- SULAIMÁN AL-ARABI, de Barcelona
- AL-HUSAÍN IBN HUBADA, de Zaragoza
- Y el vali de Huesca, ABU TAUR.

Durante la retirada, el ejército franco fue atacado por los vascones en Navarra central, probablemente instigados por los hijos de Sulayman, Aysun y Matruh ben Sulayman al-Arabí. Como represalia, Carlomagno atacó Pamplona y arrasa las murallas como se describe en los Anales regios y el Poeta Sajón, y además destruye totalmente la ciudad para abandonarla y retornar al Pirineo por el mismo camino que en la venida.
Al paso por el desfiladero de Valcarlos , la retaguardia del ejército franco, unos 20.000 soldados acaudillados por Roldán, sobrino de Carlomagno, y por el resto de los Doce Pares de Francia, fue desbaratada el 15 de agosto de 778 por unas huestes formadas probablemente por contingentes de tribus vasconas. Sulaymán fue liberado en esta batalla.
Los Anales Regios también anónimos, fueron escritos a los 50 años de los hechos:
"Habiendo decidido volverse (a Francia), entró en los bosques del Pirineo (Pyrenei saltum ingressus est), desde cuyas cimas los vascones habían tendido una emboscada. Al atacar a la retaguardia (extremun agmen) se extiende el tumulto por todo el ejército (totum exercitum magno tumultu perturbant), y aunque los francos eran superiores a los vascones, tanto en armamento como en valor, lo escarpado del terreno y la diferencia en el modo de combatir los hizo inferiores. En la lucha fueron muertos la mayoría de los paladines que el rey había puesto al frente de las fuerzas. La impedimenta fue saqueada. El enemigo desapareció rápidamente gracias al conocimiento del terreno".
El Poeta Sajón un siglo después de la batalla, cuenta que el rey iba por delante y que ya había pasado los puertos cuando se produjo el ataque:
"Habiendo penetrado (el rey) a su regreso en la profunda hondonada del Pirineo, cuando el ejército cansado atravesaba por los estrechos senderos, los vascones osaron poner asechanzas bajo el sumo vértice del monte. Una abominable muchedumbre de ladrones victoriosos que arrebatan el inmenso botín, matando a varios ministros palatinos encargados de custodiar las riquezas. Enriquecidos por los óptimos despojos, los ladrones huyen por senderos inabordables en medio de los bosques del profundo valle que sólo ellos conocían. Se ponen a salvo gracias a la huida y a la noche que se echaba encima. No dejaron rastro y no hubo posibilidad de represalias".
Eghinardo, que era el biógrafo de Carlomagno en el relato Vita Karoli Magni, realizado 50 años después, describe:

Este fracaso supuso una amarga decepción para Carlomagno que no volvió a pisar suelo hispano. Comprendió que más que tomar ofensiva contra el Islam andalusí, le convenía reforzar sus fronteras.
Los vascos conservan un canto guerrero, en euskera. Es el Altabizaren cantua:
" ¿ Por qué vienen a nuestras montañas estos hombres del norte ?
¿ Por qué perturban nuestro descanso ?
Dios levantó estas montañas que los hombres no deben allanar.
Las grandes piedras caen rodando, aplastan batallones;
corre la sangre a torrentes y la carne se estremece.
¡ Cuántos huesos rotos ! ¡Qué mar de sangre !
¡ Uno! ¡ Ahora no hay uno siquiera !
Están acabados.
Etchecojaona- señor del territorio -
ahora puedes volver a casa con tu perro,
abrazar a tu mujer y a tus hijos, limpiar tus flechas,
guardarlas junto con tu cuerno de buey
y ponerte a dormir sobre ellas.
Por la noche las águilas descenderán
para comer esa carne destrozada,
y esos huesos se blanquearán allí por toda la eternidad ".
CARLOMAGNO.
Carlos I el Grande, llamado Carlomagno 2 de abril de 742, 747 ó 748 – Aquisgrán, 28 de enero de 814), fue rey de los francos desde 768 hasta su muerte, rey nominal de los lombardos (764–814) y emperador de Occidente (800–814).

Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un Imperio, al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Conquistó Italia y fue coronado Imperator Augustus por el papa León III el 25 de diciembre de 800 en Roma, gracias a la oportunidad ofrecida por la deposición de Constantino VI y lo que se consideraba la vacancia del trono imperial, ocupado por una mujer, Irene. Estos hechos provocaron la indignación de la corte imperial, que se negó a reconocer su pretendido título. Tras unos frustrados planes de boda entre Carlomagno e Irene, estalló la guerra. Finalmente, en 812 Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (aunque no emperador de los romanos).
Comúnmente se ha asociado su reinado con el Renacimiento carolingio, un resurgimiento de la cultura y las artes latinas a través del Imperio carolingio, dirigido por la Iglesia católica, que estableció una identidad europea común. Por medio de sus conquistas en el extranjero y sus reformas internas, Carlomagno sentó las bases de lo que sería Europa Occidental en la Edad Media. Hoy día es considerado no sólo como el fundador de las monarquías francesa y alemana, que le nombran como Carlos I, sino también como el padre de Europa.