batallador.
Ibn Tifilwit: el canto del cisne de la cultura andalusí
Le sucedió dos años el emir Ibn Tifilwit, que se rodeó de un ambiente de poetas y filósofos que huían del integrismo del sur para dedicarse a la vida cortesana. El último de los gobernadores sabios nombró a Avempace gran visir, lo que equivaldría al actual jefe de gobierno. A la muerte de Ibn Tifilwit en 1117, la regencia de Zaragoza fue gestionada durante unos meses por el gobernador de Murcia. En marzo de 1118, Alfonso I el Batallador, con la ayuda de cruzados franceses y órdenes militares, puso sitio a Zaragoza desde algunas posiciones avanzadas, como el castillo de Miranda, el castillo de Juslibol y El Castellar, fortificadas anteriormente por Pedro I. El asedio culminó a finales de año. Aragón conquistaba así la añorada Zaragoza.
sábado, 1 de marzo de 2014
Primeros reinos de taifas - V -
La Taifa de Valencia o taifa de Balansiya era uno de los reinos de taifas creados a raíz del fin del Califato de Córdoba en 1010. Duraría hasta el 1238, cuando fue conquistada por Jaime I y se creó en su lugar el Reino de Valencia.
Tras la caída del Califato de Córdoba, a comienzo del siglo XI, Valencia se convirtió en capital de un Reino de Taifas, y, por lo tanto, experimentó un importante crecimiento urbanístico.
Los primeros caudillos y creadores de la Taifa fueron Mubarak (Mbarek) y Muzzafar, que reinaron entre 1011-1020, funcionarios que tuvieron cierta independencia y que estaban relacionados con los amiries, que llegaron incluso a acuñar moneda.
Tras la desaparición de estos dos régulos los sucedió Lebil de Tortosa, importante personaje amirí y eslavo como los anteriores régulos. En 1019, por las presiones del rey de la taifa de Denia compartió el poder, aunque finalmente abandonó Valencia y se trasladó a Tortosa. Como representante del partido amirí, eligió como regulo de Valencia a un descendiente de Almanzor, que había huido de la caída de Córdoba y se había instalado en Zaragoza. Este regulo sería Abd al-Aziz ibn Amir.
La dinastía amirí
En 1021 llegó al trono Abd al-Aziz ibn Amir, (nieto de Almanzor y de Sancho II Abarca) fundando la dinastía amirí en Valencia,4 que fue el rey que haría de la Taifa de Valencia una de las importantes de la primera mitad del siglo XI.
En su política exterior, pasó de tener una buena relación con los reyes de Denia y Baleares a la hostilidad, en sus luchas pidió ayuda a los cristianos, (como nieto de Sancho II Abarca. Tuvo guerras contra la taifa de Almería, cuya población le llegó a nombrar rey, pero por poco tiempo
Durante el reinado de Abd al-Aziz (1021-1061) fue un gran constructor, se construyó una nueva muralla con el propósito de proteger a la población y a aquellos que llegaban de otros lugares de al-Ándalus. Además de las murallas, construyó su almunia (palacio real, en árabe). El arabista Henri Pérès en su libro Esplendor de al-Ándalus, habla de la belleza y grandiosidad del palacio, que
"comprendía un gran jardín plantado de árboles frutales y flores y un río que lo atravesaba, y en el centro se encontraba el palacio, con pabellones ricamente decorados, que se abrían al jardín"
Henri Pérès
Abd al-Aziz ibn Amir murió en enero de 1061
Le sucedió su hijo Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Mansur (1061-1064). Como consecuencia de las campañas de Fernando I para controlar y cobrar parias, atacó y derrotó a este régulo a pesar de los recursos enviados por su suegro. Pero el rey castellano-leonés no pudo aprovechar el triunfo. Enfermo, tuvo que volver a su corte donde falleció, lo que fue aprovechado por Al-Mamún de Toledo para destronar al régulo valenciano, procediendo a la incorporación de la taifa de Valencia a la de Toledo (1064-1075).
Tras la muerte de Al-Mamún de Toledo (1075) otro hijo de Abd al-Aziz ibn Amir ocupo el trono Abu Bakr ben Abd al-Aziz9 (1075-1085), pero no llegó a acuñar moneda. Parece que en este momento Valencia gravitó entre las dos taifas más importantes del ámbito septentrional, la taifa de Zaragoza y taifa de Toledo, procediéndose a enlaces matrimoniales con elementos de ambas taifas. A Abu Bakr ben Abd al-Aziz le sustituyó su hijo Utman ben Abu Bakr10 (1085-1086) que reinó poco tiempo. Con él acaba la dinastía amiri al mando de la taifa de Valencia.
Otros régulos
Utman ben Abu Bakr fue sustituido de la cabeza de la Taifa de Valencia por Alfonso VI y las tropas cristianas, poniendo en su lugar como rey a Al-Qádir (1086-1092) anterior rey de la taifa de Toledo, posteriormente, un cadí de Valencia, reunió a los elementos anti Al-Qádir destronándolo y como consecuencia de un motín asesinando a Al-Qádir, este cadí, Yafar ben Abd Allah Ben Yahhaf11 (1092-1094), fue el último rey antes de la ocupación de Valencia por parte de el Cid en venganza por la muerte de Al-Qádir. El Cid, conocedor de la historia y tradiciones del islam, le aplicó a Yahhaf, para deshacerse de él, el mismo procedimiento de castigo llevado a cabo por Mahoma como contra uno de sus enemigos
El Cid y Jimena (1094-1102)
La Taifa fue conquistada por el Cid en 1094 (entrando en la ciudad el 17 de junio de 1094)13 como príncipe independiente.
El Cid murió en Valencia el 10 de julio de 1099. Su mujer, Jimena, consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III de Barcelona, hasta el año 1101, en el cual el rey Alfonso VI de Castilla considerando las dificultades de defender la ciudad el 4 de mayo de 110214 ordenó la evacuación de la ciudad por parte de los cristianos e incendiándola. El día después, 5 de mayo de 1102 Valencia cayó en poder de los almorávides al mando de su caudillo militar Mazdalī.
Los almorávides (1102-1144)
Tras la muerte del Cid (1099) y del regreso de la viuda Jimena a Castilla (1102), los almorávides se hacen con el poder en Balansiya al mando de Mazdalī, que gobernó la ciudad por un año de manera rigurosa, aunque un año más tarde fue nombrado gobernador de Tremecén, siendo sustituido como gobernador por Abū Abd Allāh Muhammad ibn Fātima, que incorporaría la taifa de Albarracín a los almorávides e incluso prestaría ayuda a Al-Musta'in II de Zaragoza frente a las acometidas de Alfonso el Batallador.
Pero el imperio almorávide entró en decadencia tan rápidamente como se había constituido. Alfonso el Batallador de Aragón había aprovechado la carencia de cohesión de los almorávides para tomar Zaragoza (1118), Calatayud (1121) y Daroca (1122).
Las subidas de impuestos para reforzar las murallas defensivas en distintos sitios del territorio almorávide provocó los primeros disturbios y se puso de manifiesto la disconformidad creciente de Al-Ándalus con sus gobernadores almorávides. Uno de ellos fue el alcalde sevillano Alí ibn Majjuz, el cual huyó de Al-Ándalus al valle del Ebro, donde pactó una alianza con el rey Alfonso el Batallador para saquear y ocupar la tierra de Valencia, del mismo modo que lo había hecho pocas décadas antes.
Los almorávides respondieron enviando un poderoso ejército recién llegado del norte de África, que se unió a los jinetes africanos de los gobernadores de Córdoba y Murcia con el objetivo perseguir el rebelde Ibn Majjuz y Alfonso I. La batalla tuvo lugar el 1129 en el castillo de los Alcalans (Montserrat), y de allí salieron derrotados los almorávides. Según el poeta hispanomusulmán Ibn al-Abbar, la desastrosa derrota de los Alcalans hizo perder popularidad a los almorávides en Al-Ándalus y derivaría en la proclamación de los segundos reinos de taifa en la franja oriental de Al-Ándalus (a partir de 1144 en Valencia).
Mientras tanto, en tierras cristianas, en 1134 había muerto Alfonso el Batallador y le había sucedido su hermano Ramiro el Monje, que reinó en Aragón de 1134 a 1137; su hija Petronila casó con Ramón Berenguer IV de Barcelona, de esta forma surge el primer monarca de la Corona de Aragón (1137-1162) (con la unión del reino de Aragón y el condado de Barcelona). Durante este tiempo Ramón Berenguer IV tomó Tortosa (1148), Lérida y Fraga (1149) y concertó con Alfonso VII de Castilla el Tratado de Tudilén (1151), por el cual se adjudicaba la futura conquista de Valencia y Murcia a los reyes aragoneses.
Revuelta local contra los Almorávides (1144-1147)
Los aristócratas hispano-árabes iniciaron la revuelta contra los dominadores almorávides, a los cuales consideraban unos intrusos intolerantes que degradaban la anterior cultura refinada de los reinos de taifas andalusíes. La rebelión estalló el 1144, pero como había pasado en todas las anteriores revueltas indígenas andalusíes, carecía de coordinación y las distintas facciones se combatían entre sí, en un periodo de anarquía. La rebelión fue encabezada por Ahmad ibn Hud al-Mustansir, más conocido como Saif ad-Dawla, hijo del último rey hudí de Zaragoza. Inducido por su odio a los almorávides, se puso al servicio del rey Alfonso VII de Castilla. Disfrutaba de prestigio entre los andalusies, como quiera que era el heredero de los Banu Hud.
Al estallar la revuelta, Yahya ibn Ganiya (que había sido gobernador de Valencia)- comandaba los almorávides andalusíes, y había situado a su sobrino Abu Muhammad Abd Allah ibn Ganiya como nuevo gobernador de Valencia, ciudad que se sublevó contra los almorávides el 1 de marzo de 1145. El 2 de mayo se hacía con el gobierno de Valencia el cadí Abu Malik Marwan ibn Abd al-Aziz, el cual encargó la defensa de las fronteras al capitán Abd Allah ibn Iyad. Este capitán, que reconocía la soberanía de Saif ed-Dawla, poco después se adueñó de Murcia. Mientras tanto, en Valencia Abu Malik Marwan ibn Abd al-Aziz se mostraba incapaz de gobernar y sus soldados se sublevaron y colocaron en su lugar Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis, que ocupaba el cargo de valí de Ibn Iyad de Murcia.
Saif ad-Dawla entró a Murcia en enero de 1146, como rey de la parte oriental de Al-Ándalus, y fue recibido con grandes honores por el gobernador Ibn Iyad. Después Abu Bakr, hijo de Saif ad-Dawla, acompañado del mismo Ibn Iyad, visitó Denia y Valencia, y también fueron recibidos con honores.
Sintiéndose fuerte, Saif ad-Dawla intentó deshacerse de la tutela de los castellanos, pero Alfonso VII de Castilla se había aliado ahora con Ats-Tsagrí, gobernador de Cuenca y rival personal de Saif ad-Dawla. Este último organizó un ejército comandado por el valí Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis y formado por tropas de Valencia, Alicante, Murcia y Lorca, pero fue derrotado por los castellanos en Chinchilla el 4 de febrero de 1146. En esta batalla murieron Saif ad-Dawla y Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis. Ibn Iyad sobrevivió, pero fue desposeído de su señorío de Murcia por ats-Tsagrí, que gobernó de mayo a septiembre de 1146 .
Sin embargo, Ibn Iyad fue capaz de reorganizar un ejército con tropas de Valencia, Alicante y Lorca, y marchó a Murcia, donde sabedores de la venida de Ibn Iyad, se sublevaron contra ats-Tsagrí, que moría en la revuelta. Ibn Iyad hizo la entrada triunfal en Murcia por segunda vez el 13 de septiembre de 1146. Pero un año después moría en una batalla contra los castellanos. El valí que, pese a su juventud, gobernaba Valencia de 1146 a 1147 era Muhammad ibn 'Abd Ajoāh ibn Sano'd ibn Mardāniš, hijo de Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis, y futuro rey de las taifas de Murcia y Valencia, que sería conocido por los cristianos como el Rey Lobo.
Segunda taifa (1147-1171)
Los almohades, otro pueblo del norte de África, invadieron Al-Ándalus a partir de mediados del siglo XII. Pero tras la experiencia almorávide, poco afortunada en tierras valencianas, no fueran bien recibidos a la zona oriental de Al-Ándalus. En Valencia y Murcia Muhammad ibn Mardanis, más conocido como el Rey Lobo (1147-1172), se hizo pronto con el poder y consiguió resistir el empuje de los almohades hasta un año antes de su muerte (1171).
Muhammad ibn Mardanis, mercenario de origen incierto, que había nacido en Peñíscola, consideró a Murcia capital de sus estados y nombró a su hermano Abu al-Hajjaj gobernador de Valencia, cargo en el que estuvo desde 1146 hasta 1186. Frenó los intentos de Aragón y Barcelona por conquistar el Reino musulmán de Valencia, gracias a los tributos que se comprometió a pagar a Ramón Berenguer IV (hasta 1161) para evitar que sus tierras corrieran la misma suerte que Tortosa, Lérida o Almería (las dos primeras conquistadas recientemente por el príncipe de Aragón y conde de Barcelona, 1148 Tortosa y 1149 Lérida y la segunda por Alfonso VII en 1147 con el apoyo catalano-aragonés y de la república de Génova), conquistadas recientemente. Comprometiéndose al pago de 100.000 dinares de oro, a cambio de ello Ramón Berenguer IV le apoyaría militarmente. También hizo un pacto con Pisa y Génova de diez años de duración, permitiendo el establecimiento de factorías en Valencia y Denia. Llegó a adquirir la taifa de Guadix en 1152 que previamente había atacado castellano-leoneses. En 1156-57 se declara vasallo de Alfonso VII entregando este a ibn Mardanis varias fortalezas
Rey Lobo fue un buen guerrero, pero demasiado dilapidador, y exigía demasiados tributos a sus vasallos, de forma que su hermano Abu al-Hajjaj entregó finalmente la taifa de Valencia/Murcia a los almohades (1171), y continuó él mismo como gobernador hasta su muerte el 1186.
Los almohades 1172-1228
Aprovechando la inestabilidad que causó la muerte del Rey Lobo, los cristianos intentaron hacerse con Balansiya. Alfonso el Casto conquistó Teruel en 1171, e hizo una incursión a la ciudad de Valencia en 1172, ante la cual Abu al-Hajjaj, que gobernó hasta el 1186 sometido al califa almohade, le ofreció duplicar el tributo que su hermano le había pagado a los reyes de Aragón y Cataluña.
En 1177 los castellanos tomaron Cuenca con la ayuda de Alfonso el Casto y por el tratado de Cazorla se estableció la futura delimitación de las áreas de influencia de Castilla-León y de Aragón-Cataluña. En el anterior tratado de Tudilén (1151), toda Valencia hasta Orihuela y la mayor parte de Murcia, debían caer dentro la Corona de Aragón, pero según el nuevo tratado, el área de influencia de Aragón sólo llegaría a la línea Biar-Busot, que en el extremo inferior fue el límite de las conquistas de Jaime I.
El sucesor de Alfonso el Casto, Pedro el Católico, giró sus ansias expansionistas hacia Occitania, aun cuando consiguió poner sitio y conquistar el Rincón de Ademuz en el año 1210.La perdida de Ademuz afecta a los almohades y es una de las razones que llevan a Muhammad An-Nasir a organizar la expedición que luego daría lugar a la batalla de Las Navas de Tolosa. Dos años más tarde se preparó el gran enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. El califa Muhammad An-Nasir organizó una expedición de Al-Ándalus y tuvo lugar batalla de Las Navas de Tolosa (1212), que acabó definitivamente con la supremacía musulmana en Al-Ándalus. En esta batalla estaban confederados el rey de Castilla Alfonso VIII de Castilla , el de Navarra Sancho VII, el de Portugal, Alfonso II de Portugal, el de Aragón Pedro el Católico, las tropas de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Temple y San Juan (Malta), más voluntarios europeos. Los musulmanes estaban capitaneados por Muhammad An-Nasir, hermano del futuro gobernador de Valencia Zayd Abu Zayd.
El ejército cristiano obtuvo una gran victoria el 16 de julio de 1212. Un año después murió Pedro el Católico en la batalla de Muret, y le sucedió en el trono su hijo Jaime I, que fue proclamado Rey de Aragón y y conde de Barcelona en el año 1214, a la edad de seis años. Mientras tanto, Zayd Abu Zayd empezó a reinar en en la zona oriental de al-Àndalus, apenas pocos días tras la derrota de las Navas de Tolosa
Ni los almohades, ni los almorávides habían conseguido fusionar los hispanoarabes con los norteafricanos en una unidad política estable. Apenas establecidos los califas almohades, se empezaron a disgregarse sus dominios. La situación de Valencia, ciudad adelantada en la frontera con los cristianos, y muy alejada de la capital almohade, motivó que sus gobernadores, Zayd Abu Abd Allah (de 1190 a 1213) y su hijo Zayd Abu Zayd (de 1213 a 1229) –nieto y bisnieto, respectivamente, del califa Abd Al-Mumin, fundador del imperio almohade, pudieron actuar con plena autonomía, e incluso se titularan reyes, aun cuando nunca acuñaron moneda ni negaran su sumisión al emperador almohade.
El 1224 Jaime I pide ayuda a los nobles de la Corona de Aragón para iniciar la conquista de Valencia, desde Teruel, Zayd Abu Zayd pidió una tregua al rey. Este aceptó a cambio de la quinta parte de las rentas de Valencia y Murcia. Para quitar presión, en 1225, decide hacerse vasallo del rey castellano Fernando III. Durante el verano de 1225, Jaime I intentó apoderarse del castillo de Peñíscola, pero los nobles aragoneses le dieron la espalda y fracasó.
Zayd Abu Zayd, último gobernador almohade del Valencia, (gobernador de las regiones de Valencia, Denia, Játiva e indirectamente de Murcia), empieza una rebelión indígena anti-almohade a la región de la región oriental de Al-Ándalus, encabezada por Ibn Hud al-Djudzaní, que se apoderó de Murcia en 1228 y dominó las regiones de Orihuela, Denia, Gandía, Játiva y Alcira, esto es, la mitad sur de la región de Valencia. Ibn Hud al-Djudzaní sitió también la ciudad de Valencia, pero no pudo tomarla, porque la ciudad y los dominios al norte esta se mantuvieron fieles a Zayd Abu Zayd. En 1227 reconoció a al-Ma´mūn, anterior gobernador de Córdoba y Sevilla, como califa almohade. En 1228 recupera los castillos de Villahermosa y Bejís, plazas del norte valenciano ocupadas anteriormente por los aragoneses.
Tercera taifa 1228-1238
El pacto entre Jaime I y Zayd Abu Zayd había hecho que muchos musulmanes se hubieron pasado al bando encabezado por el nieto del Rey Lobo, Zayyan ibn Mardanish, natural de Onda, creyendo que Zayd Abu Zayd los había traicionado por abandonar la ley de Mahoma y acercarse a la de Cristo. Dada la presión de Zayyan y sus seguidores, Zayd Abu Zayd abandonó la ciudad de Valencia y se trasladó al norte (Segorbe, Argelita, Castillo de Villamalefa...). Zayyan va a entrar triunfalmente en la ciudad de Valencia en enero de 1229, aunque no llegó a convertirse en rey. Desde Murcia, el rebelde anti-almohade Ibn Hud al-Djudzaní, había sitiado la ciudad de Valencia presionando a Zayyan para que la abandonara, pero una amenaza desde Castilla hizo que Ibn Hud se retirara a Murcia. Todo este desorden en la ciudad de Valencia hizo crecer las ansias de Jaime I por intentar de nuevo la conquista del Reino.
Zayd Abu Zayd, con la intención de recuperar las posesiones que Zayyan le había descuajado, se sumó a la conquista cristiana, y se unió en Calatayud, en 1229, con Jaime I, por ofrecerle ayuda para la conquista de la taifa de Valencia. En este tratado, Zayd Abu Zayd le prometió a Jaime I la cuarta parte de lo que conquistara y algunos castillos estratégicos como fianza del pacto. A cambio, el rey aragonés le dio palabra de ayudarlo y protegerlo contra todos los que atacassen sus posesiones en este reino todavía musulmán.
Antes de iniciar la conquista de la taifa de Valencia, Jaime I conquistó Mallorca, por lo cual durante estos años, tan sólo unos pocos nobles catalano-aragoneses ayudaron Zayd Abu Zayd en el norte. Incapaz de recuperar los castillos perdidos, Abu Zayd va a tener que aceptar un tercer pacto, en 1232, por el cual cedía todas las rentas de la ciudad de Valencia y su huerta. Conquistada Mallorca (1229), en 1232 Jaime I inició la conquista de la taifa de Valencia. Empezó por el Sitio de Burriana, que durara dos meses, cayendo en julio de 1233. Inmediatamente después cayeron todos los castillos al norte de esta ciudad, entonces capital de la Plana, entre los cuales había Peñíscola, Castellón de la Plana, Borriol, Cuevas de Vinromá y Vilafamés.
En aquel momento casi todo el reino estaba en poder de Zayyan, excepto los castillos de Segorbe, Ayódar, Almenara, Puebla de Arenoso, Cirat, Liria , Nules, Onda, Castillo de Villamalefa y algunos otras, que seguían fieles a Zayd Abu Zayd.
En 1236 Abu Zayd se convirtió al cristianismo, siento bautizado con el nombre de Vicent Bellvís. El mismo año, cedió todos sus territorios al obispado de Segorbe, en prueba de su conversión. Este mismo año firmó un cuarto y definitivo acuerdo con Jaime I donde se confirmaban los acuerdos anteriores y convertía a toda su dinastía en vasallos de Aragón.
Después de ser derrotado por Jaime I en la batalla del Puig de Santa Maria, se hizo fuerte en la ciudad de Valencia. En 1238, Jaime I sitió la ciudad de Valencia ayudado por nobles catalano-aragoneses y por el propio Abu Zayd. Tras cinco meses de asedio, consiguió que Zayyan se rindiera, lo que se aceleró al no recibir la ayuda esperada del sultán de Túnez. Entregó a Jaime I la ciudad el 28 de septiembre de 1238. En los acuerdos de capitulación Zahén pactó con rey aragonés su salida y la de los suyos de tierras valencianas, a través del puerto de Cullera, hacia Túnez.
Tras la caída del Califato de Córdoba, a comienzo del siglo XI, Valencia se convirtió en capital de un Reino de Taifas, y, por lo tanto, experimentó un importante crecimiento urbanístico.
Los primeros caudillos y creadores de la Taifa fueron Mubarak (Mbarek) y Muzzafar, que reinaron entre 1011-1020, funcionarios que tuvieron cierta independencia y que estaban relacionados con los amiries, que llegaron incluso a acuñar moneda.
Tras la desaparición de estos dos régulos los sucedió Lebil de Tortosa, importante personaje amirí y eslavo como los anteriores régulos. En 1019, por las presiones del rey de la taifa de Denia compartió el poder, aunque finalmente abandonó Valencia y se trasladó a Tortosa. Como representante del partido amirí, eligió como regulo de Valencia a un descendiente de Almanzor, que había huido de la caída de Córdoba y se había instalado en Zaragoza. Este regulo sería Abd al-Aziz ibn Amir.
La dinastía amirí
En 1021 llegó al trono Abd al-Aziz ibn Amir, (nieto de Almanzor y de Sancho II Abarca) fundando la dinastía amirí en Valencia,4 que fue el rey que haría de la Taifa de Valencia una de las importantes de la primera mitad del siglo XI.
En su política exterior, pasó de tener una buena relación con los reyes de Denia y Baleares a la hostilidad, en sus luchas pidió ayuda a los cristianos, (como nieto de Sancho II Abarca. Tuvo guerras contra la taifa de Almería, cuya población le llegó a nombrar rey, pero por poco tiempo
Durante el reinado de Abd al-Aziz (1021-1061) fue un gran constructor, se construyó una nueva muralla con el propósito de proteger a la población y a aquellos que llegaban de otros lugares de al-Ándalus. Además de las murallas, construyó su almunia (palacio real, en árabe). El arabista Henri Pérès en su libro Esplendor de al-Ándalus, habla de la belleza y grandiosidad del palacio, que
"comprendía un gran jardín plantado de árboles frutales y flores y un río que lo atravesaba, y en el centro se encontraba el palacio, con pabellones ricamente decorados, que se abrían al jardín"
Henri Pérès
Abd al-Aziz ibn Amir murió en enero de 1061
Le sucedió su hijo Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Mansur (1061-1064). Como consecuencia de las campañas de Fernando I para controlar y cobrar parias, atacó y derrotó a este régulo a pesar de los recursos enviados por su suegro. Pero el rey castellano-leonés no pudo aprovechar el triunfo. Enfermo, tuvo que volver a su corte donde falleció, lo que fue aprovechado por Al-Mamún de Toledo para destronar al régulo valenciano, procediendo a la incorporación de la taifa de Valencia a la de Toledo (1064-1075).
Tras la muerte de Al-Mamún de Toledo (1075) otro hijo de Abd al-Aziz ibn Amir ocupo el trono Abu Bakr ben Abd al-Aziz9 (1075-1085), pero no llegó a acuñar moneda. Parece que en este momento Valencia gravitó entre las dos taifas más importantes del ámbito septentrional, la taifa de Zaragoza y taifa de Toledo, procediéndose a enlaces matrimoniales con elementos de ambas taifas. A Abu Bakr ben Abd al-Aziz le sustituyó su hijo Utman ben Abu Bakr10 (1085-1086) que reinó poco tiempo. Con él acaba la dinastía amiri al mando de la taifa de Valencia.
Otros régulos
Utman ben Abu Bakr fue sustituido de la cabeza de la Taifa de Valencia por Alfonso VI y las tropas cristianas, poniendo en su lugar como rey a Al-Qádir (1086-1092) anterior rey de la taifa de Toledo, posteriormente, un cadí de Valencia, reunió a los elementos anti Al-Qádir destronándolo y como consecuencia de un motín asesinando a Al-Qádir, este cadí, Yafar ben Abd Allah Ben Yahhaf11 (1092-1094), fue el último rey antes de la ocupación de Valencia por parte de el Cid en venganza por la muerte de Al-Qádir. El Cid, conocedor de la historia y tradiciones del islam, le aplicó a Yahhaf, para deshacerse de él, el mismo procedimiento de castigo llevado a cabo por Mahoma como contra uno de sus enemigos
El Cid y Jimena (1094-1102)
La Taifa fue conquistada por el Cid en 1094 (entrando en la ciudad el 17 de junio de 1094)13 como príncipe independiente.
El Cid murió en Valencia el 10 de julio de 1099. Su mujer, Jimena, consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III de Barcelona, hasta el año 1101, en el cual el rey Alfonso VI de Castilla considerando las dificultades de defender la ciudad el 4 de mayo de 110214 ordenó la evacuación de la ciudad por parte de los cristianos e incendiándola. El día después, 5 de mayo de 1102 Valencia cayó en poder de los almorávides al mando de su caudillo militar Mazdalī.
Los almorávides (1102-1144)
Tras la muerte del Cid (1099) y del regreso de la viuda Jimena a Castilla (1102), los almorávides se hacen con el poder en Balansiya al mando de Mazdalī, que gobernó la ciudad por un año de manera rigurosa, aunque un año más tarde fue nombrado gobernador de Tremecén, siendo sustituido como gobernador por Abū Abd Allāh Muhammad ibn Fātima, que incorporaría la taifa de Albarracín a los almorávides e incluso prestaría ayuda a Al-Musta'in II de Zaragoza frente a las acometidas de Alfonso el Batallador.
Pero el imperio almorávide entró en decadencia tan rápidamente como se había constituido. Alfonso el Batallador de Aragón había aprovechado la carencia de cohesión de los almorávides para tomar Zaragoza (1118), Calatayud (1121) y Daroca (1122).
Las subidas de impuestos para reforzar las murallas defensivas en distintos sitios del territorio almorávide provocó los primeros disturbios y se puso de manifiesto la disconformidad creciente de Al-Ándalus con sus gobernadores almorávides. Uno de ellos fue el alcalde sevillano Alí ibn Majjuz, el cual huyó de Al-Ándalus al valle del Ebro, donde pactó una alianza con el rey Alfonso el Batallador para saquear y ocupar la tierra de Valencia, del mismo modo que lo había hecho pocas décadas antes.
Los almorávides respondieron enviando un poderoso ejército recién llegado del norte de África, que se unió a los jinetes africanos de los gobernadores de Córdoba y Murcia con el objetivo perseguir el rebelde Ibn Majjuz y Alfonso I. La batalla tuvo lugar el 1129 en el castillo de los Alcalans (Montserrat), y de allí salieron derrotados los almorávides. Según el poeta hispanomusulmán Ibn al-Abbar, la desastrosa derrota de los Alcalans hizo perder popularidad a los almorávides en Al-Ándalus y derivaría en la proclamación de los segundos reinos de taifa en la franja oriental de Al-Ándalus (a partir de 1144 en Valencia).
Mientras tanto, en tierras cristianas, en 1134 había muerto Alfonso el Batallador y le había sucedido su hermano Ramiro el Monje, que reinó en Aragón de 1134 a 1137; su hija Petronila casó con Ramón Berenguer IV de Barcelona, de esta forma surge el primer monarca de la Corona de Aragón (1137-1162) (con la unión del reino de Aragón y el condado de Barcelona). Durante este tiempo Ramón Berenguer IV tomó Tortosa (1148), Lérida y Fraga (1149) y concertó con Alfonso VII de Castilla el Tratado de Tudilén (1151), por el cual se adjudicaba la futura conquista de Valencia y Murcia a los reyes aragoneses.
Revuelta local contra los Almorávides (1144-1147)
Los aristócratas hispano-árabes iniciaron la revuelta contra los dominadores almorávides, a los cuales consideraban unos intrusos intolerantes que degradaban la anterior cultura refinada de los reinos de taifas andalusíes. La rebelión estalló el 1144, pero como había pasado en todas las anteriores revueltas indígenas andalusíes, carecía de coordinación y las distintas facciones se combatían entre sí, en un periodo de anarquía. La rebelión fue encabezada por Ahmad ibn Hud al-Mustansir, más conocido como Saif ad-Dawla, hijo del último rey hudí de Zaragoza. Inducido por su odio a los almorávides, se puso al servicio del rey Alfonso VII de Castilla. Disfrutaba de prestigio entre los andalusies, como quiera que era el heredero de los Banu Hud.
Al estallar la revuelta, Yahya ibn Ganiya (que había sido gobernador de Valencia)- comandaba los almorávides andalusíes, y había situado a su sobrino Abu Muhammad Abd Allah ibn Ganiya como nuevo gobernador de Valencia, ciudad que se sublevó contra los almorávides el 1 de marzo de 1145. El 2 de mayo se hacía con el gobierno de Valencia el cadí Abu Malik Marwan ibn Abd al-Aziz, el cual encargó la defensa de las fronteras al capitán Abd Allah ibn Iyad. Este capitán, que reconocía la soberanía de Saif ed-Dawla, poco después se adueñó de Murcia. Mientras tanto, en Valencia Abu Malik Marwan ibn Abd al-Aziz se mostraba incapaz de gobernar y sus soldados se sublevaron y colocaron en su lugar Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis, que ocupaba el cargo de valí de Ibn Iyad de Murcia.
Saif ad-Dawla entró a Murcia en enero de 1146, como rey de la parte oriental de Al-Ándalus, y fue recibido con grandes honores por el gobernador Ibn Iyad. Después Abu Bakr, hijo de Saif ad-Dawla, acompañado del mismo Ibn Iyad, visitó Denia y Valencia, y también fueron recibidos con honores.
Sintiéndose fuerte, Saif ad-Dawla intentó deshacerse de la tutela de los castellanos, pero Alfonso VII de Castilla se había aliado ahora con Ats-Tsagrí, gobernador de Cuenca y rival personal de Saif ad-Dawla. Este último organizó un ejército comandado por el valí Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis y formado por tropas de Valencia, Alicante, Murcia y Lorca, pero fue derrotado por los castellanos en Chinchilla el 4 de febrero de 1146. En esta batalla murieron Saif ad-Dawla y Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis. Ibn Iyad sobrevivió, pero fue desposeído de su señorío de Murcia por ats-Tsagrí, que gobernó de mayo a septiembre de 1146 .
Sin embargo, Ibn Iyad fue capaz de reorganizar un ejército con tropas de Valencia, Alicante y Lorca, y marchó a Murcia, donde sabedores de la venida de Ibn Iyad, se sublevaron contra ats-Tsagrí, que moría en la revuelta. Ibn Iyad hizo la entrada triunfal en Murcia por segunda vez el 13 de septiembre de 1146. Pero un año después moría en una batalla contra los castellanos. El valí que, pese a su juventud, gobernaba Valencia de 1146 a 1147 era Muhammad ibn 'Abd Ajoāh ibn Sano'd ibn Mardāniš, hijo de Abd Allah ibn Sano'd ibn Mardanis, y futuro rey de las taifas de Murcia y Valencia, que sería conocido por los cristianos como el Rey Lobo.
Segunda taifa (1147-1171)
Los almohades, otro pueblo del norte de África, invadieron Al-Ándalus a partir de mediados del siglo XII. Pero tras la experiencia almorávide, poco afortunada en tierras valencianas, no fueran bien recibidos a la zona oriental de Al-Ándalus. En Valencia y Murcia Muhammad ibn Mardanis, más conocido como el Rey Lobo (1147-1172), se hizo pronto con el poder y consiguió resistir el empuje de los almohades hasta un año antes de su muerte (1171).
Muhammad ibn Mardanis, mercenario de origen incierto, que había nacido en Peñíscola, consideró a Murcia capital de sus estados y nombró a su hermano Abu al-Hajjaj gobernador de Valencia, cargo en el que estuvo desde 1146 hasta 1186. Frenó los intentos de Aragón y Barcelona por conquistar el Reino musulmán de Valencia, gracias a los tributos que se comprometió a pagar a Ramón Berenguer IV (hasta 1161) para evitar que sus tierras corrieran la misma suerte que Tortosa, Lérida o Almería (las dos primeras conquistadas recientemente por el príncipe de Aragón y conde de Barcelona, 1148 Tortosa y 1149 Lérida y la segunda por Alfonso VII en 1147 con el apoyo catalano-aragonés y de la república de Génova), conquistadas recientemente. Comprometiéndose al pago de 100.000 dinares de oro, a cambio de ello Ramón Berenguer IV le apoyaría militarmente. También hizo un pacto con Pisa y Génova de diez años de duración, permitiendo el establecimiento de factorías en Valencia y Denia. Llegó a adquirir la taifa de Guadix en 1152 que previamente había atacado castellano-leoneses. En 1156-57 se declara vasallo de Alfonso VII entregando este a ibn Mardanis varias fortalezas
Rey Lobo fue un buen guerrero, pero demasiado dilapidador, y exigía demasiados tributos a sus vasallos, de forma que su hermano Abu al-Hajjaj entregó finalmente la taifa de Valencia/Murcia a los almohades (1171), y continuó él mismo como gobernador hasta su muerte el 1186.
Los almohades 1172-1228
Aprovechando la inestabilidad que causó la muerte del Rey Lobo, los cristianos intentaron hacerse con Balansiya. Alfonso el Casto conquistó Teruel en 1171, e hizo una incursión a la ciudad de Valencia en 1172, ante la cual Abu al-Hajjaj, que gobernó hasta el 1186 sometido al califa almohade, le ofreció duplicar el tributo que su hermano le había pagado a los reyes de Aragón y Cataluña.
En 1177 los castellanos tomaron Cuenca con la ayuda de Alfonso el Casto y por el tratado de Cazorla se estableció la futura delimitación de las áreas de influencia de Castilla-León y de Aragón-Cataluña. En el anterior tratado de Tudilén (1151), toda Valencia hasta Orihuela y la mayor parte de Murcia, debían caer dentro la Corona de Aragón, pero según el nuevo tratado, el área de influencia de Aragón sólo llegaría a la línea Biar-Busot, que en el extremo inferior fue el límite de las conquistas de Jaime I.
El sucesor de Alfonso el Casto, Pedro el Católico, giró sus ansias expansionistas hacia Occitania, aun cuando consiguió poner sitio y conquistar el Rincón de Ademuz en el año 1210.La perdida de Ademuz afecta a los almohades y es una de las razones que llevan a Muhammad An-Nasir a organizar la expedición que luego daría lugar a la batalla de Las Navas de Tolosa. Dos años más tarde se preparó el gran enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. El califa Muhammad An-Nasir organizó una expedición de Al-Ándalus y tuvo lugar batalla de Las Navas de Tolosa (1212), que acabó definitivamente con la supremacía musulmana en Al-Ándalus. En esta batalla estaban confederados el rey de Castilla Alfonso VIII de Castilla , el de Navarra Sancho VII, el de Portugal, Alfonso II de Portugal, el de Aragón Pedro el Católico, las tropas de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Temple y San Juan (Malta), más voluntarios europeos. Los musulmanes estaban capitaneados por Muhammad An-Nasir, hermano del futuro gobernador de Valencia Zayd Abu Zayd.
El ejército cristiano obtuvo una gran victoria el 16 de julio de 1212. Un año después murió Pedro el Católico en la batalla de Muret, y le sucedió en el trono su hijo Jaime I, que fue proclamado Rey de Aragón y y conde de Barcelona en el año 1214, a la edad de seis años. Mientras tanto, Zayd Abu Zayd empezó a reinar en en la zona oriental de al-Àndalus, apenas pocos días tras la derrota de las Navas de Tolosa
Ni los almohades, ni los almorávides habían conseguido fusionar los hispanoarabes con los norteafricanos en una unidad política estable. Apenas establecidos los califas almohades, se empezaron a disgregarse sus dominios. La situación de Valencia, ciudad adelantada en la frontera con los cristianos, y muy alejada de la capital almohade, motivó que sus gobernadores, Zayd Abu Abd Allah (de 1190 a 1213) y su hijo Zayd Abu Zayd (de 1213 a 1229) –nieto y bisnieto, respectivamente, del califa Abd Al-Mumin, fundador del imperio almohade, pudieron actuar con plena autonomía, e incluso se titularan reyes, aun cuando nunca acuñaron moneda ni negaran su sumisión al emperador almohade.
El 1224 Jaime I pide ayuda a los nobles de la Corona de Aragón para iniciar la conquista de Valencia, desde Teruel, Zayd Abu Zayd pidió una tregua al rey. Este aceptó a cambio de la quinta parte de las rentas de Valencia y Murcia. Para quitar presión, en 1225, decide hacerse vasallo del rey castellano Fernando III. Durante el verano de 1225, Jaime I intentó apoderarse del castillo de Peñíscola, pero los nobles aragoneses le dieron la espalda y fracasó.
Zayd Abu Zayd, último gobernador almohade del Valencia, (gobernador de las regiones de Valencia, Denia, Játiva e indirectamente de Murcia), empieza una rebelión indígena anti-almohade a la región de la región oriental de Al-Ándalus, encabezada por Ibn Hud al-Djudzaní, que se apoderó de Murcia en 1228 y dominó las regiones de Orihuela, Denia, Gandía, Játiva y Alcira, esto es, la mitad sur de la región de Valencia. Ibn Hud al-Djudzaní sitió también la ciudad de Valencia, pero no pudo tomarla, porque la ciudad y los dominios al norte esta se mantuvieron fieles a Zayd Abu Zayd. En 1227 reconoció a al-Ma´mūn, anterior gobernador de Córdoba y Sevilla, como califa almohade. En 1228 recupera los castillos de Villahermosa y Bejís, plazas del norte valenciano ocupadas anteriormente por los aragoneses.
Tercera taifa 1228-1238
El pacto entre Jaime I y Zayd Abu Zayd había hecho que muchos musulmanes se hubieron pasado al bando encabezado por el nieto del Rey Lobo, Zayyan ibn Mardanish, natural de Onda, creyendo que Zayd Abu Zayd los había traicionado por abandonar la ley de Mahoma y acercarse a la de Cristo. Dada la presión de Zayyan y sus seguidores, Zayd Abu Zayd abandonó la ciudad de Valencia y se trasladó al norte (Segorbe, Argelita, Castillo de Villamalefa...). Zayyan va a entrar triunfalmente en la ciudad de Valencia en enero de 1229, aunque no llegó a convertirse en rey. Desde Murcia, el rebelde anti-almohade Ibn Hud al-Djudzaní, había sitiado la ciudad de Valencia presionando a Zayyan para que la abandonara, pero una amenaza desde Castilla hizo que Ibn Hud se retirara a Murcia. Todo este desorden en la ciudad de Valencia hizo crecer las ansias de Jaime I por intentar de nuevo la conquista del Reino.
Zayd Abu Zayd, con la intención de recuperar las posesiones que Zayyan le había descuajado, se sumó a la conquista cristiana, y se unió en Calatayud, en 1229, con Jaime I, por ofrecerle ayuda para la conquista de la taifa de Valencia. En este tratado, Zayd Abu Zayd le prometió a Jaime I la cuarta parte de lo que conquistara y algunos castillos estratégicos como fianza del pacto. A cambio, el rey aragonés le dio palabra de ayudarlo y protegerlo contra todos los que atacassen sus posesiones en este reino todavía musulmán.
Antes de iniciar la conquista de la taifa de Valencia, Jaime I conquistó Mallorca, por lo cual durante estos años, tan sólo unos pocos nobles catalano-aragoneses ayudaron Zayd Abu Zayd en el norte. Incapaz de recuperar los castillos perdidos, Abu Zayd va a tener que aceptar un tercer pacto, en 1232, por el cual cedía todas las rentas de la ciudad de Valencia y su huerta. Conquistada Mallorca (1229), en 1232 Jaime I inició la conquista de la taifa de Valencia. Empezó por el Sitio de Burriana, que durara dos meses, cayendo en julio de 1233. Inmediatamente después cayeron todos los castillos al norte de esta ciudad, entonces capital de la Plana, entre los cuales había Peñíscola, Castellón de la Plana, Borriol, Cuevas de Vinromá y Vilafamés.
En aquel momento casi todo el reino estaba en poder de Zayyan, excepto los castillos de Segorbe, Ayódar, Almenara, Puebla de Arenoso, Cirat, Liria , Nules, Onda, Castillo de Villamalefa y algunos otras, que seguían fieles a Zayd Abu Zayd.
En 1236 Abu Zayd se convirtió al cristianismo, siento bautizado con el nombre de Vicent Bellvís. El mismo año, cedió todos sus territorios al obispado de Segorbe, en prueba de su conversión. Este mismo año firmó un cuarto y definitivo acuerdo con Jaime I donde se confirmaban los acuerdos anteriores y convertía a toda su dinastía en vasallos de Aragón.
Después de ser derrotado por Jaime I en la batalla del Puig de Santa Maria, se hizo fuerte en la ciudad de Valencia. En 1238, Jaime I sitió la ciudad de Valencia ayudado por nobles catalano-aragoneses y por el propio Abu Zayd. Tras cinco meses de asedio, consiguió que Zayyan se rindiera, lo que se aceleró al no recibir la ayuda esperada del sultán de Túnez. Entregó a Jaime I la ciudad el 28 de septiembre de 1238. En los acuerdos de capitulación Zahén pactó con rey aragonés su salida y la de los suyos de tierras valencianas, a través del puerto de Cullera, hacia Túnez.