En cuanto a la relación afectiva que unía a los dos sexos, hemos de señalar que en al-Andalus se alcanzó un profundo nivel amoroso. Los hombres y los jóvenes se entretenían en lugares públicos haciendo la corte a las mujeres y lanzándoles los mejores piropos.
Tampoco faltan datos sobre relaciones apasionadas, amorosas o sexuales, que se dispensaban por amor o simplemente por placer entre hombres y mujeres. Mencionaremos, a modo de ejemplo, un fragmento del jurisconsulto Ibn Hazm sobre la virilidad de algún hombre que, aunque era feo de aspecto y tenía mal carácter, más de una mujer estaba perdidamente enamorada de él. Cada vez que adquiría alguna nueva concubina, ésta no le ocultaba el odio que sentía hacia su desgraciada y poco afortunada persona. La joven mantenía durante días el sentimiento de rencor hacia su amo, hasta que éste lograba llevarla a la cama. Haciéndole el amor una vez tras otra, no tardaba en conquistar su corazón, llegando la concubina a enamorarse locamente de él. Y cuando algún amigo le preguntaba por las razones del éxito que tenía con las mujeres, él decía que: "sólo Dios sabe que soy muy lento en eyacular. En mi compañía, la mujer alcanza su orgasmo e, incluso, llega a alcanzarlo por segunda vez antes de que yo logre el mío. Una vez acabado el coito, mi órgano permanece en perfecta erección, durante un buen tiempo. En el transcurso del acto, mi pecho no aplasta el suyo, salvo si tiene como objetivo abrazarlo. Según sube mi pecho, baja mi trasero".
Disponemos de algunas referencias textuales sobre la homosexualidad (al-qatm) en al-Andalus. Notable era el número de maricones (al-qutama') y mariquitas (al-mujannathin) que había en Córdoba y Sevilla, llegando éstos a tener sus propios barrios, como el conocido con el nombre de derb Ibn Zaydun en Córdoba. Entre los célebres homosexuales de la Córdoba califal, mencionaremos al llamado al¬haydura, es decir, la alfombra de piel de borrego. En Sevilla fue célebre entre la alta sociedad literaria un chaval invertido que cobraba cincuenta dinares por hacer el acto sexual. Tampoco faltan noticias sobre el lesbianismo (al-sihq), distinguiendo entre las mujeres lesbianas que imitaban al macho de las consideradas hembras.
Dejando aparte las prostitutas contratadas en hospederías y alhóndigas, abundan las referencias que aluden a cortesanas (al-zawani), rameras (al-bagaya) y putas (al-qihab) que frecuentaban bares y lugares de placer, sin contar con las que tenían sus chulos o que entablaban amistad con vagabundos, criminales y delincuentes. Se mencionan también las salidas que hacían algunas mujeres consideradas de buenas familias para ser prostituidas.
Más datos tenemos sobre las alcahuetas y el arriesgado papel social que ejercían. En algunas descripciones poéticas se destaca su habilidad oral, con la cual casi lograban unir el agua con el fuego. Los mismos sacerdotes cristianos fueron más de una vez acusados de mantener relaciones sexuales, homosexuales o heterosexuales. En las fuentes se hace mención también al embarazo ilegal y a madres que mataron a sus bebés. Otras noticias nos acercan a la gente que carecía de afecto y a los que convivían en continua continencia sexual, así como a aquellos que llegaron a mantener relaciones sexuales con animales. Muy esclarecedor sería sacar a la luz el legado estético y pornográfico árabe medieval que permanece en buena medida en el olvido o considerado como un tema tabú, contrariamente a lo que opinaban los sabios medievales.