Alfonso IV de León,
apodado el Monje. (¿899? - Monasterio de Ruiforco, 933). Rey de León. Fue hijo del rey Ordoño II de León y de la reina Elvira Menéndez.
Fue coronado en el año 926 y renunció al trono tras la muerte de su esposa, la reina Oneca de Pamplona, hija del rey Sancho Garcés I de Navarra y de la reina Toda Aznar. Tras su abdicación ingresó como religioso en el monasterio de Sahagún, pero intentó recuperar el trono leonés y su hermano, Ramiro II, que lo había ocupado en su lugar, le capturó y ordenó cegarlo.
Reinado (926-931)
Fue hijo del rey Ordoño II de León y de su primera esposa, la reina Elvira Menéndez. Su padre falleció en el año 924, y a su muerte fue sucedido en el trono leonés por su hermano, Fruela II de León, que falleció en el año 925.
A la muerte de Fruela II se desencadenó una guerra civil en el reino leonés entre los partidarios de Alfonso Froilaz "el Jorobado",1 hijo de Fruela II, y los de Alfonso y sus hermanos, Sancho Ordóñez y Ramiro. Durante la guerra civil entre ambos bandos, los hijos del difunto Ordoño II de León fueron apoyados por el rey Sancho Garcés I de Navarra, quien era suegro de Alfonso, así como por los nobles gallegos, que apoyaban a Sancho Ordóñez, hermano de Alfonso. También fue apoyado por los condes castellanos y por los portugueses, que apoyaban al infante Ramiro, hermano de Alfonso.
Alfonso IV fue coronado como rey de León el día 12 de febrero del año 926. Él y sus hermanos se repartieron el reino de León ese mismo año, y al hermano mayor, Sancho Ordóñez, que contrajo matrimonio con una dama gallega, Goto Núñez, le correspondió el reino de Galicia, que se extendía desde la costa cantábrica hasta el río Miño. Al infante Ramiro, hermano menor de Alfonso IV de León, le correspondió el gobierno del territorio portucalense, con capital en Viseo y, por su parte, Alfonso Froilaz continuó refugiado en territorio asturiano.
Los hermanos de Alfonso IV mantuvieron buenas relaciones con él durante su reinado, y Alfonso Froilaz permaneció en Asturias, donde conservaba numerosos partidarios, hasta el año 932. Cuando Alfonso IV comenzó a reinar hizo regresar al obispo Fruminio, que había sido desterrado por el rey Fruela II de León. Las crónicas de la época señalan que el rey Alfonso IV se distinguió por su vocación religiosa y por su talante pacífico, lo que fue criticado en su obra por el Padre Juan de Mariana, que señaló que el rey no se distinguió en la lucha contra los musulmanes, que dominaban la mayor parte de la Península Ibérica, y que no realizó ninguna conquista significativa durante su reinado.2 En el año 929 donó la villa de Naves, situada junto al río Esla, al monasterio de San Cosme y San Damián, y entre los confirmantes de dicha donación figuraron el infante Ramiro, hermano de Alfonso IV, y los obispos Juliano y Dulcidio.
En el verano del año 929, en alguna fecha comprendida entre el día 10 de junio y el día 8 de agosto, falleció el rey Sancho Ordóñez, hermano mayor de Alfonso IV, y a su muerte el reino de Galicia fue reintegrado por Alfonso IV al reino de León. Alfonso IV contaba con el respaldo del magnate gallego Gutierre Menéndez, quien a cambio de su apoyo al monarca leonés recibió de éste último varios señoríos situados en la zona de Lugo. La reintegración del reino de Galicia fue pacífica, como refiere el cronista musulmán de la época Ibn Hayyan:
Al poco murió Sancho, en la región donde se había refugiado, sin dejar hijos, con lo que ésta pasó al rey unánimemente aceptado, Alfonso, que ya no tuvo competidor en el poder.
En el año 931 resolvió un pleito existente entre el monasterio de Ruiforco de un lado, y las villas de Manzaneda y Garrafe de Torío, del otro. El rey se desplazó con su Corte a Manzaneda, y el día 29 de enero del año 931 señaló los términos de la villa de Manzaneda, y el pleito se resolvió a favor del monasterio.
En el verano del año 931, aunque se desconoce la fecha exacta, falleció la reina Oneca de Pamplona, esposa de Alfonso IV. El último diploma en el que figura el nombre de la reina Oneca entre los confirmantes fue emitido el día 11 de abril del año 931.3 El día 27 de junio del año 931, hallándose en la ciudad de Burgos, Alfonso IV donó al monasterio de San Pedro de Cardeña todas las tierras comprendidas entre los municipios de Orbaneja Riopico, Villayuda, Castañares y Villabáscones.
Abdicación y muerte (931-933)
A la muerte de su esposa, que le afectó profundamente, según refieren las crónicas de la época, Alfonso IV decidió abdicar y entregar el trono leonés a su hermano, el infante Ramiro, que gobernaba el territorio portucalense, y tenía su capital en Viseo. El rey informó a su hermano de su intención de abdicar y el infante Ramiro acudió entonces, acompañado por numerosos magnates de las tierras situadas entre los ríos Miño y Mondego, a la ciudad de Zamora. El historiador Gonzalo Martínez Díez señaló que el rey Ramiro debió trasladarse después a la ciudad de León, y que posteriormente se dirigiría al reino de Galicia, pues el día 31 de agosto del año 931 confirmó al monasterio de San Julián de Samos todas las donaciones que sus predecesores en el trono leonés habían otorgado en el pasado al cenobio gallego.
Varios meses después, y una vez finalizadas las negociaciones entre Alfonso IV y su hermano, donde ambos fijaron las condiciones de la cesión del trono, Ramiro II fue coronado como rey de León en la iglesia de Santa María y San Cipriano de León, que posteriormente sería la Catedral de León, y comenzó entonces el reinado de Ramiro II de León, al tiempo que su hermano, Alfonso IV el Monje, profesaba como religioso en el monasterio de Sahagún.
No obstante, las crónicas de la época señalan que Alfonso IV se arrepintió de haber renunciado al trono y abandonó el monasterio de Sahagún y se dirigió a Simancas, aunque allí sus parientes le disuadieron de sus propósitos y le persuadieron para que regresase al monasterio de Sahagún, donde Alfonso IV volvió a tomar los hábitos. El historiador Gonzalo Martínez Díez señaló que la decisión de Alfonso IV de abandonar el monasterio y recuperar el trono debió de ocurrir en el invierno del año 931, y el historiador andalusí Ahmad ibn Muhammad al-Razi consignó del siguiente modo el primer intento de Alfonso IV de recuperar el trono leonés:
"...Luego algunas personas enemistadas con el rey Ramiro lo maliciaron (a Alfonso IV) en su contra y le hicieron arrepentirse de haberle dejado el reino, haciéndole temer que pudiera hacerle daño y desear recuperar el poder: le prometían alzarse con él contra su hermano Ramiro sin ahorrar esfuerzo hasta devolverle el poder y deponer a éste. Movido por la ambición, salió del monasterio donde estaba y entró en Simancas, en disputa con Ramiro, mas sus tíos y ancianos de su familia se reunieron con él y reprocháronle grandemente el abandono del monacato, la acción iniciada contra la solidaridad familiar y la sedición que provocaba entre los cristianos, asustándole con que éstos podrían desahuciarlo e incluso hacerle culpable de crimen y maldición, con lo que se arrepintió y volvió rápidamente al monasterio en que estuvo, sin llegar a reunir mesnada, ni producir guerra, regresando al monacato y manifestando arrepentimiento de su propósito. Se tonsuró como clérigo, tomó báculo, y estuvo viviendo en el monasterio algún tiempo, pero mientras tanto su corazón sentía deseos mundanos y su hermano Ramiro, que había concebido temor de él, le guardaba rencor."
En la primavera del año 932, después de haber permanecido varios meses en el monasterio de Sahagún, Alfonso IV intentó de nuevo recuperar el trono y abandonó el monasterio, contando con el apoyo de Alfonso Froilaz y sus hermanos, Ramiro y Ordoño, hijos todos ellos del rey Fruela II de León, y aprovechando que su hermano Ramiro II se encontraba en Zamora reuniendo tropas para acudir en auxilio de la ciudad de Toledo, que se hallaba sitiada por las tropas del califa Abderramán III.
Cuando Ramiro II tuvo conocimiento de que su hermano Alfonso pretendía recuperar el trono, envió un destacamento de tropas para socorrer a los sitiados en Toledo, y posteriormente se dirigió a León, donde se hallaba Alfonso IV, al que capturó. Ramiro II derrotó a los sublevados y ordenó encerrarlos en prisión, y cedió las propiedades de Alfonso Froilaz y sus hermanos, que habían ayudado a Alfonso IV a intentar recuperar el trono, al conde Gutierre Osóriz, que se había mantenido leal al rey Ramiro II.
A continuación, Ramiro II se dirigió a Asturias y capturó a Alfonso Froilaz y a sus hermanos, Ordoño y Ramiro, y los llevó con él a León, donde los encerró junto con Alfonso IV. Poco después, Ramiro II ordenó que Alfonso IV y los tres hermanos fueran cegados, y, posteriormente, dispuso que fueran trasladados al monasterio de Ruiforco, donde los cuatro prisioneros permanecieron hasta que fallecieron.5
Alfonso IV falleció en el monasterio de Ruiforco en el año 933.
Sepultura de Alfonso IV de León
Después de su defunción, el cadáver de Alfonso IV recibió sepultura en el desaparecido monasterio de Ruiforco, donde también había sido enterrada su esposa, la reina Oneca de Pamplona.6
Posteriormente, el rey Alfonso V de León ordenó trasladar los restos mortales de todos los miembros de la realeza sepultados en el monasterio de Ruiforco, incluidos los de Alfonso IV y su esposa, a la Basílica de San Isidoro de León, donde fueron depositados en una fosa común ubicada en un rincón de una de las capillas del lado del Evangelio, junto a los de otros monarcas leoneses. Sobre la fosa común, el rey Alfonso V ordenó erigir un altar dedicado a San Martín, obispo y confesor.7 En la actualidad resultaría imposible la identificación e individualización de los restos del rey Alfonso IV, aunque se cuenta entre los monarcas sepultados en la Basílica de San Isidoro de León.
Nupcias y descendencia
Contrajo matrimonio en el año 923 con Oneca de Pamplona, hija del rey Sancho Garcés I de Navarra y de la reina Toda Aznar.
Fruto de su matrimonio nacieron dos hijos:
Ordoño IV el Malo (924-960), rey de León. Contrajo matrimonio con Urraca Fernández, hija del conde de Castilla Fernán González. Sus restos mortales fueron sepultados en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León.
Infante Fruela (¿?-después de 958). Consta su existencia por un documento otorgado el día 18 de noviembre del año 958 por el rey Ordoño IV el Malo, hijo de Alfonso IV de León, y por su esposa, la reina Urraca Fernández