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sábado, 22 de junio de 2013

Una aproximación a la vida personal y familiar de Abd al-Rahman III

   El primer califa fue objeto de todo tipo de alabanzas por los cantores y poetas de la corte, no se sabe si como simple adulación o porque realmente Abd al-Rahman III estuviera adornado de todas las virtudes imaginables. Desde luego se trataba de un gobernante muy superior a sus antecesores, con una inteligencia clara y una determinación a toda prueba que parece era una de las características de la mayoría de los omeyas. Tenia sentido de la justicia y escrúpulos morales que se pusieron de manifiesto en la siguiente anécdota. Un día, salía el califa del palacio cuando se le acercó un loco haciendo extraños visajes y gritando. Los eslavos que constituían su guardia personal, se echaron encima de aquel extraño personaje y lo mataron. Creían que podía ser un jarichí, o sea, un miembro de la secta islámica que consideraba que sólo eran legítimos los dos primeros califas después de Mahoma, y que deseaba atentar contra la vida de Abd al-Rahman. este reprendió a su guardia con mucha severidad por haber procedido de aquella manera tan sumaria, y mandó buscar a los parientes del pobre loco, indemnizarles y diciéndoles que, mientras él viviera, gozarían de su protección.
   sin embargo, este califa ejemplar en algunos sentidos, también tuvo sus detractores, que le acusaban de tener defectos importantes, en concreto que era demasiado amante de los placeres y que, con frecuencia, se comportó con excesiva crueldad con sus enemigos, Ibn Hazm, historiador y poeta insobornable, decía que se había lanzado al pecado y que había hecho colgar a los hijos de los negros de una noria para sacar agua hasta que perecieron, ademas de otras fechorías ocultas que sólo Dios conocía.
   En cuanto a su vida familiar podemos decir que , sin duda, se educó en el harén, junto a su madre, con todos los mimos y consideraciones de su abuelo y de numerosos servidores.
   Se conoces cuáles fueron sus esposas principales: Maryan o Murchan, de origen cristiano, conocida como la " Gran Señora ", mujer inteligente, de carácter bien asentado y madre del futuro califa, al-Hakam; y Fátima, de condición libre, hija de su tío abuelo al-Mundhir. Estos casamientos entre parientes solían ser habituales en la sociedad islámica, y más dentro de la familia gobernante. En los últimos años de su vida, Mustad fue su favorita, pues sus anteriores esposas ya habían fallecido.
   Parece que entre las dos esposas principales hubo sus mas y sus menos. Según cuenta Ibn Hayyan, Maryan compró a Fátima una noche que el califa había destinado a pasar con esta última, por  10.000 dinares y, para que constase la venta, Maryan le hizo firmar un papel a la vendedora. Fátima creyó que esta triquiñuela no molestaría al califa, que lo tomaría como un juego entre mujeres. Cuando Abd al-Rahman se dirigía a las habitaciones de su prima, Maryan le salió al paso y le dijo que había comprado esa noche, con todo cuanto poseía pues más estimaba una noche en su compañía que todos los tesoros del mundo juntos. Y para confirmarlo le enseñó el papel que firmara la inocente Fátima. El califa quedó enormemente satisfecho con Maryan y comenzó a detestar a Fátima, capaz de venderle así como así, y el resultado final fue que la repudió.
   La descendencia de Abd al-Rahman fue muy abundante, como es lógico por sus múltiples mujeres. Parece que tuvo 11 hijos y 16 hijas. El primogénito fue al-Hakam y los otros: al-Mundhir, Abd Allah, Ubayd Allah, Abd al-Yabbar, Sulayman, Abd al-Malik, Marwan, al-Asbag, al-Zubayr y al-Mugira. El nacimiento de al-Hakam, que además se produjo en viernes, llenó de alegría al califa que lo celebró con grandes fiestas.
   Cada uno de los hijos varones, cuando llegara a la pubertad, recibían un palacete para que se independizaran, así como diversas propiedades territoriales que les proporcionaban rentas más que abundantes. También se les asignaba un sueldo mensual y una cantidad fija anual, además de administradores y preceptores que se encargaban de su educación. Ser príncipe, aunque no se fuera el heredero, tampoco estaba nada mal. Por si todo esto fuera poco, sus madres, cuando llegaban a la edad propia de ello, les escogían hermosas muchachas para que se iniciaran en los placeres del amor.
   Esta política del califa con respecto a sus hijos, estaba encaminada a que se mantuvieran satisfechos y en paz, alejados de las tentaciones del poder y del acceder al trono. Sin embargo, con su hijo Abd Allah, sucedió una trágica historia. Este príncipe, apodado al-zahid por su mucha piedad, fue acusado de conspirar contra su padre y contra su hermano, el heredero. No se sabe si la supuesta conspiración se trataba de un peligro real, o si fue una calumnia , pero parece que muchos cordobeses admiraban la piedad y la sabiduría de Abd Allah y lo consideraban como el omeya perfecto para ocupar el trono. Lo cierto es que la conjura fue descubierta y Abd Allah fue apresado con el resto de los conspiradores. Estos fueron ejecutados inmediatamente, y el príncipe permaneció en la cárcel por espacio de dos meses, al cabo de cuales, fue degollado delante de su padre, que no tuvo piedad con él. En aquella época, cualquier crimen contra el Estado, auqneu fuera sólo presumible, acarreaba este castigo, sin que causase sorpresa ni en la corte ni en los súbditos.
   En torno a Abd al-Rahman III se movía un gran número de poetas. El papel vital que desempeña, en la cultura islámica, la palabra , que la lengua árabe es muy poética, y que el califa era sumamente generoso con ellos, hizo que fueran muchos los que se dedicaron a cantar sus glorias hasta la saciedad. Martínez Gros ha puesto de manifiesto la gran cantidad de testimonios escritos que nos legó la época califal, y a ese período, que empieza en 929, con la auto-proclamación de Abd al-Rahman III como califa, la ha llamado la  " edad de la escritura ". Hay que apuntar, que la mayoría de los elogios que se dedicaban al califa eran bien merecidos, no en vano había conseguido hacer de al-Andalus un país pacificado, próspero, culto, después de una etapa con muchas pugnas internas que estuvieron a punto de acabar con el emirato omeya.

Concha Masía. Libro al-Andalus.