Fue enterrado en la capilla sepulcral del Álcazar de los emires, que a partir de este momento, se convirtió en el panteón de la dinastía. Las crónicas dicen que " el Emigrado", de origen sirio, era un príncipe de elevada estatura, con cabellos rubios que le caían en hermosos bucles, rostro simpático y enérgico, lleno de atractivo, tan sólo afeado por la pérdida de un ojo. Casi siempre vestía de blanco, el color de su casa real, y era buen poeta y orador, incansable ante las dificultades que tuvo que soportar desde su dura juventud. A su sucesor le dejaba una monarquía muy poco debilitada por las incursiones cristianas y bastante pacifícada, después de haber combatido, sin tregua, a sus enemigos internos.

Abd al-Rahmán I tomó la decisión de elegir el sucesor siguiendo una antigua traición oriental. Escogió a Hisham,su hijo más pequeño, hijo de una esclava visigoda llamada Halul conversa al Islam ., por ser el más parecido a él tanto en carácter como físicamente, dejándole un legado inmenso. Sus otros hijos eran : Suleyman, que había nacido en Oriente y fue traído a Córdoba cuando su padre era ya emir; y Abd Allah, al que se conocerá como " El Valenciano".
El Emir se preocupó de que los dos príncipes ( Suleyman y Hisham ) tuvieran una educación esmerada, pero ambos era muy diferentes. Hisham, muy piadoso, aprendía con rapidez y estaba dotado de un carácter que le hacía encantador. Sulayman, por su parte, era poco aplicado y no estaba interesado en el pasado glorioso de los omeyas. A los dos les había otorgado su padre mando sobre algunos territorios, por eso cuando el emir muere, Sulayman se encuentra en Toledo como valí y Hisham en Mérida. Abd Allah, por encontrarse en la capital, Córdoba, será el que reciba el juramento de fidelidad de los cordobeses, en nombre de Hisham, que se apresura a marchar hacia su destino, tomando posesión del trono el 7 de octubre de 788. Un astrólogo le había pronosticado que su reinado sería corto, y así aconteció, pero el nuevo emir, sin tener muy en cuenta esta predilección, se dedicó a gobernar y a luchar cuando así lo requirieron las circunstancias, desde el primer momento de su reinado.

Era evidente que el nuevo emir no podía tolerar la rebelión de sus dos hermanos, y a pesar de la repugnancia que le producía usar la fuerza, en el año 789, no tuvo más remedio que poner cerco a Toledo por espacio de dos meses. Sulayman escapó del sitio e intentó sublevar a la región deTudmir, sin que, al parecer, tuviera éxito, por lo que pensó en pedir perdón a su hermano y aceptar la sumisión.
Hisham I le perdonó, pero le exigió la expatriación, entregándole a cambio 70.000 dinares que constituían una auténtica fortuna. Sulayman marchó hacie el Magreb y se instaló en tierras bereberes. Abd Allah, también solicitó el perdón a su hermano y emigró al norte de África, permaneciendo allí hasta la muerte de Hisham.
Su reinado sólo duró 7 años, que se caracterizaron por una calma poco usual. Tres sediciones, una en Tortosa, otra en Zaragoza y otra de los beréberes de la serranía de Ronda, fueron sofocadas con rapidez.
Información:
al-Andalus de Concha Masiá.