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jueves, 5 de diciembre de 2013

MUHAMMAD III y su hija Wallada.


Muhammad III " El cobarde "
Muhammad ben Abd al-Rahman ben Abd Allah (en árabe: الرحمن محمد بن عبد بن عبيد الله ), más conocido como Muhammad III.
Décimo primer califa cordobés de al-Andalus y octavo perteneciente a la dinastía omeya, entre 1024 y 1025. Era hijo de Abd al-Rahman, a su vez hijo de Ubayd Allah, uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer califa.
 Nacido en Córdoba, era hijo de una esclava llamada Hawra y del malocrado Abderramán ben Abd Allah que fue asesinado por mandato de Almanzor. Padre de la famosa poetisa Wallada, solo estuvo poco más de un año en el poder.
Fue elegido califa el 17 de enero de 1024 por los amotinados de una de las numerosas revueltas que asolaban Córdoba. Adoptó el título de al-Mustakfi bi-llah (El que se satisface con Alá) e inmediatamente mandó ejecutar a su predecesor y primo Abderramán V.
Después de ejecutar al califa y sin pedirle su parecer, fue nombrado Califa por unanimidad, a la edad de treinta y ocho años, aunque Muhammad jamás estuvo a la altura de las circustancias...
De naturaleza débil y vida libertina, desde el primer momento desató una desenfrenada venganza contra todos sus enemigos políticos, a los que eliminó sin más, como a su primo Ibn al-Iraqi, al que mandó estrangular después de haberle nombrado su heredero.
A otros los encarceló, caso de gran escritor y poeta Ibn Hazam.
Muhammad III empeoró más la situación al rodearse en la Corte de personas groseras, sin preparación ni escrúpulos para enderezar un reino que naufragaba por todas partes.
El año y medio largo que estuvo en el trono, en medio de grandes desórdenes, se abandonó a la disipación, a la bebida, a la comida y a todo tipo de placeres sexuales, incapaz de hacerse respetar por el pueblo, el cual se mofaba impunemente de él llamándole "miedecillo" o "barriguita", a causa de su conocida cobardía y de su impresionante obesidad.
Semejante acto de depravación e insensatez provocó las iras de los notables de la ciudad, en principio favorables a la dinastía de los Omeyas, pero que, paulatinamente, fueron separándose del califa hasta que cayeron en los brazos del depuesto Califa hammudí Yahya ben Ali ben Hammud, que estaba refugiado en Málaga.
Su pésimo gobierno, caracterizado por medidas arbitrarias y crueles, le hizo perder cualquier apoyo popular. Así, en 1025, cuando tuvo noticias de que Yahya al-Muhtal, uno de sus predecesores en el trono del califato, estaba organizando un ejército para dirigirse a Córdoba, decidió huir de la capital disfrazado de mujer y refugiarse en la Marca Superior, la zona fronteriza con capital en Zaragoza; pero antes de poder llegar, fue asesinado en Uclés (Cuenca).

Su hija fue la famosa poetisa Wallada, hija de la esclava cristiana Amin'am.

WALLADA.

WALLADA BINT AL MUSTAKFI o WALADA ALMOSTACFI también conocida simplemente con el nombre de WALLADA, nació en Córdoba en el año 994. Fue hija del califa Omeya Muhammad Mustafkí.

Fue famosa por su gran talento poético y fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja... el ideal de la época.
Tras la muerte de su padre, con apenas 17 años, prescindiendo de toda tutela masculina, abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción en la poesía y el canto a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin Am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia.
Entre sus alumnas destacó Muhya Bint Al Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y que terminó denigrándola en crueles sátiras.

Su posición privilegiada en lo social le da un carácter excepcional, aunque la personalidad de Wallada, sensible y refinada, hubiese destacado de todos modos, ya que Wallada era la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:

"Por Alá, que merezco cualquier grandeza 
y sigo con orgullo mi camino"


y en el derecho:
"Doy gustosa a mi amante mi mejilla 
y doy mis besos para quien los quiera".


Apenas se conservan nueve poemas suyos, de los cuales cinco son satíricos, se ha visto rodeada de una cierta fama de atrevida y mordaz. Además algunas alusiones un poco subidas de tono, en sus versos, seguramente unidas a las represalias de sus enemigos, motivaron que pasara a la historia como inmoral y libertina, a lo cual contribuye el hecho de que no se casó nunca, y se le conocieron varios amantes.

A los 20 años conoció al hombre que marcó para siempre su vida. Fue en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces. Su historia de amor y desamor con Ibn Zaydum (noble de excelente posición, con gran influencia política y el intelectual más elegante y atractivo del momento) se convirtió en una leyenda. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa Tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio.
De esta relación nacieron varios de los poemas que se conservan de ella. Poemas que tuvieron la misión de ser cartas entre los amantes, dos expresan los celos, la añoranza y los deseos de encontrarse; otro, la decepción, el dolor y el reproche; cinco son duras sátiras contra su amante, al que reprocha entre otras cosas tener amantes masculinos, y el último alude a su libertad e independencia.

Cuando rompió su relación con Ibn Zaydum, se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ibn Abdus, rival político y enemigo personal de Ibn Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ibn Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ibn Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina Al Zahara, símbolos de una pasión destruida. Cuenta la leyenda que toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido.
Arruinada en su fortuna y su crédito, Wallada recorrió la España de los reinos de Taifa, quizá también la cristiana, exhibiendo su talento y acaso otorgando sus favores, pero siempre volvió a Ibn Abdús, en cuyo palacio acabó viviendo aunque sin casarse con él y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta cumplidos los 80 años.

Muere el 26 de marzo de 1091, día en que los almorávides entran en Córdoba.