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lunes, 25 de febrero de 2013

Vasconia y las hostilidades contra Alfonso III

   Durante el reinado de Muhammad I sólo se tienen noticias de que la pequeña monarquía vascona fuera objeto de 3 incursiones del ejército omeya, entre 860 y 874. La primera estuvo dirigida por el propio emir, que devastó Pamplona y conquistó tres castillos de la meseta navarra. También hizo prisionero al hijo del rey García, Fortún, al que apodaron al-Anqar, porque era tuerto. Llevado a Córdoba permanecería allí durante 20 años antes de regresar a su tierra. Sería el bisabuelo de Abd al-Rahman III. Las demás expediciones fueron de castigo, sin más trascendencia que la de sostener y asegurar la Marca superior.
   Y hablando de la Marca superior hay que hacer referencia a Musa ben Musa ben Qasi. A su muerte dejaba cuatro hijos: Lope, Mutarrif, Fortún e Ismail.
El primero, sobrevivió poco tiempo a su padre , y los otros tres, durante un cierto tiempo, estuvieron tranquilos, sin participar en ninguna de las rebeliones que estallaron en Soria y en Huesca, e incluso dejando que Córdoba recobrara la herencia que fuera de su progenitor. Sin embargo, sofocada la rebelión de Huesca, los Banu Qasi reaparecieron en el primer plano de la escena política. En diciembre de 871, Mutarrif capturó al gobernador leal de Tudela y se declaró independiente en esta ciudad. Al mes siguiente, Ismail hizo lo propio con Zaragoza. Muhammad actuó de inmediato y recuperó Tudela apresando a Mutarrid, llegó hasta Vasconia y ya, de vuelta a Córdoba ejecutó al rebelde y a tres de sus hijos: Muhammad, Musa y Lope. Ismail resistió más, y tuvo en jaque a las fuerzas emirales durante 10 años. En 882, el hijo del emir, al-Mundhir con el general Hashim ben Abd al-Aziz, atacaron, en vano, Zaragoza y luego fueron a tomar las plazas situadas al este de esta ciudad: Rueda, sobre el río Jalón y Borja, donde se hallaba el nieto de Musa ben Musa ben Qasi.
Según la Crónica Albendense, Muhammad ben Lope, celoso del poder que tenían sus tíos, se ofreció al príncipe omeya. El ejército de al-Mundhir, reforzado con los contingentes del nieto de Musa, atacaron Lérida y sus tierras colindantes, que eran feudos de Ismail. No tuvo más remedio que rendirse y entregar rehenes. Continuaron con Álava y atacaron, sin éxito, la plaza de Cellorigo y después el castillo de Pancorbo. Siguiendo hacia Castilla, se apoderaron de Castrojeriz, mientras Alfonso III les esperaba, espada en ristre, en los alrededores de León. No se produjo ninguna lucha; se entablaron conversaciones y los musulmanes regresaron a Córdoba, satisfechos con lo conseguido que tampoco era tanto.
   El último hijo que quedaba vivo de Musa ben Musa, pues Fortún había muerto ya, no recibió, de buen grado, la deserción de su sobrino y cuando los musulmanes se alejaron de la Marca superior, se apresuró a atacar a Muhammad ben Lope. Pero no tuvo suerte y cayó prisionero junto a un hijo de su hermano Fortún, llamado, también, Ismail. Los encerró en el castillo de Viguera y con ellos a buen recaudo, marchó a conquistar Zaragoza en la que restableció la autoridad del emir cordobés.
   Pero Muhammad cometió la torpeza de pedirle que le entregara a sus dos parientes presos, lo que molestó, en gran mediada , a ben Lope que acababa de ganarle Zaragoza. Liberó a su tío y a su primo e hizo aproximaciones a Alfonso III. Aunque Muhammad quiso castigar al rebelde, poco se consiguió, entablándose de nuevo conversaciones, mientras el ejército musulmán se hallaba en tierras leonesas.
   Los problemas crecían del lado árabe. Alfonso III iba consolidando su poder con nuevos dominios arrebatados a los musulmanes, que repoblaba con mozárabes venidos de las provincias de al-Andalus. Estos movimientos de emigración iban a proseguir durante el reinado de Abd al-Allah hasta los primeros años del siglo X. Además, el rey asturiano levantó fortalezas en aquellos lugares fronterizos, susceptibles de ser atacados: fue reconstruida Zamora, se fundó Burgos, Simancas sobre el Pisuerga fue repoblada, al tiempo que se hacía lo mismo con Dueñas y Toro, asegurando la defensa del Duero. San Esteban de Gormaz y Osma constituyeron las dos plazas fuertes más avanzadas de este sistema defensivo, contra el que luchará, no pocas veces, Abd al-Rahman al-Nasir.
   Todavía existía el problema de los Banu Qasi: Muhammad ben Lope y su tío Ismail. Éste se instaló en Lérida en 884, fortificando la ciudad, ante el disgusto del conde de Barcelona al que no le gustaba la proximidad del musulmán. Vino a atacarle, pero fue derrotado y sufrió grandes pérdidas. Muhammad ben Lope, a pesar de sus intentos no había logrado conciliarse con Alfonso III, y se veía amenazado por otra familia muy poderosa en Aragón desde los tiempos de la conquista, los tuchibíes. Actuaban por cuenta del emir cordobés que les había confirmado en sus prerrogativas señoriales. El nieto de Musa ben Musa ben Qasi se dio cuenta de que no podría resistir por mucho tiempo la presión de los tuchibíes sobre Zaragoza, pero en lugar de evacuarla, decidió venderla ¡ a los propios omeyas ! que la compraron. La venta se formalizó con el general Hasim, por medio del conde de Pallars, Raimundo, que a su vez era cuñado del vendedor. Desde entonces, Zaragoza tendrá gobernadores leales a Córdoba hasta, seis años más tarde, cuando los Tuchibíes se hagan con el poder.
   Con el brevísimo reinado de al-Mundhir, la situación en la Marca superior no experimentó ningún cambio, pero con Abd Allah, esta región será objetivo de luchas encarnizadas. El poder central de al-Andalus, durante varias décadas, no estará en condiciones de poder reaccionar, por lo que las columnas omeyas no subirán hasta el valle del Ebro para poner orden y, de paso, correr por tierras alavesas siempre castigadas, siempre saqueadas y siempre devastadas.

Concha Masiá. Libro al-Andalus.

martes, 19 de febrero de 2013

Las luchas fronterizas contra Ordoño I y Alfonso III

      Muhammad I y Ordoño I fueron contemporáneos y sus luchas fueron casi constantes. La participación del rey cristiano en ayuda de los toledanos, ya se vio que se saldó con un rotundo fracaso en la batalla de Guazalete, en 854. Al año siguiente, los musulmanes corrían, de nuevo Álava, posiblemente bajo el mando de Musa ben Musa Qasi y contra él se revolvió Ordoño I, después de que hubiera arrebatado a los moros algunas plazas como Talamanca y Coria y hubiese reforzado y repoblado León y Amaya. Por otra parte Musa ben Musa ben Qasi, independiente a la muerte de Abd al-Rahman II, lo seguirá siendo con Muhammad I, bajo unas simples condiciones de vasallaje. Actuará muchas veces a favor de los omeyas cordobeses combatiendo en Álava o en la Marca hispánica. Además, emparentado con la casa real vascona, intervendrá, según sean sus relaciones en cada momento, con o contra Pamplona, o bien con  o contra Córdoba. En 856 realizará una aceifa, por mandato de Muhammad I, contra la región de Barcelona, en la que asoló la ciudad e hizo prisioneros a dos condes francos: Sancho de Gascuña y Émenon de Périgord. Tomó por asalto al castillo de Tárrega, en Lérida y con el quinto del botín de esta plaza, se amplió la mezquita de Zaragoza.

   Musa ben Musa se encontraba en el cenit de su poder. Se hacía llamar " el tercer rey de España" y dominaba casi toda la Marca superior, con Zaragoza, Tudela y Huesca. Sus posesiones se internaban en territorio asturiano, por lo que levantó una plaza fuerte, Albelda, para protegerlos. Apenas terminada la construcción, Ordoño I la sitió. Musa fue a defenderla y en un encuentro con el rey asturiano, fue derrotado y herido, su yerno García, muerto, y su campamento, en el que se hallaban los ricos presentes enviados por Carlos el Calvo, sin duda como rescate de los dos condes francos, saqueado por completo. Albelda, tomada por asalto, fue destruida después de exterminar a toda la guarnición. Musa murió poco después de este desastre y su hijo, Lope, se hizo vasallo del vencedor de su padre, Ordoño I. Intentó extenderse por el sur, pero murió en un ataque contra el señor de Guadalajara, sin poder regresar a Tudela.
   Córdoba, al no contar con la ayuda de Musa ben Musa, decidió emprender una serie de campañas ofensivas contra Ordoño I y realizó dos, en años consecutivos, 864 y 865. Ambas fueron muy provechosas para las armas musulmanas, especialmente la segunda, en la que los cristianos sufrieron derrota tras derrota. En el año 867 se realizó otra algarada, pero a partir de este momento, los conflictos internos de al-Andalus no permitieron a los emires emplearse más a fondo combatiendo a los cristianos del Norte. Esta situación fue aprovechada por Alfonso III para organizar y definir las fronteras de su reino, hasta merecer el apodo de  " el Magno ", que le adjudicaron los cronistas cristianos de la época.
   Los inicios del reinado de Alfonso III fueron un tanto convulsos ya que destronado por Fruela, un conde gallego, se vio obligado a refugiarse en Castilla. En 886 recobró el trono y para mantener ocupados a los inquietos señores de Galicia, los implicó en la lucha contra el Islam. Así la buena fortuna permitió a la monarquía asturiana conseguir plazas de la importancia de Oporto, tomadapro el conde Vimarano Pérez y la región entre esta ciudad y Túy, que fueron repobladas con rapidez. Muy pronto se constituyó allí una especie de Marca cristiana que tenía casi frontera con los dominios de al-Chilliqí, de suerte que éste se refugiará en la corte de Oviedo, cuando se vea obligado a dejar sus territorios. Muhammad I enviaría un gran ejército a combatirles, en el verano de 878, pero después de causar los estragos de rigor, se cree que tuvo que retirarse con cierta preocupación, pues ese mismo año, Coimbra fue arrebatada al emirato por el conde Hermenegildo.
   El emir decidió, entonces, emplear contra Galicia la flota que vigilaba las costas que se vio reforzada por nuevos barcos que se hicieron en las atarazanas de Sevilla y otros puertos del Mediterráneo, pero esta iniciativa no tuvo éxito. Un violento temporal destruyó, casi por completo, las naves musulmanas. Y como las desgracias nunca vienen solas, Alfonso III, dos años más tarde, realizó una expedición en la que se internó hasta Sierra Morena, sin que al parecer tuviese estorbo alguno y después de derrotar a unas tropas árabes que le salieron al encuentro en un monte llamado Oxifer, regresó tranquilamente a Oviedo.
   En León y Castilla, aunque los árabes fueron los que pasaron a la ofensiva, sus tentativas resultaron infructuosas, y no lograron León ni el Bierzo. Según los cronistas cristianos, Alfonso III deshizo los refuerzos musulmanes en Polvoraria, sobre el Órbigo y el ejército de al-Mundhir se retiró hacia Córdoba ajustándose con Oviedo una tregua de tres años.

viernes, 15 de febrero de 2013

Al-Mumin (cuento)


 Erase una vez un creyente llamado Abd al-Mu'min, vivía en una familia que no practicaba su religión, tenía un trabajo con un horario irregular y su vida en general se caracterizaba por un desorden absoluto en cuanto a la rutina de estudio.
Abd al-Mu'min era un incansable buscador de la verdad, y como tal, leía y se esforzaba mucho por aprender.
Una vez que su Señor le indicó la guía sintió extrema felicidad y no quería apartarse de ella, rezaba mucho, leía mucho el corán y quería aprender más y más.
Como Abd al-Mu'min sabía que llegarían tiempos de prueba en cuanto a su fe, cada vez que oraba suplicaba a su Señor: "¡Oh Allah! Por favor guíame, no me dejes desviarme después de haberme Tu indicado el camino"
También sabía que podrían llegarle pruebas en cuanto a la Unicidad de su Señor y por eso repetía constantemente: "Di: Él es Allah, Uno" y "No hay más dios que el Dios Único"
Abd al-Mu'min le dio mucha importancia a su fe y trató de cuidarla mientras su Señor le daba el tiempo necesario para dedicarse a ella, Abd al-Mu'min confiaba en que en los momentos de prueba su Señor guardaría su fe y la protegería de todo lo falso.
Pasado un tiempo, Abd al-Mu'min volvió a las irregularidades de su rutina, pasaba mucho tiempo trabajando y no tenía tiempo para rezar, ya que el trabajo no le permitía dedicarle ni tan siquiera unos minutos a su fe, se trataba de un trabajo intenso en el que las fuerzas desfallecen, se le dedican muchas horas seguidas, se duerme poco y los descansos se utilizan para comer.
Abd al-Mu'min pasó semanas en esta situación y aunque recordaba a su Señor en su interior, no podía dedicarle el tiempo que su Señor merecía, Abd al-Mu'min ansiaba volver a rezar, leer el corán y dedicar su tiempo a conocer a su Señor, pero mientras pasaban las semanas, sobrevino a Abd al-Mu'min una prueba inesperada.
Tras volver de la extenuante rutina del trabajo, Abd al-Mu'min volvió a la rutina en la cual tenía mucho tiempo para dedicar a su Señor, comenzó con buen pie, pero muy pronto comenzó a dejar de lado el rezo diario, no se sentía limpio para hacer la oración y decidió apartarse de ella hasta sentirse puro, es por ello que le sobrevinieron pruebas.
Una de las pruebas que le sobrevino fue la que tanto temió, por ese tiempo se relacionaba con gente que hablaba de temas sobre ocultismo y cosas paranormales, y por ello convivió con la duda durante todo ese tiempo, ya que la información que recibía de sus amigos era en contra de su Señor.
Abd al-Mu'min soportó todas las conjeturas que llegaban a sus oídos mientras esperaba el auxilio definitivo de su Señor, confiaba en el día en que su Señor le guiaría de nuevo a la fe.
Abd al-Mu'min decidió apartarse de sus amigos y caminó solo durante un tiempo, confiando totalmente en su Señor, es por ello que su Señor le guió, las conjeturas desaparecieron y volvió al camino recto, volvió al rezo diario, a leer el corán y a alabar a su Señor de todo corazón.
Abd al-Mu'min sabía que es necesario pedir la guía de Allah constantemente y repetir a diario la Unicidad de su Señor, ya que las pruebas iban a llegar tarde o temprano.
Desde entonces, Abd al-Mu'min comprendió cómo el enemigo lleva al borde del extravío por depositar la confianza en el hombre a expensas de la fe en Allah, y de abrir el corazón hacia la fragilidad del conocimiento humano, siendo el Creador el Único poseedor de toda sabiduría.
Con la ayuda de Allah, Abd al-Mu'min nunca más volvió a sucumbir ante estas pruebas que en un momento amenazaron con desviarlo del camino correcto.
Si bien todas las pruebas de Abd al-Mu'min pudieron deberse a la irregularidad de su rutina, nunca estamos a salvo de las conjeturas de quienes no creen, es por ello que debemos confiar en Quien guarda y protege nuestra fe.
Sólo Allah es Al-Mu'min (El Protector de la fe)
¡Señor! ¡No hagas que nuestros corazones se desvíen, después de habernos Tú dirigido! ¡Regálanos, de Ti, misericordia! Tú eres el Munífico.
Sagrado Corán 3:8
Di: «¿Invocaremos, en lugar de invocar a Allah, lo que no puede aprovecharnos ni dañarnos? ¿Volveremos sobre nuestros pasos después de habernos dirigido Allah?» Como aquél a quien los demonios han seducido y va desorientado por la tierra... Sus compañeros le llaman, invitándole a la Dirección: «¡Ven a nosotros!» Di: «La dirección de Allah es la Dirección. Hemos recibido la orden de someternos al Señor del universo.
¡Haced la azalá! ¡Temedle! Es Él hacia Quien seréis congregados».
Es Él Quien ha creado con un fin los cielos y la tierra. El día que dice: «¡Sé!», es. Su palabra es la Verdad. Suyo será el dominio el día que se toque la trompeta. El Conocedor de lo oculto y de lo patente. Él es el Sabio, el Bien Informado.
Sagrado Corán 6:71-73