Seguidores

domingo, 6 de abril de 2014

Leyenda del Patio de los Leones

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, llego desde África una princesa muy bella, inteligente y sensible, se llamaba Zaira, y venía acompañada por su padre que era todo lo contrario frío, cruel, tacaño y muy malvado.
La princesa venía muy ilusionada  a Al-Andalus, pero cuando llegó a la Alhambra y se alojó allí, quedó totalmente encantada con el lugar.
Andaba feliz, por sus jardines y paseos, le gustaba sentarse largas horas junto a sus fuentes y bañarse en sus albercas.
Pero su padre aborrecía todo aquello, sentía nauseas a cada paso y odiaba cada rincón, andaba farfullando palabras desagradables sobre todo y sobre todos.
Zaira estaba recluida en la Alhambra, su padre el rey no la dejaba salir a la calle ni hablar con nadie.
Además le había dado un extraño talismán que la obligaba a llevar colgado de su cuello.
Un día Zaira, se hallaba sentada en su rincón favorito de uno de los jardines, rodeado de fuentes, cuando saltó un muchacho la valla. Zaira se sobresalto pero el chico le dijo que no se asustara, que siempre la veía pasear por los jardines y que estaba perdidamente enamorado de ella.
Ella le dijo que se fuera inmediatamente que si su padre le sorprendía le cortaría la cabeza sin pensarlo, él o cualquiera de sus 11 hombres de confianza.
El chico, que se llamaba Arturo, se fue pero le prometió que volvería.
Y volvió... pero el rey le vio y le apresó encerrándolo en una mazmorra.
Zaira andaba desconsolada pensando que matarían a su único amigo, bagaba de habitación en habitación sin saber que hacer, hasta que llegó a la de su padre. Sobre la mesa, había un libro abierto.
Era un diario. Sin apenas darse cuenta comenzó a leer en una pagina cualquiera. Tenía fecha de cuando ella tenía un año y leyó sin pestañear:
  "Ya he matado al rey y a la reina. De la princesa Zaira me he apiadado. Gracias a mis 11 hombres, he conseguido ocupar el trono. Ahora creerá que yo soy su padre. Espero que la princesa no se entere nunca del maleficio de su talismán."
Zaira, confusa, llamó al rey y a sus 11 hombres y los reunió en el patio donde ella solía estar. Llorando, le preguntó al rey si aquello era verdad. El rey, convencido de que con sus 11 hombres al lado, Zaira no podía ni tan siquiera tocarlo, le dijo que era verdad. En ese mismo instante, Zaira recordó que su madre, le había echado un maleficio a su talismán: el día que Zaira supiera la verdad, al rey y a sus 11 hombres, les pasaría algo terrible. En ese momento el amuleto se activó. Zaira, sentía la rabia de un león, y eso dio lugar a que el talismán convirtiera al rey y a sus 11 hombres, en leones de piedra.
Desde entonces, a ese patio se le llama el "Patio de los Leones" y su fuente tiene 12 leones que son el malvado rey y sus secuaces.
Zaira rescató a Arturo y vivieron felices para siempre

jueves, 3 de abril de 2014

Alfonso V de León y Bermudo III

Alfonso V de León, llamado el Noble o el de los Buenos Fueros (c. 994-Viseu, 1028). Rey de León desde 999 hasta su muerte.

Reinado

Sucedió a su padre Bermudo II a la edad de tres años,1 quedando bajo la tutela de su madre Elvira García y de su ayo, el conde Menendo González, nieto de Hermenegildo González, quien se encargó de su crianza en Galicia, según lo recordará el rey Alfonso años más tarde cuando se refiere a él como «Menendo, duque de Galicia, que era mi vicario y mi ayo nutricio». La mayoría de los documentos de Alfonso durante los primeros años de su reinado los otorgó estando en Galicia. Uno de los hijos de su ayo, Ramiro Menéndez fue su armiger regis.
Alfonso V llegó a a la mayoría de edad en el año 1017, heredando un reino lleno de inestabilidad política. Su madre Elvira García, hasta entonces regente, y los tres nobles más importantes del reino desaparecieron del mapa en ese mismo año: el conde de Castilla, el jefe de los Banu Gómez y el conde gallego Menendo Rodríguez, que habían sido fuente de problemas en la regencia anterior. Alfonso V quería dar un giro a la administración y para eso necesita primero un nuevo marco jurídico.
Así, en 1017, en una reunión de la curia regia, se promulgó el Fuero de León, que se ha calificado como la sanción jurídica del feudalismo leonés. Con ella se buscaba poner fin a los desórdenes de la etapa anterior y recuperar el poder real. Reciben el nombre de «Fuero de León» un conjunto de preceptos decretados por el rey de León Alfonso V en un concilium reunido en la catedral de León en el año 1020. A estos veinte preceptos se les añadieron otros veintiocho que regulaban la vida local en la ciudad de León.
Alfonso reconstruyó la ciudad de León que había sido dañada por los ataques de Almanzor
Matrimonios e hijos

Se casó por primera vez en el año 1013 con Elvira Menéndez, hija de su ayo el conde Menendo y de su esposa Muniadona, nieta por parte paterna del conde Gonzalo Menéndez «Dux Magnus de Portugal» y de la condesa Ilduara Peláez. Nacieron dos hijos de este matrimonio:
Bermudo III de León (1017-1037), rey de León desde el año 1028 al 1037.
Sancha de León (1016-1067), esposa del rey Fernando I de León, hijo de Sancho Garcés III de Pamplona.
Elvira falleció el 2 de diciembre de 1022, y el año siguiente Alfonso contrajo un segundo matrimonio, entre mayo y antes del 13 de noviembre de 1023, con Urraca Garcés, hija del rey García Sánchez II de Pamplona, y hermana del rey Sancho el Mayor a pesar de los lazos de consaguinidad ya que ambos, eran descendientes del conde Fernán González. De este segundo matrimonio nació:
Jimena Alfonso, quien antiguos autores dicen que contrajo matrimonio con el conde Fernando Gundemáriz, aunque historiadores modernos sostienen que la esposa del conde Fernando Gundemáriz fue Sancha Ordóñez.
Muerte y sepultura

Falleció sitiando la plaza de Viseu, en Portugal en 1028. Su cadáver fue llevado a la ciudad de León y sepultado en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León, en compañía de sus padres. El sepulcro de piedra en el que fue depositado el cadáver del rey se conserva en la actualidad y en su cubierta aparece esculpida la siguiente inscripción latina:

H. IACET ADEFONSUS QUI POPVLATIT LEGIONEM...ET DEDIT BONOS FOROS ET FECIT/ECCLESIAM HANC LVTO ET LATERE. HABVIT PRAELIA CUM/SARRACENIS, ET INTERFECTUS,EST SAGITTA APUD VISEUM/PORTUGAL FUIT FILIUS VEREMUNDI ORDONII/OBIIT ERA M SEXAGESIMA QUINTA III NAS M.


Bermudo III (o Vermudo III) de León (10171 –1037), Rey de León (1028–1037), como hijo y sucesor de Alfonso V, fue el último rey de León de la dinastía astur.2 Después de su muerte en la Batalla de Tamarón, le sucedió en el trono su cuñado, último conde de Castilla, Fernando I, esposo de su hermana Sancha.

Biografía

Subió al trono con tan solo once años  y su primera aparición en la documentación fue el 15 de noviembre de 1028 cuando hizo una donación a la iglesia de Santiago y a su obispo Vistruario, su padrino. Durante su reinado, el Reino de Pamplona alcanzó su máximo esplendor bajo Sancho III el Mayor, con cuya hija, Jimena Sánchez, se casó Bermudo III.
Urraca, madrasta del joven rey, se hizo cargo de su tutela durante su minoría de edad así como de algunas posesiones que el rey Alfonso V había entregado a varios nobles que se negaron a jurar fidelidad al nuevo rey. Tal fue el caso del conde Oveco Rudesíndiz cuya rebeldía fue sofocada al poco tiempo y sus bienes entregados al obispado de Lugo.
La reina viuda Urraca dirigió la política del reino leonés apoyando al grupo nobiliario partidario de su hermano el rey de Pamplona, Sancho Garcés III el Mayor, política que era del desagrado de los condes castellanos que buscaron un acercamiento al reino de León para contrarrestar la influencia creciente del rey pamplonés y promovieron el matrimonio del conde de Castilla, García Sánchez con Sancha, hermana de Bermudo III.
El acontecimiento que marcó el reinado de Bermudo fue un suceso, que se relata en el Romanz del Infant García, que tuvo lugar en la capital del reino, la ciudad de León en 1028 cuando el conde castellano García Sánchez acudió a dicha ciudad para celebrar los esponsales con Sancha, la hermana de Bermudo III. Una vez allí, fue asesinado por integrantes de la familia Vela en venganza de una afrenta infligida por su padre el conde Sancho García. Como el conde castellano murió sin descendientes, el rey Sancho Garcés III invadió el territorio castellano para tratar de hacer valer sus derechos sobre él, obtenidos por su matrimonio con Muniadona, hermana del fallecido, y conquistó las tierras comprendidas entre los ríos Cea y Pisuerga. Al mismo tiempo, ejecutó a los Vela. Al final, el hijo del rey Sancho Garcés, Fernando heredó el condado de su madre Muniadona.
Cuando Bermudo III alcanzó la mayoría de edad en 1032 trató de recuperar los territorios del Reino de León conquistados por el rey de Pamplona, pero no tuvo éxito. Lo intentó de nuevo mediante el matrimonio de su hermana Sancha con Fernando I, pero tampoco lo logró. Más bien al contrario, ya que Sancho Garcés III invadió su territorio y conquistó Astorga y León, quedándole apenas el territorio del Reino de Galicia; ni Astorga ni León serían recuperados hasta la muerte del rey pamplonés.
Posteriormente, y tras una dura lucha, reconquistó las tierras situadas entre los ríos Pisuerga y Cea.
Se enfrentó a su cuñado, el conde de Castilla y después rey de León, Fernando I, en la Batalla de Tamarón cuando intentaba ocupar la Tierra de Campos. Según se relata en la Crónica Silense y del Tudense, el rey Bermudo y su ejército cruzó la frontera de Castilla «o sea la línea del Pisuerga, y en la cuenca de aquel río, en el valle del Tamarón, arroyo situado al este de Castrojeriz (...) se enfrentaron los leoneses con el ejército navarro castellano...» Bermudo «incitó a su caballo, famoso por su ligereza, del que los cronistas han dejado su nombre, 'Pelayuelo'...» y se lanzó contra el enemigo, pero al encontrarse solo, sin defensa de sus fieles que no lograron alcanzarle, cayó víctima al ser alcanzado por una lanza. El trono pasó a manos de su hermana Sancha, que cedió sus derechos a su marido, el cual subió al trono como Fernando I de León.
       
                          " La muerte de Vermudo entrañaba el rompimiento de la línea dinástica de la monarquía, un bien sagrado e intangible que la tradición leonesa consideraba vinculada a sus varones y a la continuidad de su sangre, ennoblecida a su vez durante más de un siglo por esclarecidas figuras casi míticas como Ordoño II o Ramiro II. "
Fernández del Pozo (1999), p. 267

Matrimonio y descendencia.

Contrajo matrimonio antes del 17 de febrero de 1035 con Jimena Sánchez, hija de Sancho Garcés III de Pamplona. Fruto de este matrimonio nació un único hijo, Alfonso, que falleció a los pocos días de nacer.
Sepultura

Existe controversia sobre el paradero final de los restos mortales del rey Bermudo III de León, pues existen dos lugares en los que se argumenta que el soberano leonés recibió sepultura; el Panteón de Reyes de San Isidoro de León y el Monasterio de Santa María la Real de Nájera. En el Panteón de Reyes de San Isidoro de León se conserva un sepulcro de piedra, en el que aparece esculpido un epitafio con su nombre.
Por otra parte, en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera se conserva un sepulcro con estatua yacente, en el que la tradición sostiene que fue depositado el cadáver del rey Bermudo III. Según esta versión, después de la Batalla de Tamarón, el rey Fernando I, que no deseaba apenar a sus nuevos súbditos leoneses, decidió que el cadáver de su difunto rey fuese enterrado en el reino de Pamplona, depositándose primero en el Monasterio de Santa Hilaria y posteriormente, en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera, uno de los principales panteones de los reyes de Navarra. En el sepulcro que se supone que contiene los restos del rey Bermudo III, aparece representada sobre su tapa la imagen yacente del rey, vestido con coraza, cubierto con un manto, y ceñida la frente con una corona real. El yacente se muestra con barba, y con las manos colocadas sobre el pecho, y en los pies del sepulcro, aparece esculpida la inscripción: EL REY DON VERMUDO DE LEÓN.

miércoles, 2 de abril de 2014

El Castillo de Salobreña de Granada. Historias y leyendas.

Este Castillo se conoce como fortaleza desde el siglo X.
Ya antes la zona estuvo habitada por fenicios y romanos pero fueron los árabes los que construyeron el castillo como tal.
Al principio se construyo con fines defensivos, situado estratégicamente sobre una alta roca, desde él se divisa el mar, la vega y hasta Sierra Nevada.
Sin embargo, durante el reino nazarí, se convirtió en palacio de recreo de los reyes, según cuentan, en su interior había jardines, fuentes y lujosos palacios famosos en su época, habitados por los mas importantes reyes nazarís. Estos reyes, en sus luchas internas en dominar el territorio acabaron convirtiéndolo en prisión real y muchos de ellos acabaron cautivos entre sus muros e incluso ejecutados allí.
Cuenta una leyenda que existió un rey llamado Muhammed IX, (Hayzari) el zurdo, unos dicen que le llamaban así por su gran destreza en manejar con esta mano la cimitarra, y otros porque todo le salía al revés, fue destituido tres veces, estuvo preso en el castillo varias veces, pero luego siempre conseguía recuperar su trono.
El caso es, que este rey tuvo tres hijas trillizas, aunque hubiera preferido varones, se contentó al ver lo bonitas que eran y pidió a sus astrólogos que les hicieran su horóscopo como era costumbre.
Fue entonces cuando estos le avisaron de que las guardara muy bien, ya que cuando alcanzaran la edad núbil se las podían robar.
Al poco tiempo, el rey quedó viudo, y teniendo presente la predicción de los astrólogos, mandó criar a las niñas en el Castillo de Salobreña, que ya era una gran fortaleza inexpugnable y además contaba con todas las comodidades de un palacio real.
Las niñas crecieron allí felices rodeadas de flores, frutas exóticas, fuentes, baños y todo un batallón de sirvientes.
Pronto se convirtieron en tres hermosísimas jóvenes con caracteres muy distintos.
La mayor Zaida, muy curiosa y de espíritu intrépido.
Zoraida, obsesionada con la belleza y las cosas bonitas como las joyas y adornos.
Zorahaida, la última en nacer, la mas asustadiza, la mas tímida y sensible.
Un día, vieron como llegaba a la playa una embarcación llena de esclavos cristianos, entre ellos iban  tres caballeros jóvenes y bien vestidos con capas y relucientes armaduras.
Se notaba claramente que eran de alta cuna ya que andaban como si estuvieran rodeados de siervos aun cargados de cadenas como iban.
Las tres princesas que solo habían visto esclavos y sirvientes en su corta vida, se enamoraron de ellos.
Alguien avisó al rey de que ya las princesas eran jovencitas, y esté las hizo regresar a Granada para vigilarlas mas de cerca.
Pero por casualidades de la vida, se encontraron que a los tres caballeros presos los habían llevado a trabajar a la Alhambra.
En los ratos de descanso se sentaban a tocar la guitarra y a entonar canciones cristianas.
Las princesas, aprovecharon esta situación para comunicarse con ellos con canciones y laudes, y entre las flores y fuentes de la Alhambra se conocieron sin que nadie lo advirtiera.
Pronto se declararon su amor por medio de símbolos de flores y mensajes secretos.
Hasta tal punto se enamoraron que decidieron huir.
Todo se planeó con mucho cuidado, además los caballeros contaban con la ayuda de sus familiares cristianos que les querían rescatar.
Una noche escaparon los caballeros cristianos con veloces caballos, fueron hasta la torre de las princesas para huir con ellas.
Las dos mayores bajaron rápidamente, pero la pequeña demasiado asustadiza dudó y se quedó en la torre, perdiendo así la oportunidad de huir con su caballero.
Zaida y Zoraida llegaron sanas y salvas a territorio cristiano, donde abrazaron su fe y se casaron con sus caballeros.
Pero la pequeña Zorahaida quedó en la torre, murió de pena muy joven, y según la leyenda, todavía se oye bajo la Torre de la Cautiva, en las noches de luna llena,  una triste canción y el sonido de un laúd que llama a su caballero.