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domingo, 10 de junio de 2012

Romance de la perdida de España.



La Crónica sarracina ( de principios del S.XV ) de Pedro del Corral recoge y recrea los detalles de la venganza del conde: cómo consiguió que el rey prohibiera el uso de las armas dentro de su reino, a consecuencia de lo cual quedó España sin defensa frente a la ofensiva árabe. La noche anterior a la batalla, don Rodrigo tuvo muchas visiones y presagios que le revelaban junto a una naturaleza adversa la cruda realidad de su fin.

Romance de cómo se perdió España

El rey está dormido en su lujosa tienda y no percibe lo que ocurre a su alrededor (los gemidos de los peces, etc). Una doncella llamada Fortuna le advierte de lo que pasará si no se despierta, aunque todo va a ser inútil. Cuando se despierta da las gracias a la doncella y recibe las noticias del ataque: encuentra enemigos en todas partes y su ejército huye.


Los vientos eran contrarios, la luna estaba crecida,
los peces daban gemidos por el mal tiempo que hacía,
cuando el rey don Rodrigo junto a la Cava dormía,
dentro de una rica tienda de oro bien guarnecida.
Trescientas cuerdas de plata que la tienda sostenían;
dentro había cien doncellas vestidas a maravilla;
las cincuentas están tañendo con muy extraña armonía;
las cincuenta están cantando con muy dulce melodía.
Allí hablara una doncella que Fortuna se decía:
-Si duermes, rey don Rodrigo, despierta por cortesía,
y verás tus malos hados, tu peor postrimería,
y verás tus gentes muertas y tu batalla rompida,
y tus villas y ciudades destruidas en un día.
Tus castillos fortalezas otro señor los regía.
Si me pides quien lo ha hecho, yo muy bien te lo diría:
ese conde don Julián, por amores de su hija,
porque se la deshonraste, y más de ella no tenía;
juramento viene echando que te ha de costar la vida.
Despertó muy congojado con aquella voz que oía;
con cara triste y penosa de esta suerte respondía:
-Mercedes a ti, Fortuna, de esta tu mensajería.
Estando en esto allegó uno que nuevas traía:
cómo el conde don Julián las tierras le destruía.
Apriesa pide el caballo y al encuentro le salía;
los enemigos son tantos, que el esfuerzo no valía;
que capitanes y gentes huía el que más podía.





EL REY RODRIGO PIERDE EL REINO


Caminaba don Rodrigo a solas, sin compañía;
el caballo, de cansado, con el peso no podía.
Camina descaminado. que el camino no sabía.
Subiose a una alta torre, donde sol ni luna veía;
vio pasar moros armados, con tamaña gritería;
vio pasar sus caballeros, con tamaña cobardía.
-Pobre de mí, desgraciado, que reinos ya no tenía;
si ayer tenía vasallos, hoy ninguno poseía;
si ayer tenía corona. hoy sin ella me veía.-
Se metiera en una cueva, donde una culebra había;
se metiera en una cueva, mil penitencias hacía.
Campanas de sí tocaban, velas de sí se encendían;
es el alma del buen rey que para el cielo camina.

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