martes, 29 de enero de 2013

Ordoño I


Ordoño I
(Oviedo, 821 - 866) Undécimo rey de Asturias (850-866) que amplió notablemente las fronteras del reino. Hijo del monarca asturiano Ramiro I y de la primera esposa de éste, pasó los primeros años de su vida en Oviedo, en la corte del protector de su padre, el también monarca Alfonso II el Casto.
Ordoño, en su calidad de hijo primogénito, debió ocupar una posición destacada desde su nacimiento, puesto que el mencionado Ramiro probablemente desde su juventud fue asociado al trono y el rey Casto expresó en diversas ocasiones su deseo de que, a su muerte, éste ocupara su trono, puesto que no tenía descendientes, a pesar de que hasta ese momento la corona había conservado su carácter electivo.
En el año 830, tras el nombramiento de Ramiro como gobernador de Galicia, Ordoño, que contaba en aquel tiempo nueve años, acompañó a su familia a tierras gallegas. Instalada la corte del gobernador en Lugo, fue en esta ciudad donde Ordoño completó su educación e inició su formación militar, donde muy pronto destacó por su habilidad en el manejo de las armas.
Durante los años siguientes la vida de Ordoño debió de ser cómoda en Galicia, ya que su padre, lejos de encontrar oposición a su gobierno, formó un sólido grupo de colaboradores, los cuales le dieron prueba de su lealtad posteriormente. Ordoño, desde su adolescencia, debió de acompañar a su padre, probablemente con el fin de familiarizarse con el funcionamiento de las distintas instituciones y sobre todo en los complicados engranajes que conformaban la vida de la corte.
Así, su padre le encomendó que se hiciera cargo de las funciones de gobernador mientras él acudía a las Vardulias en el año 842, para contraer matrimonio con la que sería su segunda esposa, Paterna. Mucho cambió entonces la vida del joven, puesto que poco tiempo después se conoció la noticia de que Alfonso II había muerto en Oviedo, por lo que todo parecía indicar que la proclamación de Ramiro sería inminente.
Desafortunadamente para Ramiro, el encontrarse alejado de la corte en el momento del fallecimiento del monarca estuvo a punto de truncar sus aspiraciones, ya que un noble llamado Neopocioano, contando con el apoyo de un grupo de notables, se hizo proclamar rey de Asturias. Ordoño debió de participar en las tareas para organizar el ejército que su padre pretendía utilizar en contra de Neopociano, aunque no marchó junto a él, sino que se quedó en Galicia, ocupando el mencionado puesto de gobernador, puesto en el que fue confirmado ese mismo año, tras el advenimiento al trono de Ramiro I.
Firmemente asentado  como gobernador, a la edad de 26 años, en el año 847, Ordoño contrajo matrimonio con una noble de la región, posiblemente una hermana del conde del Bierzo, Gatón, llamada Muniadona o Muña. Dicho matrimonio tuvo una abultada descendencia, ya que según ha quedado registrado en diferentes crónicas, Ordoño fue padre en al menos seis ocasiones; entre sus descendientes, destaca por su importancia su hijo primogénito, el futuro Alfonso III el Magno.
Fruto de su matrimonio nacieron, por lo menos, seis hijos:
Alfonso III el Magno (c.848-910). Rey de Asturias. Heredó el trono de Asturias a la muerte de su padre y contrajo matrimonio con Jimena de Asturias, con quien tuvo descendencia. Fue sepultado en el Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo.
Bermudo Ordóñez. Cuando su hermano Alfonso III subió al trono, se rebeló contra él, y fue el único de los hermanos del rey que se libró de ser cegado, debido al hecho de que buscó refugio entre los musulmanes.
Nuño Ordóñez. Se rebeló junto con sus hermanos contra Alfonso III el Magno quien ordeno cegarlos.
Fruela Ordóñez.
Odoario Ordóñez.
Aragoncia o Argonta, a quien otros llaman doña Urraca.

El 1 de enero del 850 murió Ramiro I en Oviedo, tras ocho años de reinado, siendo sucedido por su hijo Ordoño, el cual fue el primer monarca asturiano en heredar el cargo, sin previa elección. Poco después de su proclamación tuvo que hacer frente a una sublevación de los vascones, los cuales contaron al parecer con el apoyo de los Banu Qasi. Ordoño I logró someter a los rebeldes, aunque cuando se encontraba de regreso a Oviedo recibió la noticia de que un ejército musulmán tenía intención de atacar la región de las Vardulias. Dicho ejército no logró su propósito y se vio obligado a regresar a al-Andalus, tras ser frenado por Ordoño a orillas del Ebro.
A pesar de sus victorias, la situación no mejoró, ya que tras estas campañas, el gobernador de Zaragoza, Musa ibn Musa (800-862), decidió construir una fortaleza en la ciudad de Albaida, actual Albelda, la cual suponía un enorme peligro para los intereses de Ordoño, ya que los siempre levantiscos vascones podrían aprovechar la circunstancia para unirse a los Banu Qasi en su contra. Rápidamente reorganizó el monarca su ejército y se dirigió a la fortaleza. Tras levantar su campamento en los alrededores de la mencionada ciudad, comenzó su asedio. Musa ibn Musa acudió rápidamente en auxilio de sus hombres, pero tras una dura batalla tuvo que retirarse mal herido y la ciudad fue arrasada.
No hay duda de que la compleja situación política que se vivió en al-Andalus en aquellos años fue hábilmente aprovechada por Ordoño I, el cual emprendió importantes campañas para acrecentar sus dominios. En el año 854, tras producirse la sublevación de Toledo, no tardó en enviar un ejército en su auxilio, el cual fue dirigido por su cuñado el conde del Bierzo, Gatón, aunque la campaña no obtuvo el éxito que éste esperaba, ya que el propio emir cordobés, Muhammad I (823-886), acudió para sofocar la rebelión, derrotando a los ejércitos toledanos y asturianos en la batalla de Guadalete.
A pesar de lo que afirman las crónicas musulmanas, las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan elevadas, ya que el conde del Bierzo participó en importantes campañas poco después y Toledo conservó su independencia. Pero no todo fueron derrotas para los ejércitos de Ordoño, ya que poco tiempo después de este incidente, Ordoño organizó varias expediciones que tuvieron un notable éxito. Inició una incursión por tierras de al-Andalus, llegando a ocupar ciudades como Salamanca o Coria, donde tomó prisionero a su gobernador y ordenó a algunos de sus hombres de confianza que reconstruyesen las murallas de importantes ciudades, que aunque habían sido reconquistadas en tiempos de Alfonso I el Católico, no habían sido pobladas, como es el caso de Tuy, Astorga, León o Amaya.
Muhammad I intentó castigar la audacia del rey cristiano y envió dos expediciones sucesivas en su contra en el año 862 y el 863. En la segunda, los ejércitos musulmanes penetraron por la zona de Álava y la primitiva Castilla y atacaron la región de Miranda, tras lo cual fueron sorprendidos por los ejércitos de Ordoño, que cortaron su retirada hacia el sur. Probablemente en Pancorvo tuvo lugar una sangrienta batalla, que debió tener consecuencias desastrosas para los cordobeses, ya que éstos no iniciaron ninguna expedición el año siguiente (864). El emir logró enviar años después un ejército, formado por soldados de toda al-Andalus, que destruyó la fortaleza cristiana de Frías.
No se vio libre tampoco Ordoño de los ataques de los piratas normandos, que entre los años 858 y 861 realizaron numerosas incursiones en la Península Ibérica; intentaron atacar las costas gallegas y fueron rechazados por el conde Pedro. Durante los últimos años de su vida, Ordoño no pudo participar activamente en las campañas defensivas llevadas a cabo contra los musulmanes, aunque su círculo de colaboradores siempre tuvo muy en cuenta las opiniones del monarca. Enfermo de gota, su salud se fue debilitando poco a poco, hasta que murió a la edad de 45 años. A su muerte el trono asturiano fue ocupado por el Alfonso III el Magno.
La Primera Crónica General describe del siguiente modo la defunción de Ordoño I:

Andados X annos desse rey don Ordonno -et fue esto en la era de DCCC et LXX et un annos- enfermo el rey de los pies, de una enfermedad a que dizen en la fisica podagra...Et desta enfermedad podagra enfermo el rey Ordonno, et murio ende en Oviedo, et enterraronle y muy onrradamientre como a rey en la eglesia de Santa Maria. La su alma reyne con Dios, ca muy buen rey fue.
Recibió sepultura en el Panteón de reyes de la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la Catedral de Oviedo, en el que también fue sepultada su esposa, la reina Nuña. En el sepulcro de piedra en el que fueron depositados sus restos mortales, que estaba colocado junto al de Alfonso II el Casto, se hallaba esculpido el siguiente epitafio:
ORDONIUS ILLE PRINCEPS, QUEM FAMA LOQUETUR, CUIQUE REOR SIMILEM SECULA NULLA FERENT. INGENS CONSILIIS ET DEXTERAE BELLIGER ACTIS. OMNIPOTENSQUE TUIS NON REDDAT DEBITA CULPIS. OBIIT SEXTO KAL. JUNII. ERA DCCCCIIII.