sábado, 19 de enero de 2013

Cuentos V y VI


Cuento V
Se cuenta que estaban preparando unos kebabs para Naushirwan con la caza que acababan de matar en el coto. Los cocineros se quedaron sin sal, por lo que enviaron a un esclavo a un pueblo cercano para que consiguiera un poco. Cuando se marchaba, Naushirwan le pidió que se asegurase de entregar el precio de la sal que obtuviera, no fuera a convertirse en costumbre llevarse algo sin pagar y quedara arruinado el pueblo.
Algunos preguntaron:
- ¿Qué daño podría ocasionar tal nimiedad?
Él respondió:
- Un pequeño acto de tiranía parece carecer de importancia, pero los que vienen luego van multiplicándola y acaba siendo de magnitudes imponderables.
Si un rey come sin permiso una manzana del huerto de un vasallo, sus súbditos se sentirán autorizados a arrancarle el árbol.
Si el sultán se hace con un huevo por la fuerza, sus tropas pondrán mil pollos en el asador.
El malvado que extorsiona no vive por siempre, pero sí es eterna la maldición sobre él.

Cuento VI
Cuentan la historia de un hombre poderoso que golpeó en la cabeza a un hombre justo con una piedra. El dervishe no pudo responder a la agresión. Un día encarcelaron a su atacante por haber causado la ira del rey. El dervishe, que todo ese tiempo había guardado la piedra, fue a ver al hombre y le golpeó con ella en la cabeza. El prisionero se quedó desconcertado y le preguntó:
- ¿Quién eres y por qué me golpeas con esa piedra?
El anciano respondió:
- Soy fulano de tal y esta es la misma piedra con la que me golpeaste en tal fecha.
Su víctima inquirió:
- ¿Por qué no te vengaste antes?
- Antes -dijo el sabio- temía tu autoridad, pero ahora considero que es el momento adecuado para enseñarte buenos modales, pues es cierto que:

Si ves a un hombre indigno que adquiere poder,
es que los sabios han renunciado a la autoridad.
Mientras no tengas uñas afiladas,
mejor es no entrar en pelea.
El que echa un pulso a un puño de acero,
causa dolor a su propia muñeca.
Espera hasta que la fortuna ate sus manos
y entonces, para deleite de tus amigos, ábrele el cráneo.