(Sevilla, ? - id., 25 de enero de 1042) fue un rey taifa de Sevilla (1023-1042), de la familia de los abadíes.
Al principio prometió gobernar con la ayuda de un consejo formado por los nobles de la ciudad, pero cuando su poder estuvo establecido, se otorgó la apariencia de un título legítimo protegiendo a un impostor que afirmaba ser el califa Hisham II. A su muerte en 1042, había creado un estado que, aunque débil en comparación con el ahora difunto califato, era fuerte comparado con los reinos de taifas que lo rodeaban. Hizo también de su familia los líderes reconocidos de los musulmanes de origen árabe y muladí en contra de los elementos bereberes de al-Ándalus, cuyo jefe era el rey zirí de Granada.
Fue el fundador de una dinastía que regiría Sevilla hasta su conquista por los almorávides en 1091. Le sucedió su hijo al-Mutadid.
ABBAD IBN MUHAMMAD AL-MU´TADI.
(Sevilla,? - id., 27 de febrero de 1069). Rey taifa de Sevilla (1042-1069), de la familia de los abadíes.

Para mantener la ficción de la continuidad de su reino con los Omeyas, mantuvo a un títere que se hacía pasar por el califa Hixam II, pero tras su sometimiento a Fernando I, conde de Castilla, la ficción era ya inútil por lo que anunció que el pretendido Hixam II había muerto.
Equiparado muchas veces a los príncipes italianos del Renacimiento, fue poeta y mecenas, pero al mismo tiempo hizo gala de extrema crueldad con sus enemigos, fue traicionero con sus fieles y utilizó con frecuencia el veneno. Aunque hizo la guerra contra todos sus vecinos, raramente aparecía en el campo de batalla, sino que dirigía a sus generales, en los que no confiaba, desde su residencia de los Reales Alcázares. Mató con sus propias manos a uno de sus hijos, que se había rebelado contra él. En una ocasión eliminó a un buen número de sus enemigos, los jefes bereberes de la taifa de Ronda, que le estaban visitando, asfixiándoles en la sala caliente de los baños del palacio. Acostumbraba a preservar los cráneos de los enemigos que había matado. Los de los enemigos de baja alcurnia los convertía en floreros, mientras que los de los príncipes eran conservados en cestas especiales.
Durante su reinado (y el de su hijo y sucesor, al-Mu'tamid), la taifa de Sevilla alcanzó su máximo esplendor.