martes, 29 de enero de 2013
Ramiro I de Asturias.
Ramiro I de Asturias ( c. 790 – 1 de febrero de 850). Fue rey de Asturias entre los años 842 y 850. Era hijo de Bermudo I el Diácono, rey de Asturias, y de la reina Uzenda Nunilona.
Sucedió en el trono asturiano al rey Alfonso II el Casto, quien falleció sin dejar sucesión. Fue coetáneo de Abderramán II, emir omeya de Córdoba en el siglo IX. Durante su reinado se construyeron numerosos monumentos de estilo ramirense, como el palacio de Santa María del Naranco.
Acceso al trono
Según la crónica de Alfonso III, fue elegido por Alfonso II el Casto como sucesor,1 debido a que el rey carecía de descendientes. En el momento de la muerte del rey, Ramiro I se encontraba fuera de Asturias, concretamente en Bardulia, en tierras que luego serían castellanas, para casarse. Esta ausencia fue aprovechada por el comes palatii y cuñado del rey, Nepociano, para hacerse ungir rey, apoyado por astures y vascones, quienes siempre se habían mantenido leales a Alfonso II. Ramiro I buscó apoyo en Galicia, donde reunió un ejército, y avanzó hacia Oviedo. Nepociano aguardó la llegada de Ramiro I en Cornellana, junto al río Narcea. No obstante las tropas de Nepociano se negaron a combatir, y éste tuvo que huir. Fue perseguido, capturado por los condes Scipion y Sonna y, posteriormente, cegado y encerrado en un monasterio.
Ataques normandos
Poco después de ser proclamado rey, Ramiro I fue informado de que los piratas normandos estaban atacando toda la costa atlántica de Francia, y que ahora estaban llegando a la costas cantábrica de su propio reino. El objetivo de los normandos era encontrar ríos navegables y grandes ciudades para saquear, cualidades ambas de las que carecía el reino de Asturias y, por ello, las crónicas de la época sólo refieren dos pequeños ataques1 en Gijón y en La Coruña en el año 844, donde además los normandos hubieron de enfrentarse a las tropas enviadas por Ramiro I (entre otros los caballeros Ergica y Olmundo de Erice). Los invasores normandos, que no habían tenido éxito en sus expediciones de saqueo en Asturias, atacaron un mes después Lisboa, y más tarde Cádiz y Sevilla, ciudades que tomaron y saquearon antes de avanzar por el interior y amenazar la ciudad de Córdoba. Abd-al-Rahman II se vio obligado a realizar un gran esfuerzo para detener a los invasores, y para recuperar Cádiz y Sevilla.
Intento de repoblación de León
Éstos acontecimientos influyeron notablemente en el reino de Asturias, pues Abd-al-Rahman II, que además de hacer frente a los invasores normandos, hubo de enfrentarse a los problemas internos de su reino, causados por las rebeliones de Musa ibn Musa, de la familia de los Banu-Qasi, se vio imposibilitado para atacar el reino de Asturias, y Ramiro I disfrutó de varios años de paz exterior, que aprovechó para repoblar la ciudad de León.
No obstante, dicha repoblación duró poco tiempo, pues Abd-al-Rahman II, una vez sofocadas las rebeliones internas de su reino, y una vez expulsados los normandos de su territorio, envió en el año 846 un ejército, a las órdenes de su hijo, Mohamed I de Córdoba, y obligó a los cristianos a evacuar la ciudad de León, que fue incendiada y arrasada por los musulmanes.
Conflictos internos
En contraposición a la relativa calma exterior de que gozó el reino durante el último periodo del reinado de Ramiro I, los problemas internos en el mismo se acentuaron. La problemática ascensión al trono hizo que las rebeliones de diversos nobles, descontentos con el rey Ramiro I, se propagasen. La Crónica Albeldense dejó constancia de dos de dichas revueltas. Una de ellas, del prócer Piniolo, que fue condenado a muerte, junto con sus siete hijos, por Ramiro I. La segunda rebelión estuvo protagonizada por el comes palatii Aldroito, quien fue condenado a ser cegado por el rey Ramiro I.
Asimismo, el monarca actuó con severidad contra los latrones, cuyo número aumentó durante su reinado, que estuvo plagado de rebeliones internas, y contra los magos, de los que se supone que serían seguidores de ciertos cultos paganos, todavía muy enraizados en algunas poblaciones aisladas.
Por todo ello, la Crónica Albeldense definió a Ramiro I de Asturias como Uirga iustitiae, es decir, Vara de la Justicia.
Nupcias y descendencia
Contrajo un primer matrimonio alrededor del año 820 con Urraca, cuya ascendencia se desconoce aunque su nombre indica que podría ser de origen vasco-navarro. En un privilegio del año 834, cuya autenticidad ha sido cuestionada por diversos historiadores, aunque otros defienden la misma, el rey Ramiro I de Asturias es mencionado junto con la reina Urraca, y también son mencionados en el mismo documento el infante Ordoño, hijo de ambos, y García, hermano del monarca.2 Fruto del primer matrimonio del monarca, nació:
- Ordoño I de Asturias (821-866). Rey de Asturias. Heredó el trono asturiano a la muerte de su padre, afianzándose a partir de enconces el sistema de sucesión directa dentro de la propia familia real, aunque no siempre de padres a hijos, hecho que no se generalizó hasta un siglo después.3
Posteriormente, Ramiro I contrajo un segundo matrimonio, alrededor del año 842, fecha en que falleció el rey Alfonso II el Casto, con Paterna, quien según diversos autores era de origen castellano. Consta en las crónicas de la época que cuando falleció Alfonso II, Ramiro, que aún no había sido proclamado rey, se encontraba en tierras de Castilla, preparando su segundo matrimonio. Fruto de dichó matrimonio, según diversos autores, aunque no existe documentación alguna que confirme que los hijos fueran de este segundo matrimonio:
- García.
- Aldonza, quien nació ciega.
Algunos autores señalan que Ramiro y su segunda esposa fueron padres del conde Rodrigo de Castilla, aunque la filiación de éste último aún no ha sido confirmada y resulta improbable que un hijo de un matrimonio que se celebró no antes del año 842, haya repoblado Amaya en 860. El medievalista Justo Pérez de Urbel señaló que fue nombrado conde de Castilla debido a su vinculación con la familia real asturiana, y que posiblemente dicha vinculación existiese a través de la reina Paterna, aunque no necesariamente por ser su hijo.
También pudo ser el padre de Gatón, conde de Astorga y de El Bierzo, según consta en Al-Bayan al-Mughrib escrita por Ibn Idhari quien lo sitúa como hermano del rey Ordoño I de Asturias.4
Muerte y sepultura
Ramiro I falleció el día 1 de febrero del año 850, en su palacio de Santa María del Naranco, ubicado en el monte Naranco, en las cercanías de la ciudad de Oviedo. Recibió sepultura en el Panteón de Reyes de la iglesia de Nuestra Señora del Rey Casto, de la ciudad de Oviedo junto con su segunda esposa, la reina Paterna. Sus restos mortales fueron depositados en un sepulcro de piedra, desaparecido en la actualidad, que se encontraba situado junto al que contenía los de Alfonso II el Casto, y en el que fue esculpida la siguiente inscripción:5
OBIIT DIVAE MEMORIAE RANIMIRUS REX DIE KAL. FEBRUARII. ERA DCCCLXXXVIII. OBTESTOR VOS OMNES QUI HAEC LECTURI ESTIS. UT PRO REQUIE ILLIUS ORARE NON DESINETIS.
La leyenda de la batalla de Clavijo
Durante el reinado de Ramiro I, en el año 844, tuvo lugar la mítica batalla de Clavijo6 aunque es en grandes rasgos, la mitificación de la batalla de Albelda.7 8 En ella, y según refiere la leyenda, las tropas asturianas derrotaron a las musulmanas, y en el transcurso de la batalla, apareció el Apóstol Santiago, montado en un caballo blanco y portando un estandarte del mismo color en su mano y, con su ayuda, las tropas cristianas derrotaron a sus enemigos.9 Como agradecimiento a la intervención del Apóstol, el rey Ramiro I instituyó el Voto de Santiago, que fue suprimido por las Cortes de Cádiz, en el año 1812.10
No obstante, la existencia de dicha batalla no figura ni en las crónicas cristianas ni en las árabes de la época, y el primero en mencionarla en las crónicas fue el arzobispo toledano Rodrigo Jiménez de Rada.
Arquitectura ramirense
Durante el reinado de Ramiro I de Asturias se desarrolló el arte prerrománico asturiano, y a los monumentos de su época se les denomina de estilo ramirense. En las faldas meridionales del Monte Naranco, situado junto a la ciudad de Oviedo, el rey Ramiro I ordenó construir el palacio de Santa María del Naranco, y una iglesia, llamada de San Miguel de Lillo o Liño, la cual sufrió un derrumbamiento en el siglo XIII y, en la actualidads solamente permanece en pie una tercera parte del edificio original. También había varias dependencias de servicio, hoy desaparecidas.
En la época de Ramiro I se emplearon en el reino de Asturias las bóvedas de cañón, de ligera piedra toba, y que eran una novedad no sólo respecto a las construcciones anteriores, sino con respecto las que en esos momentos se construían en Europa y en la España dominada por los musulmanes, y que eran de madera.
También fue edificada en esta época la iglesia de Santa Cristina de Lena, situada en las cercanías del municipio de Lena, y a unos treinta kilómetros de la ciudad de Oviedo. Todos estos edificios están declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Información WIKIPEDIA.
Ordoño I
Ordoño I
(Oviedo, 821 - 866) Undécimo rey de Asturias (850-866) que amplió notablemente las fronteras del reino. Hijo del monarca asturiano Ramiro I y de la primera esposa de éste, pasó los primeros años de su vida en Oviedo, en la corte del protector de su padre, el también monarca Alfonso II el Casto.
Ordoño, en su calidad de hijo primogénito, debió ocupar una posición destacada desde su nacimiento, puesto que el mencionado Ramiro probablemente desde su juventud fue asociado al trono y el rey Casto expresó en diversas ocasiones su deseo de que, a su muerte, éste ocupara su trono, puesto que no tenía descendientes, a pesar de que hasta ese momento la corona había conservado su carácter electivo.
En el año 830, tras el nombramiento de Ramiro como gobernador de Galicia, Ordoño, que contaba en aquel tiempo nueve años, acompañó a su familia a tierras gallegas. Instalada la corte del gobernador en Lugo, fue en esta ciudad donde Ordoño completó su educación e inició su formación militar, donde muy pronto destacó por su habilidad en el manejo de las armas.
Durante los años siguientes la vida de Ordoño debió de ser cómoda en Galicia, ya que su padre, lejos de encontrar oposición a su gobierno, formó un sólido grupo de colaboradores, los cuales le dieron prueba de su lealtad posteriormente. Ordoño, desde su adolescencia, debió de acompañar a su padre, probablemente con el fin de familiarizarse con el funcionamiento de las distintas instituciones y sobre todo en los complicados engranajes que conformaban la vida de la corte.
Así, su padre le encomendó que se hiciera cargo de las funciones de gobernador mientras él acudía a las Vardulias en el año 842, para contraer matrimonio con la que sería su segunda esposa, Paterna. Mucho cambió entonces la vida del joven, puesto que poco tiempo después se conoció la noticia de que Alfonso II había muerto en Oviedo, por lo que todo parecía indicar que la proclamación de Ramiro sería inminente.
Desafortunadamente para Ramiro, el encontrarse alejado de la corte en el momento del fallecimiento del monarca estuvo a punto de truncar sus aspiraciones, ya que un noble llamado Neopocioano, contando con el apoyo de un grupo de notables, se hizo proclamar rey de Asturias. Ordoño debió de participar en las tareas para organizar el ejército que su padre pretendía utilizar en contra de Neopociano, aunque no marchó junto a él, sino que se quedó en Galicia, ocupando el mencionado puesto de gobernador, puesto en el que fue confirmado ese mismo año, tras el advenimiento al trono de Ramiro I.
Firmemente asentado como gobernador, a la edad de 26 años, en el año 847, Ordoño contrajo matrimonio con una noble de la región, posiblemente una hermana del conde del Bierzo, Gatón, llamada Muniadona o Muña. Dicho matrimonio tuvo una abultada descendencia, ya que según ha quedado registrado en diferentes crónicas, Ordoño fue padre en al menos seis ocasiones; entre sus descendientes, destaca por su importancia su hijo primogénito, el futuro Alfonso III el Magno.
Fruto de su matrimonio nacieron, por lo menos, seis hijos:
Alfonso III el Magno (c.848-910). Rey de Asturias. Heredó el trono de Asturias a la muerte de su padre y contrajo matrimonio con Jimena de Asturias, con quien tuvo descendencia. Fue sepultado en el Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo.
Bermudo Ordóñez. Cuando su hermano Alfonso III subió al trono, se rebeló contra él, y fue el único de los hermanos del rey que se libró de ser cegado, debido al hecho de que buscó refugio entre los musulmanes.
Nuño Ordóñez. Se rebeló junto con sus hermanos contra Alfonso III el Magno quien ordeno cegarlos.
Fruela Ordóñez.
Odoario Ordóñez.
El 1 de enero del 850 murió Ramiro I en Oviedo, tras ocho años de reinado, siendo sucedido por su hijo Ordoño, el cual fue el primer monarca asturiano en heredar el cargo, sin previa elección. Poco después de su proclamación tuvo que hacer frente a una sublevación de los vascones, los cuales contaron al parecer con el apoyo de los Banu Qasi. Ordoño I logró someter a los rebeldes, aunque cuando se encontraba de regreso a Oviedo recibió la noticia de que un ejército musulmán tenía intención de atacar la región de las Vardulias. Dicho ejército no logró su propósito y se vio obligado a regresar a al-Andalus, tras ser frenado por Ordoño a orillas del Ebro.
A pesar de sus victorias, la situación no mejoró, ya que tras estas campañas, el gobernador de Zaragoza, Musa ibn Musa (800-862), decidió construir una fortaleza en la ciudad de Albaida, actual Albelda, la cual suponía un enorme peligro para los intereses de Ordoño, ya que los siempre levantiscos vascones podrían aprovechar la circunstancia para unirse a los Banu Qasi en su contra. Rápidamente reorganizó el monarca su ejército y se dirigió a la fortaleza. Tras levantar su campamento en los alrededores de la mencionada ciudad, comenzó su asedio. Musa ibn Musa acudió rápidamente en auxilio de sus hombres, pero tras una dura batalla tuvo que retirarse mal herido y la ciudad fue arrasada.
No hay duda de que la compleja situación política que se vivió en al-Andalus en aquellos años fue hábilmente aprovechada por Ordoño I, el cual emprendió importantes campañas para acrecentar sus dominios. En el año 854, tras producirse la sublevación de Toledo, no tardó en enviar un ejército en su auxilio, el cual fue dirigido por su cuñado el conde del Bierzo, Gatón, aunque la campaña no obtuvo el éxito que éste esperaba, ya que el propio emir cordobés, Muhammad I (823-886), acudió para sofocar la rebelión, derrotando a los ejércitos toledanos y asturianos en la batalla de Guadalete.
A pesar de lo que afirman las crónicas musulmanas, las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan elevadas, ya que el conde del Bierzo participó en importantes campañas poco después y Toledo conservó su independencia. Pero no todo fueron derrotas para los ejércitos de Ordoño, ya que poco tiempo después de este incidente, Ordoño organizó varias expediciones que tuvieron un notable éxito. Inició una incursión por tierras de al-Andalus, llegando a ocupar ciudades como Salamanca o Coria, donde tomó prisionero a su gobernador y ordenó a algunos de sus hombres de confianza que reconstruyesen las murallas de importantes ciudades, que aunque habían sido reconquistadas en tiempos de Alfonso I el Católico, no habían sido pobladas, como es el caso de Tuy, Astorga, León o Amaya.
Muhammad I intentó castigar la audacia del rey cristiano y envió dos expediciones sucesivas en su contra en el año 862 y el 863. En la segunda, los ejércitos musulmanes penetraron por la zona de Álava y la primitiva Castilla y atacaron la región de Miranda, tras lo cual fueron sorprendidos por los ejércitos de Ordoño, que cortaron su retirada hacia el sur. Probablemente en Pancorvo tuvo lugar una sangrienta batalla, que debió tener consecuencias desastrosas para los cordobeses, ya que éstos no iniciaron ninguna expedición el año siguiente (864). El emir logró enviar años después un ejército, formado por soldados de toda al-Andalus, que destruyó la fortaleza cristiana de Frías.
No se vio libre tampoco Ordoño de los ataques de los piratas normandos, que entre los años 858 y 861 realizaron numerosas incursiones en la Península Ibérica; intentaron atacar las costas gallegas y fueron rechazados por el conde Pedro. Durante los últimos años de su vida, Ordoño no pudo participar activamente en las campañas defensivas llevadas a cabo contra los musulmanes, aunque su círculo de colaboradores siempre tuvo muy en cuenta las opiniones del monarca. Enfermo de gota, su salud se fue debilitando poco a poco, hasta que murió a la edad de 45 años. A su muerte el trono asturiano fue ocupado por el Alfonso III el Magno.
La Primera Crónica General describe del siguiente modo la defunción de Ordoño I:
Andados X annos desse rey don Ordonno -et fue esto en la era de DCCC et LXX et un annos- enfermo el rey de los pies, de una enfermedad a que dizen en la fisica podagra...Et desta enfermedad podagra enfermo el rey Ordonno, et murio ende en Oviedo, et enterraronle y muy onrradamientre como a rey en la eglesia de Santa Maria. La su alma reyne con Dios, ca muy buen rey fue.
Recibió sepultura en el Panteón de reyes de la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la Catedral de Oviedo, en el que también fue sepultada su esposa, la reina Nuña. En el sepulcro de piedra en el que fueron depositados sus restos mortales, que estaba colocado junto al de Alfonso II el Casto, se hallaba esculpido el siguiente epitafio:
ORDONIUS ILLE PRINCEPS, QUEM FAMA LOQUETUR, CUIQUE REOR SIMILEM SECULA NULLA FERENT. INGENS CONSILIIS ET DEXTERAE BELLIGER ACTIS. OMNIPOTENSQUE TUIS NON REDDAT DEBITA CULPIS. OBIIT SEXTO KAL. JUNII. ERA DCCCCIIII.
viernes, 25 de enero de 2013
Muhammad ibn Massarra. filosofo .
Muhammad ibn Massarra (Córdoba (España), 883 - 931) fue uno de los primeros maestros del pensamiento y la filosofía en el mundo islámico en Al-Ándalus, partiendo de presupuestos del conocimiento del islam y la filosofía, de acuerdo con las formas gnósticas y unitarias.
Vino al mundo en una época de importantes cambios en Al-Andalus, los cuales le influyeron profundamente en los fundamentos de sus reflexiones.
En su juventud se rodeó de importantes amistades. Su padre, , Abu Muhammad Abdalah,, aficionado al marazilismo , era un importante comerciante, le introdujo en los estudios de filosofía.
La esencia de lo heterodoxo que impregnaba todas sus enseñanzas hizo nacer peligrosos recelos entre los pensadores más conservadores, originando enfrentamientos con Massarra que terminaron cuando marchó de viaje a Oriente, bajo el pretexto de una peregrinación a la Meca.
Entre otras tantas acusaciones que a sus enseñanzas se le hicieron, especialmente se le atribuye la herejía mu'tazili, que atribuye la libertad humana, la causalidad de todos los actos y que niega, al mismo tiempo, la existencia del infierno; todo ello, unido a la conflictiva situación por la que atravesaba el emirato cordobés debido a la revuelta de Ibn Hafsûn, que originaría la condena del emir, lo que motivaría, su huida de Al-Andalus, so pretexto de una peregrinación oficial a La Meca acompañándole en el viaje dos de sus más fieles discípulos.
En tiempos de Abderramán III, tras la revolución islámica, volvió a Córdoba, pasando el resto de su vida en un retiro de la Sierra, dedicándose a difundir sus conocimientos a un grupo de selectos alumnos...
Así continuó exponiendo su pensamiento a los iniciados que formaban parte de su escuela Uno de ellos, Ibn Abd al-Mâlik, se las ingeniaría para escribir una copia subrepticia de la obra de su maestro, que más tarde publicaría, originando ésta una grave denuncia de herejía por parte de los faquíes mas ortodoxos, aunque no hay constancia de que fuera condenado.
La obra de Ibn Massarra no sólo sería polémica en Al-Andalus; transcendió a todo el mundo árabe. Su obra, como tal no ha llegado, pero sin embargo, conocemos el título de dos de sus importantes escritos: Libro de la explicación perspicua y Libro de las letras, en los cuales expone y defiende su sistema, bajo la apariencia musulmana del motazilismo y del sufismo batimí.
En su intento de explicar el origen del mundo y las cosas a partir de la materia original, Ibn Massarra haría uso de la conocida parábola de los polvitos solares, que se remontan a Alí, yerno del profeta, que haría precipitar en el Islám gran parte de las fórmulas filosóficas y sufíes. Esta parábola dice que sin la irradiación del Sol, que cae sobre las partículas de polvo suspendidas en el aire, éstas no podrían aparecer visibles, y sin las partículas de polvo los propios rayos solares no se distinguirían en el aire; éstas se corresponden a la materia original que, en sí, sin el reflejo de los rayos del Sol, a imagen de la luz divina, carecerían de entidad.
Gracias a esta parábola, la doctrina de la materia original recibe un sentido que va mucho más allá del horizonte exclusivo de la filosofía, en cuanto está se halla ligada al pensamiento deductivo. En última instancia, la parábola de las partículas de polvo iluminadas por el sol se refieren al concepto del conocimiento de la unidad e indivisibilidad de Alá. Importante cuestión ideológica que conllevaría las sucesivas transformaciones políticas y culturales que darían como logro la revolución de los andalusíes en Al-Andalus.
A nivel ideológico, era la pugna entre la concepción unitaria de Alá y de la división trinitaria de Dios cristiana. Así pues, en el pensamiento de Ibn Massarra vemos la imagen de un andaluz unitario inserto en la vorágine de los acontecimientos revolucionarios islámicos que, por su nombre, ya es un fiel reflejo de la arabización y la islamización de la Bética, y que en su pensamiento deductivo ha traspasado el simple campo del gnosticismo hacia una comprensión intelectual del islam.
Ibn Masarra murió a los 48 años, el día 20 de octubre del año 931. No tuvo hijos.
Vino al mundo en una época de importantes cambios en Al-Andalus, los cuales le influyeron profundamente en los fundamentos de sus reflexiones.
En su juventud se rodeó de importantes amistades. Su padre, , Abu Muhammad Abdalah,, aficionado al marazilismo , era un importante comerciante, le introdujo en los estudios de filosofía.
La esencia de lo heterodoxo que impregnaba todas sus enseñanzas hizo nacer peligrosos recelos entre los pensadores más conservadores, originando enfrentamientos con Massarra que terminaron cuando marchó de viaje a Oriente, bajo el pretexto de una peregrinación a la Meca.
Entre otras tantas acusaciones que a sus enseñanzas se le hicieron, especialmente se le atribuye la herejía mu'tazili, que atribuye la libertad humana, la causalidad de todos los actos y que niega, al mismo tiempo, la existencia del infierno; todo ello, unido a la conflictiva situación por la que atravesaba el emirato cordobés debido a la revuelta de Ibn Hafsûn, que originaría la condena del emir, lo que motivaría, su huida de Al-Andalus, so pretexto de una peregrinación oficial a La Meca acompañándole en el viaje dos de sus más fieles discípulos.
En tiempos de Abderramán III, tras la revolución islámica, volvió a Córdoba, pasando el resto de su vida en un retiro de la Sierra, dedicándose a difundir sus conocimientos a un grupo de selectos alumnos...
Así continuó exponiendo su pensamiento a los iniciados que formaban parte de su escuela Uno de ellos, Ibn Abd al-Mâlik, se las ingeniaría para escribir una copia subrepticia de la obra de su maestro, que más tarde publicaría, originando ésta una grave denuncia de herejía por parte de los faquíes mas ortodoxos, aunque no hay constancia de que fuera condenado.
La obra de Ibn Massarra no sólo sería polémica en Al-Andalus; transcendió a todo el mundo árabe. Su obra, como tal no ha llegado, pero sin embargo, conocemos el título de dos de sus importantes escritos: Libro de la explicación perspicua y Libro de las letras, en los cuales expone y defiende su sistema, bajo la apariencia musulmana del motazilismo y del sufismo batimí.
En su intento de explicar el origen del mundo y las cosas a partir de la materia original, Ibn Massarra haría uso de la conocida parábola de los polvitos solares, que se remontan a Alí, yerno del profeta, que haría precipitar en el Islám gran parte de las fórmulas filosóficas y sufíes. Esta parábola dice que sin la irradiación del Sol, que cae sobre las partículas de polvo suspendidas en el aire, éstas no podrían aparecer visibles, y sin las partículas de polvo los propios rayos solares no se distinguirían en el aire; éstas se corresponden a la materia original que, en sí, sin el reflejo de los rayos del Sol, a imagen de la luz divina, carecerían de entidad.
Gracias a esta parábola, la doctrina de la materia original recibe un sentido que va mucho más allá del horizonte exclusivo de la filosofía, en cuanto está se halla ligada al pensamiento deductivo. En última instancia, la parábola de las partículas de polvo iluminadas por el sol se refieren al concepto del conocimiento de la unidad e indivisibilidad de Alá. Importante cuestión ideológica que conllevaría las sucesivas transformaciones políticas y culturales que darían como logro la revolución de los andalusíes en Al-Andalus.
A nivel ideológico, era la pugna entre la concepción unitaria de Alá y de la división trinitaria de Dios cristiana. Así pues, en el pensamiento de Ibn Massarra vemos la imagen de un andaluz unitario inserto en la vorágine de los acontecimientos revolucionarios islámicos que, por su nombre, ya es un fiel reflejo de la arabización y la islamización de la Bética, y que en su pensamiento deductivo ha traspasado el simple campo del gnosticismo hacia una comprensión intelectual del islam.
Ibn Masarra murió a los 48 años, el día 20 de octubre del año 931. No tuvo hijos.
martes, 22 de enero de 2013
El corto reinado de al-Mundhir.
Son muchos los historiadores que aseguran que si al-Mundhir ( nacido en el 844 hijo de mohamed I y Ushar ) hubiera vivido algo más, hubiera acabado con Ibn Hafsun. Pero después de su entronización, el 9 de agosto de 886, sólo le quedaban 23 meses de vida. Este emir parece que era benévolo con sus vasallos, de carácter emprendedor y valeroso, con espíritu generoso, pero apenas tuvo tiempo de hacer nada, muriendo a los pies de Bobastro en el 888.
Ibn Idhari lo retrata así: «Moreno, de cabello ensortijado...tenía el rostro marcado de viruelas.»
La ausencia de al-Mundhir para ser investido emir y recibir el juramento de fidelidad, dio un respiro a Ibn Hafsun que aprovechó la ocasión para enardecer los ánimos de sus seguidores, pues era buen orador y sabía decir aquello que querían oír los que le escuchaban. Su comportamiento era caballeroso, respetaba a las mujeres y administraba justicia, la cual aplicaba con severidad sobre el que cometiera algún tipo de violencia. Sus tropas le adoraban porque reconocía el esfuerzo y el valor y premiaba a sus soldados con brazaletes de oro, a modo de condecoraciones militares. Se apoderaron de Priego, Cabra y del castillo de Iznájar, en el que instaló a sus partidarios.
Al año siguiente, al-Mundhir reanudó su lucha contra el rebelde Ibn Hafsun. Las columnas omeyas, dirigidas por el emir, fueron ganando posiciones, mientras los cabecillas de distintos lugares, afectos al rebelde de Bobastro, eran hecho prisioneros y ejecutados. Luego, el soberano se instaló delante de los muros del castillo que, en semejante situación, entabló conversaciones con al-Mundhir, haciéndole saber que estaba dispuesto a someterse siempre que se le tratase con dignidad y que él y los suyos gozarían en Córdoba de una consideración honrosa. El emir se dejó seducir por las promesas de Ibn Hafsun y le prometió que su vida sería respetada y le colmaría de favores. En muestra de su buena disposición, le mandaba 50 mulos para el transporte del equipaje, con regalos para su familia. La tentación fue, tal vez, demasiado grande para el rebelde. Durante la noche, ahuyentó a los soldados que protegían el convoy, se apropió de los regalos y huyó, dejando a su familia en el castillo.
Al-Mundhir furioso por haberse dejado engañar , juró no moverse hasta conquistar Bobastro y hacerse con el rebelde, vivo o muerto, pues a estas alturas de la historia, lo que quería era acabar con aquel problema de una vez por todas. Pero a las pocas semanas del asedio se sintió enfermo. Sin abandonar su puesto, mandó venir, desde Córdoba a su hermano, Abd Allah, y apenas llegó este príncipe, al-Mundhir moría el día 29 de junio. No tenía hijos en edad de reinar y el poder pasaba a su hermano. El sucesor hizo lo posible por ocultar la muerte del emir, pues temía una desbandada general de las fuerzas al conocer la muerte de su señor, pero se negó a enterrar al fallecido allí mismo, por lo que , a los tres días, tuvo que anunciar su muerte. El sitio de Bobastro se levantó y marcharon a Córdoba con los restos de al-Mundhir, para enterrarlos en la capital. Abandonado por todo el ejército y sólo en compañía de unos pocos fieles, Abd Allah pidió a Ibn Hafsun que no atacase el cortejo fúnebre y le expuso que, como futuro emir, deseaba estar a bien con él. La pequeña comitiva no fue molestada y el rebelde se sintió tratado como un gran señor ya que hasta el emir le guardaba el aire. Unos días después, al-Mundhir era enterrado en el pantéon familiar y ABD ALLAH era jurado como emir.
al-Andalus de Concha Masiá.
Ibn Idhari lo retrata así: «Moreno, de cabello ensortijado...tenía el rostro marcado de viruelas.»
La ausencia de al-Mundhir para ser investido emir y recibir el juramento de fidelidad, dio un respiro a Ibn Hafsun que aprovechó la ocasión para enardecer los ánimos de sus seguidores, pues era buen orador y sabía decir aquello que querían oír los que le escuchaban. Su comportamiento era caballeroso, respetaba a las mujeres y administraba justicia, la cual aplicaba con severidad sobre el que cometiera algún tipo de violencia. Sus tropas le adoraban porque reconocía el esfuerzo y el valor y premiaba a sus soldados con brazaletes de oro, a modo de condecoraciones militares. Se apoderaron de Priego, Cabra y del castillo de Iznájar, en el que instaló a sus partidarios.
Al año siguiente, al-Mundhir reanudó su lucha contra el rebelde Ibn Hafsun. Las columnas omeyas, dirigidas por el emir, fueron ganando posiciones, mientras los cabecillas de distintos lugares, afectos al rebelde de Bobastro, eran hecho prisioneros y ejecutados. Luego, el soberano se instaló delante de los muros del castillo que, en semejante situación, entabló conversaciones con al-Mundhir, haciéndole saber que estaba dispuesto a someterse siempre que se le tratase con dignidad y que él y los suyos gozarían en Córdoba de una consideración honrosa. El emir se dejó seducir por las promesas de Ibn Hafsun y le prometió que su vida sería respetada y le colmaría de favores. En muestra de su buena disposición, le mandaba 50 mulos para el transporte del equipaje, con regalos para su familia. La tentación fue, tal vez, demasiado grande para el rebelde. Durante la noche, ahuyentó a los soldados que protegían el convoy, se apropió de los regalos y huyó, dejando a su familia en el castillo.
Al-Mundhir furioso por haberse dejado engañar , juró no moverse hasta conquistar Bobastro y hacerse con el rebelde, vivo o muerto, pues a estas alturas de la historia, lo que quería era acabar con aquel problema de una vez por todas. Pero a las pocas semanas del asedio se sintió enfermo. Sin abandonar su puesto, mandó venir, desde Córdoba a su hermano, Abd Allah, y apenas llegó este príncipe, al-Mundhir moría el día 29 de junio. No tenía hijos en edad de reinar y el poder pasaba a su hermano. El sucesor hizo lo posible por ocultar la muerte del emir, pues temía una desbandada general de las fuerzas al conocer la muerte de su señor, pero se negó a enterrar al fallecido allí mismo, por lo que , a los tres días, tuvo que anunciar su muerte. El sitio de Bobastro se levantó y marcharon a Córdoba con los restos de al-Mundhir, para enterrarlos en la capital. Abandonado por todo el ejército y sólo en compañía de unos pocos fieles, Abd Allah pidió a Ibn Hafsun que no atacase el cortejo fúnebre y le expuso que, como futuro emir, deseaba estar a bien con él. La pequeña comitiva no fue molestada y el rebelde se sintió tratado como un gran señor ya que hasta el emir le guardaba el aire. Unos días después, al-Mundhir era enterrado en el pantéon familiar y ABD ALLAH era jurado como emir.
al-Andalus de Concha Masiá.
sábado, 19 de enero de 2013
Cuentos V y VI
Cuento V
Se cuenta que estaban preparando unos kebabs para Naushirwan con la caza que acababan de matar en el coto. Los cocineros se quedaron sin sal, por lo que enviaron a un esclavo a un pueblo cercano para que consiguiera un poco. Cuando se marchaba, Naushirwan le pidió que se asegurase de entregar el precio de la sal que obtuviera, no fuera a convertirse en costumbre llevarse algo sin pagar y quedara arruinado el pueblo.
Algunos preguntaron:
- ¿Qué daño podría ocasionar tal nimiedad?
Él respondió:
- Un pequeño acto de tiranía parece carecer de importancia, pero los que vienen luego van multiplicándola y acaba siendo de magnitudes imponderables.
Si un rey come sin permiso una manzana del huerto de un vasallo, sus súbditos se sentirán autorizados a arrancarle el árbol.
Si el sultán se hace con un huevo por la fuerza, sus tropas pondrán mil pollos en el asador.
El malvado que extorsiona no vive por siempre, pero sí es eterna la maldición sobre él.
Cuento VI
Cuentan la historia de un hombre poderoso que golpeó en la cabeza a un hombre justo con una piedra. El dervishe no pudo responder a la agresión. Un día encarcelaron a su atacante por haber causado la ira del rey. El dervishe, que todo ese tiempo había guardado la piedra, fue a ver al hombre y le golpeó con ella en la cabeza. El prisionero se quedó desconcertado y le preguntó:
- ¿Quién eres y por qué me golpeas con esa piedra?
El anciano respondió:
- Soy fulano de tal y esta es la misma piedra con la que me golpeaste en tal fecha.
Su víctima inquirió:
- ¿Por qué no te vengaste antes?
- Antes -dijo el sabio- temía tu autoridad, pero ahora considero que es el momento adecuado para enseñarte buenos modales, pues es cierto que:
Si ves a un hombre indigno que adquiere poder,
es que los sabios han renunciado a la autoridad.
Mientras no tengas uñas afiladas,
mejor es no entrar en pelea.
El que echa un pulso a un puño de acero,
causa dolor a su propia muñeca.
Espera hasta que la fortuna ate sus manos
y entonces, para deleite de tus amigos, ábrele el cráneo.
jueves, 17 de enero de 2013
Omar Ben Hafsún
Umar ibn Hafsūn ibn Ya`far ibn Sālim (en árabe, عمر بن حَفْصُون بن جعفر بن سالم), conocido en la historiografía española como Omar Ben Hafsún, († 918) fue un guerrillero andalusí de origen hispano-godo, que organizó y acaudilló una rebelión (880–918) contra el Emirato Omeya de Córdoba (Emirato de Córdoba). En la última fase de su rebelión se hizo bautizar recibiendo el nombre cristiano de Samuel (899).
Omar Ben Hafsún nació en la región de Parauta, municipio español situado al este de la actual provincia de Málaga. Esta población situada en el Valle del Genal, es una de la poblaciones que conforman la comarca de la Serranía de Ronda, probablemente en el sitio denominado "La Torrecilla", hoy pueblo de Parauta, en una familia de terratenientes musulmanes de origen nobiliario godo (se dice que del rey visigodo Witiza). Su abuelo Chafar ben Salim fue el primer musulmán de la familia, De este modo, Omar por nacimiento era muladí (nombre que recibían los descendientes de los cristianos convertidos al islam), no era mozárabe (los de los hispano-godos que continuaron siendo cristianos); momento a partir del cual se le puede denominar converso (desde la perspectiva islamista) o renegado (desde la perspectiva cristiana). De la madre de Omar no se sabe nada; del padre sabemos que murió bajo las garras de un oso; y de sus hermanos, que uno se llamaba Ayyub y el otro Ya`far.
Según el historiador D. Isidro García Cigüenza, el origen del apellido de Omar era Hafs y a éste se le añadió el término de "un" que entre los árabes era distintivo de nobleza, quedando el apellido configurado en Hafsún.
El origen de cómo Omar se convirtió en un rebelde, según recoge el escritor Jorge Alonso García, está en un incidente que le ocurrió cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo, Ya`far ibn Salim. Omar se enfrentó a él, matándolo. Tras este asesinato, Omar hubo de esconderse en la sierra del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), refugiándose en las ruinas de un viejo castillo que será el inexpugnable Bobastro, dado que él sabía que sería perseguido por los justicieros bereberes. Con otros fugitivos como él, empezó a robar por la cora de Rayya y de Takoronna hasta que fue capturado por el valí de Málaga, que, desconociendo el asesinato cometido, sólo lo azotó. Entonces decidió escapar al norte de Africa, instalándose en Tahart como aprendiz de sastre hasta que, animado por otro muladí, decidió volver en el año 880 aprovechando el creciente caos interno de Al-Ándalus. Con el apoyo de su tío Muhadir consiguió reunir una partida de mozárabes, muladíes e incluso beréberes descontentos con la aristocracia de origen árabe dominante, y dando muestras de lo que después fuera probado en multitud de contiendas, es decir sus grandes dotes de estratega militar, Omar, como primera medida reforzó y mejoró las defensas del castillo de Bobastro, en el norte de la provincia de Málaga, haciéndolo prácticamente inexpugnable, como se demostraría a lo largo de los más de cuarenta años que resistió los envites de los Omeyas.
Sus huestes se hicieron muy poderosas y numerosas y luchaban con gran valentía en clara rebeldía contra el poder de los emires de Córdoba. Su soldadesca le llamaba cariñosamente "El capitán de la gran nariz". Allá por donde pasaban, las gentes vitoreaban a Omar y a sus hombres, por lo que el emir de Córdoba, Muhammad I, le perdonó y lo tomó como guardia personal a su servicio y junto al general Hashim ibn Abd al-Aziz participó en duras batallas, como la de Pancorbo, donde demostró su bravura ante el enemigo.
Pero lejos de obtener un reconocimiento a su valía y a la de sus hombres, Omar era menospreciado e insultado por los altos mandatarios del emirato, llegando incluso a faltarles la comida o, en su defecto, cuando se la hacían llegar, ésta no reunía las mínimas condiciones. Rebelándose contra el emir, conquistó un gran territorio.
La supremacía militar de Omar se mostraba imparable; este grandioso despliegue militar le llevó a apoderarse de fortalezas como las de Autha, Comares y Mijas.
El emir Al-Mundir, hijo de Muhammad, mandó su ejército, pero sólo recuperaron Iznájar, en 888, por lo que el emir en persona decide partir al frente de sus tropas y asedia Archidona donde los muladíes se rinden siendo ejecutados los defensores mozárabes. Lo mismo ocurre en Priego que también es recuperada por los omeyas.Tras estas victorias el emir puso cerco a Bobastro, provocando que Ibn Hafsún firmase un pacto con el rey: su rendición a cambio de la amnistía, pero rompió la tregua cuando el emir ya se retiraba, por lo que Al-Mundir volvió al asedio, enfermando y muriendo, sucediéndole su hermano Abdallah.
Durante el emirato de Abdallah las rebeliones internas en Al-Andalus se sucedieron, Omar ben Hafsún aprovechó para firmar alianzas con otros rebeldes y tomar Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquistando Baena masacrando a sus defensores por lo que Priego y el resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba. Era un amplio estado, desde Elvira y Jaén por el oeste y por el este hasta la región de Sevilla, y llegando incluso hasta Córdoba.
En el cenit de su poder, Omar Ben Hafsún dominaba las provincias de Málaga y Granada (donde el Emirato tuvo que reconocerle oficialmente como gobernador) y tenía intensas relaciones con los rebeldes de Jaén. En su lucha contra los Omeyas le apoyaron sobre todo los bereberes y los mozárabes.
También estableció contactos con Ifriquiya (Túnez, Libia), primero con los aglabíes y luego con sus vencedores, los fatimíes que eran shiíes pese a que la población seguía la doctrina sunní, así como con Badajoz y Zaragoza. Al mismo tiempo instala un obispo cristiano en Bobastro y construye allí una iglesia convirtiéndose al cristianismo en el año 899 adoptando el nombre de Samuel, e intentando también el reconocimiento de su estado por el rey asturiano Alfonso III.
El Emirato consiguió aislarle en gran parte formando una coalición con los Banu Qasi, una importante familia muladí en la Marca Superior. Abdallah le derrotó el 16 de mayo del año 891 en Poley (el nombre árabe de Aguilar de la Frontera, situado en el sur de la provincia de Córdoba) y allí comenzó su declive. Su bautizo le restó partidarios, pero continuó la lucha desde su fortaleza de Bobastro, hasta su muerte en el año 917. Su hijo Suleyman pudo sostener Bobastro contra Abderramán III hasta 928. La rebelión fue reprimida y el clan de los Hafsún tuvo que irse al exilio. A su hija, Santa Argentea, se la recuerda en la Iglesia Católica como virgen y mártir.
Omar Ben Hafsún nació en la región de Parauta, municipio español situado al este de la actual provincia de Málaga. Esta población situada en el Valle del Genal, es una de la poblaciones que conforman la comarca de la Serranía de Ronda, probablemente en el sitio denominado "La Torrecilla", hoy pueblo de Parauta, en una familia de terratenientes musulmanes de origen nobiliario godo (se dice que del rey visigodo Witiza). Su abuelo Chafar ben Salim fue el primer musulmán de la familia, De este modo, Omar por nacimiento era muladí (nombre que recibían los descendientes de los cristianos convertidos al islam), no era mozárabe (los de los hispano-godos que continuaron siendo cristianos); momento a partir del cual se le puede denominar converso (desde la perspectiva islamista) o renegado (desde la perspectiva cristiana). De la madre de Omar no se sabe nada; del padre sabemos que murió bajo las garras de un oso; y de sus hermanos, que uno se llamaba Ayyub y el otro Ya`far.
Según el historiador D. Isidro García Cigüenza, el origen del apellido de Omar era Hafs y a éste se le añadió el término de "un" que entre los árabes era distintivo de nobleza, quedando el apellido configurado en Hafsún.
El origen de cómo Omar se convirtió en un rebelde, según recoge el escritor Jorge Alonso García, está en un incidente que le ocurrió cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo, Ya`far ibn Salim. Omar se enfrentó a él, matándolo. Tras este asesinato, Omar hubo de esconderse en la sierra del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), refugiándose en las ruinas de un viejo castillo que será el inexpugnable Bobastro, dado que él sabía que sería perseguido por los justicieros bereberes. Con otros fugitivos como él, empezó a robar por la cora de Rayya y de Takoronna hasta que fue capturado por el valí de Málaga, que, desconociendo el asesinato cometido, sólo lo azotó. Entonces decidió escapar al norte de Africa, instalándose en Tahart como aprendiz de sastre hasta que, animado por otro muladí, decidió volver en el año 880 aprovechando el creciente caos interno de Al-Ándalus. Con el apoyo de su tío Muhadir consiguió reunir una partida de mozárabes, muladíes e incluso beréberes descontentos con la aristocracia de origen árabe dominante, y dando muestras de lo que después fuera probado en multitud de contiendas, es decir sus grandes dotes de estratega militar, Omar, como primera medida reforzó y mejoró las defensas del castillo de Bobastro, en el norte de la provincia de Málaga, haciéndolo prácticamente inexpugnable, como se demostraría a lo largo de los más de cuarenta años que resistió los envites de los Omeyas.
Sus huestes se hicieron muy poderosas y numerosas y luchaban con gran valentía en clara rebeldía contra el poder de los emires de Córdoba. Su soldadesca le llamaba cariñosamente "El capitán de la gran nariz". Allá por donde pasaban, las gentes vitoreaban a Omar y a sus hombres, por lo que el emir de Córdoba, Muhammad I, le perdonó y lo tomó como guardia personal a su servicio y junto al general Hashim ibn Abd al-Aziz participó en duras batallas, como la de Pancorbo, donde demostró su bravura ante el enemigo.
Pero lejos de obtener un reconocimiento a su valía y a la de sus hombres, Omar era menospreciado e insultado por los altos mandatarios del emirato, llegando incluso a faltarles la comida o, en su defecto, cuando se la hacían llegar, ésta no reunía las mínimas condiciones. Rebelándose contra el emir, conquistó un gran territorio.
La supremacía militar de Omar se mostraba imparable; este grandioso despliegue militar le llevó a apoderarse de fortalezas como las de Autha, Comares y Mijas.
El emir Al-Mundir, hijo de Muhammad, mandó su ejército, pero sólo recuperaron Iznájar, en 888, por lo que el emir en persona decide partir al frente de sus tropas y asedia Archidona donde los muladíes se rinden siendo ejecutados los defensores mozárabes. Lo mismo ocurre en Priego que también es recuperada por los omeyas.Tras estas victorias el emir puso cerco a Bobastro, provocando que Ibn Hafsún firmase un pacto con el rey: su rendición a cambio de la amnistía, pero rompió la tregua cuando el emir ya se retiraba, por lo que Al-Mundir volvió al asedio, enfermando y muriendo, sucediéndole su hermano Abdallah.
Durante el emirato de Abdallah las rebeliones internas en Al-Andalus se sucedieron, Omar ben Hafsún aprovechó para firmar alianzas con otros rebeldes y tomar Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquistando Baena masacrando a sus defensores por lo que Priego y el resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba. Era un amplio estado, desde Elvira y Jaén por el oeste y por el este hasta la región de Sevilla, y llegando incluso hasta Córdoba.
En el cenit de su poder, Omar Ben Hafsún dominaba las provincias de Málaga y Granada (donde el Emirato tuvo que reconocerle oficialmente como gobernador) y tenía intensas relaciones con los rebeldes de Jaén. En su lucha contra los Omeyas le apoyaron sobre todo los bereberes y los mozárabes.
También estableció contactos con Ifriquiya (Túnez, Libia), primero con los aglabíes y luego con sus vencedores, los fatimíes que eran shiíes pese a que la población seguía la doctrina sunní, así como con Badajoz y Zaragoza. Al mismo tiempo instala un obispo cristiano en Bobastro y construye allí una iglesia convirtiéndose al cristianismo en el año 899 adoptando el nombre de Samuel, e intentando también el reconocimiento de su estado por el rey asturiano Alfonso III.
El Emirato consiguió aislarle en gran parte formando una coalición con los Banu Qasi, una importante familia muladí en la Marca Superior. Abdallah le derrotó el 16 de mayo del año 891 en Poley (el nombre árabe de Aguilar de la Frontera, situado en el sur de la provincia de Córdoba) y allí comenzó su declive. Su bautizo le restó partidarios, pero continuó la lucha desde su fortaleza de Bobastro, hasta su muerte en el año 917. Su hijo Suleyman pudo sostener Bobastro contra Abderramán III hasta 928. La rebelión fue reprimida y el clan de los Hafsún tuvo que irse al exilio. A su hija, Santa Argentea, se la recuerda en la Iglesia Católica como virgen y mártir.
domingo, 13 de enero de 2013
Inicios de la sublevación de Ibn Hafsun
En 879, Muhammad ! llevaba reinando 28, cuando un estado de especial agitación sacudió al-Andalus, en especial los distritos montañosos del Sur. Los muladíes y beréberes que los pueblan están al lado de Ibn Chilliquí y se alegran de que las tropas cristianas de Alfonso III hostiguen sin cesar las regiones fronterizas. Por otro lado, los banu Qasi gobiernan Zaragoza y sus tierras, de manera casi independiente y todos estos acontecimientos, dan alas a los agitadores que extienden su radio de acción en las cimas de las montañas entre el Mediterráneo y el valle del Guadalquivir, en la serranías de Ronda y Málaga y en los valles de Algeciras, pero les falta un líder que encabece y encauce este descontento generalizado. Este caudillo llegará en la figura de un muladí, UMAR BEN HAFSUN, contra el que no podrán los emires siguientes y que sólo logrará reducir el primer califa cordobés, Abd al-Rahman III y después de emplear toda su fuerza. Muerto ibn hafsun, sus hijos mantendrán la resistencia por espacio de unos diez años. Casi medio siglo duró esa rebelión, y sólo después de conquistar su refugio, Bobastro, podrá el primer califa dedicarse a otros menesteres que engrandecerán su nombre y el de al-Andalus.
Ibn Hafsun
Pertenecía a una familia acomoda, que tenía tierras en Ronda. Eran muladíes de reciente conversión, que descendían de un conde visigodo llamado Alfonso. De temperamento fogoso, un día discutió con un vecino al que mató. Su padre, temiendo por él, lo envió a esconderse en el monte y el muchacho, aburrido por la inactividad, se convirtió en algo así como un bandolero, al que pronto acompañaron otros jóvenes. Al final lo prendieron, pero su castigo fue sólo una paliza, tras la que decidió poner tierra de por medio y huir a Africa. Allí trabajó como aprendiz de sastre, y reconocido por un español, decide volver a los lares patrios y quedarse a vivir con un tío que es mucho menos severo que su padre. Ya en Andalucía, no tarda con hacerse con una partida de delincuentes, como él mismo, y se dedican a vivir fuera de la ley, hasta instalarse en Bobastro, un lugar casi inaccesible, sobre las aguas del río guadalhorce.
Fue un momento especial en que los gobernadores se encontraban incapaces de reprimir a los salteadores de caminos y a los insurrectos de acá y de allá, mientras el gobierno de Córdoba tenía varios frentes abiertos. Ibn Hafsun se aprovechó de las circunstancias al tiempo que veía que su cuadrilla se incrementaba, dia a día, con nuevos descontentos. Fueron años de avances y derrotas, de fingida sumisión y de espantadas, durante los que el rebelde se fue forjando el ideal de crearse un principado independiente del poder omeya, a la manera del "hijo del Gallego ". No le faltaba valor, ni gente, ni suerte, lo que le permitió ir ganando plazas importantes. En 886 se unió a otro grupo rebelde, los Banu Rifa´a, pero al-Mundhir, el futuro heredero los cercó en Alhama y parecía que les iba a vencer, cuando tuvo que correr a Córdoba, pues su padre había muerto, y tenía que hacerse cargo del poder.
Información:
Libro al-Andalus de Concha Masiá.
Ibn Hafsun
Pertenecía a una familia acomoda, que tenía tierras en Ronda. Eran muladíes de reciente conversión, que descendían de un conde visigodo llamado Alfonso. De temperamento fogoso, un día discutió con un vecino al que mató. Su padre, temiendo por él, lo envió a esconderse en el monte y el muchacho, aburrido por la inactividad, se convirtió en algo así como un bandolero, al que pronto acompañaron otros jóvenes. Al final lo prendieron, pero su castigo fue sólo una paliza, tras la que decidió poner tierra de por medio y huir a Africa. Allí trabajó como aprendiz de sastre, y reconocido por un español, decide volver a los lares patrios y quedarse a vivir con un tío que es mucho menos severo que su padre. Ya en Andalucía, no tarda con hacerse con una partida de delincuentes, como él mismo, y se dedican a vivir fuera de la ley, hasta instalarse en Bobastro, un lugar casi inaccesible, sobre las aguas del río guadalhorce.
Fue un momento especial en que los gobernadores se encontraban incapaces de reprimir a los salteadores de caminos y a los insurrectos de acá y de allá, mientras el gobierno de Córdoba tenía varios frentes abiertos. Ibn Hafsun se aprovechó de las circunstancias al tiempo que veía que su cuadrilla se incrementaba, dia a día, con nuevos descontentos. Fueron años de avances y derrotas, de fingida sumisión y de espantadas, durante los que el rebelde se fue forjando el ideal de crearse un principado independiente del poder omeya, a la manera del "hijo del Gallego ". No le faltaba valor, ni gente, ni suerte, lo que le permitió ir ganando plazas importantes. En 886 se unió a otro grupo rebelde, los Banu Rifa´a, pero al-Mundhir, el futuro heredero los cercó en Alhama y parecía que les iba a vencer, cuando tuvo que correr a Córdoba, pues su padre había muerto, y tenía que hacerse cargo del poder.
Información:
Libro al-Andalus de Concha Masiá.
sábado, 5 de enero de 2013
As-Salam (cuento)
Allah invita a la Morada de la Paz y dirige a quien Él quiere a una vía recta.
Erase una vez una mujer llamada Salma. Su vida transcurría entre las oficinas de una gran empresa de transportes y su casa .Trabajaba mucho pero no encontraba estabilidad emocional y pasaba por estados de depresión y desesperanza.
Un día decidió buscar al jefe. La empresa era tan grande que debía ir preguntando e investigando mucho hasta encontrar al Jefe de todos los jefes.
Durante esta búsqueda muchos le aconsejaron que para hablar con el jefe debía ponerse en contacto con su hijo, y que el jefe en realidad no es una sola persona sino que la empresa la dominan tres jefes a la vez, esto fue tan confuso para Salma que decidió seguir buscando por su cuenta sin estancarse en conjeturas.
Tras buscar y buscar , el Jefe decidió que la búsqueda de Salma era sincera y quiso ser hallado por esta humilde mujer, ya que el Jefe conoce todo de Su gran empresa y sabe que muchos le buscan, unos para ascender puestos en la empresa y otros por muchos otros motivos, en este caso, Salma se encontraba perdida y necesitaba que el Jefe le indicase el verdadero camino a seguir.
Una vez que Salma supo quien era, quería conocerle y servirle con sinceridad. El Jefe guió a Salma por el verdadero camino, le indicó los empleados adecuados para aprender de ellos y reveló a su corazón qué mensajes de la empresa eran los verdaderos, cuales los falsos y cuales los corrompidos en parte.
Salma siguió la guía y este simple hecho ya daba a su corazón paz y tranquilidad, cuando aprendía de los mensajes de la empresa revelados por el Jefe sentía mucha más paz y armonía, también cuando pensaba en el Único Jefe sentía verdadera paz.
Un día, Salma se encontraba trabajando cuando dos de sus compañeros comenzaron a discutir, Salma sabía que podrían llegar a un acuerdo y dejar a un lado las disputas, intentó poner paz en la discusión, pero de inmediato la silenciaron, por lo que decidió permanecer tranquila hasta que acabase la discusión.
Una vez terminada la disputa, uno de ellos se acercó a Salma diciendo:
-¿Has visto cómo me ha tratado?
Salma le dijo:
-¿Qué harías si te lanzan una piedra?
Su compañero confuso respondió:
-Pues esquivarla si puedo.
Entonces Salma le dijo:
-Haz lo mismo con las disputas, trata de esquivarlas, y no lances tu también piedras, mas bien lanza flores, lanza redes de amistad para aprisionar la piedra que te lancen, con paciencia, no sólo dejarán de lanzarte piedras, sino que te lanzarán flores también.
Su compañero muy sorprendido, sólo pudo decir:
-Gracias Salma, yo también tuve la culpa, dos no se pelean si uno no quiere, trataré de hacerlo mejor la próxima vez.
Salma se marchó del trabajo muy feliz sabiendo que la paz que le había dado el Jefe ella la estaba compartiendo en pequeñas porciones con sus compañeros, y tenía mucha ilusión por compartirla con toda la empresa, aunque sabía muy bien que la paz verdadera vendría cuando el Jefe lo decidiese, ya que Él es el mas Sabio.
A pesar de que el trabajo de Salma no era muy divertido y vivía en soledad en su casa, confiaba plenamente en la promesa del Único Jefe y dedicaba su tiempo en conocerle y servirle y haciendo esto, recibía tanta paz y armonía que ni poseyendo todos los tesoros de la empresa ni teniendo una gran familia se alcanzaría tanta paz y bienestar.
Aunque Salma reconocía que todavía no había llegado la plenitud de su vida, ya que le faltaba una familia y un trabajo que le apasionara, esperaba con paciencia la promesa de su Señor y vivía con alegría e ilusión cada día de su vida, sabiendo que otros empleados sufrían mucho y no encontraban la paz en sus vidas, y mientras vivía la felicidad de su vida. Salma intentaba por medio de sus humildes recursos ayudar a sus compañeros a encontrar la paz verdadera.
Y cada vez que Salma sentía tristeza o pesar se acercaba a Su Señor, As-Salam (El dador de Paz).
Allah invita a la Morada de la Paz y dirige a quien Él quiere a una vía recta.
Sagrado Corán. 10:25
La Morada de la Paz junto a su Señor es para ellos -Él es su amigo-, como premio a sus obras.
6:127
Es Allah -no hay más dios que Él-, el Rey, el Santísimo, la Paz, Quien da Seguridad, el Custodio, el Poderoso, el Fuerte, el Sumo. ¡Gloria a Allah! ¡Está por encima de lo que Le asocian!
59:23
martes, 1 de enero de 2013
LA LEYENDA DEL GALLO QUE CANTA DESPUÉS DE ASADO
- Leyenda de La Rioja, España -
En la época de la gloriosa Reconquista española, cuando los cristianos luchaban incesantemente contra la invasión árabe, para expulsar de nuestro suelo a los enemigos de la religión, los soldados fieles que tenían la desgracia de caer prisioneros de los moros invocaban en su cautiverio a Santo Domingo de la Calzada, abogado de cautivos, que con su intercesión los libraba milagrosamente de las cadenas, sacándolos de sus lóbregos calabozos y restituyéndoles su libertad. Así lo atestiguan las numerosas argollas y cadenas de hierro que, colgadas de los muros del monasterio, sirvieron para demostrar a las generaciones venideras los milagros obrados por aquel Santo en favor de los soldados cristianos.
Sucedió que en un encarnizado combate librado en tierras de Castilla, en la Rioja, entre cristianos y moros, quedó prisionero de éstos un soldado español de vida intachable y gran rectitud de conciencia. El prisionero fue conducido al campamento moro y encerrado en un oscuro calabozo; allí le sujetaron con gruesas argollas de hierro el cuello, las manos y los pies, cerraron la puerta de la prisión con fuertes cerrojos y pusieron centinelas para que el preso no pudiera evadirse.
El cautivo, desde el momento en que cayó en poder de los moros se encomendó con gran confianza a Santo Domingo, invocándole para que le alcanzara su libertad; constantemente repetía el nombre del Santo, llamándole en su ayuda, sin recatarse para ello de sus guardianes.
Oyeron los moros cómo a gritos llamaba al Santo pidiéndole la libertad, y quedaron intranquilos pensando que en realidad pudiera venir a librarle.
El jefe moro, acompañado de otros guerreros, alegremente se puso a comer, saboreando exquisitos manjares, cuando llegó uno de los guardianes del cautivo a comunicar al jefe sus inquietudes, diciendo: «Mucho me temo, mi señor, por las continuas preces del prisionero a Santo Domingo, que el Santo venga a sacarle de la cárcel y a devolverle la libertad».
El jefe se rió sarcásticamente al oírle y comunicó a sus comensales el absurdo temor de aquellos guardianes que temían por la seguridad del preso, que estaba tan bien guardado que era imposible se escapase. Y dirigiéndose a él, le dijo: «Tranquilízate, que el preso no puede escapar; le he asegurado tan bien con fuertes hierros, que es más fácil que el gallo que está asado en esta cazuela cante, que no que el prisionero logre su libertad».
En aquel momento el gallo asado empezó a cantar fuertemente, mientras salía de la cazuela y remontaba el vuelo. Los comensales, que habían oído las palabras del jefe, quedaron aterrados ante aquel suceso sobrenatural, sin atreverse a moverse ni a pronunciar palabra. Al instante llegó un centinela que con voz trémula anunció que las puertas de la prisión se habían abierto por sí solas y el prisionero había desaparecido.
Todos atribuyeron a Santo Domingo la milagrosa libertad del preso que con profunda fe le invocara, convirtiéndose así al cristianismo algunos de los moros oyentes, ante el prodigio obrado por Santo Domingo de la Calzada.