El 17 de abril de 796 moría Hisham I con 40 años. Nombró sucesor al segundo de sus hijos, Abu-l-Así al-Hakam, en lugar de su hijo mayor, Abd al-Malik.
Al- Hakam, en el momento de asumir el emirato, tenía 26 años, por lo que era de esperar que su reinado fuese largo, pues tenía mucha vida por delante. Nada más tomar posesión del trono, se rompió la larga tregua de tranquilidad que se disfrutó en el reinado de su padre Hisham I. Al igual que sucedía entre los cristianos, la primera querella a la que tuvo que hacer frente al- hakam fue de carácter dinástico, pero en esta ocasión no fue su hermano mayor el que se mostró descontento con su suerte, sino sus tíos, hermanos de su difunto padre que residían en África, y cuando se enteraron del fallecimiento, decidieron venir a intentar recobrar el reino que creían les pertenecía.
Abd Allah llegó hasta la Marca superior con la intención de sublevar a las guarniciones y a la población de aquellos lugares, que no era proclive al nuevo emir, pero sus intentos resultaron inútiles. Asi pues, abandonó este propósito y, en unión de sus dos hijos, Ubayd Allah y Abd al-Malik, se fue hasta Aquisgrán para presentarse a Carlomagno.
Sulaymán arribó un año después que su hermano, con tropas que fue reclutando mientras se dirigía a al-Ándalus y marchó, directamente , a Córdoba con intención de atacar la ciudad. En el espacio de dos años, se enfrentó unas seis veces con las tropas del emir y, aunque siempre salió derrotado, no desistía de sus propósitos. En la última batalla su derrota fue total y definitiva. Se replegó hacía Mérida, con objeto de fomentar la rebelión en estas tierra, pero el jefe beréber de dicha ciudad, Asbag Wansus, lo mató cortándole la cabeza y tomó la decisión de mandarla a Córdoba. Al-Hakam la hizo pasear por las calles, ensartada en una lanza, pero luego, la hizo enterrar con los debidos honores en el panteón de los omeyas.
Abd Allah, mientras tanto, regresó de Aquisgrán y logró apoderarse de Huesca en el año 800, para proseguir hacia Valencia. Al darse cuenta de que su fin no lo lograría, quiso entablar negociaciones con su sobrino al-Hakam. Durante 3 años estuvieron con deliberaciones hasta que el emir, a través del alfaquí Yahya ben Yahya, le concedió el perdón y una renta de 1.000 dinares, con la condición de que no se moviese de Valencia. Alli gobernaría con lealtad al emir. Desde entonces se le dio el sobrenombre de al Balansi, " el Valenciano". El emir llamó a sus primos y los casó con dos de sus hermanas, Aziza y Umm Salma. Uno de ellos, Ubay Allah sería un gran general.
Los focos de insurrección prendían, de manera constante, en las 3 Marcas fronterizas del reino, situadas alrededor de : Zaragoza, Toledo y Mérida.
Algunas colonias de beréberes asentadas en el valle del Ebro no suponían problema alguno aunque con frecuencia se aliaban junto a los pequeños señores árabes para luchar contra el poder emiral. En estos nuevos musulmanes destacará la familia de los Banu Qasi, que lograrán crear en Aragón, una especie de principado, un feudo hereditario. El historiador IBN HAZM decía que los Banu Qasi descendían de un conde godo, que se convirtió al Islam a la llegada de los árabes y que incluso habían participado en la llamada jornada de Siria para proclamar su obediencia al califa.
Para contrarrestar a estas revueltas, un muladí llamado Amrus ben Yusuf tuvo un papel relevante en tierras aragonesas. Fiel a la causa Omeya, fue gobernador en tierras de Zaragoza hasta su muerte. Acabó con éxito con la disidencia de los Banu Qasi y de un agitador, Bahul ben Marzuq, que se había apoderado de Huesca, castigando a los muladíes. Tuvo Amrus su momento de poder y conmovido por la riqueza, sintió tentaciones de hacerse independiente y se cuenta que entabló conversaciones con Ludovico Pío, hijo de Carlomagno. Al enterarse al-hakam mandó a su general Abd al-Karim ben Mugith para que entregase un mensaje a Amrus . Este conmovido por las palabras del emir, viajó a Córdoba para renovar su fidelidad. Morirá en el año 812, pero hasta ese momento, al-Hakam estaba tranquilo en cuanto a la Marca superior. Después de la muerte de Amrus, estos territorios fueron confiados a Abd al- Rahman, hijo del emir, para luego asumir este cargo el hijo de Amrus.
Toledo, capital de la Marca mediana, estaba poblada por muladíes. Al subir al poder el emir, tuvo que enfrentarse con Ubayd Allah ben Jamir, y un poeta de origen toledano, Girbib ben Abd Allah. Para esta contienda mandó a Amrus. Empezó por eliminar al jefe ben Jamir, al que hizo caer en una trampa y decidió dar escarmiento ejemplar a la burguesía toledana. Este hecho es la famosa JORNADA DEL FOSO, que tanta impresión causó entre los analistas árabes.
información:
libro al-Ándalus de Concha Masiá.