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domingo, 24 de marzo de 2013

Abderramán III: Proclamación de Emir y Califa.


Abderramán III accede al trono emiral:

"Se sentó en el trono para recibir el juramento de fidelidad de los súbditos el jueves 1º del mencionado mes de rabi en el Maylis al-Kamil de Córdoba. Los primeros que le juraron fueron sus tíos paternos, hijos del imam Abd Allah, que eran: Aban, al-Así, Abderramán, Muhammad y Ahmad; los cuales vinieron a verle con mantos y túnicas exteriores blancas, en señal de luto. Siguieron a éstos los hermanos de su abuelo, que eran al-Así, Sulayman, Sa'id y Ahmad, de los cuales fue Ahmad el que tomó la palabra y el que, después de jurado, lo alabó diciendo: ¡Por Dios! Sabedor de lo que hacía te escogió Dios para gobernamos a todos, altos y bajos. Yo esperaba esto del favor que Dios nos concede y como prueba de que vela por nosotros. Lo que pido a Dios es que nos inspire la gratitud debida, nos complete sus beneficios y nos enseñe a alabarlo. Tras los miembros de la familia califal se fueron sucediendo los individuos y personajes notables de Qurays, uno por uno, más los mawlas. Luego lo hicieron los personajes más importantes entre los moradores de Córdoba: alfaquíes, gentes de relieve, magnates y miembros de las clases nobles.
Terminó la ceremonia de la jura para las clases elevadas a la hora de la oración meridiana de ese día, en la que Aberramán, acompañado de los visires y de los altos funcionarios del Estado, dejó el trono para hacer la oración fúnebre por su abuelo e inhumarlo en su sepulcro de la Rawdat al-julafa de Córdoba."

— (Una Crónica anónima de Abderramán al-Nasir. Ed. y trad. cits., pp. 91-93.)


Proclamación califal de Abderramán III:

"En el nombre de Dios Clemente y Misericordioso.
Bendiga Dios a nuestro honrado Profeta Mahoma.
Los más dignos de reivindicar enteramente su derecho y los más merecedores de completar su fortuna y de revestirse de las mercedes con que Dios Altísimo los ha revestido, somos Nosotros, por cuanto Dios Altísimo nos ha favorecido con ello, ha mostrado su preferencia por nosotros, ha elevado nuestra autoridad hasta ese punto, nos ha permitido obtenerlo por nuestro esfuerzo, nos ha facilitado logrado con nuestro gobierno, ha extendido nuestra fama por el mundo, ha ensalzado nuestra autoridad por las tierras, ha hecho que la esperanza de los mundos estuviera pendiente de Nosotros, ha dispuesto que los extraviados a nosotros volvieran y que nuestros súbditos se regocijaran por verse a la sombra de nuestro gobierno (todo ello por la voluntad de Dios; loado sea Dios, otorgador de los beneficios, por el que nos ha otorgado, pues Él merece la máxima loa por la gracia que nos ha concedido).
En consecuencia, hemos decidido que se nos llame con el título de Príncipe de los Creyentes, y que en las cartas, tanto las que expidamos como las que recibamos, se nos dé dicho título, puesto que todo el que lo usa, fuera de nosotros, se lo apropia indebidamente, es un intruso en él, y se arroga una denominación que no merece.
Además, hemos comprendido que seguir sin usar ese título, que se nos debe, es hacer decaer un derecho que tenemos y dejarse perder una designación firme.
Ordena, por tanto, al predicador de tu jurisdicción que emplee dicho título, y úsalo tú de ahora en adelante cuando nos escribas. Si Allah quiere."
En consecuencia, y conforme a estas órdenes, el predicador de Córdoba comenzó a hacer la invocación en favor de al-Nasir li-din Allah, dándole el título de Príncipe de los Creyentes, el día 1º de du-l-hichcha de este año ( 16 enero 929 ).

— (Una Crónica anónima de Abderramán al-Nasir. Ed. y trad. cits., pp. 152-153.).