Muhammad I y Ordoño I fueron contemporáneos y sus luchas fueron casi constantes. La participación del rey cristiano en ayuda de los toledanos, ya se vio que se saldó con un rotundo fracaso en la batalla de Guazalete, en 854. Al año siguiente, los musulmanes corrían, de nuevo Álava, posiblemente bajo el mando de Musa ben Musa Qasi y contra él se revolvió Ordoño I, después de que hubiera arrebatado a los moros algunas plazas como Talamanca y Coria y hubiese reforzado y repoblado León y Amaya. Por otra parte Musa ben Musa ben Qasi, independiente a la muerte de Abd al-Rahman II, lo seguirá siendo con Muhammad I, bajo unas simples condiciones de vasallaje. Actuará muchas veces a favor de los omeyas cordobeses combatiendo en Álava o en la Marca hispánica. Además, emparentado con la casa real vascona, intervendrá, según sean sus relaciones en cada momento, con o contra Pamplona, o bien con o contra Córdoba. En 856 realizará una aceifa, por mandato de Muhammad I, contra la región de Barcelona, en la que asoló la ciudad e hizo prisioneros a dos condes francos: Sancho de Gascuña y Émenon de Périgord. Tomó por asalto al castillo de Tárrega, en Lérida y con el quinto del botín de esta plaza, se amplió la mezquita de Zaragoza.
Musa ben Musa se encontraba en el cenit de su poder. Se hacía llamar " el tercer rey de España" y dominaba casi toda la Marca superior, con Zaragoza, Tudela y Huesca. Sus posesiones se internaban en territorio asturiano, por lo que levantó una plaza fuerte, Albelda, para protegerlos. Apenas terminada la construcción, Ordoño I la sitió. Musa fue a defenderla y en un encuentro con el rey asturiano, fue derrotado y herido, su yerno García, muerto, y su campamento, en el que se hallaban los ricos presentes enviados por Carlos el Calvo, sin duda como rescate de los dos condes francos, saqueado por completo. Albelda, tomada por asalto, fue destruida después de exterminar a toda la guarnición. Musa murió poco después de este desastre y su hijo, Lope, se hizo vasallo del vencedor de su padre, Ordoño I. Intentó extenderse por el sur, pero murió en un ataque contra el señor de Guadalajara, sin poder regresar a Tudela.
Córdoba, al no contar con la ayuda de Musa ben Musa, decidió emprender una serie de campañas ofensivas contra Ordoño I y realizó dos, en años consecutivos, 864 y 865. Ambas fueron muy provechosas para las armas musulmanas, especialmente la segunda, en la que los cristianos sufrieron derrota tras derrota. En el año 867 se realizó otra algarada, pero a partir de este momento, los conflictos internos de al-Andalus no permitieron a los emires emplearse más a fondo combatiendo a los cristianos del Norte. Esta situación fue aprovechada por Alfonso III para organizar y definir las fronteras de su reino, hasta merecer el apodo de " el Magno ", que le adjudicaron los cronistas cristianos de la época.
Los inicios del reinado de Alfonso III fueron un tanto convulsos ya que destronado por Fruela, un conde gallego, se vio obligado a refugiarse en Castilla. En 886 recobró el trono y para mantener ocupados a los inquietos señores de Galicia, los implicó en la lucha contra el Islam. Así la buena fortuna permitió a la monarquía asturiana conseguir plazas de la importancia de Oporto, tomadapro el conde Vimarano Pérez y la región entre esta ciudad y Túy, que fueron repobladas con rapidez. Muy pronto se constituyó allí una especie de Marca cristiana que tenía casi frontera con los dominios de al-Chilliqí, de suerte que éste se refugiará en la corte de Oviedo, cuando se vea obligado a dejar sus territorios. Muhammad I enviaría un gran ejército a combatirles, en el verano de 878, pero después de causar los estragos de rigor, se cree que tuvo que retirarse con cierta preocupación, pues ese mismo año, Coimbra fue arrebatada al emirato por el conde Hermenegildo.
El emir decidió, entonces, emplear contra Galicia la flota que vigilaba las costas que se vio reforzada por nuevos barcos que se hicieron en las atarazanas de Sevilla y otros puertos del Mediterráneo, pero esta iniciativa no tuvo éxito. Un violento temporal destruyó, casi por completo, las naves musulmanas. Y como las desgracias nunca vienen solas, Alfonso III, dos años más tarde, realizó una expedición en la que se internó hasta Sierra Morena, sin que al parecer tuviese estorbo alguno y después de derrotar a unas tropas árabes que le salieron al encuentro en un monte llamado Oxifer, regresó tranquilamente a Oviedo.
En León y Castilla, aunque los árabes fueron los que pasaron a la ofensiva, sus tentativas resultaron infructuosas, y no lograron León ni el Bierzo. Según los cronistas cristianos, Alfonso III deshizo los refuerzos musulmanes en Polvoraria, sobre el Órbigo y el ejército de al-Mundhir se retiró hacia Córdoba ajustándose con Oviedo una tregua de tres años.