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jueves, 28 de junio de 2012

La penitencia de don Rodrigo. Romances.



De viva tradición española y judeo-española hasta nuestros días, este romance relata el legendario final de don Rodrigo.
Si la historia no aclara con precisión las circunstancias que rodearon su muerte, los relatos de los siglos XIV y XV narran la penitencia que el monarca acepta y acata, arrepentido y con entereza, y que consiste en introducirse en un sepulcro, en donde una culebra o serpiente simbólica, que aparece también en otros romances, va a devorarle sigilosamente, comenzando por la parte más pecadora y que arruinó a España y siguiendo por el resto del cuerpo, hasta que le llega la muerte.



Después que el rey Don Rodrigo  a España perdido había
íbase desesperado por donde más le placía;
métese por las montañas las más espessas que vía
porque no le hallen los moros que en su seguimiento ivan.
Topado ha con un pastor que su ganado traía;
Díxole:-Dime, buen hombre, lo que preguntar quería
si ay por aquí poblado o alguna casería
donde pueda descansar que gran fatiga traía.
El pastor respondió luego que en balde la buscaría
porque en todo aquel desierto sólo una ermita avía.
Donde estava un ermitaño Que hazía muy sancta vida.
El rey fue alegre desto por allí acabar su vida;
pidió al hombre que le diesse de comer, si algo tenía.
El pastor sacó un çurrón que siempre en él pan traía;
dióle dél y de un tassajo que acaso allí echado avía;
el pan era muy moreno, al rey muy mal le sabía.
Las lágrimas se le salen, detener no las podía,
acordándose en su tiempo los manjares que comía.
Después que ovo descansado por la ermita le pedía;
el pastor le enseñó luego por donde no erraría;
el rey le dio una cadena y un anillo que traía:
joyas son de gran valor que el rey en mucho tenía.
Comenzando a caminar ya cerca el sol se ponía;
llegado es a la ermita que el pastor dicho le avia;
él dando gracias a Dios luego a rezar se metía;
después que ovo rezado para el ermitaño se iva:
hombre es de autoridad que bien se le parescía.
Preguntóle el ermitaño cómo allí fue su venida;
el rey, los ojos llorosos aquesto le respondía:
-El desdichado Rodrigo yo soy, que rey ser solía,
véngome hazer penitencia contigo en tu compañía;
no rescibas pesadumbre por Dios y Sancta Maria.
El ermitaño se espanta; por consolallo dezía:
-Vos cierto avéis elegido camino cual convenía
para vuestra salvación que Dios os perdonaría.
El ermitaño ruega a Dios por si le revelaría
la penitencia que diesse al rey, que le convenía.
Fuéle luego revelado de parte de Dios un día
que le meta en una tumba con una culebra biva
y esto tome en penitencia por el mal que hecho avía.
El ermitaño al rey muy contento se volvía,
contóselo todo al rey como passado le avía.
El rey desto muy gozoso luego en obra lo ponía:
métese como Dios manda para allí acabar su vida.
El ermitaño, muy sancto, mírale al tercer día,
dize:-¿Cómo os va, buen rey? ¿Vaos bien con la compañía?.
-Hasta ahora no me ha tocado, porque Dios no lo quería.
Ruega por mí, el ermitaño, porque acabe bien mi vida.
El ermitaño lloraba; gran compasión le tenía,
començóle a consolar y esforçar cuanto podía.
Después buelve el ermitaño a ver ya si muerto avía:
halló que estaba rezando y que gemía y plañía:
preguntóle cómo estaba: -Dios es en la ayuda mía,
respondió el buen rey Rodrigo, la culebra me comía;
cómeme ya por la parte que todo lo merescía,
por donde fue el principio de la mi muy gran desdicha.
El ermitaño lo esfuerça: el buen rey allí moría.
Aquí acabó el rey Rodrigo,  Al cielo derecho se iva.




un cuarto romance, versión facticia de La
penitencia... que nos aportará nuevos datos al tema elegido.


Allá arriba en alta sierra alta sierra montesía,
donde cae la nieve a copos y el agua menuda y fría,
donde no hay moro ni mora ni gente de cristianía,
si no era un ermitaño, que hacía muy santa vida.
-Por Dios te pido, ermitaño, por Dios y Santa María,
hombre que forzó mujeres si el alma tiene perdida.
-Perdida no, el caballero, no siendo hermana ni prima.
-Ay de mí, triste cuitado, esa fue la mi desdicha,
que dormí con una hermana y también con una prima.
Confiésame, el ermitaño, confiésame, por tu vida.
-Confesar, confesaréte; absolverte no podía.
Estando en estas razones del cielo una voz se oía:
-Absuélvelo, confesor, absuélvelo, por tu vida,
y dale de penitencia conforme la merecía.
Metiéralo en una tumba con una culebra viva;
siete varas tien de largo, siete cabezas tenía.
El bueno del ermitaño iba a verlo cada día:
-¿Cómo te va, don Rodrigo, con tu mala compañía?
-Bien me va, gracias a Dios, mejor que yo merecía;
de la rodilla para abajo tengo la carne barrida,
de la rodilla para arriba pronto me comenzaría.
-Ten paciencia, penitente, con tu mala compañía;
le pediré a Dios del cielo que te saque de esta vida.
El bueno del ermitaño a visitarle volvía:
-¿Cómo te va, don Rodrigo, con tu mala compañía?
-Bien me va, gracias a Dios, mejor que yo merecía;
de cintura para abajo tengo la carne barrida,
ya me llega al corazón que era lo que más sentía.
Adiós, adiós, confesor que se me acaba la vida.
-Adiós, adiós, penitente, Dios vaya en tu compañía.
Las campanas de aquel pueblo ellas de sí se tañían
por el alma de Rodrigo que para los cielos iba;
dos mil ángeles del cielo llevaba en su compañía.




Es obvio el interés histórico que estos relatos o narraciones tradicionales encierran, pues se ocupan de un hecho cuyos orígenes se
remontan a la época visigótica.


Por el valle las Estacas/va Rodrigo al mediodía;
van relumbrando sus armas/como el sol del mediodía.
Ha encontrado un ermitaño,/el más cristiano que había:
-Por Dios te ruego, ermitaño,/por Dios te rogar quería
que me cuentes la verdad/y me niegues la mentira,
hombre que esfuerza mujeres,/¿el alma tendrá perdida?.
-El alma perdida no,/no siendo una hermana o prima.
-Ay triste de mí, ay triste,/esa fue desgracia mía;
me acosté con una hermana,/esforcé a una prima mía,
he matado a mi mujer,/ tres hijos que yo tenía,
maté a mi padre y mi madre,/todos les maté en un día.
Hombre que hizo tantas muertes/¿qué penitencia tendría?.
Tratan de hacerle una cueva/y enterrarle en ella viva;
allí había una serpiente/que siete bocas tenía
De la cinta por abajo/ya comido le tenía;
de la cinta por arriba/empezado le tenía.
-Y trae una luz de pronto/si me quieres ver la vida.
Por pronto que se la traen/Rodrigo ya se moría.
Cómo tocan las campanas,/cómo tocan doloridas
por el alma de Rodrigo/que para el cielo camina.

miércoles, 27 de junio de 2012

Yusuf al-Fihri... Ultimo vali de al-Andalus.

Yusuf al-Fihri, Valí de al-Andalus (747-756).

Último de los valíes de al-Andalus nacido en fecha desconocida y muerto aproximadamente el 759 o en el 760. Yusuf al-Fihri llegó al poder en el año 747 tras suceder en el cargo a Abd al-Rahman ibn Kabir al-Lahmi finalizando su gobierno a la llegada al poder del primer emir independiente de Al-andalus, Abd al-Rahman I en el año 756.
Tras la muerte de Tuwaba ibn Salama al-Yudami en el año 746, se inició un periodo de luchas intestinas por el poder dentro de al-Andalus, la llegada al gobierno por Abd al-Rahman ibn Kabir al-Lahmi ese mismo año, parece que calmó los ánimos pero la estabilidad no duró mucho ya que en el 747 este finalizó su gobierno. El control de la situación lo tomó entonces un oficial qaysí llamado al-Sumayl, éste con demasiada vista política para proclamarse gobernador, decidió buscar a un hombre al que poder manejar y ejercer así el poder desde la sombra, tras descartar a varios candidatos, al-Sumayl eligió a Yusuf al-Fhiri, este era perfecto para sus propósitos, ya que pertenecía a una familia noble, descendiente directo de Uqba ibn al-Hayyay; que además tenía una avanzada edad. Por tanto la llegada al poder de Yusuf al-Fhiri nada tuvo que ver el califa de Damasco, el cual se encontraba en una situación muy delicada, puesto que su poder era amenazado por la familia de los abasíes.

Durante los primeros años de Yusuf al-Fhiri en el poder, al-Sumayl practicó una política claramente beneficiosa para los qaysíes a costa de los kalbíes y yemeníes, por lo que se suceden los altercados entre estos tres grupos árabes; hay que recordar que los enfrentamientos entre las distintas familias árabes se remontan a las épocas de Mahoma, ya que sus disputas por el control del poder provocaron multitud de enfrentamientos y roces entre ellos. Durante los años que duró la conquista parece que las diferencias se mitigaron un poco, pero al iniciarse los repartos de las nuevas posesiones volvieron a aparecer.

Pronto aparecieron los problemas para Yusuf al-Fhiri en el gobierno, el mismo año de su llegada al poder tuvo que hacer frente a la sublevación de Yahya ibn Hurayth, éste que había sido candidato a ocupar el puesto de gobernador en compensación por no haber conseguido el gobierno de al-Andalus obtuvo el gobierno de Reyyo, pero meses después, fue depuesto de forma arbitraria por al-Sumayl sin recibir ningún tipo de compensación, por este motivo se alzo contra el nuevo gobernador y su consejero. En todo momento Yusuf tomó el control de la situación, logró parar la sublevación en la batalla de Secunda y mandó ejecutar a Yahya ibn Hurayth. Fue precisamente esta victoria la que impulsó al gobernador a sacudirse del control de al-Sumayl, de este modo le ofreció el gobierno de Zaragoza para que este se alejara de su corte, en contra de lo que se pudiera esperar al-Sumayl aceptó y llegó a su nueva residencia en el año 750. Una vez en Zaragoza al-Sumayl tuvo que hacer frente a una gran hambruna, provocada por una sequía de varios años, que intentó mitigar por todos los medios, llegando incluso a poner dinero de su tesoro particular para socorrer a sus súbditos que se encontraban en unas condiciones miserables, sin hacer ningún tipo de distinción ayudó a bereberes y a árabes de familias rivales.


Durante tres años la situación permaneció en calma, pero una vez más los conflictos entre árabes volvieron a aparecer ya que los yemeníes, la mayoría de los árabes de la península, se mostraron descontentos por su poca participación en el poder; por tanto acudieron a desalojar a al-Sumayl de Zaragoza. Por su parte los qaysíes, a los que pertenecían Yusuf y al-Sumayl, empezaban a estar cansados de la manera de gobernar de estos y de cómo llevaban la administración del país. De este modo dos jefes qaysíes, Amir ibn Asur y al-Hubab ibn Rawaha, intentaron hacer frente al gobernador de la península solicitando el apoyo tanto de yemeníes como de bereberes, para justificar su acción tomaron como pretexto que Yusuf no había sido confirmado por el califa omeya de Damasco como gobernador y por tanto no estaba ocupando de forma legítima el poder. Al poco ésta coalición marchó en contra de al-Sumayl, la situación de éste se hizo desesperada y no le quedó más remedio que pedir la ayuda de Córdoba. Yusuf a pesar de no tener muchos partidarios logró reclutar un ejército en Toledo y se dispuso entonces a ayudar a su antiguo consejero, esta ayuda fue efectiva.

Hay que destacar la aparición de un nuevo grupo en al-Andalus, se trataba de un importante contingente de mawlas omeyas, que habían llegado a la península con el fin de entablar negociaciones con Yusuf, para que éste permitiera el paso a Abd al-Rahman ibn Muawiya. Por tanto apoyaron a Yusuf en su ayuda al gobernador de Zaragoza para ganarse el favor de ambos.

Yusuf sólo realizó una expedición en contra de los cristianos, dirigió sus ataques en contra de Galicia que se había independizado de su control, así en el año 755 organizó una expedición que no tuvo ningún beneficio para él. El motivo que la provocó fue la gran hambruna que asoló la zona y que produjo la marcha de los bereberes que la poblaban hacia sus antiguas tierras en el norte de África. Alfonso Iaprovechó la situación para ocupar, casi sin recibir resistencia, las plazas de Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Astorga, León, Amaya, Zamora, Simancas, Osma, Salamanca, Ávila, Segovia y Sepulveda. Yusuf más preocupado por las luchas internas de al-Andalus que por las pérdidas territoriales, aceptó el gobierno de estas zonas por parte del rey cristiano, ya que por un lado no suponían un peligro para él, debido a que estas zonas no podían ser repobladas por los súbditos de Alfonso I; y por otro, Yusuf era consciente de que él tampoco podía ocupar Galicia eficazmente a su marcha. Por tanto nos encontramos con el nacimiento de dos fronteras separadas por una tierra de nadie, abierta a las correrías y a las pequeñas escaramuzas entre cristianos y musulmanes.

Recuperada la calma tras el conflicto que casi derrocó a al-Sumayl del poder, los mawlas omeyas entablaron negociaciones con él para preparar la entrada de Abd al-Rahman I a la península. Al-Sumayl en un principio aceptó la llegada del último de los omeyas, pero se desdijo casi inmediatamente, ya que la llegada de éste podía lesionar gravemente los intereses de los árabes en la península. Inmediatamente después de comunicar su decisión partió hacía Córdoba donde preparó con Yusuf la eliminación total de los pequeños focos que aún permanecían sublevados en su territorio. La reacción de los mawlas no se hizo esperar y se aliaron con los mayores enemigos del los qaysies, los yemeníes, que casi inmediatamente aceptaron la propuesta y facilitaron la entrada de Abd al-Rahman, el cual llegó a Almuñecar el catorce de agosto del año 755. Yusuf, aconsejado por al-Sumayl, decidió atacar a Abd al-Rahman y a sus aliados. Tras largas deliberaciones decidió que el enfrentamiento tendría lugar en la serranía de Málaga, pero el mal tiempo y la falta de entusiasmo de sus soldados, que no veían con buenos ojos el ataque, obligaron a Yusuf a negociar. Así una delegación salió para Torrox, encargada de transmitir a Abd al-Rahman que Yusuf deseaba mantener buenas relaciones con él, pero no podía tolerar las pretensiones de éste de ocupar el poder, llegó a ofrecerle como compensación la mano de su hija, pero esta tentativa falló en el invierno del año 756.

Abd al-Rahman disponía de abundantes tropas ya que en su ejército no sólo contaba con los contingentes yemeníes, parte de los bereberes de Andalucía se unieron a su causa y poco a poco comenzó a avanzar, a su paso por Archidona fue declarado emir, instalándose en Sevilla en marzo del 756. Yusuf ante el cáliz que tomaban los acontecimientos decidió atacar por sorpresa Sevilla, ignorante de que Abd al-Rahman se dirigía a Córdoba, ambos se encontraron en el camino pero cada uno en una margen del río Guadalquivir, esto provocó el regreso de Yusuf, pero no el de Abd al-Rahman que continuó su camino hasta las puertas de la ciudad. Abd al-Rahman para entrar en Córdoba engañó a Yusuf, afirmando que quería negociar pero lo que hizo fue tomar al asalto la ciudad, aunque no permitió que los yemeníes iniciaran el saqueo.
Tras la caída de Córdoba Yusuf marchó a Toledo y al-Sumayl partió hacía Jaén con la intención de levantar a los qaysíes de la zona. Reunido el ejército ambos marcharon hacía Córdoba y atacaron a Abd al-Rahman, que logró defender la ciudad. El 15 de mayo del año 756 las tropas de Yusuf fueron derrotadas en la famosa batalla de Alameda, tras lo cual, tanto el ejército del antiguo gobernador de al-Andalus como el de su aliado, fueron disueltos, y sin nada que hacer ambos solicitaron la amnistía que fue concedida por Abd al-Rahman. Yusuf reconoció como sucesor a Abd al-Rahman, con lo que se puede dar por iniciado el Emirato independiente de Córdoba.
Yusuf y al-Sumayl pasaron a formar parte de la corte de Abd al-Rahman en Córdoba y fueron tratados con toda consideración por parte del emir.
En el año 759 0 760 Yusuf escapó de Córdoba y se declaró una vez más en contra de Abd al-Rahman, reclutó un ejército en Mérida y pasó a la acción. La lealtad de los gobernadores de Sevilla y Morón impidieron que Yusuf atacase a la capital del emirato, tras la derrota este huyó a Toledo donde residió durante varios meses hasta que sus propios partidarios le asesinaron y enviaron su cabeza a Abd al-Rahman. Por lo que respecta a al-Sumayl, tras la muerte de Yusuf fue encarcelado y murió poco tiempo después estrangulado.

martes, 26 de junio de 2012

Valies de al-Andalus.



Valíes de al-Ándalus dependientes de Damasco


Valí (del árabe: والي wālī o ولي walī), es un cargo existente en muchos lugares del mundo árabe e islámico que equivale al de gobernador. El territorio gobernado por un valí se llama en árabe wilāya, que ha dado lugar al turco vilayet, y éste al castellano vilayato.
En el Imperio otomano el sultán nombraba a los valíes y (en principio) dependían directamente de él. El valí ostentaba tanto el poder civil como el militar.

Abd al-Aziz ibn Musa (714-716)
Ayyub Habib al-Lajmi (716)
Al-Hurr ibn Abd ar-Rahman al-Thaqafi (716-719)
Al-Sahm ben Malik al-Jawlani (719-721)
Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi 1ª vez. Desempeñó el cargo como Interino (721)
Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi (721-726)
Udhra ibn Abd Allah al-Fihri (726)
Yahya ibn Salama al-Kalbi (726-728)
Hudhaifa ibn al-Ahwas al-Qaysi (728)
Uthman ibn Abi Nis'a al-Jath'ami (728-729)
Al-Haytham ibn Ubayd al-Kilabi (729-730)
Muhammad ibn Abd Allah al-Ashchai (730)
Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi 2ª vez (730-732)
Abd al-Malik ibn Qatan al Fihri 1ª vez (732-734)
Uqba ibn al-Hachchach al-Saluli (734-741)
Abd al-Malik ibn Qatan al Fihri 2ª vez (741)
Balch ibn Bishr al-Qushayri (741-742)
Tha'laba ibn Salama al-Amili (742)
Abu-l-Jattar al-Husam ibn Dirar al-Kalbi (742-745)
Thuwaba ibn Salama al-Chudhami (745-746)
Yusuf ibn Abd ar-Rahman al-Fihri (746-756)


Uqba ibn al-Hayyay (siglo VIII).
Valí de al-Andalus nacido y muerto en fecha desconocida. Sucedió en el cargo Abd al-Malik ibn Qatan al-Fihrí en el año 734, por orden del qaysí Ubayd Allah ibn al-Habhab, gobernador de Egipto y de Ifriqiya.


Su llegada al poder ocurrió en un momento de máxima inestabilidad en el norte de África puesto que el gobernador de Ifriqiya y Egipto, Ubayd Allah ibn al-Habhab, había dado orden a los gobernadores de Tánger y Sus, de no tratar con especial consideración a las poblaciones bereberes de la zona, que habían sido conquistadas recientemente. Estos funcionarios no sólo cumplieron las órdenes, sino que las aplicaron con excesivo rigor, así se obligó a los bereberes al pago de impuestos, que en un principio estaban reservados a los no creyentes; también se les obligó a suministrar varones jóvenes para el ejército y mujeres para el harém del califa de Damasco. Aprovechando la partida de uno de estos gobernadores, estalló una sublevación de carácter general, que tuvo su momento culminante tras la ocupación de Tánger.


No sólo fueron motivos políticos los que originaron esta gran crisis. La llegada del jarichismo, corriente de carácter igualitario que consideraba que cualquier creyente que cumpliera estrictamente los preceptos del Corán debería ser tratado con la misma consideración, sin tener en cuenta su origen, fue otro de los motivos de la crisis. Es evidente la enorme repercusión que esta corriente religiosa tuvo para los bereberes, ya que llegaba en el momento justo, proporcionando además, una justificación moral y un vínculo de unión entre las diferentes familias, que habían sufrido la discriminación de los conquistadores.


El gobernador de Ifriqiya recibió la noticia de la toma de Tánger por parte de los rebeldes bereberes y ordenó a Uqba ibn al-Hayyay que embarcarse con sus tropas para liberar la ciudad. Este se resistió a abandonar la península y decidió que lo mejor era enviar tropas fuertemente armadas que controlaran la situación, pero su plan no dio resultado y su ejército fue derrotado estrepitosamente. Estas circunstancias le obligaron a salir de la península y sofocar la rebelión personalmente. Las represalias que tomó fueron tremendas ya que organizó una gran matanza de bereberes, pese a lo cual no logró sofocar del todo la rebelión. Una vez conocidos estos acontecimientos, Uqba ibn al-Hayyay fue destituido en el año 739, por su antecesor en el cargo Abd al-Malik ibn Qatan al-Fihrí.


Por lo que respecta a la península hay que señalar que durante el periodo de gobierno de Uqba no se registraron movimientos por parte de los bereberes, aunque a partir de su destitución comenzaron a producirse los primeros problemas, gracias sobre todo a la penetración de predicadores jarichíes, que hicieron notar la falta de equidad en la distribución de la tierra por parte de los árabes, que relegaron a los bereberes a las zonas más pobres de la península. Lo que en un principio no preocupó a Abd al-Malik ibn Qatan al-Fihrí, se convirtió en una sublevación general de los bereberes que no fue aplacada hasta el 741 gracias a la intervención de las milicias sirias de Balch.


Además de la intervención en la sublevación bereber del norte de África, Uqba durante su gobierno, intentó ayudar al gobernador de Narbona, Yusuf ibn Abd al-Rahman. Este en el año 734 atravesó el Ródano y se apoderó de las ciudades de Arlés, Saint-Remy y de la roca de Aviñon, permaneciendo con su ejército durante cuatro años en la zona. Carlos Martel reaccionó firmemente ante este ataque y logró su propósito de expulsar a Yusuf y los suyos de Aviñon. Tras la expulsión, decidió atacar al enemigo en su propio terreno y puso sitio a la ciudad de Narbona. Éstos acontecimiento fueron contemplados con gran consternación por parte del gobernador de la península que decidió intervenir en apoyo de Yusuf enviándole un poderoso ejército, reclutado en la península en el año 734. Carlos Martel enterado de los planes de Uqba, decidió salir al encuentro de estas tropas derrotándolas en las inmediaciones del río Berre, al sur de Narbona.


viernes, 22 de junio de 2012

Historia de los Amantes de Teruel..

Comenzado el oficio de muerte; una joven entra a la iglesia y se acopla delante del féretro y llora palabras de pena :
- ¿ Es posible que estando tú muerto tenga yo vida ?-
- ¡ No dudes jamás de mi fe hacia ti; perdona mi tardanza que al instante contigo me tendrás !-
-¡ Mi desconsolado corazón llora por tu amor; es como una daga que se inca en mi pecho y me hace sufrir de pasión ¡.
- ¡ Muerto tú, ya no vale mi vivir !.-

En la iglesia el silencio había llenado todos los rincones y las personas asistían a unos acontecimientos nada comunes.

La chica se despojó de su negro velo e inclinó su cara hacia los labios del difunto. El beso es la confirmación del mutuo amor profesado hacia tiempo. En esos instantes, los asistentes se acercan a retirarla del féretro por su osadía y comprueban que ha fallecido. Una muerte por amor doloroso.

Domenec, en unos asientos más atrás, queda petrificado ante el espectáculo que veían sus ojos. Aunque más perplejo queda al observar que su joven esposa es la que ha muerto. No se explica lo sucedido al ir hacia ella; pero comprende los hechos pues su mujer le había relatado en la noche anterior, una historia de un amante que tuvo en tiempos pasados.


Domenec dormía cuando su reciente esposa lo llama con desesperación porque un hombre ha fallecido en su habitación.


Le cuenta que su honra no ha sido mancillada y que su honor es más fuerte que la tentación. - ¡Ese es Arnaldo !, mi joven prometido.

Confuso como si estuviese en sueños, coge al fallecido y lo deja en la puerta de su casa para que lo ampare su familia y no verse involucrado en nada. A su regreso, su esposa le cuenta la historia de su vida.
Este osado amante había llegado a su casa, tras cinco años de peregrinar por los mundos, y se entera de la boda de su prometida. Sin poder conciliar el sueño, sale de su casa, se adentra , sin ser visto, en los aposentos de Dafne, la joven esposa y amante, para pedirle explicaciones .
Pero el reciente matrimonio llega. Domenec quiere ejercer su derecho de marido y Dafne le ruega que se abstenga por aquella noche porque es la única que le falta para cumplir un voto prometido. El marido insiste pero ella se niega replicando que no es justo gozar contra su gusto a ninguna mujer. Se lo ruega entre sollozos y lágrimas consiguiendo que su esposo ceda y se vaya a dormir.
Arnaldo , entre las cortinas , se presenta, quedando Dafne espantada y sin saber como actuar. El joven le profesa su amor diciéndole: " Te confieso que te amo aún más que antes y que por ti moriría y padecería todo el dolor. Prefiero morir a perderte. Sólo te pido un beso en premio a mi fe por el presente dolor y por el bien pasado ".
Ella, responde con pena :" Te amo como nunca pero ya me casé y no soy mía, estoy, aunque no muerta, ya enterrada y no te puedo dar lo que es de otro ". Ante la nueva negación, Arnaldo le dice - ¡ Adiós !-.
Dafne lo llama pero observa que ha fallecido en el suelo. Queda sin habla y llama a Domenec, su marido, que duerme en otra habitación.
Arnaldo había vuelto de surcar tierra y mar para conseguir dinero suficiente para casarse con Dafne pues el padre de ella rechazaba la unión de ambos , no por ser éste un campesino sino por no poseer dinero suficiente para dar dignidad a su hija. Así que el joven tuvo que partir para conseguir riquezas para poder contentar al padre de su joven amante. Al pasar el tiempo y no volver fue cuando la joven tuvo que aceptar, ante la insistencia de su padre, a Domenec, un hombre mayor y rico, por esposo.

Adaptación de la obra LOS AMANTES DE TERUEL.

martes, 19 de junio de 2012

Romance de la derrota de don Rodrigo


El obispo Oppas ha llevado a cabo su parte de traición, retirándose y abandonando a su rey en mitad del campo de batalla. Describe el romance esta situación y el estado de postración en el que se encuentra el monarca, que vislumbra desde un cerro un panorama de desolación y muerte. El rey se lamenta, contraponiendo un pasado glorioso al duro presente, contraste creado por la poesía y que va a tener un largo eco en la tradición literaria.
Termina el romance con una imprecación a la muerte, que acaso proceda de otro romance amoroso de finales del S.XV que se incorporó por su conveniencia en este lugar.

Las huestes de don Rodrigo desmayaban y huían,
cuando en la octava batalla sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas y del real se salía;
solo va el desventurado, que no lleva compañía,
el caballo de cansado ya mudar no se podía,
camina por donde quiere, que no le estorba la vía.
El rey va tan desmayado que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre que de verle era mancilla,
iba tan tinto de sangre que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas, que eran de gran pedrería,
la espada lleva hecha sierra de los golpes que tenía,
el almete, de abollado, en la cabeza se le hundía,
la cara lleva hinchada del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro, el más alto que veía;
desde allí mira a su gente cómo iba de vencida;
de allí mira sus banderas y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados que la tierra los cubría;
mira por los capitanes que ninguno parecía;
mira el camino tinto en sangre, la cual arroyos corría.
El triste, de ver aquesto, gran mancilla en sí tenía;
llorando de los su ojos de esta manera decía:
-Ayer era rey de España, hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos, hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados y gente que me servía,
hoy no tengo una almena que pueda decir que es mia.
¡Desdichada fue la hora, desdichado fue aquel día
en que nací y heredé la tan grande señoría,
pues lo habría de perder todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes y te llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino, pues se te agradecería?.

sábado, 16 de junio de 2012

Alfonso I y la Reconquista.

Si con el nombramiento de Pelayo como rey de los astures en el año 718 se daba origen legendario al primer núcleo de resistencia frente al Islam en el norte de la península, será con su yerno Alfonso I con quien el reino astur se consolide y dirija sus miras hacia los territorios del sur. Los cristianos de la cornisa cantábrica ven despejado su horizonte y se marca un punto de inflexión en su trayectoria, de ahí la importancia que para la historia de nuestro país tiene este monarca, apodado "El Católico" por su interés en potenciar la religión cristiana en sus dominios. Sucede a Favila, hijo de Pelayo, cuyo reinado duró apenas dos años, del 737 al 739. El final de sus días llegó de forma terrorífica, cuando un oso le despedazó mientras disfrutaba de unas jornadas de caza, a las que era muy aficionado. El joven monarca apenas tuvo tiempo para consagrar la ermita de la Santa Cruz, construida en Cangas de Onís, capital del reino, como recuerdo del triunfo de su padre en Covadonga.

Nacido en el año 693, Alfonso I era hijo del dux Pedro de Cantabria. Se casó con Ermesinda, hija de Pelayo, con lo que a la muerte de Favila, se convirtió en único heredero del trono, lo que constata la tradición matrilineal propia de la sociedad gentilicia astur. De esta manera se unirán a los territorios originarios del reino, los dominios de su padre Pedro, dando lugar a una extensión formada por Cangas de Onís, Liébana, Transmiera, Sopuerta, Carranza y Bardulia, que según la Crónica de Alfonso III, correspondía a la primitiva Castilla, que se situaba en el norte de la actual provincia de Burgos, cuyo límite meridional quedaría fijado por el río Ebro, en territorio fronterizo con los vascones.

Durante los 18 años de su reinado, se dedicará de pleno a la actividad guerrera, aumentando sus conquistas territoriales, si bien hay opiniones encontradas sobre su proceder. Algunos estiman que no era más que un jefe de correrías, aunque con rango real, más atento a lograr botín y apropiarse de territorios para ensanchar sus menguados dominios, mientras que otros creen que se trata de un monarca plenamente consciente de la importancia y de la grandeza que comportaba ir ganando terreno al moro.
El inicio del reinado de Alfonso I, en el año 739, coincide con un enfrentamiento civil en Al-Andalus entre bereberes y árabes. Los primeros, que estaban al frente de las guarniciones de la Meseta Norte, abandonan sus posiciones dejando el terreno libre para un hábil Alfonso, que viendo una gran oportunidad para afianzar su territorio, se lanza hacia el oeste incorporando a su reinado la diócesis de Iria Flavia, con lo que abre sus dominios a la costa gallega, que desde entonces, queda incorporada al reino astur.

Hacia el 750, una enorme hambruna y una epidemia de viruela merman los territorios del valle del Duero, ya de por sí despoblados, lo que favorece las incursiones de los astures. La Crónica de Alfonso III nos dice que acompañado de su hermano Fruela, "llevó a cabo muchos combates contra los sarracenos y capturó muchas ciudades que éstos habían ocupado. Esto es, Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Viseo, Chaves, Ledesma, Salamanca, Zamora, Ávila, Segovia, Astorga, León, Saldaña, Mave, Amaya, Simancas, Oca, Veleya, Alavense, Miranda, Revenga, Carbonera, Abalos, Briones, Cenicero, Alesanco, Osma, Clunia, Arganda, Sepúlveda, con todos sus castros, con villas y aldeas..."


El objetivo de las incursiones dirigidas por Alfonso I sería el de crear una gran franja fronteriza, en su mayoría despoblada, que supusiera un cordón de seguridad frente a los musulmanes. Esto explica que, según la Crónica de Alfonso III, se dedicara a eliminar los núcleos de población musulmana y a llevarse a los habitantes cristianos hacia las zonas más seguras del norte peninsular.

Este modo de actuar trajo consigo dos consecuencias de gran repercusión para el futuro, tanto desde el punto de vista demográfico como cultural, en todo el territorio:
1-.La creación del llamado «Desierto del Duero»: El área comprendida entre el río Duero y la Cordillera Cantábrica quedó prácticamente despoblada. Según Herculano, para dificultar así los futuros avances de tropas musulmanas hacia el norte, aunque otros historiadores consideran que esta despoblación no fue realizada conscientemente. La repoblación de parte de estas tierras comenzará a producirse 100 años más tarde, con gentes del propio reino y mozárabes venidos de reinos musulmanes.
2-.El incremento de población que experimentaron las tierras de la vertiente norte de la Cordillera, Cantabria y Asturias, con la gente traída de la Meseta Central, provocó la necesaria roturación de nuevas tierras y la fundación de nuevos pueblos y aldeas, configurando el tipo de poblamiento que ha llegado hasta nuestros días.
3-.La incorporación por Alfonso I de gentes procedentes de los Campos Góticos, que conservaban cierta tradición guerrera, bastante perdida por la población hispano-romana, si se exceptúa a los pobladores de norte, menos inculturados en el mundo romano, dio impulso a la reconquista y permitió reforzar la zona sur del reino más expuesto a las incursiones enemigas. A pesar de sus incursiones, Alfonso I no consiguió establecer un dominio estable sobre las zonas del Valle del Duero, pero sí que logró despoblar de enemigos extensas franjas del norte peninsular. Desde entonces, los musulmanes establecieron tres marcas fronterizas, las de Zaragoza, Toledo y Mérida, altamente fortificadas. El Valle del Duero se convirtió en escenario de continuas escaramuzas bélicas entre los reinos cristianos del norte y Al-Andalus.


Alfonso I el Católico contrajo matrimonio con Ermesinda, hija del rey don Pelayo. Fruto de su matrimonio nacieron tres hijos:
Fruela I (722-768). A la muerte de su padre se convirtió en rey de Asturias. Fue sepultado junto con su esposa, la reina Munia de Álava, ante la iglesia de San Salvador de Oviedo, que él había fundado.
Vimarano (¿?-765). Fue asesinado por su hermano, el rey Fruela I de Asturias.
Adosinda. Contrajo matrimonio con el rey Silo de Asturias, sexto rey de Asturias. Fue sepultada junto con su esposo en la iglesia de San Juan de Santianes de Pravia.
Fruto de una relación extramatimonial con una esclava musulmana llamada Sisalda nació un hijo:
Mauregato (¿?-789). Rey de Asturias. Contrajo matrimonio con Creusa y fue sepultado en la iglesia de San Juan de Santianes de Pravia.

Después de su defunción, el cadáver del rey Alfonso I el Católico recibió sepultura, según refieren el obispo Sebastián de Salamanca y la Primera Crónica General, en el monasterio de Santa María, cercano al municipio de Cangas de Onís. Dicho monasterio, según refirió el cronista cordobés Ambrosio de Morales, es el de Covadonga. En el mismo monasterio fue sepultada su esposa, la reina Ermesinda.
En el siglo XVI, el cronista Ambrosio de Morales describió del siguiente modo la tumba del rey Alfonso I el Católico: "Su tumba es la que está al cabo de la Iglesia frontero del altar mayor, en una pequeña cueva. En partes está labrada. Es un lucillo de piedra lisa, con cubierta de una pieza, de cuatro pies de ancho a la cabecera y dos a los pies, como ataúd, pero cubierta llana y no tumbada. Su largo, doce pies y tres en alto."

En el sepulcro que se supone contiene los restos del rey Alfonso I el Católico, y los de su esposa, la reina Ermesinda, fue grabado el siguiente epitafio:
"AQVI YAZE EL CATOLICO Y SANTO REI DON ALONSO EL PRIMERO I SV MVJER DOÑA ERMENISINDA ERMANA DE DON FAVILA A QVIEN SVCEDIO. GANO ESTE REY MVCHAS VITORIAS À LOS MOROS. FALLECIO EN CANGAS AÑO DE 757."

informacion:
Wikipedia Alfonso I.
WWW.arteguias. com



miércoles, 13 de junio de 2012

LA Leyenda de la Torre del Oro.





Leyenda:

"La famosa torre Sevillana, que tiene un gran prestigio en la tradición y la leyenda, conserva el recuerdo de sus airosas formas morunas, como las de la sultana que aguardaba una cita amorosa en la ribera del Guadalquivir. Toma el nombre de Oro porque de ese color eran los cabellos de la bellísima dama, a quien el rey Don Pedro tuvo encerrada en la torre, aprovechando la ocasión de que el marido de la dama se encontraba guerreando con sus soldados.
La hembra de los cabellos de oro, por guardarse de las tentaciones del mundo, se había encerrado en un convento aguardando la vuelta del esposo para dejar la clausura.
Sucedió que el rey, para el cual no había clausura en los conventos, vio un día a la señora de la cabellera de oro, cuyas trenzas, por lo abundantes, no podía ocultar en la toca monjil, y se enamoró de ella. Era una santa la monja, y se consideró perdida porque Don Pedro era un hombre que lo que quería hacía, y valiéndose de la fuerza que le daba ser el rey, la sacó del convento encerrándola en la torre.
La dama no pensó jamás en quitarse la vida, pero sí en sacrificar su hermosura. Lo primero que hizo fue cortarse la espléndida cabellera de aquel oro tan codiciado por el rey, y después pensó en arrojarse a la cara un frasco de vitriolo.
La hermosa estaba tan bien custodiada en la torre, que le fue imposible adquirir el vitriolo, y como se valiera de una mujer que estaba a su cuidado para conseguirlo, ésta, en lugar de proporcionárselo, se lo contó todo al rey Don Pedro. El monarca se puso furioso al conocer las horribles resoluciones de su prisionera. Abusó de la pobre dama indefensa, devolviéndola luego al convento. Pero ella no esperó el regreso de su esposo, si no la muerte, que no tardó en llegar, siendo más humana y piadosa que Don Pedro.
Su esposo no llegó a verla ni viva ni muerta. Agravado y ansioso de venganza, fue a reunirse con "El Bastardo", un hermano de Don Pedro, cuando los dos hermanos estaban enzarzados en una guerra de exterminio.
El fin de Don Pedro fue desastroso como todos sabemos."

La Torre del Oro fue levantada en el primer tercio del siglo 13, en los postreros momentos de los reinos de Taifas y ya desde su nacimiento fue llamada por este nombre “Torre del Oro”, que en árabe es Borg-al-Azajal.
"La leyenda cuenta que la Torre del Oro servía como refugio a las damas que cortejaba el Rey Pedro I el Cruel, cuyo más celebre amorío fue el de doña Aldonza, hermana de doña María Coronel, que vivía aquí, en la Torre del Oro, mientras que su esposa, María de Padilla, habitaba en el Alcázar."

Pedro I el Cruel:

(Burgos, 1334-Montiel, España, 1369) Rey de Castilla y León (1350-1369). Hijo de Alfonso XI de Castilla y León y de María de Portugal, sucedió en el trono a su padre con tan sólo quince años (1350). A fin de fortalecer la autoridad real, Pedro I limitó los privilegios de la nobleza, cuyo malestar no tardó en cristalizar en forma de revuelta en 1353. Sin embargo, la rebelión de la aristocracia castellana, liderada por Enrique de Trastámara, hijo ilegítimo de Alfonso XI, fue rápidamente sofocada por el monarca, gracias al apoyo de la pequeña nobleza, la burguesía urbana y la comunidad judía. En 1354, Pedro I contrajo matrimonio con Blanca de Borbón, a la que repudió al poco tiempo para poder casarse con Juana de Castro, a pesar de estar unido sentimentalmente a María de Padilla, cuyos hijos fueron legitimados en las Cortes de Sevilla (1362). La lucha por la hegemonía peninsular provocó, en 1356, el inicio de una larga guerra entre Castilla y Aragón, en la que en un principio se sucedieron las victorias del ejército castellano, que ocuparon gran parte de Aragón y Valencia (1359). Pedro IV de Aragón, no obstante, maniobró con habilidad para hacer estallar en Castilla una cruenta guerra civil alentando el descontento nobiliario y apoyando a Enrique de Trastámara. En 1365, el conflicto adquirió carácter internacional por la intervención de Francia y el Papado a favor de Aragón, y Granada, Inglaterra y Navarra al lado de Castilla. A pesar del triunfo de las tropas de Eduardo el Príncipe Negro, hijo de Eduardo III de Inglaterra, sobre los rebeldes castellanos en Nájera (1367), ingleses y navarros acabaron por abandonar al castellano Pedro I, quien fue derrotado y muerto por su hermanastro, futuro Enrique II de Castilla y León, en la batalla de Montiel, el 23 de marzo de 1369.




información:

LA PAGINA DE LOS CUENTOS.

domingo, 10 de junio de 2012

Romance de la perdida de España.



La Crónica sarracina ( de principios del S.XV ) de Pedro del Corral recoge y recrea los detalles de la venganza del conde: cómo consiguió que el rey prohibiera el uso de las armas dentro de su reino, a consecuencia de lo cual quedó España sin defensa frente a la ofensiva árabe. La noche anterior a la batalla, don Rodrigo tuvo muchas visiones y presagios que le revelaban junto a una naturaleza adversa la cruda realidad de su fin.

Romance de cómo se perdió España

El rey está dormido en su lujosa tienda y no percibe lo que ocurre a su alrededor (los gemidos de los peces, etc). Una doncella llamada Fortuna le advierte de lo que pasará si no se despierta, aunque todo va a ser inútil. Cuando se despierta da las gracias a la doncella y recibe las noticias del ataque: encuentra enemigos en todas partes y su ejército huye.


Los vientos eran contrarios, la luna estaba crecida,
los peces daban gemidos por el mal tiempo que hacía,
cuando el rey don Rodrigo junto a la Cava dormía,
dentro de una rica tienda de oro bien guarnecida.
Trescientas cuerdas de plata que la tienda sostenían;
dentro había cien doncellas vestidas a maravilla;
las cincuentas están tañendo con muy extraña armonía;
las cincuenta están cantando con muy dulce melodía.
Allí hablara una doncella que Fortuna se decía:
-Si duermes, rey don Rodrigo, despierta por cortesía,
y verás tus malos hados, tu peor postrimería,
y verás tus gentes muertas y tu batalla rompida,
y tus villas y ciudades destruidas en un día.
Tus castillos fortalezas otro señor los regía.
Si me pides quien lo ha hecho, yo muy bien te lo diría:
ese conde don Julián, por amores de su hija,
porque se la deshonraste, y más de ella no tenía;
juramento viene echando que te ha de costar la vida.
Despertó muy congojado con aquella voz que oía;
con cara triste y penosa de esta suerte respondía:
-Mercedes a ti, Fortuna, de esta tu mensajería.
Estando en esto allegó uno que nuevas traía:
cómo el conde don Julián las tierras le destruía.
Apriesa pide el caballo y al encuentro le salía;
los enemigos son tantos, que el esfuerzo no valía;
que capitanes y gentes huía el que más podía.





EL REY RODRIGO PIERDE EL REINO


Caminaba don Rodrigo a solas, sin compañía;
el caballo, de cansado, con el peso no podía.
Camina descaminado. que el camino no sabía.
Subiose a una alta torre, donde sol ni luna veía;
vio pasar moros armados, con tamaña gritería;
vio pasar sus caballeros, con tamaña cobardía.
-Pobre de mí, desgraciado, que reinos ya no tenía;
si ayer tenía vasallos, hoy ninguno poseía;
si ayer tenía corona. hoy sin ella me veía.-
Se metiera en una cueva, donde una culebra había;
se metiera en una cueva, mil penitencias hacía.
Campanas de sí tocaban, velas de sí se encendían;
es el alma del buen rey que para el cielo camina.

Información:
Romancero.
blog de historia.


viernes, 8 de junio de 2012

La Batalla de Covadonga.


La batalla de Covadonga tuvo lugar en 722 en Covadonga (España), un paraje próximo a Cangas de Onís (Asturias), entre el ejército de Don Pelayo y tropas musulmanas, que resultaron derrotadas. Esta acción bélica se considera como el arranque de la Reconquista.
Gobernaba el norte peninsular desde Gijón un bereber llamado Munuza, cuya autoridad fue desafiada por los dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís en 718 bajo el liderazgo de Pelayo, tomaron la decisión de rebelarse negándose a pagar impuestos exigidos, el jaray y el yizia. Tras algunas acciones de castigo a cargo de tropas árabes locales, Munuza solicitó la intervención de refuerzos desde Córdoba. Aunque se restó importancia a lo que estaba sucediendo en el extremo ibérico, el valí Ambasa envió al mando de Al Qama un cuerpo expedicionario sarraceno que probablemente en ningún caso alcanzaría la cifra de 180.000 hombres dada por las crónicas cristianas.
En cuanto a las fuerzas de Pelayo, la historiografía reciente las cuantifica en poco más de 300 combatientes. Con ellas esperó a los musulmanes en un lugar estratégico, como el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa cuyo fondo cierra el monte Auseva, donde un atacante ordenado no dispone de espacio para maniobrar y pierde la eficacia que el número y la organización podrían otorgarle. Allí, en 722, se produjo el enfrentamiento, cuya dimensión se desconoce y que pudo tratarse de una batalla o una simple escaramuza. La cuestión es que las tropas sarracenas fueron diezmadas, obligando a Munuza a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento. No logró huir el gobernador musulmán dado que él y sus tropas encontraron la muerte. Un centenar de hombres comandados por Pelayo habían ocupado la célebre cueva de Covadonga, atacando desde allí a las desconcertadas tropas moras. Al Qama halló la muerte en este lance, mientras que sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas en su desordenada huida, al caer sobre ellos una ladera debido a un desprendimiento de tierras, probablemente provocado, cerca de Cosgaya en Cantabria.


Esta victoria permitió que el reino no volviese a ser atacado por fuerzas musulmanas. La batalla de Covadonga supuso la primera victoria de un contingente rebelde contra la dominación musulmana en la Península Ibérica. Tuvo una amplia difusión en la historiografía posterior como detonante del establecimiento de una insurrección organizada que desembocaría en la fundación, en primera instancia, del reino independiente de Asturias, y de otros reinos cristianos que en última instancia culminaría con la formación del Reino de España.
Un viejo dicho asturiano dice «Asturias es España y lo demás tierra conquistada».


Según las crónicas árabes de la época: 

Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islamistas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?». En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fáfila. El reino de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.
Crónica de Al-Maqqari

Según las crónicas de Alfonso III. Crónica de Albelda datada en el 881:

 Alqama entró en Asturias con 187.000 hombres. Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Rodrigo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...

Información...Wikipedia.

Pelayo y Covadonga: Los primeros intentos de resistencia cristiana.

Siempre se ha hablado que Pelayo, un noble visigodo que huyó de Córdoba y se refugió en el macizo montañoso de los Picos de Europa, había sido el héroe que inició la llamada Reconquista, o sea, la lucha de los cristianos , atrincherados en el norte de la Península, por recuperar el terreno perdido y ganado por los musulmanes.
En tiempos del hijo de Musa, Abd al-Aziz, la conquista musulmana estaba ya prácticamente acabada en la Península Ibérica. Gran parte de la población se había convertido al islamismo para disfrutar de una situación más favorable, mientra que una minúscula parte de la nobleza visigoda  huyó para continuar una resistencia que parecía del todo imposible. Estos nobles, casi todos antiguos dignatarios del reino visigodo desaparecido, acabaron por concentrarse en las poblaciones asturianas, al abrigo de sus montañas de difícil acceso que constituían una defensa natural, frente al invasor. Pelayo, noble godo, cuyo padre, Fafila, había sido dignatario en la corte del rey Egica, fue elegido en una votación a la manera goda y fijó su residencia en la aldea de Cangas de Onís.
Los acontecimientos que siguieron a estos hechos, tienen no pocas controversias. Según los cristianos, enterados los musulmanes de que en Asturias había estallado una insurrección visigoda, enviaron, para reprimirla al ejército, al mando del general Alqama junto al metropolitano de Sevilla, don Oppas, hermano o hijo del difunto rey Witiza. Pelayo se refugió en el monte Auseba, un monte considerado mágico ya en época prerromana, y se protegió en una gruta, la Cueva de Santa María que más tarde se llamaría de Covadonga. Don Oppas fue enviado a parlamentar con Pelayo para invitar al rebelde y a sus menguadas fuerza, a rendirse, pero sus insinuaciones fueron rechazadas por los resistentes cristianos que le acusaron de traidor a su gente y a su religión.
Favorecidos los rebeldes cristianos por la intervención de la Virgen María que , como es lógico, se pone de parte de los suyos, atacan al ejército musulmán, los diezman y los pocos supervivientes emprenden la huida precipitadamente. Sería, aproximadamente el año 721.
Este desastre sarraceno es pronto conocido por el gobernador musulmán de Asturias, Munuza, que está instalado en Gijón. Amedrentado por los hechos, evacua el país, sus tropas son aniquiladas y él muere mientras busca la forma de llegar a territorio amigo.
La versión árabe hablad e un pequeñísimo número de cristianos sublevados, desprovistos de víveres, aislados por completo hasta el punto de tener que alimentarse con hierbas y miel silvestre. Su situación es tal que desdeñan atacarlos y los abandonan a suerte, esperando que mueran de hambre. El historiador Al Maqqari, en su crónica sobre los sucesos de Covadonga, los reduce a una emboscada sin importancia, para terminar diciendo: " Treinta asnos salvajes, ¿ qué daño pueden hacernos "?.
Esta batalla, semilegendaria, y sobre la que existen serias dudas, tiene un valor simbólico como punto de partida de la resistencia cristiana, un signo precursor del largo período que los cristianos iban a necesitar para que volviera a imperar la cruz sobre la Península Ibérica y se ocultara la media luna.


información:
Al-Andalus. libro de Concha Masía.

lunes, 4 de junio de 2012

LEYENDA DE DON FABRIQUE Y LA PADILLA.


LEYENDA DE DON FABRIQUE Y LA PADILLA.
La llamaban “La Perla de Sevilla” y era la favorita del Rey don Pedro, que unos decían era el “Justiciero” y otros el “Cruel”. Vivía en el Alcázar, donde el rey residía con su Corte y su nombre era Maria de Padilla. Fue titular del “Señorío de Huelva”, que le otorgó el Rey, que estaba locamente enamorado de ella.
Pero como siempre surgen los problemas y cuenta la leyenda que el hermano del rey, Don Fadrique, Gran Maestre de la Orden de Calatrava, también estaban muy enamorado, aunque por razones obvias trataba de ocultar su pasión.
Don Pedro comenzó a dudar y aunque no tenía pruebas se convirtió en una obsesión que hacia peligrar a Don Fabrique, y cuando lo supo Doña Maria, se dio trazas para hablar con Don Fadrique y decirle que huyera cuanto antes.
Ante la negativa del Gran Maestre, Maria de Padilla, le prometió que ella huiría después e iría a reunirse con él, y con esa condición Don Fadrique marchó a Navarra. Como pasaba el tiempo y su amada no llegaba, envió a Sevilla Don Memendo, hombre de su confianza, quien a su regreso le informó que doña Maria se encontraba recluida en el Alcázar como una prisionera y le expuso que había tramado un plan para rescatarla, utilizando a una huérfana que tenía mucho parecido con Doña Maria.

Siguiendo los consejos de su mensajero, el Gran Maestre se disfrazó y emprendió el viaje a Sevilla, donde pensaban introducir a la supuesta Doña Maria en el Alcázar y cambiarla por la verdadera, utilizando a unos criados de Palacio a los que habían sobornado.
Al partir fueron atacados por hombres de Memendo disfrazados, pero Don Fadrique y su escolta lograron deshacerse de aquellos indeseables. Y siguió su marcha a Sevilla.
En la ciudad hispalense, iba siempre por lugares oscuros y embozado en su capa de hidalgo, con lo que en diversas ocasiones logró ver a su amada. En una ocasión fue reconocido por una doncella de Palacio, por lo que Don Fadrique decidió presentarse como el Gran Maestre para tratar con su hermano asuntos relativos a la Orden.
Cruzó el Alcázar hasta llegar a la antecámara Real, a cuya puerta estaban dos fornidos maceros que al cruzar el umbral golpearon con sus mazas a Don Fadrique hasta que cayó muerto en el suelo.


La torre de Don Fabrique.

Se cuenta que el rey Fernando lll enviudó de su esposa Doña Beatriz de Suabia y aunque de avanzada edad, decidió casarse de nuevo con una hermosa joven, Doña Juana de Pointhier, descendiente de la familia real francesa. Por la gran diferencia de edad, Fernando lll murió pronto así que la joven enviudó en plena juventud y belleza.

La entonces viuda residía en el Alcázar de Sevilla y recibió la visita del Infante Don Fabrique, uno de los hijos del difunto rey Fernando lll, por tanto hijastro de Doña juana.

La edad de ambos era parecida 25 y 27, y la atracción fue irresistible, y se enamoraron perdidamente de inmediato. Pronto se levantó una torre, que dijeron que era para reforzar la seguridad, por orden de Don Fadrique, pero los rumores corrieron de que en realidad era para ocultar los encuentros de los enamorados. Ni la nobleza ni el pueblo podían aceptarla relación del hijo del rey con su madrastra, lo que produjo muchas protestas y la reina viajó a refugiarse en Francia

El que subió al trono fue Alfonso X, hijo de Fernando lll y hermano de Don Fadrique que apoyado por la nobleza y el clero, autorizó un proceso contra Don Fadrique, acusandolo de ofensa real al tener amores ilícitos con su madrastra y fue condenado a muerte, siendo ejecutado en Toledo.
El escenario de esta relación fue sin duda la llamada Torre de don Fadrique que está situada es el casco histórico de Sevilla, justamente en el convento de Santa Clara. Su construcción data del año 1252, siendo su artífice el infante Don Fadrique, hermano de Don Alfonso X el Sabio, y ambos hijos de Fernando lll el Santo.
Sobre esta leyenda hay otras versiones que contradicen los amores de este joven con su madrastra, pero como la historia cada cual la escribe a su modo, lo cierto de lo ocurrido solo lo saben ellos y no están ya en este mundo para contarlo. Y también con el paso del tiempo las historias cuando se cuentan muchas veces, unos las alargan y otros inventan.

Información...
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blog de historia.

sábado, 2 de junio de 2012

Romance de don Rodrigo y La Cava.




El segundo episodio contempla la violación de la hija de Don Julián u Olián, por el rey Rodrigo. Dice al respecto la Crónica de 1344:
" Avia en cepta un conde que era señor de los puertos de allen mar e de aquen mar e avia nombre don Juliano e avia una hija muy fermosa e muy buena doncella... e tanto que esto supo el rrey rodrigo mando decir al conde don Juliano que le mandase traer su fija a Toledo ".

Era una costumbre habitual entre los nobles enviar sus hijas a palacio para que convivieran con la realeza y estar a salvo de posibles peligros. Nada anormal, pues, en el relato legendario salvo que Don Rodrigo, un día, pasa junto a las nobles doncellas cuando éstas lavan en el río y siente un repentino deseo que se va a convertir, poco a poco, en obsesión.

Continúa la Crónica:

" E acaescio asy, que le vio un poco del pie a vueltas con la pierna, que lo avía tan blanco e tan bien hecho que non podría ser mejor. E tanto que la ansí vio, començola de querer muy gran bien, e començole de demandar muy fuertemente su amor ".



Otra narración novelesca posterior, la de Pedro del Corral ,es más sugerente aún:

" Como la Cava era la más fermosa doncella de su casa e la más amorosa en todos sus fechos y el rey la havía buena volun-tad, assí como la vio echó los ojos en ella e cómo ella e otras doncellas jugaban, e como la puerta era muy guardosa e cerca-da de grandes tapias e allí do ellas andaban no las podían ver sino de la cámara del rey, no se guardaban, mas fazian lo que en plazer les venía, assí como si fuesen en sus cámaras. E creció porfía entrellas, desque una vez gran pieza ovieron jugado, de quién tenía más gentil cuerpo e oviéronse a desnudar e quedar en pellotes apretados que tenían de fina escarlata, e parecíanse-le los pechos y lo más de las tetillas. E como el rey la miraba, cada vegada le parescía mejor ".

Rodrigo la persigue y acosa hasta que satisface su voluntad y ella calla por no atraer sobre sí males mayores. Al cabo de un tiempo, con la salud cada vez más quebrantada, acepta los consejos de otra doncella y hace llegar al conde su padre una carta en la que le comunica tan deplorable evento. A partir de ese momento Don Julián trata, por todos los medios, de vengarse de la injuria; saca a su hija del palacio con la excusa de una enfermedad de su esposa a quien aquélla ha de atender; y estudia alianzas con los árabes hasta que éstos pasan definitivamente el estrecho.



El segundo romance, publicado en la Rosa Española, relata de forma totalmente creativa el episodio de la hija de don Julián, también llamada La Cava:



Cartas escribe la Cava la Cava las escrevía


a esse conde don Julián que allende residía;

No eran cartas de plazer ni eran cartas de alegría,

Sino de tristeza y lloro para España y su valía.

Lo que en las cartas escrive desta manera dezía:

«Muy ilustre señor padre el mayor que hay en Castilla:

truxisteme a la corte como hija muy querida

para servir a la reina y estar en su compañía

con otras hijas de grandes y dueñas de alta cima.

Esse gran rey Don Rodrigo no mirando qué hazía

Namoróse de mis ojos y de mi gran loçania,

Muchas vezes me lo dixo con amor y cortesía,

que mi hermosura y gala para un rey pertenescía

y diesse yo lugar, pues en mí estaba su vida,

de cumplir su mal deseo y su tan loca porfía;

mas a cuanto él me hablava yo jamás le respondía

por ser hija de quien soy y de castidad ceñida.

No después de muchos días que esta plática sería

Sin saberlo yo,cuitada, entró donde yo dormía

y con fuerça muy forçosa deshonra la honra mía.

Devéis de vengar, señor, esta tan gran villanía

y ser Bruto, el gran Romano, pues Tarquino él se hazía;
si no, yo seré Lucrecia, la que dio fin a su vida.



Ya don Rodrigo en el trono, participa de la vida cortesana en Toledo y se resiente por el atractivo de una de las doncellas que le sierve, doña Cava. En dias sucesivos la requiere de amores, per va a recibir solo evasiva. El rey don Rodrigo le dice a la Cava que está enamorado de ella. Ella finge que no le cree y así, Rodrigo, le ofrece España como prueba de su amor. No obstante, la muchacha no podrá resistir más los apremios del rey y cae en sus brazos. Movida por su estado de ánimo, descubre la desgracia a una doncella que la acompaña, que le aconseja escribir a su padre, el conde don Julian, dándole noticias de todo. Este se apresta a la venganza con el consejo y ayuda de su cuñado, el malicioso obispo don Oppas. La venganza va a significar la destrucción de España.



El rey está dormido en su lujosa tienda y no percibe lo que ocurre a su alrededor (los gemidos de los peces, etc). Una doncella llamada Fortuna le advierte de lo que pasará si no se despierta, aunque todo va a ser inútil. Cuando se despierta da las gracias a la doncella y recibe las noticias del ataque: encuentra enemigos en todas partes y su ejército huye.

Rodrigo ve con pesadumbre cómo su reino se desmorona y él no puede hacer nada por evitarlo. Va cubierto de sangre, con el casco y las armas abolladas y la cara hinchada. Desde un cerro mira a sus gentes, banderas y posesiones y se lamenta por haberlo perdido todo. Desde allí llama a la muerte para que se lo lleve.


Romance de la Cava



Amores trata Rodrigo: descubierto ha su cuidado;


a la Cava se lo dice de quien anda enamorado:

-Mira Cava; mira Cava; mira, Cava, que te hablo;

darte he yo mi corazón y estaría a tu mandado.

La Cava, como es discreta, en burlas lo había echado;

respondió muy mesurada y el gesto muy abajado;

-Como lo dice tu alteza, debe estar de mí burlando;

no me lo mande tu alteza, que perdería gran ditado.

Don Rodrigo le responde que conceda en lo rogado.

-Que deste reino de España puedes hacer tu mandado.

Ella incada de rodillas, él estála enamorando;

sacándole está aradores de las sus jarifas manos.

Fuese el rey dormir la siesta, por la Cava había enviado;

cumplió el rey su voluntad más por fuerza que por grado,

por lo cual se perdió España por aquel tan gran pecado.

La malvada de la Cava a su padre lo ha contado.

Don Julián, que es traidor, con los moros se ha concertado

que destruyesen a España por le haber así injuriado.



Romance de Florinda la Cava


De una torre de palacio se salió por un postigo
la Cava con sus doncellas con gran fiesta y regocijo.
Metiéronse en un jardín cerca de un espeso ombrío
de jazmines y arrayanes, de pámpanos y racimos.
Junto a una fuente que vierte por seis caños de oro fino
cristal y perlas sonoras entre espadañas y lirios,
reposaron las doncellas buscando solaz y alivio
al fuego de mocedad y a los ardores de estío.
Daban al agua sus brazos, y tentada de su frío,
fue la Cava la primera que desnudó sus vestidos.
En la sombreada alberca su cuerpo brilla tan lindo
que al de todas las demás como sol ha escurecido.
Pensó la Cava estar sola, pero la ventura quiso
que entre unas espesas yedras la miraba el rey Rodrigo.
Puso la ocasión el fuego en el corazón altivo,
y amor, batiendo sus alas, abrasóle de improviso.
De la pérdida de España fue aquí funesto principio
una mujer sin ventura y un hombre de amor rendido.
Florinda perdió su flor, el rey padeció el castigo;
ella dice que hubo fuerza, él que gusto consentido.
Si dicen quién de los dos la mayor culpa ha tenido,
digan los hombres: la Cava y las mujeres: Rodrigo. 


Fuentes.
Romancero.
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