jueves, 21 de noviembre de 2013

Ibn Al Jatib

Ibn Al Jatib (1313-1374)
ABU ABD ALLAH MUHAMMAD IBN SAID IBN AL JATIB LISAN AL DIN AL SALMANI también conocido como IBN AL JATIB o ABEN AL JATHIB, nació en Loja (Granada) en 1313.
Es, con mucho, el autor más biografiado por la historiografía moderna y contemporánea. Originario de una familia de ascendencia cordobesa, recibió su primera educación de la mano y el conocimiento de su padre y de otros eruditos de la época, haciendo el tradicional aprendizaje primario, compuesto de la enseñanza de las ciencias del Islam, gramática, poesía y ciencias naturales.
Ya en Granada, ciudad a la que se trasladaron sus padres, Ibn Al Jatib (el hijo del predicador) hizo sus estudios bajo la dirección de sus más importantes educadores, cultivando las ciencias filosóficas y adquiriendo importantes conocimientos en medicina. Gran aficionado a las letras, nuestro personaje desarrollaría una excelente habilidad literaria, evidenciando grandes dotes como poeta y epistológrafo.
A pesar de su temprana relación con la corte nasrí, no es posible afirmar que hubiese entrado oficialmente en ella hasta que ocupara el trono Yusuf I. A la muerte de su padre en 1340, Ibn Al Jatib, ocuparía el cargo de secretario en el departamento de correspondencia.

El ascenso de Ibn Al Yayyab, su principal mentor, hasta el visirato propiciaría el paralelo ascenso de Ibn Al Jatib; y más aún, la muerte de aquel, acaecida en 1349, permitiría que recibiera de Yusuf I el importante cargo de Jefe de la Secretaría real, dignidad a la que unió la de ministro y el mando militar, entre otras varias responsabilidades. Así pues, Ibn Al Jatib, con poderes y confianza sin límites, y gracias a su extraordinaria capacidad de trabajo intelectual y político, y a su cada vez más sólida situación económica, acrecentaría sin freno su prestigio personal.
Con la proclamación del nuevo monarca Muhammad V, Ibn Al Jatib viviría un tiempo en compás de espera como lugarteniente del liberto Ridwan, autentico hombre fuerte de la corte en aquel momento. Entonces tendría tiempo para demostrar sus grandes cualidades para la diplomacia, trasladándose a la corte merinida de Abu Inan, para solicitar el apoyo de este príncipe contra las armas extranjeras de los castellano-leoneses. Ibn al-Jatíb se presentó en dicha audiencia regia, adelantándose a los visires y jurisconsultos que formaban parte de la embajada, y dirigiéndose al propio Abu Inan solicitaría permiso para recitar, de forma literaria, su misión, antes de entrar a parlamentar. El príncipe accedió a ello, y encontrando muy hermosas sus palabras. A continuación colmaría de mercedes e infinidad de regalos a los miembros de la embajada y, antes de despedirlos, les concedió cuanto solicitaron.
Merced a estas habilidades no tardó Ibn Al Jatib en ganar el título político de doble visir que tradicionalmente se concedía a los visires con poderes ejecutivos. Su influencia en la corte y su riqueza provocarían la envidia de los cortesanos, hasta que uno de sus discípulos, el poeta Ibn Zamrak, de la escuela maliquí, conspirara contra él, acusándole de deslealtad al Islam, debido a los postulados sufistas que profesaba.
Fue exiliado a Fez, en donde disfrutaría de un tiempo de vida especialmente agradable bajo la protección del rey merinida, coincidiendo en el tiempo con el destronado Muhammad V. Durante este periodo Ibn Al Jatib también residiría en la ciudad de Sale, hasta el año 1362, en que Muhammad V recuperara nuevamente el trono de Granada, reclamando su regreso para reponerlo en el puesto que había ocupado hasta el exilio.
Ibn Al Jatib había quedado marcado por la desconfianza, a pesar de recobrar altas dignidades y poderes; tantos y tan grandes, que los familiares del príncipe y otros cortesanos comenzaron a levantar contra él todo género de intrigas y calumnias, fundamentalmente referidas a su concepción materialista de la vida. Ibn Al Jatib, advertido de las conspiraciones que se urdían contra él, llegaría a concebir la idea de abandonar la
corte andalusí en busca de seguridad, y bajo la excusa de encabezar una misión para inspeccionar las fortalezas que cubrían la parte occidental del reino andaluz de Granada, huye camino de Tremecén en el 1371-1372, buscando la protección del sultán Abd Al Aziz.
En el año 1372, muerto Abd Al Aziz, los meriníes dejarían la ciudad de Tremecén, regresando al Magreb, cosa que también haría Ibn Al Jatib, que se estableció en Fez, rodeándose de numerosas propiedades, tierras y excelentes casas con hermosos jardines. Pero todos los enemigos no habían se quedado en Granada; el ministro Sulayman Ibn Dawud guardaba también sus cuentas pendientes, e Ibn Al Jatib fue arrestado. Acusado de heterodoxia por los dignatarios granadinos –sus antiguos alumnos y amigos- fue sometido a tortura y encarcelado.
Por órdenes secretas del ministro Abd Al Aziz, y aprovechando la noche, una gavilla de gente asalariada, a la cual se unieron los enviados andaluces, forzaron las puertas de la prisión y estrangularon a Ibn Al Jatib. Al día siguiente se le enterró en el cementerio de la Puerta de Mahruk, y un día más tarde su cadáver aparecería exhumado y quemado al borde de la fosa.
Durante los días de su prisión, el desventurado lbn Al Jatib se preparaba para bien morir: aún tuvo el valor suficiente para coordinar sus ideas y componer muchas elegías sobre el triste fin que le esperaba.

Tan trágico fin tuvo Ibn al-Jatib, cuya privilegiada naturaleza y su incansable actividad se entreveró de forma solicitada por dos fuerzas distintas que tiraban de él a la par: los ideales políticos, con sus luchas despiadadas, y los dulces goces en el cultivo de las letras.
Murió en 1374

SU OBRA:
Las producciones históricas de Ibn Al Jatib, así como sus ensayos filosóficos, poesías y demás obras literarias son numerosas:
“El círculo” (La Ihata): Versa sobre la historia de Granada. , alabando sobremanera a su patria andaluza La obra fue escrita aproximadamente sobre el año 1369.
“El libro del complemento” : Como señala su título, sirve de complemento a la obra anterior, y que se encuentra en la biblioteca de El Escorial, con el número 1.674.
“Las vestiduras bordadas” : Se trata de una obra que compila la historia de los califas de Oriente y otras noticias de la historia de Al-Andalus y de África. Existen dos ejemplares de esta misma obra en El Escorial con los números 1.771 y 1.772 .
“Esplendor del plenilunio” : Es un trabajo histórico de Ibn Al Jatib que trata de la dinastía nasrí (nazerita o nasrita), texto que también se encuentra en la biblioteca de El Escorial, con el número 1.771 bis.
“Yerba olorosa de los cátibes o secretarios y apacentamiento de las cosas que acontecieron” : Se encuentra en El Escoríal, con el número 304 bis. Libro Epistolar.
”Evacuación de la alforja sobre lo agradable del viaje o emigración a país extranjero” : En cuatro tomos, se refiere a numerosas ciudades de las que da noticias, mencionando igualmente a sus sabios, bibliófilos y bibliotecas. Esta obra se encuentra en El Escorial con el número 1.150.
”Viaje a África y regreso a Andalucía” : Es una disertación histórica en la que el autor refiere las peripecias de sus viajes y las felicitaciones que recibió por esta empresa. De igual forma señala la magnificencia de las ciudades andaluzas en relación con lo conocido en África, así como del carácter extraordinario de las instituciones nacionales andaluzas y de lo visto en el Magreb.
”Excelencias de Málaga y Salé” : Con este parangón Ibn Al Jatib quiere demostrar las excelencias de Al Andalus, incluso desde el siglo XIV, marcado ya por la decadencia y por una persistente dominación de los reinos extranjeros peninsulares, y de las corrientes ideológicas e invasoras africanas. Igualmente, señala la enemistad pertinaz que en aquel período existía entre los andaluces y los beréberes, mostrando nuestro autor un auténtico sentimiento antibereber. Ibn Al Jatib aparece en esta obra marcado por un fuerte nacionalismo andaluz, juzgando de una forma crítica tanto a los líderes musulmanes africanos como a los cristianos peninsulares.

Como poeta, además de obras editadas, parte de esa poesía se grabó en las paredes de aquella Alhambra que él tan bien conoció, concretamente en las tacas de entrada del Salón de Embajadores. Una de ellas comienza así:
"Gano en gala y corona a las hermosas; bajan a mí los astros del Zodíaco"
A parte de haber dejado escritos sus versos para la posteridad en los muros del palacio más suntuoso construido hasta el momento en la Península Ibérica, un notorio número de poemas que aún siguen vivos en el contenido de la nubas que se cantan en el repertorio de la música andalusí
A su gloria y valor personal, así como sus éxitos y habilidades políticas, se le une la tragedia en el ocaso de su vida, lo que hace de su persona una figura admirable que merece el más alto reconocimiento por la Historia.
Si en vida fue conocido por el Laqab de Lisan al-Din (Lengua de la Religión), tras su indigna muerte, fue conocido como Du l-qabrayn, (el de las dos tumbas), Du l-‘amrayn (el de las dos vidas) y Du l-miyatatayn (el de las dos muertes).