viernes, 18 de octubre de 2013

La muerte de Almanzor y la leyenda de Calatañazor.


   Por aquel entonces, Almanzor tenía más de sesenta años. El peso de la edad le afligía cada vez más, teniendo en cuenta el tipo de vida que llevaba, siempre alerta, siempre al frente de sus tropas... Estaba enfermo, pero la naturaleza de ese mal es desconocida, pues ninguno de sus biógrafos habla de él. El imbatible caudillo musulmán veía que su fin estaba cerca y multiplicaba sus actos de piedad. Una leyenda dice que, a petición suya, sus hijas le hijas le cortasen la mortaja con la que había de bajar al sepulcro, y que la tela para esta mortaja la hizo comprar con el dinero lícito que le proporcionaban sus fincas. Guardaba el polvo que se acumulaba sobre los vestidos que usaba en la guerra santa, para que con él se cubriera su sepultura. De regreso hacia Medinaceli, se puso peor. No podía cabalgar y hubo que transportarlo en litera, durante dos semanas, en un viaje enormemente fatigoso. Expiró a los pocos días de su llegada a Medinaceli, en la noche del 10 al 11 de agosto de 1002. Su deseo expreso fue que le enterrasen en el patio del Alcázar de Medinaceli. Una estela anónima, en la que se grabaron dos escuetos versos, daba cuenta de que allí descansaba el guerrero de la fe y el defensor de las fronteras del Islam.
   La muerte de Almanzor fue recibida con general regocijo en el campo cristiano. Algunos historiadores cristianos, como Lucas de Tuy y Rodrigo de Toledo, en el siglo XIII fueron los primeros en consignar que la muerte de su eterno enemigo se produjo como resultado de una derrota padecida por el caudillo musulmán en Calatañazor, una aldea de la provincia de Soria, situada en el camino entre esta última ciudad y San Esteban de Gormaz. Sin embargo, ni el monje de Sílos ni Pelayo de Oviedo dicen una sola palabra sobre esta supuesta batalla, ni sobre  una supuesta coalición de fuerzas cristianas que le salieran al paso a su regreso del saqueo de Santiago. Ni Dozy ni el gran Menéndez Pidal dan a ese relato ningún viso de realidad histórica. Tal vez esta leyenda pudiera basarse en la casi derrota que estuvo a punto de sufrir Almanzor en Cervera. Calatañazor sólo está separado de Cervera por unos 60 km y es muy posible que las fuerzas musulmanas, de regreso a Medinaceli, pasasen por dicha aldea. También, aunque los  cristianos fueron derrotados, por primera vez, había hecho flaquear a las tropas de Almanzor y, también por primera vez, reyes, condes, señores y pueblos cristianos, abandonado sus diferencias, habían hecho un frente común contra los musulmanes, por lo que, con el paso del tiempo, estos hechos se fueron amplificando en el recuero de la epopeya cristiana.

Libro Al-Andalus de Concha Masiá.

La batalla de Calatañazor fue una supuesta batalla que habría tenido lugar en esta localidad soriana enjulio del año 1002. En ella parece que Almanzor se vio obligado a huir tras luchar contra los ejércitos cristianos coaligados de Castilla (conde Sancho García), León (Alfonso V) y Navarra (Sancho III el Mayor). Sin embargo, la mayoría de los historiadores actuales consideran dicha batalla más un mito que un hecho real, probablemente creado para compensar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de Almanzor produjeron en los reinos cristianos.
De entre las fuentes cristianas, el cronista Lucas de Tuy fue el primero en narrar el encuentro de Calatañazor. Según él, después de una campaña contra Galicia, Almanzor se adentró en Castilla, saliendo a su encuentro el rey de León Alfonso V (y no Vermudo II, como apunta el cronista). Continúa:
e en el lugar que se dize Calatanasor muchos millares de Sarrazines cayeron, et si la noche non cerrara el día, ese Almançor fuera preso. Enpero, en esse dia non fue vençido, mas de noche tomó fuyda con los suyos.
Cuando el sol apuntaba un nuevo amanecer, el rey leonés ordenó a los suyos que atacasen el campamento amirí, pero los cordobeses habían desaparecido, y todo el botín que capturaron se reducía a las tiendas de campaña y diversos enseres de escaso valor. Añade el obispo historiador que en la persecución de los mahometanos jugó un papel significante el conde García Fernández de Castilla (que llevaba siete años muerto, y en realidad fue su hijo Sancho García).
El prelado incorpora además el germen de una mítica leyenda, señalando que el día de la batalla, un extraño personaje, que identifica con un pescador, lloraba gimiendo, a veces en árabe, otras en lengua romance, diciendo: en Calatañazor perdió Almanzor el tambor. Para el cronista, este espejismo era el diablo que llorava la cayda de los moros.
En cualquier caso, Almanzor se negó a comer o beber, muriendo al llegar a la ciudad de Medinaceli. LaHistoria silense sentencia:
Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos.
Rodrigo Jiménez de Rada y la Estoria de España de Alfonso X ofrecen una versión idéntica de los hechos, con la excepción del espectro que anuncia el próximo final de Almanzor se aparece en Córdoba.
Con respecto a las fuentes mahometanas, la versión más completa es la proporcionada por al-Maqqari, autor del s. XVII que recopiló a numerosos historiadores medievales. Según éste, a comienzos de 1002, Almanzor se preparó, siguiendo su costumbre anual, para romper la frontera cristiana, dirigiendo sus ataques hacia Castilla. El arabista Lévi-Provençal apunta como uno de sus objetivos el monasterio de San Millán de la Cogolla, que fue arrasado. Siempre según el cronista, Almanzor ordenó que se sumara a su hueste un considerable contingente de tropas norteafricanas con las que se encontró, según lo acordado, en Toledo. Desde allí partieron hacia la ribera del Duero, en cuyas proximidades causó estragos y cuyas tierras devastó.
Desde allí, remontó el curso del río para penetrar ya directamente en los dominios del conde de Castilla. Mas un enorme ejército cristiano le sorprendió acampado cerca del castillo llamado de las Águilas (Calatañazor). Almanzor atacó esta hueste a la cabeza de sus propias tropas y fue derrotado, con grandes pérdidas.
De regreso de esta expedición, se sintió enfermo (quizá de una herida recibida en combate), pero continuó haciendo la guerra a los infieles y devastando su territorio hasta que la dolencia se complicó de tal manera que tuvo que ser transportado en una litera, sobre suaves cojines y cubierto por un baldaquino y cortinas que le protegían de la vista de su ejército. En tal estado llegó a Medinaceli. Allí los médicos analizaron la naturaleza de su mal, pero, incapaces de ponerse de acuerdo en un diagnóstico y menos en el tratamiento oportuno, la enfermedad se agravó lo suficiente para provocarle finalmente la muerte.
Sintiéndose morir, el caudillo de al-Ándalus pidió a su hijo Abd al-Malik y a algunos amigos íntimos que recibieran sus postreros consejos. Luego, a solas con Abd al-Malik, le repitió las instrucciones dadas unos momentos antes. Cuando su hijo y sucesor abandonó la tienda con el rostro arrasado en lágrimas, el agonizante Almanzor le reprochó su falta de valor con palabras que demostraron ser proféticas: Esta me parece la primera señal de la decadencia que aguarda al imperio.
El caudillo amirí murió la noche del 10 al 11 de agosto de 1002.

Información: Wikipedia.

Antes de morir , nombró su sucesor a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar , lo que ocasionaría una guerra entre sus sucesores y los de Hisham II .

Su cuerpo fue cubierto con un lienzo tejido por sus hijas y sobre sus restos colocaron un ladrillo fabricado con el polvo recogido después de las batallas contra los cristianos de sus ropas y de su cuerpo .
Su cadáver fue trasladado a Córdoba , siendo esculpidos en mármol los sigueintes versos a modo de epitafio ( según el historiador árabe Ibn Idari al-Marraskushi :


"Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia,como si la vieras con tus propios ojos.
Por Dios que jamás los tiempos traerán otro semejante,que dominara la península y condujera los ejércitos como él ".

La crónica Silense , sentencia :

"Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos ".

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