jueves, 23 de agosto de 2012

La Vida Cotidiana en al-Andalus.


LA CIUDAD

 El núcleo urbano era la medina, de trazado apretado y denso. En general, presentaba las siguientes características:

Estaba amurallada.
Las puertas eran complejas estructuras arquitectónicas, dobles o en recodo, que se cerraban por la noche.
Se organizaba en dos zonas: la comercial y la vecinal.
En el núcleo principal, llamado Medina, se agrupaban la Mezquita Mayor (aljama), la Madraza, la Alcaicería, el zoco y las más importantes calles comerciales.
La alcazaba se situaba en la parte más alta de la ciudad.
Los arrabales aparecen al extenderse la ciudad extramuros. En ocasiones recibían el nombre de la comunidad o gremio que los habitaba. Disponían de los servicios necesarios para su funcionamiento independiente (mezquita, baño, zoco...).
Calles estrechas (lo que ayudaba a combatir el calor) y sinuosas, con un trazado casi laberíntico. Estaban empedradas y alumbradas de noche. Este alumbrado, al igual que el alcantarillado, se distribuía mediante una red perfectamente organizada.
Frecuentes adarves o calles sin salida que se cerraban de noche aislando a los vecinos a cuyas viviendas daban acceso.
Caserío compacto en el que la vida privada es impenetrable para el transeúnte.
Saledizos y voladizos que a veces llegan a cubrir las calles.
Cementerios situados extramuros, cerca de las principales puertas.
Explanadas, también extramuros, que se usaban como oratorios.
 La mezquita era un lugar frecuentado, no sólo para efectuar la oración comunitaria, sino para convocar distintas reuniones de tipo social y vecinal, o simplemente para estudiar con un poco de sosiego, o escapar a los calores estivales entre la umbría del bosque de columnas.

Según las crónicas musulmanas, Córdoba, en el siglo X, era una ciudad extraordinariamente civilizada. En esa época había una población de casi un millón de almas encerradas en un perímetro que medía doce kilómetros y en 21 arrabales; con 471 mezquitas, 600 baños públicos, 213.077 casas de clase media y obrera, 60.300 residencias de oficiales y aristócratas, y 4.000 tiendas y comercios en una superficie de 2.690 Ha. Era famosa por sus jardines, alcantarillas, acueductos y paseos de recreo. A ambos lados del Guadalquivir (“uadi al-kabir”, el río grande) se extendían los distintos barrios.


La realeza y la nobleza vivían en sus alcázares o palacetes y en sus fincas de recreo. Los notables y la masa habitaban en casas de tipo mediterráneo, más o menos grandes, generalmente muy reducidas. Casi todas constaban de un pequeño zaguán de acceso al patio central, en el que solía haber un diminuto jardín interior o, cuando el espacio era muy reducido, una higuera o una parra. La sala principal, situada en el piso alto, servía para estar y recibir; podía tener, además, un estaribel (tipo de asiento o escaño) con cojines; y a sus extremos se abrían dos alcobas pequeñas en las cuales se colocaba una tarima con cojines sobre la cual se dormía. En ninguna casa faltaba una necesaria (retrete), un depósito para agua o al menos una cantarera, y alacena, taquilla y arcón para guardar el escaso ajuar.

De las paredes colgaban tapices de lana y seda, en las casas ricas; los pobres las mantenían bien enjalbegadas. Sobre el suelo colocaban alfombras de lana o esteras, mesas bajas, orzas y lebrillos de cerámica vidriada y un anafre para cocinar, tarea que entre los pobres se hacía en el mismo lugar donde se comía. Cuando apretaba el frío, los pudientes tenían sistemas complicados de calefacción, los pobres se limitaban al brasero. Cuando atacaba el calor, se paliaba con el riego o se hacía uso del abanico.



jueves, 16 de agosto de 2012

Romance del caballero burlado.


Romance del caballero burlado

De Francia partió la niña,
de Francia la bien guarnida,
íbase para París,
do padre y madre tenía.
Errado lleva el camino,
errada lleva la guía,
arrimárase a un roble
por esperar compañía.
Vio venir un caballero,
que ha París lleva la guía.
La niña desque lo vido
de esta suerte le decía:
-Si te place, caballero,
llévesme en tu compañía.
-Pláceme, dijo, señora,
pláceme, dijo, mi vida.
Apeóse del caballo
por hacelle cortesía;
puso a la niña en las ancas
y él subiérase en la silla.
En el medio del camino
de amores la requería.
La niña, desque lo oyera,
díjole con osadía:
-Tate, tate , caballero,
no hagáis tal villanía,
hija soy de un malato
y de una malatía;
el hombre que a mí llegase
malato se tornaría.
El caballero con temor
palabra no respondía.
A la entrada de París
la niña se sonreía.
-¿De qué vos reís, señora?,
¿de qué vos reís, mi vida?
-Ríome del caballero,
y de su gran cobardía;
¡tener la niña en el campo,
y catarle cortesía!
Caballero con vergüenza
estas palabras decía:
-Vuelta, vuelta, mi señora,
que una cosa se me olvida.
La niña, como discreta,
dijo:-Yo no volvería,
ni persona, aunque volviese,
en mi cuerpo tocaría:
hija soy del rey de Francia
y de la reina Constantina,
el hombre que a mí llegase
muy caro le costaría. 

 
Una niña, la hija del rey de Francia , parte de ese país hacía París. En el camino se pierde, lo mismo que el que los guía. Apoyada en un roble ve venir a un caballero, al que pide que la lleve con él. En medio del camino el caballero la solicita para sus amores, pero ella se evade diciendo que sus padres son malatos o leprosos. El caballero la deja en paz hasta llegar a París. Allí la niña se ríe y, el caballero, la pregunta por qué. Ella le responde que no es hija de malatos, sino del rey de Francia y la reina Constantina.

lunes, 13 de agosto de 2012

De Abderramán I a su hijo Hisham .

Murió el primer emir independiente de al-Andalus, en Córdoba, el 30 de septiembre de 788, rondando los 70 años de edad. Había organizado un país, había hecho frente a numerosos enemigos, había ampliado la mezquita y construido un hermoso palacio, Al-Ruzafa, y había conseguido el respeto de los muladies y de los mozárabes.
Fue enterrado en la capilla sepulcral del Álcazar de los emires, que a partir de este momento, se convirtió en el panteón de la dinastía. Las crónicas dicen que " el Emigrado", de origen sirio, era un príncipe de elevada estatura, con cabellos rubios que le caían en hermosos bucles, rostro simpático y enérgico, lleno de atractivo, tan sólo afeado por la pérdida de un ojo. Casi siempre vestía de blanco, el color de su casa real, y era buen poeta y orador, incansable ante las dificultades que tuvo que soportar desde su dura juventud. A su sucesor le dejaba una monarquía muy poco debilitada por las incursiones cristianas y bastante pacifícada, después de haber combatido, sin tregua, a sus enemigos internos.
Se le puede considerar uno de los mejores soberanos de la dinastía, tan sólo ensombrecido por otros "Abderramanes " que en los siglos IX y X, eclipsarán en algo, la fama de su ilustre abuelo, al que debían todo.
Abd al-Rahmán I tomó la decisión de elegir el sucesor siguiendo una antigua traición oriental. Escogió a Hisham,su hijo más pequeño, hijo de una esclava visigoda llamada Halul conversa al Islam ., por ser el más parecido a él tanto en carácter como físicamente, dejándole un legado inmenso. Sus otros hijos eran : Suleyman, que había nacido en Oriente y fue traído a Córdoba cuando su padre era ya emir; y Abd Allah, al que se conocerá como " El Valenciano".
El Emir se preocupó de que los dos príncipes ( Suleyman y Hisham ) tuvieran una educación esmerada, pero ambos era muy diferentes. Hisham, muy piadoso, aprendía con rapidez y estaba dotado de un carácter que le hacía encantador. Sulayman, por su parte, era poco aplicado y no estaba interesado en el pasado glorioso de los omeyas. A los dos les había otorgado su padre mando sobre algunos territorios, por eso cuando el emir muere, Sulayman se encuentra en Toledo como valí y Hisham en Mérida. Abd Allah, por encontrarse en la capital, Córdoba, será el que reciba el juramento de fidelidad de los cordobeses, en nombre de Hisham, que se apresura a marchar hacia su destino, tomando posesión del trono el 7 de octubre de 788. Un astrólogo le había pronosticado que su reinado sería corto, y así aconteció, pero el nuevo emir, sin tener muy en cuenta esta predilección, se dedicó a gobernar y a luchar cuando así lo requirieron las circunstancias, desde el primer momento de su reinado.
Hacia el final de su vida, Abd al-Rahman, tuvo sus dudas sobre a quién nombrar heredero. Hisham era prudente, religioso en extremo y gozaba del aprecio general, pero Sulayman era valiente, de más edad que su hermano y tenía a su lado el aprecio de los sirios. Incluso llegó a decirle a Abd Allah que el trono fuese para el primero que llegase a Córdoba. Cuando supo  que su hermano Hisham era el nuevo emir, reunió tropas en Toledo y se dirigió a pelear por el trono. Sulayman no llegó a la capital porque fue derrotado en Jaén. Regresó a toledo, donde , muy pronto contó con la compañía de Abd Allah, que respetó los deseos de su padre, pero no le pareció bien que heredase Hisham.
   Era evidente que el nuevo emir no podía tolerar la rebelión de sus dos hermanos, y a pesar de la repugnancia que le producía usar la fuerza, en el año 789, no tuvo más remedio que poner cerco a Toledo por espacio de dos meses. Sulayman escapó del sitio e intentó sublevar a la región deTudmir, sin que, al parecer, tuviera éxito, por lo que pensó en pedir perdón a su hermano y aceptar la sumisión.
Hisham I le perdonó, pero le exigió la expatriación, entregándole a cambio 70.000 dinares que constituían una auténtica fortuna. Sulayman marchó hacie el Magreb y se instaló en tierras bereberes. Abd Allah, también solicitó el perdón a su hermano y emigró al norte de África, permaneciendo allí hasta la muerte de Hisham.
Su reinado sólo duró 7 años, que se caracterizaron por una calma poco usual. Tres sediciones, una en Tortosa, otra en Zaragoza y otra de los beréberes de la serranía de Ronda, fueron sofocadas con rapidez.

Información:
al-Andalus de Concha Masiá.