Abù-l-Walîd ‘Abd Allâh ibn Mwhammad ibn Yûsuf Masr al-Azdî al-ma’rûf bi Ibn al-Faradî.
Historiador, jurisconsulto y poeta.
Nació en Córdoba en el año 962. Murió en la toma de esta ciudad por los almorávides en el 1013.
Nos asegura Ibn Bâskuwâl que, además de sus dotes como jurista y narrador, como poeta y orador, fue también un gran bibliófilo, llegando a reunir una riquísima librería. A los treinta años hizo su peregrinación (hayy) oficial a La Meca, aprovechando su viaje para conoce aprender de muchos sabios orientales. A su regreso a la Península obtuvo el cadiazgo de Valencia.
Una vez vuelto a su Córdoba natal, murió a consecuencia de las heridas que recibió en la defensa de los muros de la ciudad asaltada por los bereberes, estando su cadáver insepulto durante varios días. Al parecer, y ateniéndonos a lo que nos cuenta Ibn Bassâm, encontró la muerte que deseaba, ya que en su peregrinar a La Meca y abrazando el velo de la Cava, pidió a ‘Allâh la gracia de morir como mártir, deseo del que al parecer se arrepintió más tarde. Se cuenta que uno de sus paisanos, que le encontró hacinado en un montón de cadáveres, le oyó murmurar durante su agonía las palabras de la tradición musulmana: Todo el que es herido en los combates por la causa de Allah (y bien sabe Allah reconocer las heridas que se han recibido por su causa), aparecerá el día de la resurrección con las heridas sangrientas; su color será como de sangre, pero su aroma como de almizcle. Apenas hubo dicho estas palabras, expiró.
En su poesía predomina el tono religioso, siendo una muestra de ella esta magnífica composición que ha traducido y versificado Varela:
Cautivo y lleno de culpas
estoy, Señor, a tu puerta,
temiendo que me castiguen,
aguardando mi sentencia.
De mis faltas el cúmulo
con tu mirada penetras;
por Ti me angustia el temor
y la esperanza me alienta,
¿pues de quién, sino de Ti,
el alma teme o espera?
Es inevitable el fallo
de tu justicia tremenda,
cuando a abrir llegues el libro
donde escribiste mis deudas,
la suma de mis maldades
temo escuchar con vergüenza;
ilumíname y consuélame,
del sepulcro en las tinieblas,
donde yaceré olvidado
de mis más queridas prendas,
y que el perdón de mis culpas
tu gran bondad me conceda,
pues tendré sin tu perdón
una eternidad de penas
Pero en la faceta donde más destaco Ibn Al-Faradî fue en su actividad como historiador, destacando su obra Historia de los varones doctos de Al-Andalus, que le fue adjudicada en autoría por F. Codera, gracias al viaje que realizó éste a la mezquita de Túnez, en el año 1887. Esta obra ha sido publicada por el señor Codera, formando los tomos VII y VIII de su Biblioteca arábica-hispana.
Al-Faradî es considerado como el mejor biógrafo de sus días. Hasta entonces, sólo se habían escrito algunos diccionarios biográficos sobre determinadas materias; en cambio, nuestro autor compila el primero –de tipo general- dedicado a Al-Andalus: un diccionario biográfico y bibliográfico escrito con gran escrupulosidad, pues para redactarlo no sólo consultó autores y personajes de su época, sino que realizó un buen trabajo de investigación, llegando a leer inscripciones sepulcrales que pudieran proporcionarle nuevos datos, y además, en varias ocasiones, confiesa que no logró dar con las noticias que buscaba.
Al-Faradî escribió también una Historia de los poetas arábigo-andaluces, que no ha llegado hasta nosotros.