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martes, 17 de julio de 2012

La poesia en Al-andalus.


.La poesía fue el género que más se enriqueció de la fructífera mezcla intercultural que se produjo en Al-Andalus. Fue ello debido, en buena medida, a que recibió una protección y espacial por parte de los dirigentes árabes de los distintos reinos habidos en la Península Ibérica. De forma que, entre finales del siglo X y principios del XI, surgieron numerosos poetas arábigo españoles en las cortes andalusíes.

Entre ellos destaca al-Sarif al-Taliq, llamado también “el príncipe amnistiado”, porque estuvo encarcelado durante más de quince años de su vida. Trató este poeta temas amorosos, sobre todo, con una gran delicadeza y sensibilidad. 
También, en tiempos de Almanzor, en la segunda mitad del siglo X, destacó la obra de Ibn Darrach al-Quastallí, que estaba al servicio suyom y que se dedicó a ensalzar sus victorias molitares, como los saqueos de Barcelona y Santiago de Compostela. 
Más avanzado el siglo encontramos la figura de Ibn Hazm, que destacó cuando ya había caído el Califato de Córdoba. Fue el autor de la célebre obra “El collar de la paloma”, un tratado sobre el amor que resulta tener un gran valor para conocer la vida sentimental de los árabes andalusíes. Analiza la naturaleza de las relaciones amorosas, de sus obstáculos y de cómo superarlos, etcétera, haciendo gala de un gran rigor y de una profunda sutileza. 
La época de los reinos de taifas fue quizá la más brillante de la poesía andalusí. Y es debido a que, aunque los reinos de taifas eran mucho menos poderosos y brillantes de lo que lo había sido el gran Califato de Córdoba, la competencia entre ellos y la necesidad de sus gobernantes de presentarse ante sus súbditos como los mejores y más excelsos, les llevó a rodearse, en sus cortes, de los más fabulosos poetas y artistas. De modo que los poetas encontraron, en esta época, los mejores mecenas que podían imaginar. 
El rey de Sevilla en la segunda mitad del siglo XI, al-Mutamid, fue un gran protector de las artes. Él mismo escribió notables versos; los que corresponden a su encarcelamiento tras perder el poder son seguramente los más brillantes. Canta en ellos a la añoranza de su anterior vida, llena de lujos y privilegios. Y es que las cortes árabes, todas en general, fueron espacios especialmente concebidos para ser suntuosos, dedicados a los placeres de la vida, al gozo. En tales ambientes, el canto de los poetas no podía sino convertirse en cosa imprescindible. 
Como podría suponerse, en Al-Andalus, ambientes como esos duraron hasta la llegada de los almorávides, principio de la decadencia de la poesía andalusí. Su islam radical despreciaba los refinamientos anteriores, los poetas cortesanos se quedaron sin apoyo. Floreció, en cambio, la poesía popular, entre la que destaca la moaxaja y el zéjel, poemas en estrofas de distinta rima que van seguidas de un tipo de estribillo llamado jarcha. En estas jarchas se han encontrado, precisamente, los primeros versos escritos en la lengua romance peninsular que, más adelante, sería el castellano.