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lunes, 24 de septiembre de 2012

Vida cotidiana en al-Andalus. El zoco.



El zoco era un espacio de intercambio y compra-venta de mercancías y servicios, además de un lugar de encuentro y de relaciones sociales, sobre todo masculinas, en el que, en medio de un frenético deambular, se sucedían las más diversas transacciones. Se situaba generalmente próximo a la mezquita, aprovechando una plaza o espacio abierto. Podía estar cubierto o al aire libre.
Los oficios y los puestos se extendían por áreas especializadas. En ellos exponían los distintos productos (especias, perfumes, tejidos, leche, huevos, frutas y hortalizas, pescado, carne,  así como objetos propios de orfebrería, cerámica, espartería, calderería...); también ofrecían sus servicios distintos trabajadores: carpinteros, aserradores, sastres, pintores, molineros, zurcidores, escribanos, médicos, sangradores, herreros, barberos, albañiles, braceros..., por último, los acróbatas, narradores, encantadores... proporcionaban divertimento a la muchedumbre que lo abarrotaba. Algunos oficios como curtidores y aceiteros se veían relegados a lugares alejados, fuera del zoco, por producir malos olores o sustancias insalubres.
Las tiendas eran muy pequeñas y las dedicadas a la artesanía solían tener incorporado el taller. El comerciante se situaba normalmente sobre una tarima y desde ella podía alcanzar cualquiera de los objetos expuestos a la venta.
También existían bastantes freidurías, en las que se despachaban buñuelos, pestiños y platos preparados con carne picada cuya elaboración era especialmente vigilada.
Al frente del zoco estaba el almotacén o zabazoque, encargado de velar por su correcto funcionamiento. Entre sus atribuciones se contaban: fijar los precios prohibiendo el acaparamiento, controlar la calidad, los pesos y medidas y la moneda, asignar el emplazamiento de los gremios y los puestos, controlar la limpieza, imponer sanciones y retirar las mercancías defectuosas. También podía nombrar ayudantes y alamines para los gremios.
Las compras se hacían con dinero en efectivo, que primero se acuñó en la ceca de Córdoba, y luego, en época de taifas, en otras ciudades. Las monedas de pago corriente eran los dinares, dirhems y feluses.
Además de los zocos permanentes hubo otros que se desplegaban una vez en semana. Los mercadillos de puestos de venta ambulante de muchos pueblos y ciudades de nuestra geografía son herederos de esta tradición.
Cercanas al zoco estaban las alhóndigas o funduk (de donde deriva la palabra “fonda”), establecimientos que jalonaban las rutas comerciales y que servían de alojamiento y de almacén para los productos.