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sábado, 28 de septiembre de 2013

Santiago de Compostela: la más famosa campaña de Almanzor.

   De la numerosas campañas guerreras que efectuó Almanzor ninguna fue tan célebre como la que llevó a cabo contra Santiago de Compostela, en la que las armas islámicas penetraron hasta el interior de Galicia y el extremo noroeste de la Península.
   En esta ocasión Almanzor no quería sólo castigar a los cristinos españoles, obtener cautivos o un rico botín; quería asestar un golpe de gracia a toda la Cristiandad, una afrenta que hiciera su nombre imperecedero en Europa entera, pues Santiago de Compostela era, en aquellos momentos como lo seguiría siendo a lo largo de toda la Edad Media, el mayor foco de peregrinación y devoción de los cristianos europeos.
    En el siglo IX tuvo lugar un acontecimiento singular: el descubrimiento milagroso de la tumba del apóstol Santiago el Mayor, que según una piadosa tradición, había venido a evangelizar España, desembarcando en Galicia, en Iria Flavia, la actual ciudad de Padrón. Cuando muriera mártir en Jerusalén, dos de sus discípulos recuperaron el cuerpo y se hicieron a la mar, y la barca volvió a ese lejano lugar, donde comprendieron los discípulos que debían descansar los restos de Santiago. Siglos después, unas luminarias misteriosas avisaron a un eremita del lugar donde se hallaban, y éste avisó al obispo Teodomiro, el verdadero descubridor de la santa tumba. Trasladó los restos a donde, más tarde se levantaría la ciudad de Santiago de Compostela. El muy piadoso rey asturleonés, Alfonso II, mandó eregir una modesta iglesia que albergase el sepulcro de Santiago, pero era tanta la afluencia de gentes que venía a postrarse a los pies del apóstol que, Alfonso III el Grande o el Magno, en 910, convirtió esa pequeña iglesia en una gran basílica, de la que Almanzor no dejó piedra sobre piedra. Alfonso II se dio cuenta de que la figura del apóstol Santiago podía ser un buen aglutinante de las fuerzas cristianas, que bajo el estandarte de la religión se podía englobar a todos los hispanos cristianos, fuesen de reino que fuesen y no tardó en declarar a Santiago el patrón de la lucha contra los musulmanes, el patrón de la " reconquista ", como tal, lo veremos aparecer en varias batallas importantes, con la espada en la mano, ayudando a los cristianos, lo que valió el título, quizás no demasiado afortunado para un santo, de Santiago " Matamoros ".
   Almanzor salió de Córdoba el 3 de julio y pasó por Coria y Viseo, donde se le unieron varios condes cristianos que se habían declarado sus vasallos, con lo que se daba la paradoja, que hemos visto tantas veces en la historia de la España musulmana de que cristianos luchasen contra cristianos, y en este caso, que acompañasen a Almanzor contra uno de los lugares más sagrados y respetados de la Cristiandad del momento. Mientras avanzaban, después de que una escuadra califal hubiese acercado, por mar, a la infantería, así como las provisiones y bagajes, fueron saqueando castillos y monasterios como los de San Payo o los de San Cosme y San Damián. Llegaron hasta la península de Morrazo, donde nunca antes penetraron los musulmanes. El 10 de agosto, avistaron la ciudad de Santiago de Compostela que, sus avisados vecinos, habían evacuado. Fue saqueada e incendiada, así como la basílica, que quedó arrasada. Sin embargo, por orden expresa de Almanzor, se respetó el sepulcro del apóstol y también fue respetado un monje que se había quedado a guardarlo. En una semana Santiago quedó completamente devastada.
   Se ordenó la retirada y en Lamego se despidió a los condes cristianos que fueron premiados con magníficos vestidos. Semanas más tarde, llegaba a Córdoba con muchísimos cautivos, las campanas de la iglesia de Santiago y las hojas de las puertas de la ciudad. Las campanas se utilizaron como lámparas para la mezquita y las puertas como armadura de los techos de las nuevas naves que se estaban construyendo en dicha mezquita mayor.
   Parece que en el 999 realizó Almanzor otra aceifa contra Pamplona, según cuenta Ibn Hayyan, pero no se conoce ningún otro detalle. En el año 1000 moría el rey navarro García Sánchez y le sucedía su hijo Sancho Garcés III, al que la historia conocerá como Sancho el Mayor, que fue el más glorioso de la dinastía de Pamplona. Por su parte, Bermudo II de León, que de nuevo, tras los sucesos de Santiago, se había visto obligado a pedir la paz, enviando para ello a su hijo bastardo, Pelayo, moriría en 999. Su sucesor e hijo Alfonso, sólo tenía cinco años. Fue proclamado heredero y permaneció en Galicia donde fue educado por el conde Menendo González y su esposa, Mayor.
   En el verano del año 1000 Sancho García, conde de Castilla, formó un ejército muy importante, llamando a la lucha a todos los cristianos desde Pamplona a Astorga. Vascones y leoneses juraron oponerse al avance de Almanzor con todas sus fuerzas. Esta expedición fue llamada de Cervera y, graicas a la sangre fría de Almanzor y a su perspicacia, no se convirtió en un auténtico desastre para las armas cordobesas. Sancho García reunió sus tropas en el macizo montañoso de Peña Cervera. El caudillo musulmán, desde Córdoba, llegó a Medinaceli y desde allí alcanzó la fortaleza natural donde se encontraban concentradas las fuerzas enemigas. El lunes 30 de abril se entabló la batalla, ejerciendo Sancho García una gran presión sobre las alas derecha e izquierda del ejército musulmán. El ala derecha comenzó a flaquear, después de las repetidas cargas cristianas. Almanzor que, desde un alto, contemplaba el combate, vio con desesperación, cómo empezaba la desbandada entre sus fuerzas, mientras caían muchos de sus soldados. Entre rezos esperaba que los suyos reaccionasen, pero en vista de que esto no sucedía, envió a sus dos hijos a que se mezclasen con sus caballeros en aquella terrible lucha. Los dos se batieron con extrema valentía y un beréber se hizo con la cabeza de uno de los condes de Beni Gomez, pero una estratagema de Almanzor le hizo ganar una batalla que llevaba todas las de perder. Había mandado trasladar el campamento musulmán, desde una depresión en la que estaba montado, hacia una altura y el conde castellano, al ver esta maniobra creyó que se trataba de fuerzas de reserva que llegaban para intervenir en le combate. Desde aquel momento, los cristianos se desmoralizaron. Se replegaron en desorden y los soldados leoneses y vascones, que ya tenían en sus manos las cuerdas para atar a los prisioneros musulmanes, se vieron forzados a huir, perseguidos muy de cerca por las tropas de Almanzor. El real cristiano fue saqueado y obtuvieron de él muchas armas, víveres y ganado.
   A pesa de la victoria, la situación de las armas musulmanas fue muy comprometida y más de setecientos hombres había muerto. Después, y antes de regresar, corrieron las tierras de Castilla, a sangre y fuego, entraron en Burgos y actuaron sobre Pamplona, causando los estragos de rigor. Tras ciento nueve días de ausencia regresaron a Córdoba y Almanzor condenó, con dureza, a todos aquellos que durante la batalla de Cervera tuvieron un comportamiento poco viril.
   A comienzos del verano de  1002, Almanzor dirigió su última campaña contra la España cristiana, concretamente contra La Rioja, que dependía del condado de Castilla. Sólo sabemos  que el ejército musulmán llegó hasta Canales, unos 50 Km al sudoeste de Nájera y que alcanzó el monasterio de San Millán de la Cogolla, que fue saqueado. Al regreso de esta campaña, la muerte ponía fin a la prodigiosa vida y carrera del caudillo musulmán.

Libro Al-Andalus de Concha Masiá