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sábado, 18 de mayo de 2013

MEZQUITA DE CÓRDOBA - II -


Abderramán III
La intervención del primer califa cordobés no afectó al interior del oratorio. Amplio el patio hacia el norte, razón por la cual el antiguo alminar fue derribado. El lugar donde se levantó dicho alminar está marcado mediante sillares de granito embutidos en el pavimento del Patio de los Naranjos, los cuales marcan la planta del mismo.
El nuevo alminar, el más alto de la ciudad, sería modelo para los minaretes almohades y los campanarios mudéjares. Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado aproximado gracias al estudio de Félix Hernández Giménez y a las imágenes conservadas. Una de ellos podemos verlo en la enjuta izquierda de la Puerta de Santa Catalina. Otro, curiosamente, decora una campana de la época de los Reyes Católicos conservada en el museo arqueológico.
El nuevo alminar constaba de dos cuerpos decrecientes, ambos de planta cuadrada, coronados con una cúpula con yamur, la tradición barra con tres esferas insertadas. Ver recreación del alminar
Otra intervención destacable del Abderramán III fue el reforzamiento de la arcada de acceso al oratorio la cual se estaba inclinando debido al empuje extra añadido por la ampliación de Abderramán II. Superpuso a la original una nueva arcada, de más de un metro de grosor. Como resultado, puede observarse en el interior de la sala de oración que la primera arcada de las naves (allí donde no hay capillas perimetrales) es sensiblemente más estrecha que el resto.

Alhakén II.
Coincidiendo con el esplendor del califato, durante el siglo X se llevarán a cabo las más extensas intervenciones en la mezquita. Pero será la de Alhakén II la ampliación más bella y rica. El segundo día de su reinado encarga a su chambelán Chafar (o Yafar) las obras.
Se derriba el muro de la qibla de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y se amplía el oratorio en doce crujías más en el sentido sur seguido hasta entonces. Para mejorar la iluminación se construyen cuatro lucernarios con bellas cúpulas nervadas. El primero de ellos, previo a la macsura, lo ocupa actualmente la Capilla de Villaviciosa. Los otros tres se elevan delante del nuevo muro de qibla; uno delante del mihrab y los otros dos flanqueándolo.
Previos a la macsura aparecen nuevos arcos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas y azules. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas, una abstracción y esquematización de los corintios y compuestos del mundo romano y que derivarán en los de avispero que se pueden observar en Medina Azahara. Todo esto configura la unidad estilística del arte califal ya presente en Medina Azahara.
Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se límite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha. La portada del mihrab y las cúpulas que lo preceden van recubiertas de mosaicos ejecutados por artesanos bizantinos enviados por el basileus cargados con trescientos veinte quintales de teselas.
" Desde su advenimiento al trono ( Al-Hakam II ) se ocupó de agrandar la mezquita principal de Córdoba y fue esa orden la primera que dio... Para trazar el plan y fijar los detalles de los trabajos, se trasladó al lugar mismo de la futura construcción acompañado de los jeques y arquitectos que decidieron agrandar la mezquita desde la extremidad sur de la misma, hasta la extremidad del patio, añadiéndole así 11 naves...
En Chumada II (junio 965) fue acabada la cúpula que dominabe el mihrab, trabajo que formaba parte de las obras de ensanche de la mezquita.
Se comenzaron las incrustaciones de mosaico de tal edificio. Al-Hakam había escrito al rey de los rumíes y le había ordenado que le enviara un obrero capaz, a imitación de lo que había hecho Al-Walid ben Abd al-Malik con ocasión de la construcción de la mezquita de Damasco.
Los enviados del califa trajeron consigo al mosaísta y 320 quintales de cubitos de mosaico que el rey de los rumíes le enviaba de regalo...
En Muharram 355 (28 diciembre 969) hizo colocar la antigua cátedra al lado del mihrab y erigió de nuevo la antigua maqsura. En la quibla del ensanche hizo levantar una tribuna de madera...
La cátedra que hizo hacer Al-Hakam estaba incrustada de madera de sándalo rojo, de ébano, de marfil y de áloe; costó 35,705 dinares y se tardaron cinco años en terminarla". (Del Bayan al Mugrib, de Ibn Idhari. Citado por Julio Valdeón en Cuadernos Historia16).

Almanzor
Dado el continuo crecimiento demográfico de Córdoba, este hayib decide llevar a cabo la tercera y última de las intervenciones en la mezquita durante el siglo X. Su ampliación, que se realiza el año 988, es la más extensa de todas, afectando tanto al oratorio como al patio. Pero esta ampliación no hará hacia el sur como las anteriores, puesto que la cercanía del Guadalquivir lo impide. La expansión será hacia el este, para lo que Almanzor debió expropiar el caserío que ocupaba la zona. Se construyen ocho nuevas naves que dejan descentrado el mihrab y el extendido muro de la qibla ya no es doble, sino simple. En los arcos la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas.

Desde la Baja Edad Media hasta la actualidad
Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236, San Fernando convirtió la mezquita en catedral,8 sufriendo diversas alteraciones que acabarán configurando la actual Catedral de Córdoba. Durante toda la Baja Edad Media prevaleció ya convertida en Catedral, adaptándose el culto y la liturgia cristiana a la espacialidad islámica con algunos acomodos.
En 1371 fue terminada la Capilla Real de la Mezquita-Catedral de Córdoba, donde estuvieron sepultados los reyes Fernando IV y Alfonso XI hasta que, en 1736, los restos mortales de ambos monarcas fueron trasladados a la iglesia de San Hipólito de Córdoba, donde reposan en la actualidad.

La Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, en el ámbito rico de la Mezquita del siglo X, pero sin provocar destrucciones arquitectónicas; asimismo, la magnificencia del edificio determinó que el ámbito de mayor esplendor, la Macsura y el Mihrab, no fueran tocados ni destruidos, quedando indeleble su construcción. Sin embargo, con el paso de los siglos la Catedral precisaba mayores acomodos y una mayor dignificación en la Capilla Mayor, realizándose a finales del siglo XV (1489) una capilla cristiana donde estaba la antigua capilla del siglo XIII.
Esta nueva capilla catedralicia (dentro de la antigua mezquita) será promovida por el obispo D. Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de una nave con formulación arquitectónica gótica y algunas modificaciones en los accesos, que también prosiguieron los prelados siguientes: Juan Rodríguez de Fonseca (1499-1505.) D. Juan Daza (1505-1510), D. Martín (1510-1516). Sin embargo, la mayor quiebra del edificio islámico se va a producir a lo largo del siglo XVI, pues en medio de la antigua mezquita se levantará una gran nave cristiana bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos de los aires renacentistas; esto supuso una ruptura grave para los postulados espaciales islámicos. No en vano la propuesta fue polémica y estuvo sujeta a duros enfrentamientos entre diferentes próceres (a favor y en contra).
Finalmente intercedió el emperador Carlos V para que se realizara la obra, aunque más tarde se lamentara, como recogió J. B. Alderete, con la famosa frase habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes.
La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo D. Alonso Manrique (1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), que supo atraer hacia Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La nueva nave de la Catedral de Córdoba estuvo al cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, que aunque desarrolla sus primeras actuaciones bajo postulados góticos con ciertos
arcaísmos, también es verdad que muestra ya claramente los postulados del Renacimiento.
Su hijo Hernán Ruiz el Joven, el gran arquitecto de la saga de los Ruiz, manifiesta ya claramente la formulación clasicista en la nueva nave, que hará evolucionar el estilo, y es el artífice de las más notables magnificencias de esta nave. También de muchas de las capillas y rejería. Después de cien años de obras la nueva nave de la Catedral serán concluida con principios estéticos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero del maestro Juan de Ochoa, o la formulación de la bóveda con lunetos del Coro que anuncia los prolegómenos del arte barroco, donde los criterios estéticos ya van claramente por otros derroteros a los del Renacimiento (yeserías, luces y sombras, escenografías, etc.).
Tras esta gran reforma del siglo XVI, la antigua mezquita solamente recibirá aditamentos menores y complementos de liturgia. A pesar de los avatares de la Historia, la antigua mezquita pervive en su esencia islámica, con la singularidad de los elementos básicos. No obstante, superado el empeño decimonónico por subrayar el elemento islámico, se trata de un híbrido arquitectónico que sintetiza una buena parte de los valores artísticos de Oriente y Occidente. Desde esa perspectiva, la Mezquita-Catedral representa una síntesis de los vaivenes de la historia de España.

Tesoro de la Catedral
El Tesoro de la Catedral se encuentra en la "Capilla de Sta. Teresa" y estancias adjuntas. En esta capilla puede destacarse el "Sepulcro del Cardenal Salazar y Góngora", auténtica figura del siglo XVIII cordobés, conocido por sus numerosas aportaciones a la ciudad, caso del hospital que lleva su nombre, hoy Facultad de Filosofía y Letras. Como uno de sus tesoros principales, guarda la catedral, la custodia, labrada por Enrique de Arfe. Mide 2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos, esta custodia procesiona todos los años por la calles de Córdoba el día del Corpus. Representa una catedral gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción. Sufrió una restauración en el año 1735, donde Damián de Castro le añadió un basamento y elementos decorativos barrocos y en el año 1966 fue aureolado con brillantes el viril.

Hay una colección de portapaces, cálices y copones de oro y plata así como grandes cruces, de materiales preciosos una de ellas donada a la catedral por el obispo Diego de Mardones en el año 1620.

Información WIKIPEDIA.

MEZQUITA DE CÓRDOBA. - I -


La Mezquita Catedral 
es el edificio más conocido de Córdoba, actual catedral de Nuestra Señora de la Asunción ( antes Santa María de Dios... nombre eclesiástico ), o antigua mezquita al-Jama de la ciudad. Edificio declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con el centro histórico de Córdoba. Hoy constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra. El edificio alberga el cabildo catedralicio de la Diócesis de Córdoba y es propiedad de ésta, además está prohibido cualquier culto colectivo o rezo organizado no católico. Está declarado Bien de interés cultural en la categoría de monumento y es también uno de los espacios turísticos más visitados de España y se le ha considerado el primero de los 12 Tesoros de España.
Comienza a construirse en el siglo VIII ( 786 ), sobre la basílica visigótica de San Vicente Mártir (cuyos restos se conservan bajo el edificio actual). Posteriormente, se hicieron tres ampliaciones más. En 1236, tras la conquista de Córdoba, se convierte en catedral católica con la ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero, si bien no será hasta el siglo XVI (1523 ) cuando se empezó la construcción de una basílica renacentista de estilo plateresco en el centro del edificio musulmán. Fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588). Una de sus principales características es que su muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados más hacia el sur, algo habitual en las mezquitas de Al-Ándalus.
La superficie total del monumento es de 23.400 metros cuadrados, con una longitud de 180 m de norte a sur y 130 m de este a oeste. Las columnas se cuentan en un número de 1.013, aunque sólo quedan en pie 856.
Exterior de la catedral.
A la catedral se accede por la Puerta del Perdón (lado norte), de estilo mudéjar (1477), donde se observan las hileras de naranjos y palmeras. Las fuentes y los arcos de herradura que lo rodean. Junto a la puerta se levanta la mezquita que se compone de tres partes:
."El Patio de los Naranjos", que en tiempos del Califato era el "Patio de las Abluciones" (conserva buena parte de su aspecto original), el alminar desmochado parcialmente y rodeado, a principios del siglo XVII, de un «encofrado» de estilo herreriano.
La puerta de Las Palmas da acceso a la mezquita: un bosque de ochocientas cincuenta columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan trescientos sesenta y cinco arcos de herradura bicolores, da la medida del esplendor del arte de los califas en su apogeo. El mihrab, lugar santo que señala la dirección Sur y no la de La Meca, de acuerdo con la voluntad de Abderramán (hacia el río porque le llevaba hasta su Damasco natal). Esta es una de las hipótesis, pero hoy día está más aceptada la teoría de que la nave principal de la mezquita sigue la orientación de la calle principal (cardo) de la antigua Córdoba Romana (Colonia Patricia), como se ha atestiguado en las excavaciones arqueológicas realizadas en la ciudad. El mihrab, es un joyel de mármol, estuco y mosaicos bizantinos brillantemente coloreados sobre fondo de oro y bronce, además de cobre y plata.
En el Lucernario se conservan los arcos lobulados de los muros y la cúpula. En la cabecera destacan los arcos, los mosaicos del muro y la estructura y decoración de las cúpulas a base de arcos cruzados.
Tras la conquista de Córdoba por los cristianos, éstos utilizaron la mezquita para celebrar su culto, pero en el siglo XVI, cuando el Islam fue definitivamente expulsado de la península Ibérica, los vencedores quisieron adecuarla a sus creencias: construyeron una catedral renacentista, a cargo de Hernán Ruiz I, y luego, de su hijo, en pleno corazón de la mezquita, alterando la perspectiva original.

Etapas constructivas

Orígenes cristianos: la basílica visigoda de San Vicente
Tras la llegada del Islam a Córdoba , la basílica visigótica de San Vicente, que había sido el templo cristiano más importante de la ciudad desde el siglo V, pasó a compartirse entre cristianos y musulmanes. Según una versión sucinta del relato tradicional, la mezquita de Córdoba habría sido iniciada bajo el reinado del primer emir omeya Abderramán I entre el 780 y el 785, (que compró su parte de la basílica a los cristianos) sobre la planta de la iglesia cristiana, cambiando la orientación de su eje. Sufrió sucesivas ampliaciones en los siglos IX y X y fue concluida bajo mandato de Almanzor. La más importante de las ampliaciones es la de Alhakén II a la que pertenecen los arcos del mihrab. En estos arcos se puede ver la evolución de la construcción: las columnas visigodas con sus arcos de herradura les resultaron demasiado bajos a los musulmanes por lo que decidieron añadir pilares sobre las columnas y disponer arcos más altos sin derribar los anteriores y policromando en rojo y blanco todos con lo que se construyó la célebre y más conocida imagen de la Mezquita de Córdoba. Fue lugar de reuniones a la vez religiosas y políticas pues podía albergar hasta veinte mil personas.
Las excavaciones arqueológicas dirigidas por el arquitecto Félix Hernández en 1930 demostraron la existencia en el subsuelo de la actual Catedral de todo un complejo episcopal que puede datarse entre los siglos IV y VI. Allí se encuentran los restos arqueológicos de la basílica visigótica dedicada a San Vicente Mártir, la domus episcopalis, y la escuela clerical y los servicios de caridad del Obispo.

Abderramán I
El inicio de su construcción se debe al primer emir omeya de Córdoba, haciéndose sobre el emplazamiento de la basílica visigoda de San Vicente Mártir, iglesia construida en el siglo V, en cuyo solar se inicia la edificación del oratorio o haram en el año 786. Ignacio Olagüe Videla en su célebre La Revolución islámica en Occidente (1974), supone por la arqueología que Abderramán I no habría construido nada, y que el templo primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Como, por su ordenación interior, éste no parece concebido para el culto católico o musulmán, puede que fuera edificado para el culto arriano.
Este primer edificio consta, en cualquier caso, de once naves naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conduce al mihrab y las dos de los extremos. La central ligeramente más ancha que el resto y las laterales ligeramente más estrechas, aunque estas leves diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constan de doce tramos o crujías que corren en dirección al muro de la qibla.
Los materiales utilizados son de acarreo: fustes de columnas y capiteles procedentes de construcciones y épocas anteriores romanos y visigodos, sobre los cuales se elevan pilares rectangulares de sillería que dotan de más altura al conjunto. Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros de Mérida.
El resultado es un inmenso bosque de columnas coronado de doble arquería que recuerda a un palmeral. El conjunto se cierra con el muro de la qibla, que a diferencia del resto de mezquitas no está orientado hacia La Meca sino hacia el sur, hecho éste cuyas causas no se conocen y que ha dado lugar a controversia con hipótesis que van desde la inexperiencia y el error en el cálculo, hasta la pura intencionalidad política tras la proclamación de la independencia política del emirato corbobés. Las obras terminaron en el 788.

Hixén I.
Terminó el patio o sahn y erigió el primer alminar. Este primitivo alminar de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hixén I fue hallada en el Patio de los Naranjos por Félix Hernández en el siglo XX, quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.

Abderramán II
Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que este emir decidió la primera ampliación de la mezquita. Ignacio Olagüe Videla supone, además, que es a Abderramán II a quien debemos las obras que convertirían al templo arriano en mezquita. En cualquier caso, éstas se iniciaron en el 833, acabándose en el 855, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II.
Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la qibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de aproximadamente 26 metros.
Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la Capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.

Información WIKIPEDIA.



jueves, 16 de mayo de 2013

Poetas andaluces en al-Andalus...I


Ibn Abd Rabí Hi (Aben Abderrabihi)
(860-939)
ABU UMAR AHMAD IBN MWHAMMAD IBN ABD RABÍ HI IBN HABIB, también conocido por IBN ABD RABI HI o por su nombre latinizado ABEN ABDERRABIHI nació en Córdoba en el año 860.

Poeta, cronista, pedagogo e iniciador en Al Andalus del género de la enseñanza.

Parece que tenía entre sus ascendientes a un esclavo libertado por Haksam I, y figuró como cliente omeya, agasajando sucesivamente a cuatro de los soberanos que rigieron los destinos de Al Andalus: Muhammad I, Al Mwndir , Abd Allah y Abd Al Rahmman III .

Ibn Abd Rabbi Hi titula Al Iqd (El collar) su libro de adab. Trata de política, diplomacia, estrategia militar, religión, literatura, etc. Cultiva la casida neoclásica, aunque critica las modas de Ibn Ziryab. Pese a sus poemas laudatorios, prueba el progreso literario andalusí, por más que Al Qalfat llamara La ristra de ajos a esta obra maestra.

Se compone de veinticinco libros con nombres de piedras preciosas, en los cuales el autor nos muestra su gran capacidad selectiva a la hora de cribar las fuentes orientales y de tópicos que anteriormente trataron otros autores; no obstante, esto no disminuye su valor como fuente de información del panorama social, político, moral y literario de su tiempo. La composición se nos presenta como un todo continuo, comenzando cada libro con una introducción que lo relaciona con la temática del anterior.

Se le atribuye a Ibn Abd Rabí Hi la autoría de otra obra, “Anales de Córdoba” sin que se haya visto confirmada por la corroboración de los autores antiguos.

Asimismo compuso gran número de poesías, que coleccionó en una obra titulada “Al Mahaçkat”, en la que cada una de las piezas exóticas va seguida de otra composición moral o religiosa, con el fin, según decía, “de purificar las ideas profanas de las primeras con los sentimientos religiosos que exhortaban las segundas” .Así, pues, no todos sus poemas son de carácter adulatorio y cortesano.

Murió el 1 de Febrero del 939.



HAMDA BINT ZIYAD AL MUADDIB, también conocida como HAMDUNA nació en Guadix (Granada).

Perteneció a una familia culta, pues su padre era profesor de literatura (muaddib). Se atribuye a Hamda, hermosura, riqueza, sabiduría y honestidad, y se hace una precisión: su amor por la literatura la lleva a mezclarse con los hombres de letra, pero con un decoro que se hizo famoso y una integridad digna de toda confianza.

De ella se conservan varios poemas. En uno de ellos describe a una joven que la acompañaba en un paseo a orillas del río que podría ser el Arenal de Guadix. Otro se considera uno de sus mejores poemas por la belleza y fuerza que transmite, en él se realiza una crítica a los intrigantes que quieren destruir su buena fama. Finalmente en unos versos nos describe la belleza de un paseo por las orillas del río de Guadix.

Se la calificó de "erótica" por sus poemas.

HAFSA BINT AL HAYY AL RAKUNIYYA. (1135-1191)  

hija de un noble de origen bereber, nació en Granada, en 1135 y allí pasó su infancia y juventud en un contexto de intensa agitación política, que asistió a la caída del Imperio Almorávide y la instauración del Califato Almohade.

Alabada y respetada por su cultura e ingenio, al igual que por su belleza. Estas cualidades le permitieron ocupar pronto un lugar destacado en la corte almorávide de Granada, donde desarrolló una intensa actividad literaria y educativa y alcanzó rápidamente la fama.

Se trata de la poetisa arábigo-andaluza de la que se conserva un mayor volumen de su producción poética. En total, han llegado hasta nosotros diecisiete poemas, de gran calidad literaria. Fue capaz de expresar sus sentimientos reales en un leguaje llano, espontáneo y con gran belleza.

Sería en el ambiente cortesano de Granada donde conocería al poeta granadino Abu Yafar ibn Said, del ilustre linaje de los Banu Said, con el que inició una pública relación amorosa hacia el año 1154.

La situación se complicó en el año 1156, cuando llegó a Granada el gobernador almohade, el príncipe Abu Said Utman, hijo del Califa Abd Al Mumin, quien se enamoró de la poetisa. En un principio, Hafsa rechazó al gobernador, pero finalmente se convirtió en su amante, quizá cansada de las veleidades amorosas de Abu Yafar o por presiones del príncipe hacia ella o su familia.

En 1158 fue enviada a Rabat en misión diplomática con un grupo de poetas y nobles granadinos ante el califa Abd Al Mumin, quien, fascinado, le concedió el feudo de Al Rakuna, cerca de Granada, epónimo del que procede el nombre con el que fue conocida.

La doble historia de amor, con el poeta granadino Abu Yafar y con el gobernador almohade de la ciudad continuó inspirando, a su vez, ingeniosos cruces de poemas amorosos, donde se asoman románticas alusiones a los celos, el secreto de los encuentros y el temor. Abu Yafar que había sido amigo y secretario del príncipe, hizo a éste objeto de sus sátiras acabó participando en una rebelión política contra el gobernador, razón por la que éste lo mandó encarcelar y finalmente crucificar en el año 1163, en Málaga.

Hafsa, sabiéndose responsable, se retiró de la corte, guardó luto a riesgo de ser encarcelada y abandonó la actividad poética, centrándose desde entonces en la enseñanza. Vivió de este modo durante una parte importante de su vida, hasta que, hacia el año 1184, aceptó la invitación del califa Al Mansur y se dirigió a Marrakech para dirigir la educación de las princesas almohades. Allí permaneció hasta 1191, año de su muerte.

Hafsa es la poetisa arábigo-andaluza de la que se conserva un mayor volumen de su producción poética, gracias, sobre todo, al interés de sus biógrafos y de la familia Banu Said. En total, han llegado hasta nuestros días diecisiete poemas, de gran calidad literaria. Heredera de la tradición poética árabe, sin embargo, Hafsa, al contrario de lo que es habitual en ésta, es capaz de expresar, con gran belleza, sus sentimientos reales en un leguaje llano y espontáneo. La mayoría de sus versos son de tipo amoroso, dirigidos a Abu Yafar, aunque hay algunos satíricos y de elogio a Abu Said, alcanzando la cima de su inspiración en aquéllos en los que se lamenta de la prisión y muerte de su amante. Muestra de las mujeres independientes y cultas de la época de esplendor de al-Andalus, Hafsa fue muy respetada, a pesar de sus aparentes libertades, en su época y por los biógrafos posteriores, que la consideraron como una gran poetisa. Ibn Al Jatib dijo de ella: «Fue única en su tiempo por su belleza, elegancia, cultura literaria y mordacidad».


Azobaidi  (928-989)

ABU BARK MUHAMMAD IBN AL HASAN ABD ALLAH IBN MUDSHASH AL ZUBAYDI nació en Sevilla en el año 928.

Estudió en Córdoba, donde Abu Al Kali y Abu Abd Allah, entre otros, fueron sus maestros. A su fama como gramático y lexicógrafo unía sus conocimientos históricos y sus dotes como poeta. Fue además maestro de gramática y matemáticas del futuro califa Al Haksam II y fue nombrado por el padre de éste, Al Hakam II, cadi de Sevilla, donde terminaría sus días.

Se dice que reunió una gran fortuna y sintió un gran entusiasmo y fascinación por la lengua árabe, a la que consideraba la más agradable de hablar, la más exacta en su estructura, la más clara de sentido y expresión y la más rica en las diversas ramas del saber.

Fue un jurista competente, siendo autor de varias obras, la mayoría de las cuales parecen haber sido escritas por orden de su mecenas Al Hakam II. Su Categoría de Gramáticos y Lexicógrafos tiene una gran importancia histórica, incluyendo una extensa relación de filólogos orientales y andalusíes desde el siglo VIII hasta su tiempo, señalando los lugares donde florecieron y los métodos que siguieron. Los divide de acuerdo a una escuela o a una región, y así distingue cuatro: Basrak, Kufah, Egipto y Al Andalus. Aunque no menciona sus fuentes de información, la obra fue muy empleada por sus sucesores y aún hoy sigue siendo instrumento indispensable para los estudiosos filológicos.

Otras de sus obras “El habla defectuosa de las gentes vulgares” , que afortunadamente se conserva, es muy valiosa por su documentación acerca de los errores del habla y escritura de los andaluces del siglo X, y en particular de los habitantes de Córdoba, errores consistentes principalmente, en palabras mal empleadas, faltas de pronunciación y cambios de vocales y consonantes. Intentó corregirlos valiéndose de pasajes coránicos, proverbios, poesías y dichos árabes.

Murió en su ciudad natal el año 989.




miércoles, 15 de mayo de 2013

Ordoño II de León.



Ordoño II (Hacia 871 - Zamora, 924) Rey de León (914-924).
Hijo del monarca asturiano Alfonso III el Magno y de la esposa de éste, Jimena, fue bautizado con el nombre de Ordoño en honor a su abuelo paterno, el también monarca astur Ordoño I. Hacia el año 896 Ordoño contrajo matrimonio con Elvira Menéndez, la cual pertenecía a una de las familias gallegas más importantes de la época, y poco después, en el año 897, fue nombrado por su padre gobernador de Galicia. Dicho nombramiento, ha sido considerado indicio de los deseos de Alfonso III de asociar a su hijo al trono, puesto que desde los tiempos de Ramiro I, el cargo de gobernador de Galicia había sido ocupado por el heredero a la corona.
   Fue un soberano enérgico y batallador que sometió a su autoridad única los territorios del reino leonés y combatió exitosamente contra los musulmanes, que aún dominaban la mayor parte de la Península Ibérica. Su reinado supuso el tránsito tácito y tranquilo del regnum asturum al regnum Legionis, con la sede regia ya establecida definitivamente en la ciudad de León. Desde su llegada a Galicia demostró sus grandes dotes como gobernador: fue capaz de imponer su autoridad en el territorio y sometió al pago de tributo a todas las ciudades, ganándose además el respeto y el cariño de todos sus súbditos. Hacia el año 908 dirigió una expedición militar en contra de los musulmanes de la Bética, en la que consiguió un importante botín, gracias a que asoló prácticamente la ciudad de Regel y sus territorios circundantes.
   A la muerte de su hermano García, ocurrida en la ciudad de Zamora en el año 914, Ordoño II heredó el reino de León ya que, aunque su hermano había contraído matrimonio, falleció sin dejar descendencia. El historiador cordobés Ibn Hayyan señaló en su obra que:
...al morir su hermano García la cristiandad unánimemente lo llamó desde León y Astorga, capitales de su reino; dejó como vicarios en Galicia condes de su confianza y se fue a la comunidad que le dio el más completo señorío, demostrando su esfuerzo en la lucha contra sus enemigos musulmanes, aunque Dios puso coto a sus proezas, devolviéndoles la fuerza cuando fueron al poco reunificados por el califa Al-Nasir, que desbarató a los cristianos por favor divino.

Se ignora el papel que jugó Ordoño en la rebelión que encabezó su hermano García en el año 909, que obligó a Alfonso III a abandonar el poder, ya que si bien parece demostrado que no participó directamente, tampoco hizo nada por evitarla, lo cual enturbió las relaciones que mantenía con su padre, aunque muy pronto ambos se congraciaron. Al igual que sus hermanos, a pesar de que de hecho era rey de Galicia desde la renuncia de su padre, no adoptó oficialmente el título hasta la muerte de éste, el 10 de diciembre del año 910.
   Durante sus años como monarca en Galicia, se llevó a cabo sin problemas la reconstrucción y repoblación de la ciudad de Lugo y fueron frecuentes las donaciones realizadas por los monarcas a la iglesia compostelana. Animado por el éxito de su anterior campaña, en el año 913 inició una nueva expedición militar por tierras de al-Andalus, que en esta ocasión le llevó a Extremadura, concretamente a la ciudad de Evora, donde los ejércitos cristianos obtuvieron una importante victoria. Por lo que respecta a sus hermanos, sí bien el futuro Fruela II mantuvo una relación amistosa con Ordoño, García I nunca perdonó a éste que se hubiera proclamado rey de Galicia, por lo que las relaciones entre ambas cortes fueron muy tensas durante estos años.
   Tras la muerte de García I, Ordoño fue coronado solemnemente en la ciudad de León en presencia de algunos de los nobles y obispos más importantes del reino y desde este momento comenzó para los cronistas el cómputo oficial de los años de su reinado. Ordoño II se comprometió a financiar la construcción de una catedral para la capital de su reino, cediendo para ello sus palacios a la sede legionense, y además hizo todo lo posible por reorganizar el territorio de la diócesis, por lo que también financió la reconstrucción de iglesias y conventos.
  En el año 916 preparó una nueva expedición por tierras extremeñas. Así tras rebasar la línea del Guadiana logró una nueva victoria frente a las tropas de la región, que habían sido reforzadas por un poderoso contingente enviado desde Córdoba. La humillación de los cordobeses fue tal que el emir no tardó en reunir un nuevo ejército, en agosto del año 917, para atacar las fronteras cristianas, pero sus esfuerzos fueron inútiles, ya que Ordoño, tras conocer la noticia de la llegada de un ejército enemigo a sus territorios, decidió presentar batalla y atacó su campamento instalado en San Esteban de Gormaz o Castro Muros, destruyéndolo casi por completo en septiembre de ese mismo año.
   Aprovechando los efectos que las sucesivas victorias obtenidas sobre los árabes habían tenido en la moral de sus hombres, Ordoño decidió en la primavera del año 918 llevar a cabo una nueva campaña en contra de la ciudad de Nájera, en compañía de su aliado el rey Sancho Garcés I de Navarra. Pero en esta ocasión no obtuvo el monarca los resultados que esperaba, ya que tras conseguir un cuantioso botín en Nájera y en Tudela, sus tropas sufrieron un tremendo revés en la batalla de Mutonia.
   Ordoño organizó una nueva campaña para el mes de octubre del año 919, pero la rápida acción de las tropas musulmanas le obligó a replegarse. Sin embargo, a pesar de la victoria de los cordobeses, Abd al-Rahman III no estaba dispuesto a tolerar por más tiempo las incursiones del rey de León en sus territorios, por lo que decidió acabar con estos ataques personalmente. El 23 de abril del año 920 partió de Córdoba al mando de un poderoso ejército que realizó una brillante campaña por tierras cristianas, enfrentándose finalmente a las tropas de Ordoño y de Sancho Garcés en la batalla de Valdejunquera, donde obtuvo una importante victoria.
Las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan cuantiosas como afirmaron los cronistas árabes, ya que poco tiempo después, ambos monarcas pudieron reorganizar su ejército y marcharon sobre Guadalajara donde lograron obtener un cuantioso botín. Luego Ordoño II partió hacia la ciudad de Zamora, donde a su llegada recibió con gran tristeza la noticia de la muerte de su esposa, la cual había sido la madre de sus 5 hijos: Sancho, Alfonso, Ramiro, García y Jimena.
   Tras estos acontecimientos, marchó a Castilla con el fin de acabar con la rebeldía de algunos condes de este territorio. Al llegar a Burgos convocó una reunión en Tejar, lugar donde fueron detenidos poco después los condes Nuño Fernández, Aboldomar Albo y su hijo Diego, y Fernando Ansúez, aunque no duró mucho su cautiverio. Por estas mismas fechas contrajo matrimonio por segunda vez el monarca con una joven llamada Aragonta González, la cual fue repudiada poco tiempo después por no ser de su agrado.
   Retomó su actividad guerrera a finales del verano del 923, puesto que decidió acudir a Navarra para respaldar al monarca de este territorio, en los planes que tenía de atacar las fortalezas de Viguera y Nájera. Ambos monarcas obtuvieron notables resultados en sus campañas y Ordoño II, en agradecimiento por su triunfo, fundó del monasterio de Santa Coloma. Las relaciones entre ambos reinos no podían ser más cordiales, y se concertó el matrimonio del monarca con una de las hijas de Sancho Garcés, doña Sancha, la cual se convirtió en su tercera esposa ese mismo año, aunque la unión duró apenas unos meses puesto que Ordoño falleció a principios del verano siguiente (924).
   La muerte de Ordoño II se produjo por causas naturales en torno al 20 de junio del año 924, en la ciudad de Zamora, cuando contaba con 52 años. Tras su fallecimiento sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad de León, donde fueron enterrados en la iglesia del Salvador que el mismo había mandado construir. Poco días después su hermano Fruela II se proclamó rey, para gran disgusto de sus hijos, que se vieron obligados a refugiarse en Galicia por un tiempo.


Semblanza 
La Crónica Post-Abeldense describió a Ordoño II como:
Prudentísimo en la guerra, justo y muy misericordioso con los ciudadanos, piadosísimo y entrañable, fuera del usual modo humano, para los infelices y los pobres y famoso por su honestidad en todos los negocios concernientes al gobierno del reino.
Añade que «no sabía descansar» (labori nescius cedere), temiendo que el ocio menguara su preocupación por los asuntos del reino. Ordoño II se sentía heredero de la España visigoda y aspiraba a su restablecimiento, adquiriendo un gran renombre que le llevó a figurar en numerosos romances y cancioneros.

Matrimonios y descendencia
Contrajo matrimonio por primera vez con Elvira Menéndez, hija del conde Hermenegildo Gutiérrez y de Ermesenda Gatónez, hija de Gatón del Bierzo. Fruto de su primer matrimonio nacieron cinco hijos, quienes aparecen en la documentación con sus padres en el siguiente orden:

Sancho Ordóñez (m. 929). Rey de Galicia.
Alfonso IV de León (m. 933). Rey de León.
Ramiro II de León (m. 951). Rey de León. Ocupó el trono leonés cuando su hermano Alfonso IV renunció al mismo.
Jimena Ordóñez (m. después de 935). Figura por última vez en la documentación del Monasterio de Celanova el 6 de enero de 935 confirmando a su primo hermano, Froila, hijo de Gutierre Menéndez e Ilduara Eriz, la villa de Uillare que había heredado de sus padres y que su hermano el rey Sancho concedió a los padres de Froila, que la tenían en encomienda.
García (m. después de 934). Su nombre figura en varios de los privilegios emitidos durante el reinado de su padre.
Casó en 922 con Aragonta González, hija del conde Gonzalo Betótez y de la condesa Teresa Eriz, hija del conde Ero Fernández, y hermana de los condes Pelayo González y Hermenegildo González, con quien no tuvo descendencia, pues fue repudiada por el rey.
   Contrajo matrimonio en el año 923 con Sancha de Pamplona, hija del rey Sancho Garcés I de Pamplona, con quien tampoco tuvo descendencia. Su viuda volvió a casar con Álvaro Herrameliz, conde de Álava y posteriormente con Fernán González, conde de Castilla.

Información:
Wikipedia
Biografías y vidas.


Abd al-Rahman III y los reinos cristianos del Norte

   Alfonso III había muerto, según se cree, el 20 de diciembre de 910. Sus últimos tiempos de reinado parece que fueron amargos para él por la rebelión de sus hijos. El primogénito, García, fue apresado y encerrado en un castillo. Pero su suegro, Nuño Fernández en compañía de los hermanos menores de García, Ordoño y Fruela, formaron causa común y lograron destronar a Alfonso III, que no tardaría en morir. Le sucedió García que, en agradecimiento al apoyo que le prestaron, concedió prerrogativas reales a sus hermanos, sobre Galicia y Asturias. García I sólo reinó cuatro años. Fuentes cristianas dicen que hizo una campaña muy exitosa por tierras andalusíes. Trasladó la capitalidad del reino de Oviedo a León y se dedicó a repoblar las plazas fronterizas que ganara su padre: Osma, San Esteban de Gormaz y Clunia. A su muerte, ocupó el trono Ordoño II.
   Cuando todavía no era rey, Ordoño ya había realizado algunas campañas por tierras musulmanas. Con 30 mil hombres se dirigió a Evora y la sitió. La ciudad tenía en su interior tales montones de basura, que los hombres pudieron saltar, fácilmente, de las murallas a la ciudad misma. Organizó una terrible matanza en la que pereció el gobernador musulmán de la población y los 700 hombres de la guarnición. Después de saquearla a conciencia, con 4 mil cautivos, entre mujeres y niños, se volvió a Galicia. Este golpe de mano impresionó vivamente a los moradores del Algarve y en Badajoz se aseguraron las defensas.
   Ya en el trono, Ordoño II procedió de la misma forma con la población y la guarnición del castillo de Alange, y el principillo de Badajoz, para congraciarse con él, le envió un cuantioso tributo que, según se dice, sirvió para levantar la iglesia de Santa María de León.
   Se sentía tranquilo el rey leonés, pues creyendo que el nuevo emir estaba dedicado en exclusiva a pacificar Andalucía, no iba a tener ni tiempo ni ganas para pensar en él. Pero estaba muy equivocado, pues Abd al-Rahman III sería el que tomaría la iniciativa. En julio de 916, las tropas cordobesas realizaron incursiones en los dominios de León obteniendo cuantioso botín. Al año siguiente asediaron la fortaleza de San Esteban de Gormaz, con un numeroso ejército de combatientes por la fe, más tropas reclutadas en las zonas fronterizas. En esta ocasión, el desastre fue para las tropas musulmanas, pues las tropas fronterizas abandonaron el campo de batalla. El rey cristiano persiguió a los supervivientes muy de cerca, dejando desde " el Duero hasta Atienza y Paracuellos, los campos sembrados de cadáveres musulmanes ". Orgulloso de su triunfo, Ordoño mandó colgar la cabeza del general musulmán en lo alto de las murallas de San Esteban de Gormaz, al lado de la de un jabalí, para mayor escarnio, pues sabido es que los musulmanes tienen al cerdo como animal impuro, y el jabalí, al fin y al cabo, era un cerdo salvaje.
   Esta derrota sólo sirvió para que el emir se reafirmase en sus deseos de asestar un golpe, de igual calibre, a su enemigo. Ordoño estaba convencido de que esta afrenta no quedaría impune y, en precaución, se alió con el rey de Navarra, Sancho García. Ordoño se dirigió a tomar Talavera y Sancho atacó el feudo de los Banu Qasi, asoló los alrededores de Nájera y Tudela, atacando, también la plaza de Valtierra, pegando fuego a la mezquita. Abd al-Rahman III no se dejó intimidar. En julio de ese mismo año, 917, envió fuerzas a tierras leonesas que llegaron a este territorio en agosto, y le hizo sufrir a Ordoño una grave derrota, cerca de una localidad conocida como Mitonia o Mudonia. En el verano siguiente, el monarca leonés volvía a realizar incursiones en dominios musulmanes, pero fue derrotado de nuevo y tuvo que huir de forma precipitada. Pero Abd al-Rahman III, quería venganza . Preparó un ejército, con tropas bien elegidas, y él mismo se puso al frente de esta expedición. Fue la famosa campaña de Muez, en el verano de 920.
   Tomó el camino de Toledo y siguió hasta el este, camino de Guadalajara y Medinaceli, como si fuese hacia Navarra, pero era un engaño. Desde Medinaceli giró para entrar en Osma, sin hacer caso de las proposiciones pacíficas del señor cristiano que la gobernaba. Sus habitantes apenas tuvieron tiempo de huir al ver las vanguardias omeyas. Después incendió y saqueó la ciudad. Al día siguiente atacó San Esteban de Gormaz, que también había sido abandonada por la guarnición cristiana. Siguieron hasta la antigua Clunia romana  sin encontrar oposición. Allí donde se divisaba las tropas cordobesas, la gente huía a mansalva. Todas las defensas de los lugares por donde avanzaban era derruidas e incendiadas, así como los monasterios y las iglesias. Quedaba vengado el desastre de 917.
   No satisfecho con ello, al-Nasir se dirigió a Navarra, pues el rey Sancho no dejaba de molestar a los musulmanes de La Rioja. Tenía el ejército casi intacto y fue cosechando victoria tras victoria mientras que Sancho se replegaba hacia el Norte, buscando reunir sus fuerzas con las de Ordoño que venía a auxiliarle. Los montañeses alaveses y vascones intentaron frenar el avance musulmán sin conseguirlo en el valle de Junquera pero Abd al-Rahman III infringió una derrota tan severa como la que había sufrido la España cristiana desde tiempos de la conquista musulmana. Muchos nobles quedaron sobre el terreno, y los obispos Dulcidio, de Salamanca y Ermogio, de Túy, fueron hechos prisioneros y llevados a Córdoba.
   Al día siguiente, los supervivientes fueron perseguidos hasta el castillo de Muez. En tres días, el 29 de julio, se tomaba el asalto y todos los ocupantes, unos 500, fueron pasados a cuchillo. Se apoderaron de otro castillo, Viguera y fueron asolando la baja Navarra , aunque sin atacar Pamplona.
   El prestigo del soberan era muy grande en toda la España musulmana y empezaba a infundir un gran temor en la cristiana. Su ambición era superior y deseaba herir al rey navarro allí donde más le dolía: Pamplona. Consideraba a Sancho un advenedizo, bastante soberbio, mientras que sentía cierto respeto por Ordoño, por su natural combativo y por la prosapia de su estirpe. En 921 Ordoño penetró en territorio musulmán, al tiempo que Sancho atacaba Viguera, lo que supuso perder la paciencia de al-Nasir. Emprendió una campaña contra Pamplona. Ordoño había muerto y su débil hermano Fruela, que le sucedía, no representaba ningún peligro para el Islam español. Tras arrasar la ciudad destruyendo, quemando y dispersando a la ciudadela...su objetivo se había cumplido y emprendió el regreso por Calahorra, Tudela. El escarmiento sufrido era muy grande y por eso, durante unos siete años, hasta el advenimiento de Ramiro II, el emir cordobés no tuvo que estar pendiente de sus fronteras terrestres con los cristianos.

lunes, 29 de abril de 2013

Al-Aziz. Cuento árabe.


Erase una vez un creyente llamado Kadar, desde su infancia siempre poseyó tremenda fuerza y se destacó por sobresalir sobre los demás niños, ningún niño se atrevía a retarlo.
Ya siendo adulto, ademas de fuerza física, Kadar poseía poder sobre todos los ciudadanos de su ciudad, ya que consiguió escalar posiciones de poder hasta alcanzar el puesto de gobernador.
Todos los ciudadanos le temían e intentaban no enfadar a Kadar, esto hacía que Kadar se sintiese el más poderoso, hasta que un día, un ciudadano reclamó un derecho al encontrarse realizando trabajos forzosos.
Este ciudadano le decía:
-Eres un abusador, te aprovechas de tu poder y nos haces trabajar hasta la extenuación.
Kadar sintió tanta ira que le contestó:
-¿Como te atreves a hablarme así?  En adelante no tendréis día de descanso, por tu insolencia trabajaréis todos los días de tu vida.
El ciudadano muy calmado le dijo:
-Tienes poder sobre nosotros pero no lo tienes sobre ti mismo. Una persona fuerte no es la que tira a sus adversarios al suelo. Una persona fuerte es la persona que se controla cuando está enojado.
Kadar confuso le dijo:
-Márchate de aquí.
El ciudadano se marchó, pero Kadar no cambió de opinión sino que les quitó su día de descanso.
Un día, estaba Kadar con una de sus enamoradas cuando sintió un tremendo deseo por besarla, Kadar se lanzó hacia sus brazos, pero su enamorada rechazó el beso y le dijo:
-Es demasiado pronto.
Enfurecido por no conseguir lo que deseaba le dijo:
-¡Eres una insolente! ¿Rechazas un beso mío sabiendo que soy el gobernador?
Su enamorada le dijo:
-Eres el gobernador, pero no gobiernas sobre ti mismo y por eso tratas mal a toda la ciudad, eres injusto contigo mismo y lo eres también con toda la ciudad, y si quieres estar conmigo debes tratarme con respeto porque de lo contrario sólo me obtendrías a la fuerza, y yo nunca te amaría si utilizases la fuerza para estar conmigo.
Muy arrepentido le dijo:
-Por favor ayúdame, no puedo controlar esta ira mía, ya me lo dijo un ciudadano anteriormente, no soy poderoso, soy un esclavo de mis impulsos.
Su enamorada le dijo:
-Ese es el camino correcto, primero debes reconocer que tienes un problema, y así lo hiciste Kadar. Ahora deja que hable con mi padre, él es un anciano muy sabio y te aconsejará qué debes hacer.
Pasados los días Kadar acudió a la casa de su enamorada y conoció al padre de ésta, tras dialogar en la cena, el padre llamó a Kadar para conversar a solas, como sabía de su problema comenzó a darle consejos:
-Para controlar tus impulsos debes comenzar a ser consciente de ti mismo y mirar tus acciones desde una perspectiva más alta, por ejemplo, cuando alguien te hable con insolencia debes decirte a ti mismo: "En esta situación yo antes perdía la calma y sacaba toda mi ira, ahora soy consciente de ello y con paciencia esquivo la insolencia y trato de hablar con calma y transmitir paz".
Tras darle el primer consejo el anciano gritó:
-¡¿Lo has entendido?! ¡Joven estúpido!
Kadar muy furioso contestó:
-¡¿Por qué me hablas así?! Primero me hablas correctamente y ¿ahora me gritas?
El anciano muy calmado le dijo:
-Estaba probando tu paciencia, debes tratar de no involucrarte demasiado en la realidad, estabas tan inmerso en nuestra conversación que al percibir hostilidad respondiste con ira.
Si fueses consciente de ti mismo, habrías esperado un tiempo y tu respuesta habría sido pacífica sacando así lo mejor de ti mismo y siendo realmente poderoso sobre los impulsos.
El anciano enseguida gritó:
-¡¿Me estás escuchando?! ¡Joven estúpido!
Kadar ya sabía que el anciano lo hacía para probarle y quiso superar el reto, por lo que esperó unos segundos y dijo:
-Sí, señor, le estaba escuchando.
El anciano muy feliz le dijo:
-Así se hace muchacho, pero recuerda que esta ha sido una prueba fácil ya que sabías que te estaba probando, no te sucederá lo mismo con la prueba difícil cuando sea un insulto o un grito de verdad, de imprevisto.
El anciano quiso darle un último consejo antes de seguir con la reunión, ya que las mujeres traían el té.
-Hay situaciones que son extremadamente difíciles como para no involucrarse con ellas, si no eres lo suficientemente poderoso como para permanecer firme aléjate de esas situaciones, no abras la puerta a esas pruebas y pide perdón al Más Poderoso, porque nuestro poder tiene límites y nosotros debemos conocerlos para intentar no encontrarnos con tales pruebas.
Kadar rectificó su actitud y se encontraba con mucha ilusión para gobernarse a si mismo, en cuanto a la ciudad, mejoró la situación de los ciudadanos que trabajaban mucho, les devolvió su día de descanso y acortó su jornada de trabajo, extendió la sabiduría entre la ciudad para que también los ciudadanos lograsen poder sobre si mismos, y en cuanto a su enamorada, la esperó hasta el matrimonio, se casó con ella, le fue fiel y consiguió no involucrarse con el deseo de poseer otras mujeres.
Kadar fue muy feliz y tuvo mucho hijos, también se cuenta que Kadar se sintió más poderoso después de controlar sus impulsos que cuando tenía un poder físico y real, lo que si se sabe sobre su vida es que siguió al sello de los profetas (pyb) y adoró al Único Dios, al Único Poderoso.
Sólo Allah es Al-'Aziz (El Poderoso).
Es Quien ha creado la muerte y la vida para probaros, para ver quién de vosotros es el que mejor se porta. Es el Poderoso, el Indulgente.
(Corán, 67:2)
El Conocedor de lo oculto y de lo patente, el Poderoso, el Sabio.
(Corán, 64:18)
¡Señor! ¡No hagas de nosotros instrumento de tentación para los infieles! ¡Perdónanos, Señor! Eres Tú el Poderoso, el Sabio».
(Corán, 60:5)
Si se hicieran cálamos de los árboles de la tierra, y se añadieran al mar, luego de él, otros siete mares más, no se agotarían las palabras de Allah. Allah es poderoso, sabio.
(Corán, 31:27)
Confía en el Poderoso, el Misericordioso,
(Corán, 26:217)
Que divulguéis un bien o lo ocultéis, que perdonéis un agravio... Allah es perdonador, poderoso.
(Corán, 4:149)
Ésta es la exposición auténtica. No hay ningún otro dios que Allah. Allah es el Poderoso, el Sabio.
(Corán, 3:62)
Allah atestigua, y con Él los ángeles y los hombres dotados de ciencia, que no hay más dios que Él, Que vela por la equidad. No hay más dios que Él, el Poderoso, el Sabio.
(Corán, 3:18)

jueves, 18 de abril de 2013

Alfonso III de Asturias.


Alfonso III de Asturias, llamado el Magno (c. 848 - Zamora, 20 de diciembre de 910), fue el rey de Asturias desde el año 866 hasta poco antes de su defunción, ocurrida en el año 910. Hijo y sucesor de Ordoño I y de su esposa, la reina Nuña, Alfonso III fue el último rey asturiano, o el primero de León, ya que en esta ciudad residió largas temporadas, y allí tenía su Consejo de Gobierno y Tribunal de Justicia.

Desde su ascenso al poder hubo de hacer frente a una serie de problemas internos: revueltas nobiliarias, conatos de rebelión en la propia dinastía, como el caso del infante Bermudo el Ciego. Llevó a cabo una fuerte actividad repobladora, acogiendo a una importante inmigración mozárabe, y consolidó el Duero como frontera meridional del reino, en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora. Luchó enérgicamente contra los musulmanes, a los que derrotó en Polvoraria. Rechazó la yihad del rebelde omeya Ibn al-Qitt y pactó con Ibn Marwan al-Yalliqi, valí de Mérida.

Se casó con Jimena Garcés (866-910), cuya estirpe todavía se discute, aunque probablemente era hija del rey García Íñiguez de Pamplona. De este matrimonio nacieron los tres primeros reyes propiamente leoneses, García, Ordoño y Fruela, que ya en vida de su padre gobernaron respectivamente la frontera centro-oriental (la futura Castilla), Galicia y Portugal, y Asturias.

Sus últimos años de reinado son oscuros. Por motivos desconocidos, su primogénito García trató de derrocarlo, lo que logró finalmente con el concurso de sus hermanos. Alfonso III abdicó, aunque conservó el título real, y murió en Zamora, al parecer tras emprender una última incursión en territorio musulmán.

Vida
Su juventud es desconocida. Fue asociado al trono en 853 y se ocupó del gobierno de Galicia. Al morir su padre, tuvo que enfrentarse a Fruela Bermúdez, conde de Lugo, que le disputaba la corona, y hasta parece que llegó a usurparle el trono, quizá refugiándose Alfonso en alguna parte de Castilla. Hay que tener en cuenta que hasta hacía poco la monarquía había sido electiva, y todavía habría quien rechazara la sucesión dinástica. Sin embargo, un año más tarde Alfonso III recuperó la corona gracias a la ayuda del conde Rodrigo de Castilla, que posiblemente fuera tío suyo.

Al año siguiente, 867, tuvo que dominar a los vascones, que se sublevaron dirigidos por el conde Eilo.

Su padre, Ordoño, había comenzado la repoblación de los territorios fronterizos, y continuó con ello: en 878 envió a sus tropas para apoderarse del norte de Portugal, conquistando así Coímbra y Oporto, y situando la frontera sudoccidental en el río Mondego.

Alfonso III tuvo que hacer frente a las ofensivas del príncipe omeya al-Mundir, hijo del emir cordobés Mohámed I. La lucha fue casi constante entre 875 y 883. Las primeras incursiones omeyas tuvieron como objetivo León y el Bierzo, pero fracasaron. La contraofensiva cristiana se saldó con la toma de Deza y Atienza.

Abd al-Rahman Ibn Marwan, el Gallego, señor de Mérida y rebelde al emir de Córdoba, le envió para congraciarse con él al ministro de éste, Hashim ibn Abd al-Aziz, lo que provocó que en 878 Al-Mundir dirigiese sus huestes de nuevo hacia León y Astorga, mientras que Salid ben Ganim llegaba hasta el Órbigo. El Rey Magno, para evitar la unión de ambos ejércitos, salió al encuentro del segundo, al que derrotó en la batalla de Polvoraria, en la confluencia de los ríos Órbigo y Esla. . Al-Mundir emprendió entonces la retirada, pero Alfonso III le interceptó en el valle de Valdemora, donde le derrotó. El emir Mohámed se vio obligado a pagar rescate y a firmar una tregua de tres años; era la primera vez que Córdoba pedía la paz.

Ambos reyes consideraron la tregua como un paréntesis, preparándose para el siguiente asalto: Mohámed armó una flota para atacar Galicia por mar, pero fue destrozada por una tormenta. Alfonso e Ibn Marwán descendieron por el valle del Tajo y derrotaron al ejército cordobés en el monte Oxifer, junto al río Guadiana.

Como desquite, Muhámmad atacó en el año 882 al reino de Zaragoza, a donde Alfonso había enviado a su hijo, Ordoño, para que se educara con los Banu Qasi, hijos de Musa, y avanzó por la antigua vía romana hasta León. Hubo un intercambio de prisioneros, y los cordobeses se retiraron, repitiendo la campaña en 883, con el mismo resultado.

En 884 Mohámed I y Alfonso III firmaron la paz, pues ambos empezaban a tener serios problemas internos. El Rey Magno se encontró con un levantamiento acaudillado por sus hermanos Fruela, Odoario y Bermudo, que se hicieron fuertes en Astorga, apoyados por varios condes, pero rápidamente fueron derrotados y ajusticiados.

En 901 el rebelde omeya Ibn al-Qitt, proclamado Mahdi, predicó la guerra santa y atacó Zamora, que pudo resistir. El líder mesiánico, abandonado por los suyos, fue derrotado y muerto en batalla en lo que se conoce como el Día de Zamora.1 En esos años, el Emirato de Córdoba sufrió rebeliones civiles, por lo que dejó de inquietar al Reino de Asturias, que sin embargo hizo frente a sus antiguos aliados de Mérida y del valle del Ebro: aliado con el conde de Pallars, dio un golpe de estado que consiguió derrotar a los Banu Qasi e instalar un navarro, Sancho Garcés I, en el trono pamplonés.

Al final de sus días, se sublevó su hijo García, que se había casado con Nuña, hija del Conde de Castilla Nuño Fernández, que fue el instigador de la conjura contra el Rey. Capturado García por su padre, su suegro Nuño provocó un levantamiento ayudado por Jimena, Ordoño y Fruela. Según la Crónica General de España de Alfonso X el Sabio, la reina Jimena "basteció estos castiellos en tierras de León, Alba, Gordón, Arbolio et Luna, et diólos a su fijo el infant don García". El castillo de Luna tenía singular importancia, al acoger el tesoro regio. Para evitar la guerra civil, Alfonso III se retiró junto a su esposa a Zamora, donde moriría en 910.

Desde ese momento, el Reino de Asturias, engrandecido ya de forma majestuosa y con extensos territorios que gobernar, trasladará la capital desde Oviedo a León y comenzará a hablarse del Reino de León, con ocasionales divisiones del reino Asturleonés entre Asturias, Galicia y León. Con las fronteras ampliadas hasta el río Duero y el Mondego, empezaron a afluir mozárabes. Aunque el reino es dividido entre sus tres hijos durante unos años: para García, León; para Ordoño, Galicia y para Fruela, Asturias. Gonzalo, que era clérigo, continuó siendo arcediano de Oviedo; y a Ramiro, por su corta edad, se le dio el título de rey pero sin territorio.

Matrimonio y descendencia
Contrajo matrimonio con Jimena de Asturias, cuya filiación no está confirmada, aunque algunos historiadores consideran que fue hija del rey García Íñiguez de Pamplona, y hermana del rey Fortún Garcés.2 Fruto de su matrimonio nacieron ocho hijos:

García I de León (870-914). Rey de León.
Ordoño II (871-924). Rey de Galicia, y posteriormente de León. Heredó el trono leonés a la muerte de su hermano mayor, García I.
Gonzalo (¿?-¿920?). Confirmó en numerosos privilegios de la época, emitidos por sus padres y hermanos, y fue arcediano de la Catedral de Oviedo. Algunos autores señalan que probablemente sería sepultado en el Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo.3
Fruela II de León (875-925). Rey de Asturias, y posteriormente de León.
Ramiro (¿?-929). Algunos autores señalan la posibilidad de que heredase el reino de Asturias cuando su hermano, Fruela, heredó el trono leonés a la muerte de Ordoño II, hermano de ambos. Según Jaime de Salazar y Acha, pudo haber casado con la reina Urraca, viuda de su hermano Fruela. Según la inscripción en su sepulcro en el Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo, falleció el 31 de marzo de 929.
Sancha.
Dos hijas de las que se desconoce el nombre.

Muerte y sepultura
Alfonso III falleció en la ciudad de Zamora el día 20 de diciembre del año 910.
Su cadáver fue conducido a la ciudad de Astorga, y enterrado en la catedral de dicha ciudad, en la que posteriormente sería sepultada su esposa, la reina Jimena de Asturias quien falleció dos años después en 912. Sus restos fueron depositados en el sarcófago de San Justo de la Vega, hallado en el municipio leonés de San Justo de la Vega, y que desde el año 1869 se halla expuesto en el Museo Arqueológico Nacional, ubicado en Madrid.

Posteriormente, en el año 986, los restos de Alfonso III y los de su esposa, la reina Jimena de Asturias, fueron trasladados, por orden del rey Bermudo II el Gotoso, a la ciudad de Oviedo, pues el monarca leonés temía que los restos mortales de ambos fuesen profanados por las tropas musulmanas dirigidas por Almanzor, que en esos momentos avanzaban hacia el reino de León4 siendo depositados en el Panteón de reyes de la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la Catedral de Oviedo, donde se hallaban sepultados numerosos miembros de la realeza astur-leonesa.

Cultura
Convocó el segundo Concilio ovetense en el 893.
Mandó elaborar la Cruz de la Victoria, que figura en la actual bandera de Asturias, convertida en símbolo del Principado. La joya fue hecha por orfebres procedentes del reino franco. Ordenó su elaboración a principios del siglo X, como donación a la catedral de San Salvador. Hoy se guarda en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, y una copia cuelga del puente de Cangas de Onís
El hallazgo del sepulcro de Santiago convierte a Compostela en la 2ª sede apostólica después de Roma, con autoridad sobre clérigos de otros reinos y condados cristianos. Santiago se convierte en destino de peregrinos, verdaderos transmisores de cultura.
Con respecto al arte asturiano, durante el reinado de Alfonso III el Magno se da la llamada "Etapa Postrramirense" de la arquitectura prerrománica asturiana, con edificios de la importancia de San Salvador de Valdediós, Santo Adriano de Tuñón y la Basílica de Santiago de Compostela.
Ordenó la redacción de tres crónicas, en las que rehace la historia presentando al Reino de Asturias como el heredero del Reino visigodo:
Crónica Albeldense (c. 881)
Crónica profética (c. 883)
Crónica de los reyes visigodos o Crónica de Alfonso III (c. 911)

información WIKIPEDIA.