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domingo, 30 de noviembre de 2014

Muhammad II y Muhammad III

Abû `Abd Allâh Mohammed ben Mohammed (Granada, 1235 – Granada, 7 de abril de 1302), fue el segundo rey nazarí de Granada, como Muhammad II reinó entre 1273 y 1302 con el sobrenombre de al-Faqih ('el jurisconsulto') debido a sus conocimientos jurídicos y religiosos.
Biografía[editar]
Al acceder al trono contaba con una gran experiencia política y militar gracias a las tareas de gobierno que había venido desempeñando como visir de su padre, Muhammad I, cuya política de alianzas y pactos cambiantes habría de continuar.
El primer objetivo que se fijó como monarca fue acabar con la sublevación que los Banu Asqilula, gobernadores de Málaga y Guadix, mantenían viva desde el reinado de su padre gracias al apoyo que les prestaba Alfonso X de Castilla. Para ello, en 1274, firma una acuerdo con el rey castellano por el que, a cambio de 300.000 maravedíes y de la ruptura con los nobles castellanos que se habían rebelado contra su rey, este se comprometía a dejar de apoyar a los Banu Asqilula.
El incumplimiento de lo pactado por parte de Alfonso X lleva a Muhammad II en 1275 a buscar el apoyo de la dinastía de los benimerines, asentada en el Magreb. Su emir, Abu Yusuf Yacub, desembarca al frente de su ejército y se asienta en las plazas de Algeciras y Tarifa que les cede el rey nazarí.
Los benimeries, con el apoyo de Muhammad II y de sus rivales los Banu Asqilula, se enfrentan a las tropas castellanas entre agosto de 1275 y enero de 1276, logrando una importante victoria en Écija. Sin embargo, Abu Yusuf Yacub se vio obligado a volver a África para hacer frente a la rebelión interna que estaba sufriendo su propio reino. Durante esta primera campaña militar Muhammad II logró hacerse con Martos, tras lo cual firmó una tregua contra sus enemigos los Banu Asqilula.
En 1277 retorna a la Península Abu Yusuf Yacub y reanuda las campañas militares contra los castellanos, aunque en esta ocasión no contará con el apoyo militar de Muhammad II.
En 1278 se produce un cambio de alianzas cuando los Banu Asqilula ceden Málaga a los benimeríes, lo que lleva a Muhammad II a aliarse nuevamente con Alfonso X, quien envía una flota que logra bloquear Algeciras, aislando con ello a los benimerines de sus bases en el Magreb. Esta circunstancia permite a Muhammad II la toma de Málaga en 1279 sin lucha, ya que su gobernador cedió la ciudad a cambio de 50.000 dinares y de las plazas de Almuñecar y Salobreña.
Tras nombrar gobernador de Málaga a su primo y yerno, Abu Said Faraj, Muhammad II da un nuevo giro en su política de alianzas y pacta de nuevo con los benimerines con la intención de evitar la caída de Algeciras en manos castellanas. Tras derrotar a Alfonso X se produce una nueva ruptura entre los benimerines y los nazaríes, al incumplirse los acuerdos sobre la soberanía bajo la que deberían quedar tanto Málaga como Algeciras.
Esta ruptura desembocó en una nueva alianza de los benimerines y de los castellanos contra los nazaríes, que sufrieron el ataque de la coalición sobre su capital, Granada, en 1280 y 1281. Tras rechazar ambos intentos de tomar la ciudad, Muhammad II aprovechará los conflictos dinásticos que desde 1282 enfrentaban a Alfonso X con su hijo Sancho para aliarse con este y con el rey aragonés Pedro III.
En 1284 fallece Alfonso X y Muhammad II decide acabar definitivamente con los Banu Asqilula que aún conservaban las plazas de Guadix y de Comares. Aunque Comares se entregó sin lucha, Guadix se negó a entregarse y, tras pedir infructuosamente ayuda al nuevo rey castellano, solicitó apoyo militar a los benimerines, que nuevamente desembarcaran en la Península en 1285. Sin embargo, la muerte de Abu Yusuf Yacub en 1286 provocará un cambio de las prioridades benimerines, que a partir de entonces se van a centrar en el Magreb, por lo que el nuevo sultán Abu Yaqub acordará con Muhammad II la cesión de todas las plazas benimerines de al-Andalus con la excepción de Algeciras, Tarifa, Ronda y Guadix. Finalmente Guadix pasaría a manos nazaríes en 1288.
En 1291, Muhammad II firma una alianza con Sancho IV con el objetivo de expulsar a los benimerines de las tres plazas que aún conservan en la Península: Algeciras, que quedaría en manos castellanas, Tarifa, que pasaría a manos nazaríes y Ronda.
Tras colaborar en el asedió de Tarifa, que será tomada el 13 de octubre de 1292, Muhammad II basculará nuevamente hacia los benimerines al no obtener la prometida soberanía sobre la plaza conquistada. Para ello se desplazará a Tánger, donde en 1293 se entrevistara personalmente con el sultán, acordando que, tras la conquista de Tarifa, esta quedará en poder benimerín a cambio de Algeciras y Ronda. Se inicia entonces el asedio de Tarifa, plaza que resistirá al mando de Alonso Pérez de Guzmán que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Guzmán el Bueno.
La fracasada toma de Tarifa llevará a Abu Yaqub a abandonar definitivamente sus pretensiones territoriales en la Península, por lo que, en 1295, cederá a Muhammad II las plazas de Algeciras y Ronda que aún mantenía en su poder. Sin embargo, Ronda se rebeló y su gobernador, perteneciente a la familia de los Banu Hakim, se declaró independiente. La crisis se solucionará en 1296 cuando, tras llegar a un acuerdo, Muhammad II entró en Ronda.
Con esta última conquista, la integridad territorial del Reino de Granada se restituyó en su totalidad y Muhammad II se centró a partir de entonces en lograr su consolidación, para lo cual contó con los problemas dinásticos que habría de sufrir Castilla a raíz de la muerte de Sancho IV en 1295 que sería sucedido por Fernando IV de Castilla, de tan sólo 9 años de edad, y que deberá hacer frente a las pretensiones dinásticas de los Infantes de La Cerda. Este conflicto sucesorio permitirá la toma de las plazas fuertes de Quesada (1295) y la ciudad de Alcaudete (1300).
Muhammad II falleció en 1302, siendo sucedido en el trono por su hijo Muhammad al-Makhlû.

Muhammad III de Granada
Abu Abd Allah Muhammad Ibn Muhammad (Granada, 15 de agosto de 1257 – Almuñecar, 21 de enero de 1314). Tercer rey nazarí de Granada, reinó entre 1302 y 1309 como Muhammad III , y fue conocido con el sobrenombre de al-Makhlu (el depuesto) debido a que en 1309, fue obligado a abdicar a favor de su hermano Nasr.
Sucedió en el trono granadino a su padre Muhammad II continuando su misma política exterior al mantener las campañas militares contra el Reino de Castilla lo que le permitió en 1303 tomar la ciudad de Bedmar tras lo cual firmó un acuerdo con la otra gran potencia peninsular, el Reino de Aragón. Igualmente intentó consolidar sus relaciones amistosas con los benimerines apoyando a su sultán Abu Yaqub mediante el envió de tropas que colaboraron en el asedio que este mantenía sobre Tremecén.
Estas relaciones amistosas con aragoneses y benimerines se vieron pronto enfriadas cuando Muhammad III decide, en 1303, pactar una paz de tres años con el rey castellano Fernando IV al que le rindió vasallaje comprometiéndose al pago de un importante tributo anual. Este movimiento político provocó la firma de la Paz de Ágreda entre el rey aragonés Jaime II y el rey castellano Fernando IV.
Tras sofocar la rebelión que encabezó el valí de Guadix, su pariente Abu al-Hachach ben Nasr, Muhammad III vio asegurada su posición en la Península y pasó a centrar su atención en el norte de África. En 1306 armó una potente flota que tomó Ceuta y, tras expulsar a los hasta entonces aliados benimerines, se proclamó “Señor de Ceuta”.
La importancia estratégica de Ceuta llevó a castellanos, aragoneses y benimerines a firmar una triple alianza contra Granada en la que las tres potencias pactaron que tras la derrota de los nazaríes Aragón se anexionaría Almería, Castilla tomaría posesión de Algeciras y Gibraltar, y los benimerines recuperarían Ceuta.[Citation needed]
Esta alianza desencadenó una conspiración que, encabezada por Nasr, el hermano de Muhammad III, provocaría la abdicación de este y su destierro en Almuñecar donde fallecería en 1314.

Muhammad ibn Yusuf ibn Nas. Primer sultán del reino nazarí de Granada.

Muhammad ibn Yusuf ibn Nasr (en árabe, محمد بن نصر), (Arjona, 1194 - Granada, 1273). Primer rey del Reino de Granada y como tal fundador de la dinastía epónima de los nazaríes.
Gobernaría entre 1238 y 1273 como Muhammad I con el sobrenombre de al-Galib bi-llah (لغالب بالله, 'el victorioso por Dios'), aunque sería más conocido como Ibn Al-Ahmar (لأحمر, 'El Hijo del Rojo'), o Alhamar (castellanizado), por la coloración roja de su barba.

Orígenes

Miembro de los Banu Nasr, familia que afirmaba proceder de uno de los compañeros que siguieron al profeta Mahoma durante la hégira, se asentaron en la Taifa de Zaragoza donde permanecieron hasta 1118 cuando fue conquistada por el rey aragonés Alfonso I, obligando a los Banu Nasr a trasladarse a Arjona donde, en 1194, nacería el futuro Muhammad I.

Sultán de Arjona
En 1212, a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa el poder de los almohades empieza a declinar, dando origen a los llamados Terceros reinos de Taifas, entre los que destacará la Taifa de Murcia creada en 1228 y que, bajo el mandato de Ibn Hud, extenderá su dominio sobre todo Al-Ándalus, con excepción de las taifas de Valencia y Niebla.
Muhammad ibn Nasr, aunque dedicado a la agricultura (la 'General Estoria' de Ibn al-Jatib recoge que heredó de sus padres extensos dominios «que cultivaba con sus propias manos»), alcanzó reconocimiento y prestigio en su ciudad natal al encabezar operaciones militares de defensa de la frontera ante las incursiones cristianas.
Estas incursiones cristianas y las continuas derrotas que sufren las tropas de Ibn Hud provocan el malestar de la población contra este y son aprovechadas por Muhammad ibn Nasr para, con el apoyo de su familia encabezada por su tío Yahya ibn Nasr y de los Banu Asquilula con los que se halla emparentado por matrimonio, alzarse el 16 de julio de 1232 contra el rey de la taifa de Murcia y proclamarse sultán de la Taifa de Arjona que habrá de ser el germen del futuro reino nazarí de Granada.
Inmediatamente inicia la expansión territorial tomando Guadix, Baza y Jerez de la Frontera. Las conquistas continúan en 1233 con la toma de Úbeda, Porcuna, Córdoba y Jaén, ciudad esta adonde trasladará su capital.
Su siguiente objetivo es hacerse con la taifa de Sevilla, para lo cual firma una alianza con su rey Muhammad al-Bayi, quien se ha hecho con el poder tras destronar al hermano de Ibn Hud, y a quien logran derrotar en su intento por reconquistar la ciudad. Tras hacer asesinar al monarca sevillano, Muhammad ibn Nasr sitúa como gobernante de Sevilla a su pariente Alí ben Asquilula quien tras sólo un mes en el poder se verá obligado a huir cuando los sevillanos optan por reconocer como rey a Ibn Hud quien además, en 1235, había reconquistado Córdoba y, en 1234, había conseguido que el califa de Bagdad le reconociera oficialmente como gobernante de todo Al-Ándalus.
Las pérdidas territoriales y el respaldo político conseguido por su rival al ser reconocido como el gobernador de Al-Andalus obligan a Muhammad ibn Nasr a rendir homenaje a Ibn Hud reconociéndole como emir y prestándole vasallaje a cambio de ser reconocido como señor de Arjona, Jaén y Porcuna.
Rey de Granada
Esta situación cambiará cuando, en 1236, Ibn Hud rinde la ciudad de Córdoba al rey castellano Fernando III declarándole vasallaje. Los altos impuestos que se compromete a pagar al rey castellano provocan el descontento de la población y su asesinato en 1237. Muhammad ibn Nasr aprovecha la coyuntura para tomar sucesivamente, y a lo largo de 1238, Almería, Málaga y Granada donde fijará su nueva capital proclamándose rey con el nombre de Muhammad I.
Su entrada en Granada la realizará por la Puerta de Elvira proclamando Wa lā gāliba illā-llāh|Wa lâ Ghâlib illâ Allâh ('No hay otro vencedor que Alá'), frase que, además de dar origen a su sobrenombre: al-Galib bi-llah ('el victorioso por Dios'), se va a convertir en la divisa de la dinastía nazarí que aparecerá repetida en todos lo palacios nazaríes construidos en los dos siglos siguientes comenzando por la propia Alhambra cuya construcción iniciará Muhammad I sobre la fortaleza que ya dominaba la ciudad.
Con las conquistas de Granada, Almería y Málaga Muhammad I consigue el máximo dominio territorial que alcanzará la dinastía nazarí aunque sólo lo mantendrá durante 8 años ya que esta gran expansión territorial va a despertar el recelo de los reinos cristianos, especialmente del rey castellano Fernando III quien, en la primavera de 1244, conquista Arjona y, tras sitiar infructuosamente Granada durante 20 días, cerca la ciudad de Jaén hasta obligar a Muhammad I a pactar, en 1246, la entrega de la ciudad, a declararse vasallo del rey cristiano con un pago de 150 000 maravedíes anuales y a prestarle ayuda militar a cambio de una tregua de 20 años.
La pérdida territorial supuso a la larga una ventaja para Muhammad I ya que le permitió dedicarse a fortalecer su reino sin la preocupación de posibles amenazas exteriores ya que su vasallaje con Fernando III le protegía no sólo de los castellanos sino también de los aragoneses cuyo rey, Jaime I, fijó sus objetivos expansionistas en Valencia y las Islas Baleares. El apoyo militar a que obliga el acuerdo se hará efectivo en 1248 cuando el rey granadino puso a disposición de Fernando III un contingente de 500 jinetes que intervinieron de forma decisiva en la reconquista cristiana de Sevilla. El acuerdo de paz fue renovado a la muerte de Fernando III por su hijo, el rey Alfonso X el Sabio quien nuevamente recibirá el apoyo militar de Granada en la conquista, en 1262 de la taifa de Niebla. En ese mismo año Muhammad I intenta la conquista de Ceuta aunque fracasará estrepitosamente al sufrir una severa derrota.
El pacto con los castellanos va a romperse en 1264 cuando el Reino de Granada, tras la caída de la taifa de Niebla, pasa a ser el único objetivo de reconquista que le queda a Alfonso X y Muhammad I busca nuevos aliados en los reyes benimerines que desde 1258 gobernaban parte del territorio del actual Marruecos. El envío de tropas y el apoyo del nazarí a los levantamiento mudéjares de Jerez y Murcia provocan que Alfonso X y Jaime I reaccionen enviando tropas que tras sofocar a los rebeldes pongan sitio a Granada aunque sufrirán una severa derrota.
La situación fue aprovechada por los gobernadores de Málaga y Guadix que, aunque parientes políticos de Muhammad I quien los había puesto al frente del ejército, se sienten desplazados por la llegada de los benimerines y en 1266 se sublevan y se declaran vasallos de Alfonso X. En respuesta Muhammad I sitió Málaga durante tres meses y al no lograr su conquista llega a un acuerdo con el rey castellano-leonés por el cual, a cambio de un tributo de 250 000 maravedíes anuales y a la renuncia a Jerez y Murcia, lograba que Alfonso X no prestara apoyo alguno a los sublevados. El incumplimiento de lo pactado por parte de Alfonso X provoca que Muhammad I apoye a los nobles castellanos que, encabezados por Nuño González de Lara, se rebelan en 1272 logrando a cambio el apoyo de estos en la toma de Antequera en ese mismo año.
En su aspecto religioso, y una vez que se adueñó de Granada, abandonó sus tendencias sufíes y ascéticas para apoyar la doctrina religiosa de rito malikí, la mayoritaria en todo el mundo musulmán magrebí.
Antes de morir, el 20 de enero de 1273 al caer de un caballo, dejó como heredero a su hijo primogénito Abu Abd Allah Muhammad, conocido con el sobrenombre de al-Faqih ('el jurisconsulto'), que subió al trono con el nombre de Muhammad II.
Bajo su reinado se inició la construcción de la zona palaciega de la La Alhambra, que hasta entonces era estrictamente una estructura militar que defendía la ciudad de Granada, ampliando para ello el sistema de conducción de aguas.

SULTANES NAZARIES.

Sultanes de la dinastía Nazarí
Muhammed I ibn Nasr (conocido como Al-Hamar el Rojo) 1238-1273

Muhammed II al-Faqih 1273-1302

Muhammed III 1302-1309

Nasr 1309-1314

Ismail I 1314-1325

Muhammed IV 1325-1333

Yusuf I 1333-1354

Muhammed V 1ª vez 1354-1359

Ismail II 1359-1360

Muhammed VI 1360-1362

Muhammed V 2ª vez 1362-1391

Yusuf II 1391-1392

Muhammed VII 1392-1408

Yusuf III 1408-1417

Muhammed VIII 1ª vez 1417-1419

Muhammed IX 1ª vez  1419-1427

Muhammed VIII 2ª y última vez 1427-1429

Muhammed IX 2ª vez 1430-1431

Yusuf IV 1431-1432

Muhammed IX 3ª vez 1432-1445

Muhammed X 1ª vez 1445

Yusuf V 1ª vez 1445-1446

Muhammed X 2ª y última vez 1446-1448

Muhammed IX 4ª y última vez 1448-1453

Muhammed XI 1453-1454

Sad (Ciriza) 1ª vez 1454-1462

Yusuf V 2ª y última vez 1462

Sad (Ciriza) 2ª y última vez 1462-1464

Muley Hacén 1ª vez 1464-1482

Muhammed XII, conocido como Boabdil 1ª vez 1482-1483

Muley Hacén 2ª y última vez 1483-1485

Abū `Abd Allāh, Muhammed XIII (el Zagal) 1485-1486

Muhammed XII, conocido como Boabdil 2ª y última vez 1486-1492

viernes, 21 de noviembre de 2014

Economía nazarí

Para posibilitar su supervivencia, el Emirato hubo de hacer un importante esfuerzo para aumentar las fuentes de riqueza agraria y mercantil a través de aprovechamiento máximo de las técnicas de regadío mediante una minuciosa regulación del uso y reparto del agua en las vegas y hoyas granadinas. Así, estas proporcionaban una gran abundancia de productos hortícolas y frutícolas destinados tanto para el mercado interior como el exterior, compensando el déficit en cereales del emirato que, en ocasiones, tenían que importar. La economía se complementaba con la ganadería en las zonas montañosas, la pesca en las costeras, los recursos mineros de sureste, así como la cerámica y sobre todo la artesanía textil de la seda, base de la vida económica urbana y del comercio exterior.
Comercio
Uno de los elementos básicos de la economía granadina era el comercio. El control cristiano del Estrecho de Gibraltar desde la Batalla del Salado (1340) y la conquista de Algeciras (1344), cortó al Reino de Granada el auxilio militar desde el Norte de África, pero también estimuló un comercio entre la Europa atlántica y el Mediterráneo del que los Nazaríes se beneficiaron enormemente. Sus puertos se convirtieron en escalas básicas para los comerciantes, al tiempo que sus productos se abrieron a otros mercados: Catalanes y, especialmente Genoveses, establecieron consulados en Málaga, Almería, Adra o Almuñécar, los principales puertos del Reino. El comercio con el Magreb y el Norte de África alcanzó una gran importancia, a la que luego seguirían las redes comerciales con la Corona de Aragón: Cataluña, Valencia y Mallorca. El control castellano del Estrecho de Gibraltar revalorizó el valor de los productos granadinos, sobre todo la seda, azúcar, frutos secos y las anchovetas. A partir de entonces el comercio con la Corona de Castilla, especialmente con Sevilla, adquirió una gran importancia. La exportación de la seda, que tuvo sus principales centros en Granada, Málaga, Vélez-Málaga o Ronda, se convirtió en uno de los principales productos de manufactura, y su importancia fue tal que los Reyes Católicos establecerían después de 1492 la llamada "Renta de la seda de Granada". También se producían intercambios comerciales a lo largo de la frontera terrestre granadina, a menudo realizados de forma ilegal.
Sociedad

Columnas nazaríes del Patio de los Leones, en el Palacio de la Alhambra de Granada.
Conforme avanzaba la Reconquista cristiana, muchos musulmanes decidían huir hacia el sur de la península. Así, cuando cayeron en manos cristianas los reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y Murcia, algunos habitantes decidieron marcharse al Reino Nazarí de Granada. Las minorías judía y mozárabe, que habían sido abundantes en periodos anteriores en la zona del Reino Nazarí, casi habían desaparecido durante la dominación almohade. Sin embargo, tan pronto como se consolidó el Reino de Granada, volvieron los judíos, traídos por los mercaderes cristianos que establecieron sus consulados en las principales poblaciones granadinas. La presencia de mozárabes se redujo a grupos sueltos, refugiados políticos y mercaderes, que fueron autorizados a practicar su religión en privado. Se calcula en 500.000 los musulmanes que abandonaron el valle del Guadalquivir camino de Granada o hacia el Norte de África.
Se podían distinguir dos grupos principales: la vieja población autóctona y la nueva población venida de las tierras reconquistadas; y dos reducidos: los voluntarios africanos y los elches y cautivos. Las circunstancias en las que vivieron los habitantes nazaríes, hace que castellanos y aragoneses influyan sobre todo en la indumentaria, la comida y la bebida.

martes, 18 de noviembre de 2014

Gobierno en la Granada Nazarí.


Organización territorial

Vista de la Alhambra de Granada, el lugar donde residía el rey del Reino Nazarí de Granada.
El Reino de Granada comprendía parte de las provincias actuales de Jaén, Murcia y Cádiz, y la totalidad de Almería, Málaga y Granada, pero fue reduciéndose hasta que en el siglo XV abarcaba aproximadamente las provincias actuales de Granada, Almería y Málaga. El reino estaba dividido en circunscripciones territoriales y administrativas, denominadas tahas. A la frontera entre el reino de Granada y los territorios de la Corona de Castilla se le denominaba la Banda Morisca, de ahí que muchos pueblos de Andalucía Occidental se llamen "de la Frontera [con Granada]". Así mismo, el Reino nazarí sufrió de un importante problema de superpoblación.
La capital nazarí, Granada, se convirtió en los siglos XIV y XV en una de las ciudades más prósperas de una Europa devastada por la crisis del siglo XIV. Era un centro comercial y cultural de primer orden que llegó a contar con unos 165.000 habitantes y del que se conservan importantísimos conjuntos urbanísticos como la Alhambra y el Generalife.15 En el Albaicín vivían los artesanos y el resto de la población ocupó la parte llana hacia el sur, con grandes industrias, aduanas y la madrasa (المدرسة). Hoy en día quedan numerosos vestigios como la Alcaicería, el Corral del Carbón o el trazado de las calles hasta la antigua puerta de Bibarrambla.
Otras ciudades de importancia eran Almería –aunque su periodo de esplendor había sido en los siglos XI y XII con los reinos de Taifas–, Málaga, Guadix y Baza. La comarca de las Alpujarras, si bien no contaba con ninguna ciudad de importancia, era una zona muy poblada y de gran importancia económica para el Reino, situación que perduraría hasta la sublevación de 1568, tras la cual la mayor parte de la población islámica abandonaría la comarca.
Política exterior

Posición del Reino Nazarí en el Mediterráneo Occidental, hacia 1360.
En sus inicios el reino de Granada fue un reino aliado de la Corona de Castilla, aunque posteriormente tuviera que hacerse tributario de ella para mantener su independencia. La monarquía se mantuvo gracias a las concesiones a los castellanos, a la necesidad de éstos de consolidar sus conquistas y a los pactos con los benimerines del Magreb. Esta difícil situación se mantuvo gracias a la diplomacia y la habilidad política de ciertos reyes nazaríes. Durante buena parte del siglo XIV las luchas entre cristianos y benimerines, con el apoyo nazarí, por el control del Estrecho de Gibraltar iban a ser una constante, con una larga historia de alianzas y traiciones, de pérdidas y conquistas.16 En 1305 los nazaríes conquistaron Ceuta, aunque en 1309 los Benimerines la reconquistan gracias a la ayuda aragonesa. En 1325, tras el asesinato de su padre Ismaíl I, Mohámed IV accedió al trono de Granada, quien en 1333 arrebató Algeciras y Gibraltar a los castellanos, aunque no pudo disfrutar de sus éxitos militares porque fue asesinado ese mismo año, a los 18 años de edad, sucediéndole su hermano menor Yúsuf I. En 1384 los nazaríes volvieron a conquistar Ceuta otra vez, pero tres años después la volvieron a perder a manos del Reino de Fez.
La Batalla del Salado en 1340 supuso un serio varapalo tanto para Nazaríes como Benimerines, pues éstos nunca más volverían a intervenir en la Península Ibérica y, por tanto, los reyes nazaríes perdían así la ayuda militar del Norte de África. No obstante, la derrota en el Salado no supuso ningún descalabro para Granada, que pronto volvería a la política de pagos y vasallaje con Castilla. Tras el esplendor de estos reyes, especialmente Muhámmed V, las luchas dinásticas marcaron la vida del reino, lo que hizo que la existencia del reino dependiera en gran medida de la voluntad de los reyes de Castilla y de las relaciones de equilibrio con los reyes de Aragón.
Ejército
Cuando Muhammad ibn Nasr, el primer rey nazarí, consolidó los dominios del Reino de Granada, estableció el esquema básico del que sería el ejército del reino. En el Reino Nazarí de Granada el estamento noble estaba formado por dos grupos: el autóctono y el foráneo. El autóctono estaba formado los antiguos terratenientes, que tenían grandes posesiones y extensos señoríos; vivían holgadamente, a veces hasta con lujo. El foráneo lo integraban las familias nobles que se habían visto obligadas a emigrar de los territorios ocupados por los cristianos; sus miembros se veían obligados a buscar empleo en la corte y malvivían cuando no lo alcanzaban. Ibn al-Ahmar enroló a los foráneos en el Ejército granadino; por eso éste estaba formado inicialmente por dos cuerpos de milicias: uno permanente y asalariado, formado por los nobles y capitaneado por el rey, y otro, la Muttavia, de mercenarios temporales reclutados para una determinada empresa y en el que se alistaban los guerreros de toda condición social.
A partir de 1264, llegan desde Tremecén al reino nazarita los primeros voluntarios capitaneados por los hermanos Abu Tabit Amir ibn Idris y Abu al-Muarrif Muhammad, por lo que se organiza otra milicia regular formada por voluntarios bereberes y exiliados marroquíes. Además de estos cuerpos, los reyes nazaritas, recordando la costumbre de los omeyas cordobeses y de los reyes taifas del siglo XI, encomiendan su guardia personal a un cuerpo especial formado sólo por cristianos, castellanos mayoritariamente, desterrados o huidos de su tierra, a veces cautivos, islamizados o elches.
Marina
La flota de guerra nazarita tenía su base principal en el puerto de Almería. Sin embargo, la flota era débil, poco imponente y se empleaba más en la piratería por la costa de la Corona de Aragón que en guerra abierta. Los habitantes del reino nazarí eran poco aficionados a la marina, como según cuenta Ibn Jaldún, de los que dice que eran «extranjeros en la mar».18 La armada nazarita se veía obligada a enrolar mercenarios, almogávares audaces y aventureros de la mar, cuyo ideal era la piratería. En el periodo más brillante de la marina de guerra granadina, el siglo XIV, destacaron dos almerienses: el qaid Abu-l-Hasan y su sobrino, Abu Abd Allah Ibn Salvator.