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domingo, 30 de diciembre de 2012

IBN AL-FARADÎ



 Abù-l-Walîd ‘Abd Allâh ibn Mwhammad ibn Yûsuf Masr al-Azdî al-ma’rûf bi Ibn al-Faradî.
Historiador, jurisconsulto y poeta.
Nació en Córdoba en el año 962. Murió en la toma de esta ciudad por los almorávides en el 1013.
 Nos asegura Ibn Bâskuwâl  que, además de sus dotes como jurista y narrador, como poeta y orador, fue también un gran bibliófilo, llegando a reunir una riquísima librería. A los treinta años hizo su peregrinación (hayy) oficial a La Meca, aprovechando su viaje para conoce aprender de muchos sabios orientales. A su regreso a la Península obtuvo el cadiazgo de Valencia.
Una vez vuelto a su Córdoba natal, murió a consecuencia de las heridas que recibió en la defensa de los muros de la ciudad asaltada por los bereberes, estando su cadáver insepulto durante varios días. Al parecer, y ateniéndonos a lo que nos cuenta Ibn Bassâm, encontró la muerte que deseaba, ya que en su peregrinar a La Meca y abrazando el velo de la Cava, pidió a ‘Allâh la gracia de morir como mártir, deseo del que al parecer se arrepintió más tarde. Se cuenta que uno de sus paisanos, que le encontró hacinado en un montón de cadáveres, le oyó murmurar durante su agonía las palabras de la tradición musulmana: Todo el que es herido en los combates por la causa de Allah (y bien sabe Allah reconocer las heridas que se han recibido por su causa), aparecerá el día de la resurrección con las heridas sangrientas; su color será como de sangre, pero su aroma como de almizcle.  Apenas hubo dicho estas palabras, expiró.
 En su poesía predomina el tono religioso, siendo una muestra de ella esta magnífica composición que ha traducido y versificado Varela:

Cautivo y lleno de culpas
estoy, Señor, a tu puerta,
temiendo que me castiguen,
aguardando mi sentencia.
De mis faltas el cúmulo
con tu mirada penetras;
por Ti me angustia el temor
y la esperanza me alienta,
¿pues de quién, sino de Ti,
el alma teme o espera?
Es inevitable el fallo
de tu justicia tremenda,
cuando a abrir llegues el libro
donde escribiste mis deudas,
la suma de mis maldades
temo escuchar con vergüenza;
ilumíname y consuélame,
del sepulcro en las tinieblas,
donde yaceré olvidado
de mis más queridas prendas,
y que el perdón de mis culpas  
tu gran bondad me conceda,
pues tendré sin tu perdón
una eternidad de penas

Pero en la faceta donde más destaco Ibn Al-Faradî fue en su actividad como historiador, destacando su obra Historia de los varones doctos de Al-Andalus, que le fue adjudicada en autoría por F. Codera, gracias al viaje que realizó éste a la mezquita de Túnez, en el año 1887. Esta obra ha sido publicada por el señor Codera, formando los tomos VII y VIII de su Biblioteca arábica-hispana.
 Al-Faradî es considerado como el mejor biógrafo de sus días. Hasta entonces, sólo se habían escrito algunos diccionarios biográficos sobre determinadas materias; en cambio, nuestro autor compila el primero –de tipo general- dedicado a Al-Andalus: un diccionario biográfico y bibliográfico escrito con gran escrupulosidad, pues para redactarlo no sólo consultó autores y personajes de su época, sino que realizó un buen trabajo de investigación, llegando a leer inscripciones sepulcrales que pudieran proporcionarle nuevos datos, y además, en varias ocasiones, confiesa que no logró dar con las noticias que buscaba.
 Al-Faradî escribió también una Historia de los poetas arábigo-andaluces,  que no ha llegado hasta nosotros.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La disidencia de al-Chilliqi en Mérida.

   Este personaje se llamaba Abd al-Rahman ben Marwan ben Yunus, pero se le conocía por el nombre de Ibn al-Chilliqi, " el hijo del Gallego " porque pertenecía a una familia muladí oriunda del norte de Portugal, establecida, desde hacía tiempo, en Mérida. Su padre había sido gobernador de la ciudad y fue asesinado por sus gobernados. Su hijo, junto a mozárabes y muladíes, se desligó del poder omeya en 868. Muhammad reprimió, de inmediato, esta subleció. Desmanteló la ciudad, después de que sus habitantes la rendición y los jefes de la revuelta fueron invitados a instalarse en Córdoba y a prestar servicio en el ejército.

   Ibn al-Chilliqí, estando en Córdoba, tuvo una disputa con el visir Hashim ben Abd al-Aziz, que llegó a abofetearle. No era hombre que pudiese soportar tal humillación y se marchó, junto con sus seguidores, estableciéndose en el castillo de Alange, pues no podía pensar en entrar en Mérida. Muhammad I le sitió durante 3 meses, y agotados, faltos de comida y de agua, tuvieron que pedir un armisticio. Se le autorizó a residir en Badajoz, apenas una aldehuela, a condición de dejar a su nieto como rehén de Córdoba. Fue una precaución inútil, porque " el hijo del Gallego "fortificó Badajoz y en unión de otro muladí sublevado, Sa´dun al-Surunbakí, en el castillo de Monsalud, hicieron un frente común. Pidieron ayuda a Alfonso III, sucesor de Ordoño I, que envió algunos contingentes de tropas y, todos unidos, derrotaron al general omeya, Hasim, que había ido a combatirles. Este general cayó prisionero y fue enviado a Oviedo, donde estuvo preso durante dos años, antes de que pagase el rescate que era de 100.000 dinares. Así se vengó Ibn Chilliqí la afrenta recibida.

   La insurección iba a mantenerse por mucho tiempo, hasta que fue asediado y vencido por el príncipe omeya, al-Mundhir. Marchó a los dominios de Alfonso III, pues no tenía fuerzas suficientes para proseguir la lucha, y estuvo 8 años al lado de este rey. En 884, después de romper con el monarca cristiano, regresó a Badajoz, pero fue expulsado por un ejército leal a Córdoba. Subió por el valle del Guadiana y se hizo fuerte en el castillo de Esparragosa. Los historiadores árabes dicen que Muhammad I entabló conversaciones con el rebelde, que se había extendido por el norte del Algarve portugués con bastante fortuna, llegando en sus acciones de depredación hasta las puertas de Sevilla. El emir, poco antes de su muerte, le dejó disponer, libremente, de Badajoz. Al Mundhir, el sucesor de Muhammad I , y Abd Allah, sucesor de al-Mundhir, tendrán otros problemas más graves que enfrentarse con el  Señor de Badajoz que creará una especie de principado respetado por los omeyas.

domingo, 23 de diciembre de 2012

LA LEYENDA DEL HIJO DE LAS SIETE REINAS


Erase una vez un Rajá que tenía siete esposas, pero ningún hijo. Esto era para él un gran pesar y mortificación, sobre todo cuando pensaba que al morir su trono quedaría vacante por falta de heredero.

Ocurrió que un día, un pobre faquir fue a ver al Rajá y le dijo:
- Tus plegarias han sido escuchadas y una de tus esposas tendrá un hijo.
Al oír esto la alegría del monarca no tuvo límites. Enseguida dio orden de preparar grandes fiestas para celebrar el feliz acontecimiento que se avecinaba y se dispuso a salir de caza, que era su distracción favorita.
Entretanto, las siete esposas, que vivían regiamente en un magnífico palacio, enviaron un mensaje a su esposo, concebido en los siguientes términos:
“Señor. Dignaos no ir a cazar hacia la parte Norte, pues todas hemos tenido malos sueños esta noche y tememos por vuestra vida.”
Para calmar su ansiedad, el Rajá contestó asegurando que no iría a cazar por aquel lado, y así lo hizo. Pero dio la casualidad que aquel día no encontró ni rastro de caza, a pesar de los trabajos de sus monteros. Trató de encontrarla en el Este y Oeste, sin conseguir mejor resultado. El soberano era un gran cazador, y le dolía regresar a su palacio sin haber cobrado ninguna pieza, así, olvidándose de su promesa se dirigió al Norte.
Al principio no tuvo mejor suerte que en los demás puntos y ya se disponía a volver sobre sus pasos cuando una hermosa cierva de cuernos de oro y cascos de plata, blanca como la nieve y hermosa como una diosa, pasó ante él, perdiéndose entre la enramada.
El Rajá, a pesar de que sólo había visto un momento al hermoso animal, sintióse invadido de unos incontenibles deseos de poseerlo y enseguida ordenó a sus monteros que rodeasen la espesura donde se había refugiado, para poderlo cazar vivo. Se formó el círculo y cuando estaba a punto de cerrarse, apareció de nuevo la cierva, la cual, dando un salto, pasó por encima del monarca, sin que éste tuviera tiempo de cogerla, yendo a refugiarse en las montañas.
Sin avisar a sus compañeros, el Rajá picó espuelas y partió tras la cierva. Cabalgó durante varias horas, creyendo ver siempre a lo lejos la vaga sombra del animalito, y al fin, rendido de cansancio y perdida ya la esperanza de alcanzarlo, detuvo su caballo ante una miserable choza, en la cual entró para pedir un vaso de agua.
Una vieja sentada en una desvencijada silla contestó a su petición llamando a su hija, quien salió de una habitación interior de la choza, y resultó ser una joven muy bella, de cutis como la leche y cabellos semejantes al oro, quedando el rey mudo de sorpresa al ver ten hermosa joya en tan pobre morada.
La joven tendió una copa de agua al Rajá, quien la apuró con la mirada fija en ella, quedando convencido de que no era otra que la cierva blanca que persiguiera hasta allí.
La belleza de la muchacha hechizó al soberano, haciéndole caer de rodillas a sus pies, pidiéndole consintiera en ser su esposa. La joven soltó una carcajada, diciendo que siete esposas eran más que suficientes para un Rajá. Sin embargo, tanto imploró el monarca, que la muchacha dijo al fin:
- Perfectamente, traedme los ojos de las siete reinas y entonces tal vez crea en vuestras declaraciones de amor.
Tan trastornado quedó el Rajá por la belleza de la joven, que sin vacilar un momento, partió hacia su palacio y ordenó que fueran arrancados los ojos de las siete reinas, y con ellos regresó a la choza del barranco. La joven rió duramente al verlo, y atravesándolos con un hilo los tiró a su madre, diciendo:
- Tened, madre, guardadlos para haceros un collar con ellos, mientras yo estoy en palacio.
Enseguida acompañó al enamorado Rajá a sus dominios y se casó con él, acaparando para ella los trajes, los aposentos, las joyas y los esclavos de las siete reinas.
Al poco tiempo las siete desventuras fueron encarceladas, pues su vista molestaba a la nueva reina, y al poco tiempo la más joven de ellas tuvo un hijo que despertó las envidias de las seis restantes. Sin embargo, poco después todas querían con delirio al muchachito, que era su único consuelo, y cuando tuvo dos años se encontró con siete madres a cual más amante. El niño se mostró pronto tan útil, que las pobres prisioneras no hacían más que bendecir la hora de su nacimiento, pues desde aquel momento se habían terminado sus pesares.
Cuando pudo empezar a caminar, el joven príncipe abrió un agujero en la pared, agujero que ensanchó y alargó de tal manera que un día pudo abandonar la cárcel, a la cual regresó al cabo de una hora cargado de dulces y golosinas, que dividió en partes iguales entre los siete reinas.
A medida que fue haciéndose mayor fue ensanchando el túnel y cada día salía dos o tres veces en busca de alimentos para sus siete madres.
El medio de que se valía el joven para conseguir estos dulces y alimentos era su enorme simpatía, que hacía que la gente le colmase de regalos que permitían a las siete reinas seguir viviendo en su calabozo, cuando todo el mundo las suponía muertas desde muchos años antes.
Cuando ya fue un hombrecito se hizo un arco y unas flechas y fue a cazar. Ello le llevó junto al palacio donde vivía la bruja blanca, la cual con sólo verle un momento descubrió que era el hijo del Rajá, y su corazón se llenó de odio, decidiendo matar, costara lo que costara, al príncipe. Enseguida ordenó a un esclavo que le hiciera subir, y al tenerte en su presencia, le pidió le vendiese uno de los pichones que había matado.
- No puede ser -contestó el joven.- El pichón es para mis siete madres ciegas que viven en la inmunda cárcel y que morirían si yo no me cuidara de ellas.
- ¡Pobrecitas! -exclamó la bruja.- ¿No te gustaría devolverles la vista? Dame ese pichón y yo te prometo indicarte dónde encontrarás los ojos de tus madres.
Al oír esto, el muchado se alegró muchísimo, y enseguida regaló el pichón que había cazado. La Raní guardó el pichón y en un pedazo de papel escribió estas palabras:
“Mata enseguida al dador, y convierte su sangre en rocío matutino.”
Esta nota se la entregó al muchacho, diciéndole que la llevase a su madre, la bruja, quien le daría el collar de ojos que tenía.
- No dejará de entregártelo -añadió- si le enseñas este papel.
El muchacho, que no había podido asistir a la escuela, no sabía leer ni escribir, y así no se enteró de la cruel maquinación de la Raní. Despidióse alegremente de ella y partió hacia la cabaña.
En el curso del viaje llegó a un país cuyos habitantes aparecían tan tristes que les preguntó que les ocurría. Le contestaron que era debido a que la única del Rajá se negaba a casarse y por ello, cuando muriese el soberano, el país se encontraría sin príncipe heredero.
Añadieron los informadores que la princesa había asegurado que sólo se casaría con el príncipe que fuera hijo de siete madres. Desesperado el rey, ordenó que todo forastero que llegara a la población, fuera conducido ante la princesa. Por ello, a pesar de su impaciencia por llegar donde se encontraban los ojos de sus madres, el muchacho fue conducido ante la princesa, quien apenas lo vio enrojeció intensamente, y volviéndose hacia el rey, le dijo:
- Padre mío, este es el hombre con quien quiero casarme.
Jamás tan pocas palabras produjeron tanta alegría. Los habitantes del país celebraron grandes fiestas populares, pero el hijo de las siete reinas dijo que sólo podría casarse cuando hubiese recobrado los ojos de sus madres.
Al oír esto, la princesa pidió a su amado que le enseñase la carta de la reina, y como era muy inteligente, enseguida comprendió el plan de la malvada bruja. Sin embargo, no dijo nada, y encargó a sus esclavos que le dieran cuanto desease.
Mientras el joven  se bañaba en el estanque del palacio, la joven princesa cogió otro papel e imitando la letra de la Raní, escribió en él lo siguiente:
“Cuida con todo cariño de este muchacho y dale cuanto te pida.”
Hecho esto, le entregó  la misiva y rasgó la verdadera.
El reanudó su viaje y al poco tiempo llegó a la cabaña de la vieja bruja, quien hizo una mueca de disgusto al leer la carta, y más, cuando el muchacho le pidió el collar de ojos.
Sin embargo se lo entregó, diciéndole:
- Sólo tengo trece ojos, pues la semana pasada perdí uno.
No se preocupó por este detalle, pues estaba demasiado contento al pensar que podría devolver la vista a sus siete madres.
Cuando llegó a la cárcel donde le aguardaban las siete reinas, entregó un par de ojos a cada una de las más viejas, y a la joven, su madre, sólo le dio uno, diciéndole:
- Mamaíta, de ahora en adelante yo seré tu otro ojo.
Después de esto, partió a casarse con la princesa, como había prometido, mas al pasar ante el blanco palacio de la Raní, vio unos pichones en el tejado y sin pensarlo un momento disparó una flecha que hirió al más hermoso de todos.
La Raní, oyó silbar la flecha y se asomó al balcón, viendo con profunda sorpresa que el muchacho seguía vivo.
Lanzando un grito de rabia llamó a un esclavo y le ordenó que hiciera subir al joven, y cuando le tuvo en su presencia le preguntó cómo había vuelto tan pronto. El joven le explicó lo ocurrido, y la rabia de la hechicera no conoció límite. No obstante, fingió estar satisfechísima con el éxito, y le dijo que si le regalaba aquel otro pichón, le daría la hermosa vaca de Jogi, cuya leche mana sin cesar durante el día.
Aceptó encantado el cambio y la Raní le dio otro mensaje para su madre, diciendo que le entregaría la vaca, pero en realidad, la carta decía lo siguiente:
“Mata al dador y convierte su sangre en rocío matutino.”
Pero no contaba la maga con la princesa, quien al preguntar a su futuro marido el motivo de su tardanza, se enteró de lo que le había dicho la Raní, y del contenido de su carta.
Como había hecho la vez anterior, la princesa cambió la carta, y así, cuando el joven llegó a casa de la bruja, ésta se vio obligada a entregarle la hermosa vaca que da leche siempre. El joven, pensando sólo en sus madres, se apresuró a llevarles la vaca, que con su leche, les aseguró el alimento para muchos días.
Como era tanta la leche que daba el animal, las siete reinas empezaron a hacer quesos y requesón, que vendieron más barato que nadie, consiguiendo en poco tiempo una bonita fortuna.
Viendo que sus madres estaban ya en situación desahogada, el muchacho decidió regresar junto a su amada princesa, pero al pasar junto al palacio del Rajá, no pudo resistir la tentación de tirar unas flechas contra los pichones.
Uno de ellos cayó muerto ante la ventana de la Raní, quien se asomó a ver lo que ocurría, y con profundo asombro e indignación, vio todavía vivo al odiado joven.
Otra vez envió por él y cuando lo tuvo en su presencia, le preguntó cómo había regresado tan pronto y al enterarse de lo bien que le había recibido la bruja, y de que le entregó la vaca que siempre da leche, estuvo a punto de desmayarse de rabia, mas consiguió dominarse, y le dijo que si le daba aquel pichón, ella le entregaría el grano de trigo del millón de espigas, que germinan en una noche.
Aceptó encantado, y a cambio del ave recibió una carta para la bruja, concebida en los siguientes términos:
“No faltes esta vez. Mata al dador y convierte su sangre en rocío matutino.”
Como las veces anteriores, la princesa cambió la carta, y la bruja, a pesar del disgusto que tal acción le producía, entregó al joven el grano de trigo del millón de espigas, que germinan en una noche.
Con esto en su poder, se convirtió en el mayor cosechero de trigo del país, y en pocos meses fue el hombre más rico de la India. A su fortuna se añadió la de su esposa, quien enterada de la historia de su marido y conocedora por las siete reinas del comportamiento del Rajá, hizo construir un palacio exactamente igual al del monarca, y un día le invitó a comer en él.
El Rajá, que había oído hablar mucho de las riquezas del hijo de las siete reinas, aceptó la invitación, y su asombro no tuvo límites cuando al entrar en el palacio, vio que era exactamente igual al suyo.
Sin embargo, su asombro fue aún mayor al ver a las siete reinas, vestidas como convenía a su clase, y en quienes reconoció a sus siete primeras esposas.
La princesa, arrojóse a los pies del Rajá, y le explicó toda la verdad de lo ocurrido. El soberano quedó muy apesadumbrado por su comportamiento y decidido a repararlo en lo posible, hizo prender a la Raní, y la condenó a morir en la hoguera.
Dicen las crónicas que al consumirse la hoguera, de las cenizas salió un inmundo gusano, que fue aplastado por el Sumo Sacerdote, quien reconoció en él el alma de la hechicera.
En cuanto a las siete reinas, regresaron a su palacio, y pasaron felizmente el resto de sus vidas, mientras su hijo gobernaba con gran acierto sus dominios, en los que jamás faltó el pan a nadie.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuentos II


Cuento III
Un monarca injusto preguntó a un hombre justo a qué acto de piedad le recomendaba:
Él respondió:
- Vuestra siesta, Señor, pues durante ese breve tiempo el pueblo está libre de vuestra tiranía.
Vi a un tirano durmiendo
y pensé: Sería mejor que durmiera siempre.
Cuando un hombre es mejor dormido que despierto,
está mejor muerto que vivo.

Cuento IV

Llegó a Bagdag un dervishe cuyas duas eran escuchadas por Allah. El gobernador Hayyay Yusuf, un conocido tirano, fue informado de su llegada, le llamó y le dijo:
- Haz un dua por mí.
El dervishe así lo hizo:
- Allah, quítale la vida a este hombre.
- Subhanal-lah -gritó el gobernador- ¿Qué clase de dua es ésta?

El dervishe replicó:

- Es un dua por ti y por los musulmanes. Porque tu muerte los liberará de tu tiranía y tú serás liberado de futuros desatinos.
¡Oh vosotros que atormentáis a vuestros súbditos!
¿Por cuánto tiempo podréis reinar?
¿De qué os sirve vuestro poder?
Más os conviene la muerte que la tiranía.

 DUA...significa literalmente la invocación , un acto de súplica . El término se deriva de una palabra árabe que significa 'llamar' o 'convocar', y los musulmanes consideran esto como un profundo acto de adoración.

lunes, 17 de diciembre de 2012

La batalla de Guazalete.

   Al advenimiento de Muhammad, y como ya era una costumbre cuando un nuevo emir se sentaba en el trono de Córdoba, los toledanos comenzaron a agitarse. Desde 837 se habían mantenido, más o menos en calma, a pesar de haber apoyado los mozárabes de la población el descabellado movimiento de Eulogio. Tenían rehenes en Córdoba como garantía de que se iban a portar bien, junto a otros detenidos políticos de zonas por igual de conflictivas. Vivían, nada mal por cierto, en la llamada " casa de los rehenes ".
   Unos días después de la entronización de Muhammad I, los toledanos apresaron al gobernador omeya de la ciudad y no lo soltaron más que cuando supieron que sus rehenes habían sido liberados en Córdoba. Este éxito les animó y enseguida estuvieron dispuestos a levantar tropas con las que se dedicaron a correr el campo en dirección a Calatrava, cuya guarnición tuvo que ser evacuada ante la presión de los revoltosos toledanos. El emir no iba a dejar impune estas provocaciones. En el verano de 853 el propio hermano de Muhammad I, al-Hadam, recupero Calatrava y la fortificó. Pero los toledanos se volvieron atrevidos y asolaron las riberas del río Jándula, haciendo caer al ejército emiral en una emboscada, cerca de Andújar. Las tropas leales tuvieron que huir, abandonando armas y bagajes.
 
Los toledanos fueron los primeros sorprendidos por este éxito, pero temiendo la reacción del emir, pidieron ayuda a ORDOÑO I. El monarca asturiano era el primer interesado en que surgiera la guerra civil entre los propios musulmanes y no dudó en armar un fuerte ejército, al mando de uno de sus parientes, Gastón, conde del Bierzo, que partió en auxilio de los de Toledo.
Muhammad se puso al frente de sus tropas y llegó a una llanura situada al sudoeste de Toledo, por la que transcurre un pequeño afluente del Tajo, el Guazalete. El emir omeya emboscó sus tropas en los repliegues del terreno y se lanzó al ataque con el resto. Esta estratagema, no por vieja, dejó ser eficaz y las tropas toledano-asturianas sufrieron una derrota espantosa. Crónicas latinas y árabes coinciden en las cifras: los asturianos tuvieron 8.000 muertos y los toledanos, 12.000. Los vencedores, como era habitual, amontonaron las cabezas de las víctimas de aquella matanza, y desde lo alto de esa macabra torre, rezaron a Alá y le agradecieron la victoria.

   Sin embargo, Muhammad no le sacó partido a este triunfo, pues en lugar de ir a tomar Toledo, prefirió contemporizar, mientras que los destrozados toledanos, odiaron, aún más, al régimen cordobés. Continuaron alborotando en 856 y 858, hasta que el propio Ordoño los abandonó. Solicitaron una amnistía a Muhammad I que les fue concedida, y por espacio de diez años estuvieron tranquilos. En 875 otra vez tuvo el emir que ir a por ellos. Les exigió rehenes y les impuso como gobernador a su hijo AL-MUTARRIF. No levantarían cabeza hasta el advenimiento de AL-MUNDHIR.
 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Cuentos Medievales.


Cuento I

Había dos hermanos, uno de los cuales estaba al servicio del sultán y otro se ganaba el pan con el sudor de su frente. El rico le dijo a su hermano:
- ¿Por qué no entras a formar parte del servicio del sultán y así te librarás de los rigores del trabajo?
Él respondió:
- ¿Por qué no trabajas tú y te libras de la desgracia de tener que servir a otro?
Los sabios afirman: Es mejor comer pan de cebada y sentarse en el suelo que tener un cinturón de oro y ser un criado
Es mejor amasar cal con las manos que juntarlas para pedir misericordia a un amo.
Cuántas vidas preciosas se han gastado en: ¿Qué comeré en verano? ¿Qué vestiré en invierno?.
Oh, hombre insaciable! Conténtate con una hogaza de pan para que no tengas que inclinar la cabeza en señal de sumisión.

CuentoII

Un dervishe que había hecho voto de soledad se había retirado a un desierto cuando pasó un rey con su séquito. El dervishe, que se hallaba en estado de meditación contemplativa, no levantó la cabeza, ni siquiera se percató del cortejo. El monarca, aunque estaba de buen humor, se irritó contra él y dijo:

- Estos que visten el manto andrajoso son brutos como los animales y carecen de educación y humildad.
El visir reprendió al dervishe diciendo:
- ¡Oh dervishe! El sultán de toda la tierra acaba de pasar. ¿No vas a rendirle homenaje como es debido?
El dervishe respondió:
- Que el sultán busque homenajes en aquellos que esperan beneficiarse de su buena voluntad. Dile, además, que los sultanes se crearon para proteger a sus súbditos, y no los súbditos para servir a los reyes.

" El rey es el guardián de los pobres
aunque su reino sea espléndido.
Las ovejas no son para el pastor,
sino que el pastor está para cuidar a las ovejas.
Si ves a un hombre afortunado,
investiga a ver quién es desgraciado por su causa.
Espera unos días y el polvo habrá consumido el cerebro.
La diferencia entre soberanía y servidumbre no dura indefinidamente.
Cuando se haya cumplido el decreto del destino
y exhumen las cenizas de los muertos,
¿cómo distinguirás las del pobre de las del rico? "

El rey quedó impresionado por la sabiduría del dervishe y dijo:
- Pídeme un deseo.
El dervishe respondió:
- Lo que deseo de ti es que no vuelvas a molestarme.
- Dame, pues, algún consejo - dijo el rey.
El dervishe contestó:
- Ahora que tienes entre las manos el poder y la soberanía, recuerda que pasan de mano en mano.

sábado, 15 de diciembre de 2012

ABULCASIS. Médico en al-Andalus


Abu al-Qasim Khalaf ibn al-Abbas Al-Zahrawi (936-1013), ( árabe : أبو القاسم بن خلف بن العباس الزهراوي ) también conocido en el Oeste como Abulcasis , fue un médico  árabe que vivía en Al-Andalus . Se le considera el mayor  cirujano medieval que ha aparecido en el mundo islámico, y ha sido descrito por muchos como el padre de la cirugía moderna .  Su mayor contribución a la medicina es el Kitab al-Tasrif , una enciclopedia de treinta volúmenes de prácticas médicas.  Sus contribuciones pioneras a la esfera de los procedimientos quirúrgicos e instrumentos ha tenido un enorme impacto en el Oriente y el Occidente hasta bien entrada la época moderna, donde algunos de sus descubrimientos se siguen aplicando en la medicina hasta nuestros días.


Biografía

Abu al-Qasim nació en la ciudad de Madinat al-Zahra , a seis millas al noroeste de Córdoba , Andalucía .
Vivió la mayor parte de su vida en Córdoba. Es también el lugar donde él estudió, enseñó y practicó la medicina y la cirugía hasta poco antes de su muerte en aproximadamente 1013, dos años después del saqueo de El-Zahra.
Pocos detalles permanecen con respecto a su vida, aparte de su obra publicada, debido a la destrucción de al-Zahra durante posteriores conflictos castellano-andalusis. Su nombre aparece por primera vez en los escritos de Abu Muhammad bin Hazm (993 - 1064), quien lo incluyó entre los más grandes médicos de la España musulmana. Era un contemporáneo de  químicos tales como Ibn al-Wafid , Maslamah Ibn Ahmad al-Majriti y Artephius .

La calle en Córdoba donde vivía se nombra en su honor como "Albucasis Calle". En esta calle vivió en la casa. 6, que se conserva hoy por la Oficina Española de Turismo con una placa de bronce (otorgado en enero de 1977), que dice lo siguiente: ". Ésta era la casa donde vivía Abul-Qasim" .

Merece atención especial el tratamiento descrito en el Anexo mencionado para la obesidad mórbida. La historia es curiosa: el rey Sancho, llamado “El Gordo” (era tan obeso que no podía montar a caballo y se le transportaba en un carro), tras la pérdida del reino de León, se refugió en el reino de Navarra, al amparo de su abuela, la reina Tota. Esta estaba emparentada con Abderramán III y le pidió ayuda para tratar la obesidad de su nieto. El califa envió en su ayuda a sus dos médicos, uno de ellos era Abulcasis. Se aplicó a Sancho un tratamiento dietético y de ejercicios muy intensivo y así se convirtió en un valiente caballero que, de nuevo con la ayuda de Abderramán III, reconquistó el reino de León.

 Obras
Abu al-Qasim era médico de la corte del califa Al-Hakam II . Dedicó toda su vida y genio al progreso de la medicina en general y la cirugía en particular. Su mejor trabajo fue el Kitab al-Tasrif .

Abulcasis fue un médico cordobés considerado como uno de los padres y el fundador de la cirugía moderna. En sus textos, donde combinaba las enseñanzas clásicas greco-latinas, con los conocimientos de la ciencia del próximo oriente, fueron la base de los procedimientos quirúrgicos europeos hasta el renacimiento.  Al-Tasrif, es una obra de treinta volúmenes sobre la práctica médica, donde recopiló todo el conocimiento médico y farmacéutico de la época. Fue, asimismo, un gran innovador en las artes médicas, siendo el primero en emplear el hilo de seda en las suturas.

Especialista en cirugía, en su obra describe los procedimientos que utilizaba en sus operaciones de ojos, oídos, garganta, amputaciones, implantes de dientes, etc. Abū al-Qāsim también inventó el forceps para extracción de fetos en trabajo de partos.

El Al-Tasrif (1000) también introduce el uso de ligadura para controlar la sangre de arterias en cauterización.

Desarrolló más de 200 nuevos instrumentos quirúrgicos que describe en el último libro de su magna enciclopedia, la cual fue profusamente estudiada en toda Europa durante más de cinco siglos después de su muerte.


Al-Tasrif
Treinta capítulo Abu al-Qasim tratado médico, Kitab al-Tasrif , terminado en el año 1000, abarcaron una amplia gama de temas médicos, incluyendo odontología y el parto , que contenían datos que se habían acumulado durante una carrera que abarcó casi 50 años de formación , la enseñanza y la práctica. En él también escribió sobre la importancia de una positiva relación médico-paciente y escribió afectuosamente de sus alumnos, a quienes se refirió como "mis niños". También hizo hincapié en la importancia de tratar a los pacientes, independientemente de su condición social. Alentó a la observación de casos individuales con el fin de hacer un diagnóstico más exacto y el mejor tratamiento posible.
Al-Tasrif fue traducido al latín por Gerardo de Cremona en el siglo 12, y se ilustra. Por unos cinco siglos, durante  Edad Media , era la fuente principal de Europa los conocimientos médicos, y sirvió de referencia para los médicos y cirujanos.
No siempre debidamente acreditado, Abu Al-Qasim al-Tasrif describe tanto lo que más tarde llegó a ser conocido como "método de Kocher" para el tratamiento de un hombro dislocado y "posición Walcher" en obstetricia . Fue el primer libro grabado para documentar varios dispositivos dentales y explicar el carácter hereditario de la hemofilia . [ 3 ] También fue el primero en describir un procedimiento quirúrgico para la ligadura de la arteria temporal para la migraña,  Abu al-Qasim fue por lo tanto el primero en describir la cirugía migraña procedimiento que está disfrutando de un renacimiento en el siglo 21, encabezado por Elliot Shevel un cirujano sudafricano.
Abu al-Qasim también describe el uso de fórceps en un parto vaginal. Él introdujo más de 200 instrumentos quirúrgicos .
Su uso del catgut para la costura interna todavía se practica en la cirugía moderna. El catgut parece ser la única sustancia natural capaz de disolver y es aceptable por el cuerpo.

En farmacia y farmacología , Abu al-Qasim al-Zahrawi fue pionero en la elaboración de medicamentos por sublimación y destilación . Su Liber Servitoris es de particular interés, ya que ofrece al lector recetas y explica cómo preparar los "simples" de los cuales se agravaron los medicamentos complejos entonces generalmente usados.

 Legado
Al-Zahrawi era la "autoridad más citada quirúrgica de la Edad Media".
Donald Campbell, un historiador de la medicina árabe, describió la influencia de Al-Zahrawi en Europa como sigue:
La principal influencia de Albucasis en el sistema médico de Europa era que su lucidez y forma de presentación despertó un prejuicio en favor de la literatura árabe entre los eruditos de Occidente: los métodos de Albucasis eclipsaron a los de Galeno y mantuvo una posición dominante en Europa médica durante quinientos años, es decir, mucho después de que había pasado su utilidad. Él, sin embargo, ayudó a elevar el estatus de la cirugía en la Europa cristiana, en su libro sobre las fracturas y luxaciones, afirma que "esta parte de la cirugía ha pasado a manos de las mentes vulgares e incultas, por lo que ha caído en el desprecio . La cirugía de Albucasis quedó firmemente injertado en Europa después de la hora de Guy de Chauliac (d.1368).
En el siglo 14, el francés cirujano Guy de Chauliac citó al-Tasrif más de 200 veces. Pietro Argallata (d. 1453) describe Abu al-Qasim como "sin duda el jefe de todos los cirujanos". Influencia Abu al-Qasim continuar durante al menos cinco siglos, se extiende hasta el Renacimiento , evidenciado por al-Tasrif ' s frecuente referencia por el francés Delechamps cirujano Jacques (1513-1588).

miércoles, 12 de diciembre de 2012

MUHAMMAD I

   Muhammad, proclamado emir el 23 de septiembre de 852, tenía ante sí un gobierno tan largo como el de su padre. Era de inteligencia despierta, altura de miras, franqueza y odio a la mentira. Pero, en cambio no tenía los escrúpulos de conciencia de su padre ni su repugnancia al derramamiento de sangre. Parece, también que era avaro, aunque otros opinan que lo que no le gustaba era derrochar.
Muhammad I de Córdoba (en árabe: محمد بن عبد الرحمن الأوسط) (Córdoba, 823 – ibídem, 886) de la dinastía Omeya de Córdoba. Fue emir independiente de al-Ándalus (852–886).

Hijo de la primera esposa de su padre llamada Al-Sifá, la que murió en los campos de Toledo donde fue enterrada, siendo muy niño Muhammad pero a la que quiso tanto que cuando sucedió a su padre eximió a los habitantes de ese lugar de los impuestos a cambio de que se dedicasen a cuidar su tumba.
Ocupó el trono a los 29 años de edad. Se dice de él que era un hombre muy culto y un excelente poeta, a pesar de que sentía un interés especial por las matemáticas... Era juicioso, de hermosas costumbres y dotado de agilidad mental. Todo el que estaba en contacto y dialogaba con él veía que tenía el don de la evidente agilidad en su percepción, sutileza intelectual, finura de inteligencia y sagacidad de opinión. De su aspecto físico se dice que era bajo y rechoncho, con la cabeza pequeña y cuellicorto, abundante barba que teñia con alheña ya que era pelirroja.
Se casó con su prima hermana Umm Salama, tal vez, para suavizar los problemas de sucesión con su tio por parte paterna. Le sucedió su hijo al-Mundir. Fue también su hijo Abd Allah I.

Murió a la edad de sesenta y cinco años el 4 de agosto del año 886 en la misma ciudad de Córdoba en el Alcazar.
Su Emirato duró treinta y cuatro años, diez meses y veinte días, dejando treinta y tres hijos y veinte hijas.

   Mantuvo buenas relaciones con los estados musulmanes de África del Norte, así como con Carlos el Calvo, con el que posiblemente, llegase a una tregua. Al monarca francés no le interesaba tener que estar pendiente de una invasión musulmana sobre la Septimania o la Marca hispánica por lo que renunció a la política agresiva de Ludovico Pío y, Muhammad paralizó, casi por completo, la actividad guerrera sobre estos territorios. Las importantes victorias que éste obtuvo sobre el rey asturiano ORDOÑO I, quizás fueron propiciadas por este entendimiento entre francos y andalusíes.
   La corte de Córdoba, aunque no abandonó la complicada etiqueta por la que se regía, no tuvo el esplendor de los tiempos de su padre. Sin embargo, Muhammad se dedicó a embellecer la ciudad y la mezquita, decorando y esculpiendo las fachadas laterales y dotándola de una especie de tribuna, desde la que el emir podía asistir a sus devociones sin ser visto por los fieles.
   Mejoró el ejército y la marina y mantuvo la riqueza de al-Andalus. Los impuestos siguieron recaudándose bien, pero hubo unos años en que la sequía y dos terribles hambrunas, ensombrecieron su reinado. Una duró desde el 865 a 868; otra, más terrible aún , desde 873 a 874. Sus devastadores efectos se extendieron por al-Andalus, el Magreb e Ifriqiya, diezmando la población. En este último año, el emir renunciará a cobrar el diezmo de las cosechas ante la desastrosa situación.
   Aunque con este emir, las mujeres del harén y los eunucos no tendrán el poder que con su antecesor, los alfaquíes no dejaban de prosperar. La escuela jurídica andalusí no había de cambiar por mucho que algunos sabios, que habían vivido en Oriente, como Baqí ben Majlad, deseasen establecer nuevos sistemas de trabajo y de interpretación. Los juristas cordobeses lo consideraban al borde la herejía y las propuestas de modernización y actualización, de antemano, serían amordazadas, escapando, algunos de sus promotores del martirio gracias a la protección de Muhammad I.
   Esta actitud de los alfaquíes, siempre intransigente, parece que influyó en determinadas decisiones del emir, como el forzar la conversión al islamismo de algunos cargos importantes del gobierno que eran cristianos. Éste fue el caso de Gómez, el que participó en el concilio de Córdoba y que seguía ocupando altas funciones en la cancillería del emir. Gómez se hizo mahometano y Muhammad siguió confiando puestos como secretarías, tenedores de libros y tareas administrativas a cristianos y judíos.
   Amante de la cultura y del buen gusto, como buen Omeya que era, en su Corte se dieron cita los eruditos más afamados del momento en su correspondiente especialidad, como por ejemplo el gran alquimista y poeta Abbas ben Firnasm, el músico persa Ziryad y el gran poeta y diplomático Yahya ibn al-Hakam al-Gazal.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Uso de la mujer como elemento terapéutico

   La medicina andalusí se preocupó de la conservación de la salud. Una de las " seis cosas no naturales " imprescindibles para el cuidado del cuerpo era el mantenimiento de relaciones sexuales. En la Granada nazarí del siglo XIV se encuentra un texto , el kitab al-wusul li-hifz al- sihha fil l-fusul o " libro de higiene ", obra del célebre IBN AL-JATIB dedicada a prescribir las normas adecuadas para mantener una vida sana. Por supuesto, Ibn al-jatib se ocupa extensamente del coito como una de las necesidades humanas, pero en su análisis diferencia las cuatro estaciones del año y la complexión de los sujetos como factores determinantes del tipo de prácticas sexuales apropiadas a cada persona en cada época. Ello incluirá el uso, por parte del varón, de mujeres también muy determinadas según su complexión, edad, raza y carácter en cada estación del año. de la lectura atenta de las prescripciones médicas del ministro granadino se puede inferir que realmente todas las mujeres eran aptas para yacer con ellas aunque no siempre, ni con cualquier hombre. Así pues, un varón, por prescripción médica, tenía que mantener relaciones sexuales con diferentes tipos de mujeres durante el año. Esta clase de "cuidados " presuponía la existencia de un pequeño harán y que el público al que iba destinado el  " libro de higiene " de IBN AL-JATIB tenía que pertenecer a la aristocracia.

MUJERES JÓVENES Y DELGADAS.
 
   Las muchachas eran recomendables a los hombres de complexión equilibrada en primavera. También en primavera resultaban aconsejables a los hombres sanguíneos, especificando que sus parejas habían de ser de pocas carnes y deben yacer con ellas en lechos bañados por la luz de la luna donde el agua corriera en sus inmediaciones. Este mismo tipo de hombre también utilizaría muchachas proporcionadas en otoño. Las muchachas equilibradas eran las apropiadas para los flemáticos en verano teniendo que yacer con ellas sobre lechos de algodón y lino. Por último, las jóvenes vírgenes se recetaban para los flemáticos en invierno.

MUJERES JÓVENES DE ASPECTO ANDRÓGINO.

   En esta categoría se englobaban las muchachas que por su extrema juventud aún no presentaban rasgos femeninos muy marcados aunque, eso sí, debían tener los senos bien formados. IBN AL-JATIB se refiere a ellas como " mujeres parecidas a muchachos ". Eran recetables en invierno a los hombres de complexión equilibrada, a los sanguíneos y a los de complexión biliar. Es probable que este tipo de adolescentes se usara para combatir la homosexualidad masculina evitando la tentación de mantener relaciones con muchachos por parte de los señores. Según el Islam el pecado de sodomía es uno de los más repugnantes que se pueden cometer. El coito con muchachas de aspecto varonil podía ser una excelente solución para los hombres más piadosos atraídos por su mismo sexo.

MUJERES GRUESAS

   Su empleo era apropiado para hombres de complexión equilibrada en verano. Estas mujeres debían ser de  " formas opulentas, gruesas y lozanas " y así mismo, eran apropiadas para los hombres flemáticos en otoño. En las obras médicas consultadas se encuentra una receta para engordar a las mujeres : se cuece alharma con trigo hasta que queden integrados y se alimenta con la masa una gallina hasta que engorde. Después se mata el animal y la mujer que deseara engordar sólo comería de esa gallina durante varios días.

MUJERES DE RAZA NEGRA.

   Eran esclavas procedentes sobre todo de Nubia. Según ibn al-Jatib resultaban convenientes a los flemáticos en invierno y en primavera.

MUJERES DE CARÁCTER DULCE Y DE MAL CARÁCTER.

   Aunque las primeras podrían parecer apropiadas para todo tipo de hombre, IBN AL-JATIB las recomienda a los hombres de complexión equilibrada en primavera:
   " Se yacerá con muchachas equilibradas de costumbres tiernas y moderadas, que suministran cariño y placer en su justa proporción "
   Los varones, en los que predomine la bilis negra, debían cohabitar con mujeres dulces de complexión húmeda cuando éstas hubieran salido del baño. Como el régimen de los ancianos era semejante a los de bilis negra, también era recomendable este tipo de mujer para ellos.
   Sólo hay una referencia a mujeres "irascibles " en toda la obra de Ibn al-Jatib pero resulta bastante curiosa como contrapunto a las mujeres de carácter dulce. Por prescripción facultativa, debían yacer con ellas los hombres flemáticos en primavera.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Erotismo y privacidad II

CRIADAS Y ESCLAVAS

   La situación de las criadas y de las esclavas es de mayor libertad dentro de los muros de la casa o palacio. Pueden compartir con los hombres de la familia y sus amigos el espacio doméstico de una manera que les está vedada a las mujeres de la familia. La razón es que no tienen honor que defender, ni su intimidad es tan valiosa como para ocultarse de las miradas masculinas. Las criadas parecen seres asexuados, de hecho, el vocablo con el que se las llama, jadim ( sirviente ), se usa indistintamente tanto para hombres como para mujeres. Estas criadas realizan sus tareas domésticas en presencia de propios y ajenos sin tener que esconderse.
 
   En cuanto a las esclavas, había un grupo llamado yawari. Se trata de mujeres cultas que eran instruidas con la finalidad de entretener en los palacios andalusies. Cantaban, bailaban, tocaban instrumentos como el laúd y recitaban versos. Por tanto, compartían numerosas veladas con la familia, amenizaban fiestas y agasajaban a los huéspedes de la casa.  Frecuentemente acababan siendo las concubinas de sus amos aunque éstos no podían forzarlas a ello. El concubinato era una de las opciones más inteligentes por la serie de ventajas que tal unión les reportaba, si quedaban embarazadas y se convertían en una umm walad o madre de un hijo del señor, las esclavas podían incluso solicitar la manumisión y casarse con el amo.

   Las esclavas jóvenes a menudo se enamoraban de los hijos de la familia con los que tenían contacto a diario y éstos les correspondían puesto que no podían enamorarse fácilmente de una mujer libre. IBN HAZM relata como el amor más fuerte de su vida lo sintió por una esclava que se llamaba Nu´m ( Felicidad ). Ambos se enamoraron cuando eran adolescentes y vivieron su pasión hasta que , inesperadamente, la muerte se llevó a Nu´m cuando IBN HAZM no había cumplido los veinte años. El poeta cordobés describió que sintió una depresión tan fuerte que estuvo meses sin cambiarse de ropa y sin parar de llorarla.
 
   Estas esclavas desprovistas de honor también tomaban la iniciativa en los asuntos sexuales. El poeta también proporciona el relato de una esclava que se enamoró de un muchacho libre y decidió declarársele mediante poemas, pero su amado no se daba por enterado hasta que :
   " Al fin, la esclava perdió la paciencia, el amor desbordó de su pecho y no pudo sujetarse. Una noche tuvieron una entrevista en la que se quedaron solos. El era temeroso a Dios, casto, circunspecto e incapaz de mal. Cuando llegó el momento de separarse, ella se abalanzó y le besó en la boca ".

   Si bien las anécdotas relatadas por IBN HAZM nos hablan de un mundo en el que la aristocracia respetaba y llegaba a amar a las mujeres esclavas, existen testimonios más prosaicos de la situación de las esclavas obligadas a prostituirse a pesar de que estuviera prohibido. Incluso si ya no eran virgenes les fabricaban un himen postizo con corazones de granada ácida y asfa, amasados con hiel de vaca.

María Dolores Rosado Llamas.
Doctora en Historia Medieval.

 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Erotismo y privacidad I

EL HAREN.
 
   Un musulmán, según la ley islámica, podía tener hasta cuatro esposas pero, si su nivel económico se lo permitía, podía convivir con más mujeres y detentar un harén. En al-Andalus existieron harenes bien nutridos y famosos como el de Madinat al-Zahra' en la época del califato omeya que contaba con 6.300 mujeres incluyendo las esclavas o el harén del rey al-Mutamid de la taifa sevillana que disponía de más de 800 mujeres cuando marchó al destierro. El prestigio de un soberano andalusí también se medía por el número de mujeres que podía mantener en su harén y éste a menudo incluía a las mujeres que habían pertenecido a sus antecesores en el poder.
 
   El sexo en los harenes no se limitaba al oficialmente establecido sino que existían otras prácticas alternativas. Como bien es conocido, las mujeres no convivían solas en los harenes, encargados de su guarda y protección estaban los eunucos. Estos guardianes solían estar castrados con la doble amputación de testículos y pene. Sin embargo, lo que ya no es tan bien conocido es que muchas mujeres se las apañaban para tener relaciones con sus eunucos que las satisfacían mediante el método del cunnilingus.( práctica de sexo oral ).
 
   Por otro lado no se puede descartar el lesbianismo, IBN HAZM recoge una tradición del profeta en la que se señalan los castigos para las lesbianas. No era un pecado tan grave el lesbianismo entre solteras aunque si entre las casadas. El castigo para las solteras era un azote y el destierro durante un año, en cambio, para las casadas estas prácticas suponían la muerte por lapidación tras haber recibido 100 azotes.

SEÑORAS RECLUIDAS EN SUS ALCÁZARES.

   Las mujeres de la jassa o clase alta eran las que llevaban una existencia regalada y opulenta pero, por contra, las más presionadas por el código de honor islámico que les exigía guardar la honorabilidad de la familia alejándose de las miradas ajenas. IBN HAZM habla de las mujeres recluidas en sus alcázares. Sus relaciones sexuales estaban limitadas a la endogamia que practicaban con los de su clase. Como siempre hubo excepciones a esta regla, una de las más famosas fue la protagonizada por la princesa WALLADA. Sus amorios con el poeta IBN ZAYDUN y con otros hombres le reputaron en su día fama de mujer deshonesta y mujer emancipada. Otras poetizas siguieron su estela : HAFSA AL-RAKUNIYYA y NAZHUN.
 
   En general era frecuente que , entre las mujeres con menores posibilidades para conocer hombres y enamorarse, se despertara el amor hacia algún pariente varón por el relato elogioso que de él se les hacía y que llegaran a amarlo sin haberle visto. Cuando se concertaba el matrimonio, el novio elegido por la familia a veces solicitaba ver a su prometida antes de la boda. En el caso de cierto personaje, su deseo se hizo realidad sin que se enterara su futuro suegro y las mujeres de la casa hicieron introducirlo en la casa: el novio tropezó en el zaguán de la casa y fue a parar al pesebre de las caballerizas donde lo encontró su futuro suegro que salía hacia la mezquita y que se mostró comprensivo con el prometido de su hija.

   Sin embargo, la privacidad de estas mansiones en las que las mujeres circulaban por sus patios y azoteas no era total. Los almuédanos desde los alminares podían dedicarse a observas a las mujeres e incluso se atrevían a conversar con ellas, aprovechando la altura que les permitía superar los recios muros exteriores de la vivienda. En la literatura árabe existen referencias a estas situaciones como la que se ejemplifica en el conocido cuento titulado " El almuédano y la mujer del barbero ".

Tampoco resultaba impenetrable el domicilio para las "celestinas " que tan magistralmente describe IBN HAZM: mujeres ancianas con báculo, rosario y vestido encarnado que visitaban las casas o se acercaban a las mujeres en la calle y hacían de correo entre los amantes. Ante ellas, de nada servían ni los velos, ni las cortinas, ni los muros más sólidos, tal y como reconoce el poeta cordobés.

María Dolores Rosado Llamas...Erotismo en al-Andalus.

martes, 4 de diciembre de 2012

LA MUJER Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS.

   La mujer musulmana no disponía de libertad para ocupar los espacios públicos, aunque su grado de enclaustramiento dependía del nivel socio-económico y del estado civil. También, la obligatoriedad de llevar el velo estaba íntimamente relacionada con la calidad de la familia a la que pertenecía. Las esclavas y las campesinas no lo necesitaban. La mujeres libres debían usarlo fuera de los muros de su casa a modo de privacidad. Sin contar la visita a los familiares, eran cuatro básicamente las oportunidades de salir del domicilio y deambular por las calles que tenían las mujeres: la visita a la mezquita, a los baños, al zoco y a los cementerios. Siendo esta última una de las más propicias para el encuentro con el otro sexo.
Los cementerios andalusíes se convirtieron en lugares de paseo y recreo. Las mujeres, tras la oración del mediodía del viernes, marchaban en grupos, solas o con niños de corta edad a visitar las tumbas de sus familiares. Las mujeres que estaban de luto incluso acudían con el rostro descubierto y numerosos hombres se sentían atraídos por la seducción del encuentro con mujeres desveladas. Además, si el luto era muy reciente, algunas levantaban tiendas cerca de la tumba para poder llorar sin ser vistas aunque también se prestaban a situaciones promiscuas que ponían nerviosos a los legisladores.
   El censor Ibn Abdun , viendo estas situaciones, prohíbe la instalación de vendedores ambulantes en los cementarios porque , en su opinión, lo que van a hacer allí no es otra cosa que a contemplar los rostros descubiertos de las mujeres. Así mismo, manda tapiar las puertas y ventanas que dan a los cementerios para proteger la intimidad; e incluso, prescribe que los agentes de policía registren las acrópolis en verano a la hora de la siesta para evitar que las mujeres se diesen al comercio carnal.
   Este censor sevillano Ibn Abdun informa de que se deberían:

" suprimir los paseos en barca por el río de mujeres e individuos libertinos, tanto más cuanto las mujeres van llenas de afeites "

   Estas mujeres que salían a divertirse dando paseos por el Guadalquivir tampoco llevaban velo y mostraban su maquillaje. No eran mujeres que se tuvieran que preocupar por guardar el honor de la familia pues serían mujeres del pueblo llano, trabajadoras que así se solazaban. Este moralista quiere impedir que ambos sexos utilicen el mismo camino para cruzar el río e incluso que hombres y mujeres se sienten en el mismo sitio. Esta serie de impresiones las recoge en su tratado de hisba, unas utopías con destino a salvaguardar la moralidad de la población musulmana.
   De todos modos, son las mujeres trabajadoras y las amas de casa las que tienen que salir con mayor frecuencia del domicilio particular para realizar actividades como lavar la ropa. Los huertos también podían ser un lugar de encuentro entre hombres y mujeres dada la soledad de algunos parajes.
Ibn Abdun prohíbe que las mujeres laven en estos sitios apartados, que, a su juicio, se convertían en lupanares. (prostíbulo ).
   Otra ocasión en la que las mujeres salían de los hogares, era con ocasión del deber religioso y de peregrinar a La Meca. Desde al-Andalus el camino era muy largo y a veces, las peregrinas viajaban sin la compañía de varones lo cual les daba bastante libertad para entablar relaciones con los hombres que encontraban en su viaje. Ibn Hazn relata una anécdota protagonizada por 5 mujeres y una anciana llamada Hind que navegaban por el Mar Rojo con destino a Arabia. En el barco había un marinero especialmente atractivo de buena planta y ancho de hombros que consiguió tener relaciones sexuales con las cinco mujeres del barco e incluso con la anciana Hind:

 " La noche primera lo vi que venía hacia una de mis compañeras y que le ponía en la mano su miembro, que era muy grueso. Ella, al punto, se le entregó. En las noches siguientes fue haciendo otro tanto con las demás. Cuando ya no quedaba sino una, que era yo, me dije para mis adentros : "- Ahora las pagarás todas juntas ", tomando una navaja, la empuñé en mi mano. Por la noche vino, según tenía costumbre y, cuando quiso hacer como otras veces, vio la navaja. Se asustó y se levantó para irse; pero, al momento no enternecí y le dije, asiéndolo: " - No, no te irás hasta que tome de ti lo que me corresponde ". Entonces - concluyó la anciana - cumplió su cometido, de lo que pido perdón a Dios ".

domingo, 2 de diciembre de 2012

ESTÉTICA FEMENINA II

EL ARREGLO PERSONAL
 
   La mujer musulmana libre llevaba el pelo largo pero hay constancia de que se cortaba dos mechones de cabello y los rizaba para enmarcar el rostro, formando dos aladares. En las miniaturas de la Historia de los amores de Bayad y Riyad, las mujeres que aparecen llevan este peinado y las referencias al mismo son numerosas en la poesía:

   " Los rubios cabellos que asomaban por sus sienes dibujaban un lam en la blanca página de su mejilla, como oro que se corre sobre plata "

   Este lam es una letra del alfabeto árabe que tiene forma de J, de manera que podía convertirse en la imagen gráfica del tipo de mechones que caían sobre el rostro.
Con respecto al maquillaje, se sabe que usaban colorete en las mejillas. Al- Saqati recoge la composición del mismo: harina de habas y de alcarceña, raíces azafrán, bórax y alheña. Las mejillas coloreadas debían destacar sobre un cutis limpio de pecas y manchas bien blanqueado. Los ojos se los maquillaban con kuhl o sulfuro de antimonio.
   Referente a los cuidados del cuerpo, las andalusíes se teñían con alheña las manos tal y como se sigue haciendo hoy en muchos países islámicos. En cuanto al vello corporal había una receta para controlar el exceso del mismo especialmente en dos zonas: las axilas y el pubis. Estas partes tenían que ser frotadas con un ungüento compuesto de raiz de pimienta, albayalde, alumbre, agua de beleño y vinagre. No se trataba de un depilatorio sino de un inhibidor del crecimiento del vello que debía ser aplicado en la pubertad aunque también existían auténticos depilatorios. Un tratamiento para eliminar el vello consistía en untarse cal viva, huevos de hormigas, aceite de cocer ranas o salamanquesas o, en su defecto, hiel de conejo y, por último, lavarse la zona a depilar con jebe, bórax y asfa.
    En lo que refiere a las partes íntimas femeninas se conservan recetas destinadas a preparar a la mujer para el coito y para hacerlo más placentero, especial atención se pone en humectar y estrechar la vagina o rejuvenecer las vulvas deterioradas a consecuencia de los partos.

María Dolores Rosado Llamas.
Erotismo en al-Andalus. Imagen de la mujer como sujeto y objeto sexual.

sábado, 1 de diciembre de 2012

ESTETICA FEMENINA EN AL-ANDALUS.

   En una sociedad en la que existía una gran variedad racial y abundaban las esclavas venidas de distintas partes del mundo, el ideal estético cambiaba en función de factores socio-económicos. Es lícito preguntarse qué tipo de mujer resultaba más erótica, qué esfuerzos realizaban para llegar a alcanzar la belleza vigente en al-Andalus, qué imagen era la más atractiva, cual maquillaje, cómo se eran los peinados y cómo se cuidaban el cuerpo.
   Tres eran los principales tipos raciales existentes en al-Andalus lo que daba un esplendor a las mujeres: la mujer rubia esclava procedente del norte, la mujer morena autóctona y la esclava negra africana.
Los gobernantes preferían , en algunas épocas, las mujeres rubias de ojos claros. Debido a esta preferencia,  casi todos los miembros de la familia omeya de los siglos X y XI eran rubios o pelirrojos porque tenían madres de origen vasco o gallego, entre ellos los famosos califas Abd al-Rahman III y al-Hakam II. También sufrieron esta inclinación algunos califas almohades, así por ejemplo, el tercer califa de esta dinastía,  Ya´qub al-Mansur, tuvo como concubina a una esclava cristian llamada Zahar ( Flor ), probablemente rubia, pues fue la madre del califa al-Nasir, un hombre rubio con los ojos azules cuyos rasgos no pudo herdar de al-Mansur, que era muy moreno y tenía los ojos grandes y negros. A su vez al-Nasir tuvo otra concubina cristiana llamada Qamar ( Luna ), su nombre puede indicar que debía ser, sino rubia, al menos una mujer muy blanca de piel... aunque el gusto de estos califas no era compartido por el común de la población a juzgar por los siguientes versos.

" Me la afean porque tiene rubio el cabello y yo les digo:
Esa es su belleza, a mi juicio.
Yerran quienes vituperan el color de la luz y del oro,
por una necia opinión, del todo falsa.
¿ Censurará alguien el color del narciso fragante, o el
color de las estrellas que vibran de lejos ?
Sólo las criaturas de Dios más alejadas de toda ciencia
prefieren los cuerpos negros, de color carbón;
negro es el color de los moradores del infierno,
negro es el vestido de los que lloran
por haber perdido un hijo y están de luto ".

   De estos versos de Ibn Hazm se puede llegar a la conclusión de que el gusto por las morenas o negras era considerado como algo vulgar y propio de gentes poco cultivadas. Aunque no todos opinaban igual pues personajes famosos estuvieron enamorados de esclavas negras. Entre ellos el poeta Ibn Zaydun, amante de la princesa Wallada, quién, despechada porque el poeta mantenía relación con una de sus propias esclavas negras, le dirigió esta invectiva:

 " Si tú fueras, en amor, justo con nuestra amistad,
no amarías a mi sirvienta negra
y no la escogerías con preferencia.
Has abandonado la rama que da fruto bella
y te has inclinado por la que no da fruto.
Sabes que soy una luna y sin embargo
te has enamorado de Júpiter. "

Pese a todo, mujeres negras y rubias eran dos tipos exóticos en al-Andalus. La mujer que realmente despertaba la sensualidad masculina era la mujer mediterránea. Los poetas la han descrito como una mujer blanca y morena de pelo. Este contraste es el más alabado, un rostro blanco como la luna o como las perlas, enmarcado por un pelo negro como la noche. A juego, debía haber unos hermosos y grandes ojos negros como los de una gacela. Este perfil femenino no es un tópico literario, constatado está que las mujeres más atractivas encajaban en él y se sabe gracias al almotacén malagueño al-Saqati que , en su tratado de hisba, advierte contra los vendedores de esclavos que utilizan cosas para embellecer y mejorar a las mujeres. Así, el pelo lo ennegrecían con aceite de mirto y nogalina de cáscaras de nueces frescas con anémona coronaria y se lavaba con una decocción de mirobálano. Para dar blancura a la cara, usaban una crema a base de habas, badea y leche; mientras que para oscurecer los ojos usaban agua de cáscara de granada dulce.

EL CUERPO IDEAL.

   Ibn Hazn relata en su " Collar de la paloma " que a los andalusíes les gustaban las mujeres anchas de caderas pero de talle estrecho cuyos andares eran lentos y bamboleantes. Cantidad de poetas alabaron a las mujeres con estas características. Numerosos poemas dan a conocer la cintura femenina comparada con una  rama y las nalgas y las caderas con una duna de arena siguiendo los viejos modelos de la poesía preislámica.
Parece que los senos no gustaba demasiado grandes. El medico Arib b. Said sugirió una receta para que las mama no crecieran en demasía y que debía aplicarse en la adolescencia:

 " Para impedir que los senos sean excesivamente grandes se les untarán los senos con escoria de hierro y aceite de rosas, se machacará comino, y se amasará con agua y se colocará en unas vendas con todo ello. También se le cubrirán con trozos de lino sumergidos en vinagre y se vendarán durante tres dias, después se le quitará la venda y se macharán bulbos de lirios blancos con vinagre y agua y se vendará con esto tambien durante tres veces seguidas al mes. Se machacarán dos piedras de amolar con un poco de vinagre con lo antes descrito sobre los pechos cada día y será efectivo "

Trabajo de :
Maria Dolores Rosado Llamas. Doctora en Historia Medieval.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Final de Abd al-Rahman II.

   Durante el reinado de este emir, al-Andalus tomó verdadera importancia como estado independiente y como reino. Estableció relaciones con Bizancio, fue un buen organizador de la estructura gubernamental, enriqueció al país, acuñó moneda y creó talleres en los que se tejían suntuosas telas, reforzó el ejército y dotó a la marina de guerra de nuevas unidades.
   Pero además, fue un gran constructor, que hizo levantar las murallas de Sevilla, la ciudad de Murcia, modificó el Alcázar cordobés, la mezquita mayor de Jaén, oratorios en Córdoba y amplió la mezquita mayor de esta ciudad, haciéndola más grande y más bella.
 
   A su corte, pagado fastuosamente por el emir, llegó ZIRYAB, cantor de la corte de Bagdad, y del gran califa Harun al- Rashid. Su fama se extendió por todo el mundo musulmán, convirtiéndose en un personaje que se ganó un puesto en la historia. Aunque su especialidad era la música, se convirtió en el árbitro de la elegancia aportando innovaciones a la sociedad de aquellos momentos, que aún perduran. Zirbay enseñó a los cordobeses las más exquisitas recetas de la cocina bagdadí y el orden en que debían servirse los platos, primero las sopas, después las carnes y, por último, los postres y los dulces. Las copas pasaron a ser de vidrio en lugar de metal, como hasta entonces.
Abrió un instituto de belleza en Córdoba, donde se podía aprender a peinarse, depilarse, a usar afeites, a usar dentífricos...Estableció un calendario de moda, de manera que en invierno se vistiese de colores oscuros, con pellizas enguatadas y abrigos de piel, y en primavera y verano, la vestimenta fuese de colores claros y telas sutiles y vaporosas. Con él cambiaron los muebles, la cocina y los trajes. Bastantes siglos después su nombre todavía se citaba cuando aparecía una nueva moda en los salones de la Península.

   Abd al-Rahman II se rodeó de una gran cantidad de sabios, literatos, poetas, filósofos y astrólogos, que no faltaban nunca junto a un emir o un califa. Entre ellos destacan Abbas ben Frinas y Yahya al-Gazal. El primero, ocultista y prestidigitador. Sirviéndose de instrumentos inventados por él descubrió la fórmula de la fabricación del cristal y fue un precursor de la aviación. El segundo, apodado el-Gazal, por su belleza y esbeltez era un poeta de palabra hiriente y muy temido, famoso por sus réplicas ingeniosas y por su avaricia, pues fue capaz, cuando fue a Bizancio como embajador, de pedir joyas a la emperatriz Teodora para sus hijas.

   En los últimos años de su reinado parece que se urdió una conjura contra el emir, tramada por la umm walad, o princesa madre, Tarub y el eunuco Nasr. Deseaba Tarub que su hijo fuese nombrado sucesor y como el emir no se decidía, pensaron en envenenarlo y envenenar al presunto heredero, para cumplir sus própositos. Pidieron un tósigo a un médico muy famoso que acababa de llegar a Córdoba, Harrán.
Este no se atrevió a negárselo, pero avisó a otra de las concubinas reales de lo que se tramaba. Avisado Abd al-Rahman II, cuando el eunuco Nasr le presentó el brebaje que, supuestamente iba a curar al emir de un cierto malestar, éste le invitó a que fuera él, Nasr, el que lo tomase. Así lo hizo, ante el temor de verse descubierto y corrió a buscar el antídoto. Pero la nueva pócima no resultó y  Nasr murió envenenado con su propia medicina. Tarub, sin embargo, no fue castigada.

   Dos años después de estos hechos, el 22 de septiembre de 852 moría, de repente ABD AL-RAHMAN II. No se sabe si fue víctima de otra intriga palaciega, pero Tarub hizo todo lo posible, con ayuda de otros dos fieles eunucos, para que su hijo subiese al trono. No se atrevieron a dar este paso, y aquella misma noche buscaron al príncipe MUHAMMAD y lo instalaron en palacio. Al día siguiente, Córdoba se enteró, a la vez, de la muerte del emir de que Muhammad era el sucesor.
El reino de Abd al-Rahman II puede calificarse de glorioso. Durante treinta años al-Andalus prosperó y se gozó de una relativa tranquilidad, al tiempo que se consolidaba como un estado islámico importante.

Libro AL-ANDALUS de Concha Masiá.

martes, 27 de noviembre de 2012

San Eulogio de Córdoba


Arzobispo
(año 859)
Eulogio significa: el que habla bien (Eu = bien, logios = hablar).
Dicen que San Eulogio es la mayor gloria de España en el siglo noveno. Vivió en la ciudad de Córdoba, que estaba ocupada por los musulmanes o mahometanos, los cuales solamente permitían ir a misa a los que pagaban un impuesto especial por cada vez que fueran al templo, y castigaban con pena de muerte al que hablara en público de Jesucristo, fuera del templo.
Nació el año 800 de una familia que se conservaba fervientemente católica en medio de la apostasía general cuando la mayoría de los católicos había abandonado la fe por miedo al gobierno musulmán. Este santo será el que logrará renovar el fervor por la religión católica en su ciudad y los alrededores.
Su abuelo, que se llamaba también Eulogio, lo enseñó desde pequeño a que cada vez que el reloj de la torre daba las horas, dijera una pequeña oración, por ejemplo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, ven a prisa a socorrerme".
Tuvo por maestro a uno de los más grandes sabios de su tiempo, al famoso Esperaindeo, el cual lo formó muy bien en filosofía y otras ciencias. Como compañeros de estudios tuvo a Pablo Alvarez, el cual fue siempre su gran amigo y escribió más tarde la vida de San Eulogio con todos los detalles que logró ir coleccionado.
Su biógrafo lo describe así en su juventud: "Era muy piadoso y muy mortificado. Sobresalía en todas las ciencias, pero especialmente en el conocimiento de la Sagrada Escritura. Su rostro se conservaba siempre amable y alegre. Era tan humilde que casi nunca discutía y siempre se mostraba muy respetuoso con las opiniones de los otros, y lo que no fuera contra la Ley de Dios o la moral, no lo contradecía jamás. Su trato era tan agradable que se ganaba la simpatía de todos los que charlaban con él. Su descanso preferido era ir a visitar templos, casas de religiosos y hospitales. Los monjes le tenían tan grande estima que lo llamaban como consultor cuando tenían que redactar los Reglamentos de sus conventos. Esto le dio ocasión de visitar y conocer muy bien un gran número de casas religiosas en España".
Ordenado de sacerdote se fue a trabajar con un grupo de sacerdotes y pronto empezó a sobresalir por su gran elocuencia al predicar, y por el buen ejemplo de su santa conducta. Dice
su biógrafo: "Su mayor afán era tratar de agradar cada día más y más a Dios y dominar las pasiones de su cuerpo". Decía confidencialmente: "Tengo miedo a mis malas obras. Mis pecados me atormentan. Veo su monstruosidad. Medito frecuentemente en el juicio que me espera, y me siento merecedor de fuertes castigos. Apenas me atrevo a mirar el cielo, abrumado por el peso de mi conciencia".
Eulogio era un gran lector y por todas partes iba buscando y consiguiendo nuevos libros para leer él y prestar a sus amigos. Logró obtener las obras de San Agustín y de varios otros grandes sabios de la antigüedad (cosa que era dificilísimo en esos tiempos en que los libros se copiaban a mano, y casi nadie sabía leer ni escribir) y nunca se guardaba para él solo los conocimientos que adquiría. Trataba de hacerlos llegar al mayor número posible de amigos y discípulos. Todos los creyentes de Córdoba, especialmente sacerdotes y religiosos se fueron reuniendo alrededor de Eulogio.
En el año 850 estalló la persecución contra los católicos de Córdoba. El gobierno musulmán mandó asesinar a un sacerdote y luego a un comerciante católico. Los creyentes más fervorosos se presentaron ante el alcalde de la ciudad para protestar por estas injusticias, y declarar que reconocían como jefe de su religión a Jesucristo y no a Mahoma. Enseguida los mandaron torturar y los hicieron degollar. Murieron jóvenes y viejos, en gran número. Algunos católicos que en otro tiempo habían renegado de la fe por temor, ahora repararon su falta de valor y se presentaron ante los perseguidores y murieron mártires.
Algunos más flojos decían que no había que proclamar en público las creencias, pero San Eulogio se puso al frente de los más fervorosos y escribió un libro titulado "Memorial de los mártires", en el cual narra y elogia con entusiasmo el martirio de los que murieron por proclamar su fe en Jesucristo.
A dos jóvenes católicas las llevaron a la cárcel y las amenazaron con terribles deshonras si no renegaban de su fe. Las dos estaban muy desanimadas. Lo supo San Eulogio y compuso para ellas un precioso librito: "Documento martirial", y les aseguró que el Espíritu Santo les concedería un valor que ellas nunca habían imaginado tener y que no les permitiría perder su honor. Las dos jóvenes proclamaron valientemente su fe en Jesucristo y le escribieron al santo que en el cielo rogarían por él y por los católicos de Córdoba para que no desmayaran de su fe. Fueron martirizada y pasaron gloriosamente de esta vida a la eternidad feliz.
El gobierno musulmán mandó a Eulogio a la cárcel y él aprovechó esos meses para dedicarse a meditar, rezar y estudiar. Al fin logra salir de la cárcel, pero encuentra que el gobierno ha destruido los templos, ha acabado con la escuela donde él enseñaba y que sigue persiguiendo a los que creen en Jesús.
Eulogio tiene que pasar diez años huyendo de sitio en sitio, por la ciudad y por los campos. Pero va recogiendo los datos de los cristianos que van siendo martirizados y los va publicando, en su "Memorial de los mártires".
En el año 858 murió el Arzobispo de Toledo y los sacerdotes y los fieles eligieron a Eulogio para ser el nuevo Arzobispo. Pero el gobierno se opuso. Algo más glorioso le esperaba en seguida: el martirio.
Había en Córdoba una joven llamada Lucrecia, hija de mahometanos, que deseaba vivir como católica, pero la ley se lo prohibía y quería hacerla vivir como musulmana. Entonces ella huyó de su casa y ayudada por Eulogio se refugió en casa de católicos. Pero la policía descubrió dónde estaba y el juez decretó pena de muerte para ella y para Eulogio.
Llevado nuestro santo al más alto tribunal de la ciudad, uno de los fiscales le dijo: "Que el pueblo ignorante se deje matar por proclamar su fe, lo comprendemos. Pero Tú, el más sabio y apreciado de todos los cristianos de la ciudad, no debes ira sí a la muerte. Te aconsejo que te retractes de tu religión, y así salvarás tu vida". A lo cual Eulogio respondió: "Ah, si supieses los inmensos premios que nos esperan a los que proclamamos nuestra fe en Cristo, no sólo no me dirías que debo dejar mi religión, sino que tu dejarías a Mahoma y empezarías a creer en Jesús. Yo proclamo aquí solemnemente que hasta el último momento quiero ser amador y adorador de Nuestro Señor Jesucristo".
Un soldado le abofeteó la mejilla derecha y nuestro santo le presentó la mejilla izquierda y fue nuevamente abofeteado. Luego lo llevaron al lugar de suplicio y le cortaron la cabeza. Poco después martirizaron también a Santa Lucrecia.
San Eulogio: ¡Consíguenos un gran entusiasmo por nuestra religión!.
Dichosos vosotros cuando os persigan y os traten mal por causa de la religión. Alegraos porque grande será vuestro premio en el reino de los cielos (Jesucristo Mt. 5).

Perfecto de Córdoba, Santo



Presbítero y Mártir
Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Perfecto, presbítero y mártir, que fue encarcelado y después degollado por los sarracenos, por haber combatido la doctrina de Mahoma y confesado con firmeza su fe en Cristo. († 850)

Fue el primero de los mártires cristianos que ocasionó la persecución de Abd al-Rahman II, el emir de al-Andalus, hijo y sucesor de Al-Hakam I, en el año 850. San Eulogio, contemporáneo suyo, comienza con el relato de su martirio el Memorial de los mártires.
Hijo de padres cristianos y nacido en Córdoba, conocedor del idioma árabe, aparece vinculado a la Iglesia de san Acisclo donde se formó y se ordenó de sacerdote, cuando es pleno el dominio musulmán.
En el año 850 se abre una etapa de mayor rigor e intransigencia musulmana que rompe la convivencia hasta el momento equilibrada entre las poblaciones monoteístas de la ciudad. El presbítero Perfecto encabeza la lista de los mártires cordobeses del siglo IX.
En los comienzos del 850 le rodea un malintencionado grupo de musulmanes; le preguntan su parecer acerca de Cristo y de Mahoma. Perfecto expresó con claridad su fe en Jesucristo: Jesucristo es el Señor, sus seguidores están en la verdad, y llegarán a la salvación; la Ley de Cristo es del Cielo y dada por el mismo Dios. "En cuanto a lo que los católicos piensan de vuestro profeta, no me atrevo a exponerlo, ya que no dudo que con ello os molestaréis y descargaréis sobre mí vuestro furor". Pero, ante su insistencia y con la promesa de impunidad, con la misma claridad expone lo que pensaba sobre quien ellos tenían como profeta: Mahoma es el hombre del demonio, hechicero, adúltero, engañador, maldito de Dios, instrumento de Satanás, venido del infierno para ruina y condenación de las gentes. Han quedado sus interlocutores atónitos, perplejos y enfurecidos. ¿Cómo podrán soportar que se llame al profeta Mahoma mentiroso y a su doctrina abominación? ¿Aceptarán oír que quienes le siguen van a la perdición, tienen ciego el entendimiento y su modo de vivir es una vergüenza?
Le llaman traidor, le llevan al cadí y entra en la cárcel.
Allá, junto al Guadalquivir, el 18 de abril del 850, en el sitio que se llamó "Campo de la Verdad" por los muchos mártires que se coronaron, fue degollado por odio a la fe que profesaba,.
Luego se enterró su cadáver en la iglesia de san Acisclo y sus restos se trasladaron más tarde -en el 1124- a la iglesia de san Pedro.
Su muerte ejemplar alentó a los acorralados y miedosos cristianos. Desde este martirio, habrá quienes se acerquen voluntariamente a los jueces.
Además de claridad en los conceptos, hay exactitud en las palabras y lo que es más importante coherencia en las obras. Quizá los "hábiles dialogantes" de hoy tildaríamos a Perfecto de "imprudente" por nuestra extraña cobardía que pega al suelo; pero, si la prudencia es virtud que acerca al cielo, Perfecto fue un hombre prudente. La verdad tiene un camino y, cuando Perfecto abría la boca, en su simpleza, sólo sabía decir la verdad. No es bueno confundir la tolerancia con la indiferencia.